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Rosarosae

La emotiva carta de la actriz Beatriz Rico a su amiga Ana Obregón

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Hace unos días conocimos la trágica noticia de la muerte de Aless Lequio, hijo de Ana Obregón, a los 27 años a causa de un cáncer. Horas después la actriz publicaba un desgarrador mensaje que con pocas palabras expresaba el infinito dolor que tiene.

Ahora ha sido la actriz Beatriz Rico, amiga y compañera de profesión de Ana Obregón, la que ha publicado una emotiva carta explicando con todo detalle quién es Ana y porqué es una persona con ángel.

Este es el texto íntegro de la carta:

Ya ha pasado una semana, y ahora me siento con ganas de contaros quién es Ana Obregón. Me faltarían cuentas en Instagram para deciros todo, así que voy a dar unas pinceladas, las suficientes para que sepáis quién es Ana.

La conocí en “A las 11 en casa” y pronto me di cuenta de que Ana estaba siempre de buen humor. La vi rodar con lesiones, dolores fuertes, incluso un día vino con fiebre muy alta y jamás se quejó ni puso mala cara. Ana era un cascabel, por donde pasaba, el cachondeo estaba asegurado. Y si la estaban maquillando y llegabas tú porque tenías una escena antes que la suya, se levantaba para que te sentaras y te maquillaran a ti sin que nadie le dijera nada. Esto puede parecer una chorrada, pero en nuestro mundo en el que hay “muy famosos” que hacen cosas de “muy famosos”, no es habitual que hagan cosas normales que denotan compañerismo y humildad: Ana nunca necesitó alimentar ego con chorradas de ese tipo. .
Pasó el tiempo y, como somos casi vecinas, compartimos gimnasio, así que nos manteníamos al día una de la otra. Y en el gimnasio Ana seguía siendo ese cascabel, siempre risas y buen rollo con todo el mundo. A veces me mosqueaba tanta alegría, sobre todo cuando yo tenía un mal día y ladraba a tutiplén.

Recuerdo una noche navideña en su casa, hizo una fiesta. Si según los budistas el observar sin juzgar es la máxima expresión de la inteligencia, Ana demostró ser Buda, algo que le agradecí siempre (los motivos no vienen a cuento).

A continuación llegó “Ellas y el sexo débil”: era SU serie. Escrita por ella y en la que se había volcado poniendo una ilusión que arrasaba con todo. María Barranco, Isabel Gaudí y Teté Delgado completaban el grupo de mosqueteras. .
Ana seguía siendo la misma que conocí años atrás: una niña de ojos llenos de chispitas y enormes ganas de divertirse en el cuerpo de una mujer. Se preocupaba por todo: “han comido los técnicos el bocata? Igual hay que cortar”, “estáis cansados? paramos?”. Por eso la gente la quería tanto. Y porque nos hacía reír, mucho. A día de hoy, me sigo preguntando cómo es posible no haberla visto nunca quejarse ni poner mala cara después de tantos años.

Y llegó el cataclismo: la serie fue un desastre de audiencia y nos comunicaron que se cortaba el rodaje en el capítulo 8. Yo, como buena pisciana con tendencia al drama”, llegué a plató acongojada y pensando cómo estaría Ana de destrozada. Era SU serie, la que tantos años le costó sacar adelante! Llegué en plan Lady McBeth, y me la encontré con el buen humor de siempre. Era ella la que estaba levantando ánimos a la gente!?. Cuando me vio (yo estaba casi llorando), me dijo: “tú estás bien? Tu familia está bien? Entonces, todo está bien”. Seguía riendo y haciendo bromas para mantener el ánimo en el equipo. Ahí recuerdo que me di cuenta de que esa mujer, tan delgadita ella, era un tanque. Pero un tanque de los irreductibles. En ese cuerpo pequeño cabían una fuerza, una inteligencia, un tesón y una bondad que parecían imposibles de concebir en una sola persona.

Ella se portó muy bien conmigo. Yo no puedo decir lo mismo, y me avergüenzo por ello. Por razones que no vienen al caso, un día me porté fatal. Fui injusta con ella y le dije algo muy feo que no se merecía y de lo que me arrepentí enseguida. Le hice pagar en ese momento por mis problemas. Maldito genio el mío! Sentí tanta vergüenza de lo que hice, que no le pedí perdón a tiempo. Cuando pasó el tiempo y por fin dejé la cobardía de lado, le dije “perdóname”. Ella me contestó “anda, mujer! Si ya ni me acordaba… todos tenemos malos momentos”. Y volvió a ser la amiga de siempre. Sin reproches, sin rencores. Ésa es Ana.

Habéis visto la foto de la semana pasada en la que baja la ventanilla del coche para dar las gracias a los fotógrafos con una sonrisa llena de dolor después de llegar de Barcelona y de lo que había sucedido? En esa sonrisa dolorida se condensa la esencia de Ana. Ésa es ella.

Por todo esto nunca nadie habla mal de ella. Qué vamos a decir, si los que la conocemos sólo tenemos motivos para darle las gracias!

He visto cómo la gente siempre quiere estar con ella, porque todos nos sentimos mejor cuando Ana está cerca. Mejora nuestras vidas.

Creo que a eso se llama “tener ángel”. Y ella lo tiene. Y ahora, más que nunca.

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Rosarosae

‘The New York Times’ señala a Ana Obregón como pieza clave en los orígenes de la fortuna de Jeffrey Epstein

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Una relación personal que acabó abriendo puertas millonarias

El diario The New York Times ha vuelto a poner el foco sobre la figura de Jeffrey Epstein con una investigación que indaga en el origen de su fortuna y que rescata un nombre inesperado del pasado: Ana Obregón. Según el prestigioso medio estadounidense, la relación personal que el magnate mantuvo con la actriz española a comienzos de los años ochenta fue determinante para que accediera a círculos económicos que impulsaron su ascenso financiero.

El rotativo describe cómo Epstein, entonces un joven financiero en Nueva York, entabló amistad con Obregón durante la etapa en la que ella residía en la ciudad para formarse como actriz. La presentadora llegó a definirlo en sus memorias como su “mejor amigo en Nueva York”.

Del círculo social al negocio con grandes fortunas españolas

La investigación del New York Times sostiene que, a través de ese vínculo, Epstein entró en contacto con familias españolas de alto poder adquisitivo, entre ellas la familia Obregón. En un momento crítico para varios inversores, el financiero fue contratado para rastrear importantes sumas de dinero desaparecidas tras el colapso de una firma de intermediación bursátil.

El encargo, altamente remunerado, supuso uno de los primeros grandes trabajos de Epstein fuera de los circuitos financieros tradicionales y marcó un punto de inflexión en su carrera. El diario subraya que ese episodio fue clave para consolidar su reputación como solucionador de problemas financieros complejos.

Un encargo que disparó su patrimonio

Según la investigación, tras más de un año de gestiones, Epstein logró localizar los fondos perdidos en estructuras bancarias internacionales. Ese éxito profesional le reportó beneficios económicos millonarios, que, sumados a otras operaciones opacas de la época, lo situaron definitivamente en la élite financiera cuando apenas superaba la treintena.

El New York Times apunta que este episodio representa uno de los cimientos reales de la fortuna de Epstein, mucho antes de que su nombre se asociara a grandes filántropos, políticos y celebridades internacionales.

La sorpresa de Ana Obregón años después

La actriz española ha reconocido en entrevistas pasadas el impacto que le produjo descubrir, años después, que aquella persona cercana a la que consideró un amigo íntimo estaba implicada en delitos de tráfico sexual de menores, por los que fue condenado antes de morir en prisión en 2019.

La investigación no atribuye responsabilidades legales a Obregón, pero sí recalca que su relación personal con Epstein fue una puerta de entrada decisiva a entornos económicos que contribuyeron al crecimiento del imperio del magnate.

Una nueva pieza en el rompecabezas Epstein

Con este reportaje, The New York Times amplía el relato sobre cómo Jeffrey Epstein construyó su fortuna, señalando que no fue fruto únicamente de su talento financiero, sino también de relaciones personales estratégicas que le permitieron acceder a grandes patrimonios internacionales.

La mención a Ana Obregón reabre un capítulo poco conocido de esa historia y vuelve a situar el foco mediático en los orígenes de uno de los personajes más controvertidos de las últimas décadas.

 

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