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Valencia

Nuria Montes, la macroconsellera de Mazón caída por falta de empatía en plena DANA

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Nuria Montes consellera de Turismo
Nuria Montes, durante la reunión con el president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/Biel Aliño

Alicante, 18 nov (OP-EFE).- Nuria Montes ha pasado de ocupar una de las macroconsellerias de la Generalitat Valenciana, la de Innovación, Industria, Comercio y Turismo, a dejar el Consell de Carlos Mazón en una caída política en picado desde que en los primeros días de la crisis de la dana de Valencia mostrara una inesperada falta de empatía y de sensibilidad con los familiares de los fallecidos.

El pasado 1 de noviembre y en su calidad también de presidenta de Feria Valencia, donde se trasladaban los restos mortales de las víctimas de la dana, Montes hizo unas declaraciones a los periodistas en las que, con un sorprendente tono inflexible, afirmó que no se permitiría «el acceso de familiares a la zona donde tenemos custodiados a todos los fallecidos». «Así que tienen que esperar de forma obligatoria la llamada del juzgado y la entrega de la documentación pertinente», añadió.

El perdón de Nuria Montes

Aunque horas después pidió públicamente «perdón» reconociendo que sus palabras habían «estado faltas de esa empatía» y de «esa sensibilidad que todos buscamos en estos duros momentos que estamos viviendo», Montes no ha sobrevivido políticamente a la gestión de la dana del 29 de octubre, precisamente el día que cumplía 55 años.

Hasta ese momento, la consellera de Innovación, Industria, Comercio y Turismo se había desempeñado con agilidad y sin demasiadas críticas en una de las carteras con un indudable calado, especialmente en Industria y Turismo, dos de las bases productivas de la Comunitat Valenciana.

Una de las primeras medidas que aplicó al llegar al cargo fue la derogación de la tasa turística, aprobada por el anterior ejecutivo de izquierdas, y después impulsó la solución a la difícil situación de las estaciones de las ITV tras la reversión al sector público con la creación de la empresa Sitval.

Sobre todo su etapa ha estado marcada por la reactivación del sector turístico, donde es una experta porque llegó a la Generalitat tras casi 30 años como la voz de la patronal hotelera valenciana, Hosbec, que desde Benidorm (Alicante) creció durante ese periodo hasta convertirse en una de las principales del sector en España con más de 300 establecimientos asociados.

Llegó al Consell de Mazón como independiente

Trabajadora incansable, con dotes comunicativas que parece que le fallaron este 1 de noviembre y siempre con un trato cercano y accesible a los periodistas, llegó al gabinete de Mazón como independiente, sin un cargo anterior en el PP, aunque en los últimos cuatro años había trabajado codo con codo con el president valenciano en su condición de secretaria general de Hosbec cuando el president estaba al frente de la Diputación de Alicante.

Mazón nunca ha ocultado la confianza en Montes tanto ante la oposición como en otros escenarios, como cuando la defendió públicamente tras unos mensajes insultantes en la red social X por la forma de vestir de la consellera durante un minuto de silencio por un crimen machista, al comentar que «la señora de fucsia viste como quiere y es una mujer libre y de primera».

Amante de Benidorm

Montes llegó a Hosbec poco después de licenciarse en Derecho en la Universidad de Alicante (UA), en 1993, y su capacidad de gestión ayudó a que esta asociación creciera durante las siguientes décadas a la par que su crédito de gestora eficaz, lo que le llevó a ser vocal de la CEOE y de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), así como impulsora de la marca Visit Benidorm y profesora de la UA y otras escuelas de negocio.

Nacida en Madrid el 29 de octubre de 1969, casada y sin hijos, Montes de Diego se trasladó de la capital de España a Alicante cuando era una niña de 7 años, y desde entonces allí vive muy cerca del mar Mediterráneo. Deportista aficionada al ‘crossfit’ y amante de los zapatos, además de la ciudad de Alicante siempre ha estado muy ligada a Benidorm hasta el punto de que en una entrevista el pasado verano con EFE se definía como «benilover».

Antonio Martín

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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