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‘3 de septiembre… y entonces sucedió que…’, por José Luis Fortea

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………………..durante la madrugada del domingo 3 de septiembre de 1967, de hace por tanto hoy cincuenta años, Suecia vivía un curioso acontecimiento, al que llamaron el día H (en sueco Dagen H), en virtud del cual, se adoptaba el modelo de conducción europeo de circulación del tráfico por la derecha, abandonando desde ese momento el hasta entonces tradicional sentido de su circulación por el lado izquierdo.

La asamblea legislativa sueca, el Riksdag, había aprobado cuatro años antes, en 1963, el mencionado cambio de sentido del tráfico rodado por sus calles, a pesar de resultar esta una medida bastante impopular, que había sido incluso rechazada por el 85% de una población, consultada al efecto mediante referéndum, celebrado ocho años antes, en 1955, que a la vista de los resultados prefería seguir sosteniendo una conducción por el lado izquierdo.

Sin embargo, estudios realizados aconsejaban el mencionado cambio, principalmente en base a dos cuestiones determinantes, una primera, la propia configuración de la dirección de la circulación por la derecha de sus países limítrofes, Finlandia y en especial la singular y no menos espectacular línea fronteriza, con sus cerca de 1600 kilómetros de recorrido que separa Suecia de Noruega, exenta de cualquier tipo de edificación, cercado o vallado tan utilizado en otros límites fronterizos, y una segunda argumentación, que hacía necesaria la aludida modificación, fundamentada en la colocación misma del volante del conductor, situado en la parte izquierda del vehículo, que provocaba mayor desorientación y consecuentemente aumentaba el número de accidentes frontales en las vías de dos carriles, de reciente construcción.

Diferentes descubrimientos arqueológicos han dejado muestras evidentes de unas primeras conducciones, desde tiempos remotos, por el lado izquierdo de la calzada. Así, por ejemplo, los restos de las huellas de carros encontrados en un camino en el santuario romano de Groundswell en la localidad inglesa de Swindon, revelaban el sentido de la circulación por la izquierda en la antigua Roma, obedeciendo sin duda a la propia ley de la naturaleza que establece un amplio número de diestros superior al de aquellas personas que poseen una tendencia natural a servirse de la mano del lado izquierdo, por lo que requerirían para su defensa disponer de mayor libertad de su mano derecha.

Esta misma línea de investigación queda reflejada en los numerosos grabados, lienzos y cuadros de nobles y caballeros, durante la época medieval, en la que se observa como portaban sus escudos de protección con el brazo izquierdo y con la mano diestra blandían el arma correspondiente.

Cuando Benedetto Gaetani, nombrado Papa como Bonifacio VIII, tras promulgar el “primer año santo”, en el año 1300, en virtud del cual confería a aquellos fieles que visitasen la Basílica de San Pedro una indulgencia plenaria, ante la masiva respuesta que la misma suscitó, con las consiguientes aglomeraciones ocasionadas desde entonces, en el Puente Sant’Angelo, que era el utilizado por los peregrinos para acceder a la misma, determinó se marcara una línea blanca en el centro de la calzada para organizar el trafico entre los carruajes y los peatones, disponiendo de esta manera una primera reglamentación de la circulación, que establecía se efectuara, por el lado derecho, para los mencionados vehículos.

La revolución francesa establecería en 1789 la obligación de circular por la derecha, rompiendo de esta manera con la tradicional conducción que la nobleza realizaba por el lado izquierdo. Curiosamente sería un zurdo, Napoleón Bonaparte, quien acabaría exportando el modelo de conducción revolucionario (por la derecha) a todos los países que acabaron bajo su dominio (excepto Gran Bretaña, que nunca fue conquistada, ni sus colonias, ni tampoco el reino de Suecia), con algunas excepciones, ya que en España se extendió la circulación por la derecha excepto en Madrid que siguió, hasta el día 1 de octubre de 1924, haciéndolo por la izquierda.

La Convención de Ginebra, sobre circulación vial, celebrada en 1949 (ratificada por 95 países) determinaba la libertad de elección de cada nación para el sentido de la circulación del tráfico en sus carreteras estableciendo como obligatoriedad únicamente el elemento de la uniformidad, de manera que el sentido elegido fuese el mismo para todas las vías que configuren la red de carreteras del país en cuestión.

Entre la una y las cinco de la madrugada del domingo día 3 de septiembre de 1967, el tráfico quedó suspendido en toda Suecia (algunas grandes ciudades como Estocolmo, Gotemburgo, Malmö, sufrieron mayores restricciones de tiempo, prohibiéndose el uso de vehículos desde las diez de la mañana del sábado hasta las tres de la tarde del día 3). Tan solo se permitió el desplazamiento de aquellos que, debidamente justificado, obtuvieron por diversos motivos, un permiso especial.

A las 4.50 horas se detuvieron todos aquellos vehículos que habiendo sido autorizados se encontraban circulando por las distintas calles, avenidas, carreteras y autovías del país, teniendo que trasladarse, durante los siguientes cinco minutos, al carril derecho, reanudándose el mismo a las 5.00 horas. Durante aquellos diez minutos de cambio de carril los operarios preparados retiraron las indicaciones y señales antiguas mostrando las nuevas, convenientemente protegidas durante los últimos meses.

Al día siguiente, al acabar la jornada laboral del ya lunes día 4 de septiembre, se contabilizaron ciento veinticinco accidentes de tráfico, muy por debajo del rango habitual de los 130 a 198 percances que las estadísticas mostraban para la misma jornada del inicio de la semana, presentando igualmente con este cambio una ligera disminución de atropellos de peatones.

Y así, de esta forma, aparentemente sencilla, haciendo fácil lo difícil, Suecia realizó el Högertrafikomläggningen (el cambio de circulación del tráfico a la derecha), o simplemente el que acabaron por denominar como el “Día H” (Dagen H).

Actualmente cincuenta y seis países, que vienen a representar el 36% de la población mundial, conducen por el lado izquierdo, “al revés”, según expresión realizada por los restantes países que lo hacen por el lado derecho.

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¿La píldora engorda y retiene líquidos?, por la Dra. Esther de la Viuda

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Dra. Esther de la Viuda

¿La píldora engorda? Llevamos asistiendo desde hace muchos años a una estética que identifica la belleza con la delgadez, lo que provoca importantes esfuerzos dietéticos y de otro tipo para acercarse a ese ideal y el rechazo a todo lo que pueda suponer un incremento de peso.

Los profesionales sanitarios que trabajamos en el campo de la anticoncepción estamos acostumbrados a escuchar, cuando se propone el uso de un método anticonceptivo hormonal, la afirmación de que la píldora engorda, lo que conlleva a la inmediata resistencia a utilizarla.

Esta percepción no depende de la edad de la mujer y lo plantean desde las adolescentes hasta las mujeres de edad madura, ya que no cabe duda de que las mujeres desean ser atractivas a cualquier edad y, es una lástima, que esta leyenda urbana condicione el que un porcentaje de esta población se pueda encontrar en una situación de riesgo de embarazo no deseado además de no beneficiarse de los efectos adicionales de los anticonceptivos, de los que hablaremos en otra ocasión

¿La píldora engorda?

En este sentido podemos certificar con la certeza que da la evidencia científica que los anticonceptivos hormonales no producen aumento de peso, con una única  excepción que es el acetato de medroxiprogesterona depot que se trata de un método anticonceptivo poco utilizado que consiste en una inyección trimestral con la que, efectivamente, se ha observado un aumento de peso de aproximadamente dos kilos.

¿La píldora retiene líquidos?

En relación con el otro aspecto, el de la retención de líquidos, también podemos afirmar su inconsistencia. Si bien es cierto que, durante los tres primeros meses de uso de un anticonceptivo hormonal combinado (píldora, anillo o parche) se puede tener la sensación de una cierta retención de líquidos, estos síntomas considerados como menores desaparecen pasado este tiempo.

Hay que recordar que los anticonceptivos actuales tiene una dosis baja de estrógenos que se combinan con gestágenos muy seguros y que pueden proporcionar algunos efectos beneficiosos y, en este sentido, se encuentra la drospirenona que tiene una acción positiva para evitar la retención de líquidos.

Si seguimos desmontando mitos podemos afirmar que:

La píldora NO engorda. Ni el anillo, ni el parche, ni el DIU hormonal, ni el implante, ni la píldora de solo gestágenos

Los anticonceptivos hormonales NO provocan retención de líquidos

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