Rosarosae
Jesús Vázquez se derrumba al hablar del caso ‘Arny’
Publicado
hace 5 añosen
Jesús Vázquez fue el invitado en el programa ‘Mi casa es la tuya’ de Bertín Osborne y se ha sincerado como nunca lo había hecho. El presentador habló abiertamente sobre uno de los peores momentos de su vida: el caso ‘Arny’. En 1996 salió a la luz una presunta red de prostitución de menores producidas en un bar gay de Sevilla. Un caso en el que se involucró a muchas personas famosas, entre ellas a Jesús Vázquez.
«Hicieron sangre de gente inocente. Yo ni conocía el bar. Nunca estuve (…) Es una de las manchas negras de la justicia. Ahí estaba todo el mundo. No se puede montar algo así si no estaba todo el mundo implicado: la policía, la fiscalía… (…) En el juicio salían cosas que yo alucinaba. Unas cosas que daban mucho miedo. En el juicio salió todo (…) Salimos inocentes porque se demostró que todo era un montaje», confesaba Vázquez a Bertín.
«Para que veas lo raro y siniestro que fue, llamaron por teléfono a la casa de mis padres y le dijeron a mi madre que tenía que ir al juzgado de Sevilla al día siguiente o que si no iban a proceder a una orden de busca y captura. No fue con una citación ni nada. Llamaron a las diez de las noche. Mi madre me llamó llorando», una confesión que le hizo romper a llorar. Y tras recuperar la voz, Jesús siguió: «Yo me cogí un coche y me fui sin dormir a Sevilla. Yo le decía a la jueza que no había estado en ese bar, que se lo juraba y que le estaban mintiendo. Me dijo que tenía que dar 6.000 euros de fianza en ese momento o que entraba en prisión. ¿Tú te crees que se puede hacer eso según el testimonio de un yonqui? Al final encima se suponía que era para defender a menores de los monstruos. Pero al final sé que esos chavales siguieron en la calle, consumiendo drogas, prostituyéndose… No les importaban, iban a por nosotros», confesaba.
Al final Jesús Vázquez fue inocente, pero no sin haber sufrido unas más que duras consecuencias personales: «En el juicio se desdijeron los chavales. Yo creo que les dimos pena. Delante del juez dijeron que les habían obligado a decirlo. ¿Quién? La policía. Todo quedó en nada».
El peor momento para Jesús: mentir a su madre para que falleciera en paz
Durante todo el proceso a Jesús Vázquez se le cerraron las puertas a nivel profesional, nadie le quería. Por lo que reclamó a la justicia y pidió indemnizaciones: «Fue una muerte profesional. No podía ir ni a un restaurante porque la gente me miraba como un asesino. Era muy injusto porque ninguno era culpable».
Pero si no poder trabajar fue un momento complicado, el mayor drama de su vida fue gestionar este caso con la enfermedad de su madre que padecía cáncer y, según relataba Jesús, este episodio le hizo empeorar. Lo que llevó al presentador y a sus hermanos a tomar una decisión: «Mi madre estaba destrozada. Como ya veíamos que se iba, tuvimos una idea muy chula: mentirle. Le quitamos la tele del hospital y fuimos los tres hermanos e hicimos un teatro diciendo que ‘¡ya está, ya se acabó todo!’. Y al día siguiente se murió, Bertín. Estaba esperando a que pasase. En el último momento lo hicimos bien pero los últimos meses de vida la hicieron sufrir mucho», un momento en el que Vázquez se derrumbó.
Jesús Vázquez ha asegurado que no guarda rencor. También que en esa etapa lo pasó un poquito mejor gracias a Jorge Cadaval. El Moranco le llamó sin apenas conocerle para ofrecerle instalarse en su casa en medio de toda la polémica. La casa de Los Morancos se convirtió en un refugio para Jesús.
A partir de entonces Jesús y Jorge se convirtieron en familia. En ‘Mi casa es la tuya’, el humorista acompañó a Bertín y Jesús en el almuerzo y dio más detalles sobre cómo lo había pasado Jesús con el escándalo.
«A él le daba vergüenza salir a la calle. Yo le decía: ‘vergüenza de qué’. Me dijo que salía con el casco de la moto y yo le respondía que si acaso era la hormiga atómica. Así que le llevaba a la plaza a comprar y le sacaba a la calle todas las horas», revelaba Jorge.
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Rosarosae
8 años sin Chiquito, el creador del idioma ‘Grijarder’
Publicado
hace 20 horasen
19 noviembre, 2025
Como cada año por estas fechas, los medios de comunicación sacaremos las «listas del año»: que si las mejores películas, las canciones más escuchadas en la plataforma de moda. Incluso hay recuento de las palabras más utilizadas en cada país.
Precisamente, por estas fechas, un día como hoy de hace ocho años fallecía un humorista capaz de revolucionar por completo el Diccionario de la Real Academia de la Lengua.
Necesitábamos revolucionar nuestro lenguaje, sin necesidad de que lo hicieran desde fuera con nuevos vocablos. Y de eso se encargó, por la gloria de mi madre, Chiquito de la Calzada.
El humorista, cantaor y actor cómico revolucionó nuestra lengua. Todo el mundo niños, mayores, ancianos; ricos y pobres; perros y gatos. Nadie podía evitar contagiarse de esos vocablos que nos traía ese hombre y su nueva lengua, el grijander. Porque si esta persona fue capaz por aquel entonces de batir con más de cuatro millones de espectadores de audiencia un partido de Champions del todopoderoso Real Madrid, seguro que es capaz de terminar con la lengua de Shakespeare en un abrir y cerrar de ojos.
Así creo que sería justo que Chiquito de la Calzada tuviera una silla en la Real Academia Española (RAE) para darle aires nuevos a nuestra lengua y dejar de tomar palabras de otras.
¿Para qué queremos el spanglish? Ya puestos a inventar e incluir palabras nuevas prefiero que por lo menos sean graciosas.
Aquí van los motivos que refrendan el movimiento #chiquitoalarae
Palabra de Chiquito (de la Calzada)
Te das cuen; Quietorr; por la gloria de mi madre; al ataquerr; cobarde; pecador de la pradera; Bambino; jaaarl; era el año 4; ese caballo que viene de Bonansa; mamarl; no puedorl; asexuar; no te digo trigo por no llamarte Rodrigo; apitican de morenau; no puede sé; torpedor; y un largo, largo etcétera.
Que levante la mano aquel que no haya dicho ninguna palabra salida de esa brillante y lúcida mente.
Mi duda es, si la gente hizo suyo ese lenguaje, ¿por qué ninguno de esos términos está en el diccionario?
El idioma Grijander o chiquitistaní
En un país como España en el que todo el mundo tiene nivel medio de inglés aunque luego no sepa ni preguntar la hora, el grijander sería el segundo idioma que tanto nos exigen. Porque Chiquito tiene un método mucho mejor que Vaughan.
Ya imagino esos diccionarios de Español-Grijander/ Grijander-Español.
¿Podría ser el grijander ese idioma esperanto con el que todo el mundo pudiera entenderse con un simple “¡Jaaarl!”?
Su conjugación y formación de palabras es muy sencilla: simplemente basta con añadir las terminaciones “rr” (¿cómorr?), “rl” (fuegorl),… y otras muchas que el espíritu chiquitistaní nos sugiera.
Con el idioma Grijander no existirían las discusiones de si hay que llevar una canción a eurovisión en español o en inglés. Imaginad una versión del “La, la, la” de Massiel. No sería difícil: “Jarl, jarl, jarl”. ¡Nos votarían hasta los países del este! (Que tomen nota los del BenidormFest)
El doctor Grijander
Si hay un médico famoso en nuestro país, ese es el doctor Grijander.
Pupitas en el fistro de abajo; revisiones del diodeno; amatomas sexuales;… no había especialidad que se le resistiera.
Por muy asustado que estuviera el paciente, el doctor Grijander siempre sabía cómo tranquilizarlo con su “¡reláaajese usted!” o el “¡Ten cuidadín no te hagas pupita en el fistro duodenaaal!”
Insultar con gracia
Chiquito te ofrecía la posibilidad de decirle a tu jefe en toda su cara “Me cago en tus muelars… Eres un fistro-pecador-cobarde” Y no solo no te despedía, sino que te subían el sueldo y te ascendían a director.
Fácil de aprender (no requiere de un nivel alto de estudios)
Por aquel entonces sin internet, wikipedias, ni redes sociales, todos sabíamos de memoria sus consignas ya fueras muy listo o no tan listo. Tal vez no recordáramos ya los afluentes del Tajo pero sí que el sastre de Tarzán trabajaba poco; que había un hombre que había nacido después de los dolores; que había gente que en vez del graduado tenía una etiqueta de anís del mono o que se podía freír un huevo con saliva.
Gromenauer, Peich,… números y letras fáciles de recordar. ¿Para cuándo unos Cuadernos Rubio?
Sensualidad y sexualidad
Las novelas eróticas que están tan de moda en la actualidad no serían los mismo si se escribiera en el idioma de Chiquito (serían mejores):
“El señor Grey la recibirá ahora para borrarle el cerito mientras hacen guarreridas españolas con el fistro sexual. Después irán en helicopteror hasta su habitación roja donde allí le hará la caidita de Roma varias veces hasta que grite: ¡Por la gloriaa de mi madrer!”.
¿Y los anuncios de colonias? También cambiarían ligeramente. La imagen en blanco y negro de ese hombre perfectamente esculpido en busca de su camisa en un interminable vestidor mientras camina dando pequeños saltitos con la mano en sus lumbares. Una vez vestido, mirada a cámara frunciendo el ceño en plan malote y grito: ¡¡¡Al ataaqueeerrr!!!
¿Os imagináis a Kate Moss en un anuncio de “A-canemor”, la fragancia para ella”?
El movimiento chiquito
No me refiero a ningún partido, moda o grupo social. Me refiero a esos pequeños saltitos que hacía el señor Chiquito para caminar con la mano colocada en las lumbares como si tuviera un terrible dolor. Esa perfecta coreografía no era algo banal ni superfluo, era una forma de ser. Una forma de vida. One lifestyle que dirían otros.
Si el siglo XXI nos ha traído a los metrosexuales y a los hipster, los últimos años del siglo pasado nos dejó el chiquitismo como forma de ver las cosas y afrontar el día a día. ¿Por qué no recuperarlo ahora?
Si el chiquitismo hubiera surgido hoy en día en pleno auge de las redes sociales y sus vídeos virales, estoy seguro que hasta el mismísimo Obama habría aparecido en la portada de la revista Time con el titular: “I can´t, can´t”.
Incluso las crisis económicas se podrían afrontar de una manera bien distinta.
–Periodistas: ¿Cómo esta el asunto?
–Político: La cosa está muy malitaaaar.
–Periodistas: ¿Sabría decirnos cuándo saldremos de la crisis?
–Político: No puedorr, no puedorr… ¡jaaaarl!
Y la sociedad ante eso habría reaccionado de otra manera seguro: “nos hemos quedado sin trabajo pero ¡nos hemos reído!”, comentarían por las calles los ciudadanos entre lágrimas de alegría.
Expresiones llenas de sabiduría popular
Tengo más nervios que un filete de cinco pesetas; Trabajas menos que el sobaco de un churrero; Te mueves más que los precios;…
Son solo unos pocos ejemplos de las cientos y cientos de expresiones que a mediados de los 90 invadieron nuestras conversaciones. Contar la comparación más ocurrente se convirtió en deporte nacional, creciendo de paso el ingenio lingüístico de los españoles.
Por eso, desde aquí pido (exigir me parece demasiado) una silla en la RAE para don Chiquito de la Calzada, con el fin de salvar nuestra lengua de la invasión anglosajona.
Él que tanto hizo revolucionando nuestro lenguaje merece un asiento o incluso un tresillo. El de la letra Peich.
¡Hasta luego… Lucas!
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