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‘¿De qué habla #LaGente?’, por @frandisiz
Publicado
hace 8 añosen
Paco Ferrandis
Si las entidades locales y autonómicas son los ámbitos naturales para el enraizamiento de las organizaciones de la sociedad civil, se tendrán que estudiar las posibles estructuras de nivel superior que sean aptas para articular y dar voz a esa ciudadanía, que se organiza en ámbitos donde cada vez se diluyen más las formas de participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos.
Antes de entrar en profundidad sobre la organización y los contenidos que afectan a las relaciones entre sociedad civil y clase política, sería conveniente poner sobre el tapete algunas consideraciones sobre los principios de actuación:
- La ideología de cada cual no debería impedir la obtención de soluciones a los problemas que nos afectan, por lo que habría que erradicar del debate el sectarismo y la demagogia.
- Dejar a un lado los corsés y servidumbres propios de la lucha partidista, al objeto de facilitar el establecimiento de consensos para la consecución de una sociedad más equilibrada y con mayores índices de calidad de vida.
Hasta llegar al ámbito autonómico, resulta más fácil el establecimiento de órganos de coordinación, más o menos permanentes, donde puedan estar representados los diferentes sectores que conforman la sociedad civil del ámbito correspondiente. Dada la importancia que la información y comunicación tienen en la sociedad actual, habrá de tener en cuenta, tanto los canales de comunicación informales (redes sociales, etc.), como los formales (circulares, comunicados, notas de prensa…), por lo que se hace imprescindible la asistencia profesional de periodistas y community managers que den forma y distribuyan la información que generan esas organizaciones sociales.
En el anterior artículo aposté por el papel determinante que puede jugar el Senado como sede del encuentro entre los órganos de representación política y la ciudadanía organizada. Desde ese cualificado foro podrían convocarse las Jornadas y Congresos en los que debatir las cuestiones que afectan a la calidad del sistema democrático.
¿Cuáles pueden ser las materias a tratar en los foros ciudadanos?
Cabría contestar: las cuestiones que preocupan al ciudadano en su vida diaria, así como en sus relaciones con la clase política, y las Administraciones Públicas. En concreto, podrían ser éstas (sin ánimo de exhaustividad):
- Sistema de solidaridad interclasista e interterritorial, que facilite una política distributiva justa y la extensión de los mayores niveles de calidad de vida entre los ciudadanos.
- Modelo de Administración Pública más profesionalizada, independiente de los partidos políticos, y en la que se reduzca considerablemente el sistema de libre designación como forma de cubrir los puestos de mayor responsabilidad, a favor de la potenciación de la carrera profesional de los funcionarios.
- Formas de incrementar la participación de la ciudadanía en la vida política:
- Requisitos para la Iniciativa Legislativa Popular (ILP).
- Sistemas de selección de los líderes políticos: ¿Listas abiertas en las candidaturas? ¿Primarias para la elección de los dirigentes de los partidos políticos?
- Criterios para una financiación transparente de los partidos políticos, sindicatos, y demás organizaciones que reciban subvenciones públicas.
- Reforma de la Ley Electoral al objeto de empoderar a la ciudadanía.
Hoy en día, se ha popularizado entre la opinión pública (y publicada) la necesidad de implantar sistemas de elección que se consideran más democráticos y abiertos a la participación ciudadana, como los sistemas de listas abiertas en las elecciones a órganos de representación y los procedimientos de primarias para elegir a los dirigentes de los partidos políticos. Coincido con algunos autores -principalmente, el colectivo Politikon de La urna rota– en que las listas abiertas y las primarias no son la panacea del sistema democrático.
El sistema de listas abiertas supone un incremento de la complejidad del sistema electoral, y beneficia, fundamentalmente, a los sectores sociales más activos en la vida política y, por lo tanto, con mayores índices de información sobre las personas que integran las listas de los partidos políticos.
Como ya se ha manifestado anteriormente, los procesos de primarias son ajenos, en principio, a nuestra cultura política (su buena aureola proviene del genuino sabor de la democracia estadounidense), y son los preferidos por los medios de comunicación que encuentran en ellos un filón de imágenes impactantes, de exaltación del personalismo, así como una explotación de las posibles pugnas que se pudieran establecer entre los distintos candidatos a ocupar los puestos directivos.
En buena parte, las primarias se construyen como campañas de marketing político y de obtención de fondos. También pueden ser el escenario apropiado para que los aparatos de los partidos, o determinadas corrientes dentro de los mismos, lleven a cabo tácticas de manipulación de los censos de electores, e incluso que otras fuerzas políticas puedan realizar el entrismo o provocar el boicot en algún partido en concreto, como fue el caso denunciado en las primarias celebradas en Izquierda Unida de Madrid. La grave crisis que atraviesa el PSOE también hunde sus raíces en la elección de sus secretarios generales y candidatos a la Presidencia del Gobierno a través del sistema de primarias.
Por ello, se plantea la posible reforma de la Ley Electoral, al objeto de que el número de elegidos vaya en consonancia con el número de electores, con topes máximos y mínimos. Esto daría un mayor poder a la opción de abstenerse en la votación, en cuanto supone dotar de mayor responsabilidad al ciudadano con derecho al voto, e indicaría el nivel de confianza de éste con la clase política en general. También determinaría el montante de dinero destinado a los partidos políticos que logren la representación.
El empoderamiento de la abstención, sería la pieza clave sobre la que fundar un nuevo status quo, en las relaciones entre ciudadanía y clase política, en tanto en cuanto puede representar el punto de equilibrio entre dos poderes:
- El ostentado por los políticos, como representantes elegidos por los ciudadanos.
- El de un pueblo organizado que ha obtenido la carta de mayoría de edad, mostrándose responsable de su actuación ante los procesos electorales y sus consecuencias posteriores.
De esta manera, los porcentajes de participación/abstención electoral nos darán una idea clara de la confianza que los ciudadanos depositan en sus políticos, lo cual les ha de motivar para buscar aquella, poniendo a su vez al servicio de los electores el poder que estos les han otorgado.
Se trata de poner en marcha un proceso de retroalimentación, del que han de salir cada vez más reforzados los principios democráticos de representatividad política y de participación ciudadana.
(Fotografía: Genuino sabor americano, obra del pintor valenciano Antonio de Felipe, de su exposición Graffiti Pop, Madrid, 2015)
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El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.
A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.
En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.
Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.
Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.
No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.
En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.
En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.
De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.
Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.
Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.
El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .
Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.
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