Salud y Bienestar
Dejar de fumar antes de los 35 hace que el riesgo de muerte sea como el de un no fumador
Publicado
hace 3 añosen
Los resultados, que se han publicado en la revista JAMA Network Open, indicaron que dejar de fumar antes de los 35 años podría igualar con el tiempo el riesgo de muerte a aquellos que nunca han fumado.
Y es que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al año de dejar el tabaco el riesgo de enfermedad coronaria se reduce un 50%, en cinco años el riesgo de ictus es igual que el de un no fumador y a los 10 años se tiene menos riesgo de cáncer de pulmón.
“Entre hombres y mujeres de diversos grupos raciales y étnicos, fumar actualmente se asoció con al menos el doble de la tasa de mortalidad por todas las causas que nunca fumar. Dejar de fumar, particularmente a edades más tempranas, se asoció con reducciones sustanciales en el exceso relativo de mortalidad asociado con continuar fumando”, explican los autores en el estudio.
Pero, ¿qué pasa si tengo más de 35 años y fumo? Lo mejor es que lo dejes cuanto antes, pues según los datos, los ex fumadores que lo dejaron entre los 35 y los 44 años tenían una tasa de mortalidad un 21% más alta que los no fumadores.
Esta cifra de riesgo de muerte aumentaba a un 47% en las personas que dejaron de fumar entre los 45 y los 54 años, por lo que es importante dejarlo cuanto antes para evitar daños mayores.
El estudio se ha realizado gracias a una serie de cuestionarios realizados a más de 550.000 adultos entre 25 y 84 años que los rellenaron entre 1997 y finales de 2018.
En el grupo había fumadores, ex fumadores y personas que o no habían fumado nunca o habían consumido menos de 100 cigarrillos en su vida.
Del total de encuestados, casi 75.000 habían fallecido a finales de 2019 y, los que fumaban tenían una tasa de mortalidad por todas las causas notablemente más alta, así como tasas más altas de muerte por enfermedad cardiovascular, cáncer y enfermedad pulmonar.
Las tasas más altas de mortalidad, tres veces más elevada, correspondían a los fumadores blancos no hispanos, en comparación con los que nunca fumaron.
Los fumadores no blancos, incluyendo hispanos y no hispanos, tuvieron tasas de mortalidad un poco más bajas, aproximadamente el doble que las de los que nunca habían fumado.
Según los investigadores, esto podría deberse a que los participantes no blancos indicaron que fumaban menos cigarrillos al día en promedio, empezaban a fumar a edades más avanzadas y eran menos propensos a fumar diariamente, en comparación con los individuos blancos.
Cómo dejar de fumar
Tomar la decisión y tener una fuerte motivación, es uno de los pasos más importantes para iniciar el proceso de dejar de fumar. «Es el primer paso y el más esencial: concienciarse de que se quiere dejar de fumar y que nos lo vamos a tomar en serio», explica el psicólogo de AECC Valencia.
Para García, «si no se está muy convencido, o la motivación no surge de uno mismo, puede ser mucho más complicado».
De ahí la importancia de que se haga en un momento importante, representativo, un punto de inicio, como es la vuelta de las vacaciones.
Para los especialistas de AECC Valencia el segundo paso y no menos importante es buscar ayuda. «Consultar al médico de cabecera, al especialista, buscar grupos de apoyo como el de la Asociación es esencial», destaca el responsable de Promoción de la Salud.
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La Navidad es una época llena de celebraciones, reencuentros familiares y abundantes cenas, pero también puede ser un período en el que muchas personas experimentan trastornos del sueño. A pesar de que las fiestas deberían ser sinónimo de relajación y descanso, la realidad es que el estrés, las alteraciones en la rutina y otros factores propios de la temporada pueden dificultar un sueño reparador. A continuación, exploramos las razones por las que durante la Navidad muchas personas duermen peor y cómo podemos intentar mejorar la calidad del sueño en estas fechas tan ajetreadas.
Durante las festividades, las rutinas diarias suelen verse interrumpidas. Las cenas, las reuniones familiares y los compromisos sociales pueden hacer que nos acostemos más tarde de lo habitual, lo que afecta negativamente nuestro reloj biológico. El cuerpo humano tiene un ciclo natural de sueño y vigilia que puede desajustarse fácilmente cuando cambiamos nuestros horarios de descanso. Al no seguir un horario regular de sueño, es más probable que nos sintamos cansados o que tengamos dificultades para dormir.
Aunque la Navidad es sinónimo de alegría para muchos, también puede generar estrés. Las compras de último minuto, las celebraciones familiares, la planificación de viajes y la presión por cumplir con todas las expectativas sociales pueden causar ansiedad. Esta tensión emocional puede aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que afecta la capacidad del cuerpo para relajarse y conciliar el sueño. Las preocupaciones sobre los regalos, las cenas o incluso los compromisos laborales pueden mantener nuestra mente activa durante la noche, dificultando el descanso.
Las cenas y comidas abundantes son parte esencial de las celebraciones navideñas, pero la cantidad y el tipo de alimentos consumidos pueden influir negativamente en la calidad del sueño. El consumo de alimentos ricos en grasas y azúcares puede aumentar la actividad digestiva durante la noche, provocando molestias estomacales y dificultando que el cuerpo entre en un estado de relajación necesario para dormir. Además, el alcohol, aunque inicialmente pueda inducir somnolencia, interrumpe los ciclos de sueño y reduce la calidad del descanso, lo que puede provocar despertares frecuentes a lo largo de la noche.
Durante las fiestas navideñas, muchas personas disminuyen su nivel de actividad física debido a las vacaciones o a las celebraciones. El ejercicio regular es esencial para un sueño saludable, ya que favorece la relajación del cuerpo y la liberación de endorfinas. Sin embargo, en Navidad, el sedentarismo aumenta debido a la cantidad de tiempo que pasamos en reuniones o en actividades que no requieren esfuerzo físico. Esto puede dificultar la conciliación del sueño, ya que el cuerpo no está lo suficientemente cansado para descansar de manera profunda.
Las visitas a familiares o la llegada de familiares a nuestra casa también pueden alterar nuestro entorno de descanso. Dormir en un lugar diferente al habitual o compartir espacio con otras personas puede generar incomodidad y dificultar el sueño. Además, la decoración navideña, con luces brillantes y colores llamativos, puede interferir con el ambiente relajante necesario para dormir bien. Las luces intensas, como las de los árboles de Navidad o las decoraciones externas, pueden alterar la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
La Navidad es una época cargada de estímulos visuales, auditivos y emocionales. Las luces brillantes, la música festiva y el bullicio de las reuniones familiares pueden mantenernos en un estado de alerta constante. Este exceso de estímulos puede dificultar que nuestra mente se relaje antes de acostarnos, retrasando la conciliación del sueño. Además, el ruido generado por las celebraciones o los fuegos artificiales puede interferir en un descanso tranquilo y reparador.
En invierno, los días son más cortos y la exposición a la luz natural disminuye, lo que puede alterar la producción de melatonina y afectar nuestro ritmo circadiano. Este desajuste de la luz natural y artificial, sumado a los cambios en los horarios durante las festividades, puede dificultar la sincronización de nuestro reloj biológico y empeorar la calidad del sueño. El aumento del uso de pantallas electrónicas (como smartphones, tabletas y televisores) por la noche también puede inhibir la producción de melatonina debido a la luz azul emitida por estos dispositivos.
A pesar de que la Navidad puede traer consigo una serie de factores que afectan el sueño, hay varias estrategias que pueden ayudar a mejorar la calidad del descanso durante estas fechas:
La Navidad puede ser una época de mucha diversión y alegría, pero también puede alterar nuestros hábitos de sueño debido al estrés, la interrupción de las rutinas, la comida y la bebida en exceso, y la sobrecarga de estímulos. Para disfrutar de unas fiestas más relajadas y descansar mejor, es fundamental prestar atención a las necesidades de nuestro cuerpo y adoptar hábitos saludables que nos ayuden a mantener la calidad del sueño.
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