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La OTAN alerta de la movilización del submarino ruso cargado con el arma del Apocalipsis

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La OTAN alerta de la movilización del submarino ruso cargado con el arma del Apocalipsis
EFE/ Emilio Naranjo/Archivo
El Belgorod. Imagen MARINA RUSA

Nueva alerta mundial. La movilización del submarino ruso K-329 Belgorod, equipado con el misil nuclear Poseidón, ha despertado las alertas de la OTAN, que ha puesto en aviso a los países aliados sobre la actual navegación de este buque bajo las aguas en el Ártico.

¿Por qué preocupa? Este sumergible respecto al resto de la flota naval de Rusia es que porta el denominado arma del Apocalipsis.

Capaz de crear un tsunami radiactivo

Se trata de un supertorpedo capaz de viajar hasta 10.000 kilómetros de distancia con total precisión y sin otorgar apenas opciones de ser detectado. Los expertos le atribuyen un alto poder destructor y, sobre todo, la posibilidad de generar tsunamis nucleares si explotan cerca de la costa. No obstante, tanto Rusia como Estados Unidos almacenan desde hace décadas en sus arsenales misiles intercontinentales tan importantes y letales como éste a la hora de causar daños.

Probar su efectividad

La Alianza sospecha que la intención del Kremlin es probar la efectividad del Poseidón y del propio Belgorod, según avanza el diario italiano ‘La Repubblica’. Este submarino fue botado el pasado mes de julio y es uno de los dos únicos de la flota que puede llevar a bordo el arma del Apocalipsis.

La diferencia es que su homólogo solo puede portar un torpedo. El Belgorod mide 184 metros de eslora y 15 de manga, puede viajar a unos 60 kilómetros por hora bajo el agua y pasar hasta 120 días sin tener que regresar a la superficie. El espionaje occidental insinúa que podría estar implicado en el reciente sabotaje a los dos ramales del gaseoducto Nord Stream en el Báltico, mientras la Inteligencia rusa afirma que la destrucción de estos tubos ha sido obra de la flota estadounidense presente en la zona. Washington avanzó el sábado que averiguar quién provocó estos ataques quizá no se sepa nunca.

La OTAN ha mantenido al Belgorod bajo su radar. Navega por el mar Blanco. Todo apunta a que Rusia experimentaría con el torpedo dentro de los límites del mar de Kara; es decir, en el Ártico y en zonas despobladas. Y, evidentemente, sin carga atómica. La elección puede deberse no solo a su lejanía, sino a comprobar una de las supuestas ventajas de este proyecto: la posibilidad de disparar el misil debajo de una gruesa capa de hielo y disipar cualquier rastro de calor. Por ese motivo, la actual movilización del Belgorod podría tratarse de una demostración a Occidente del arma nuclear submarina más sofisticada de Rusia y no de una amenaza real de guerra, aunque en el escenario actual en Ucrania cualquier ejercicio táctico es muy semejante a un peligro potencial.

El Poseidón es un ‘viejo’ conocido y ya se hablaba en 2015 como un supertorpedo capaz de cambiar las reglas de contravigilancia en el mar. Mide 20 metros de longitud y 2 de diámetro y se alimenta de un motor de propulsión nuclear, clave para desarrollar una velocidad superior a 150 kilómetros por hora y disponer de una autonomía nunca vista en este tipo de artefactos. El Kremlin lo dio a conocer en 2018 y lo calificó de instrumento para lograr la supremacía bélica en el mar.

Una de las armas más temidas de Rusia

Publicaciones especializadas en la guerra naval advertían este mismo año que el proyectil todavía no había sido desplegado, pero confirmaban la impresión de que cambiará los modelos de disuasión nuclear. De producirse, éste sería ahora el primer ensayo de un artefacto que esas mismas publicaciones consideran «una de las armas más temidas de Rusia».

¿Por qué? Lo primero, el Poseidón, también conocido como Status-6, no es estrictamente un torpedo. Es un dron submarino que puede pilotarse a distancia y guiarlo a un objetivo hasta una distancia de 10.000 kilómetros. Rusia ya experimentó a mediados del pasado siglo con megatorpedos capaces de atacar a corta distancia y hacer estallar una carga nuclear en el interior de un puerto. Pero no dejaban de ser proyectiles al uso con todas sus limitaciones técnicas y de precisión. El arma del Apocalipsis se acerca más al concepto de un aparato autopropulsado y guiado a distancia de alto rendimiento.

La carga nuclear puede explotar bajo el mar, lanzar al aire enormes masas de agua y generar un tsunami que produzca daños añadidos si lo hace cerca de la costa. La fantasía nacida alrededor del proyecto habla de olas gigantescas que arrasarían litorales completos.

Pero su mortal secreto parece consistir más bien en crear una lluvia radiactiva debido a la cominación de los componentes atómicos con el agua del mar que sí podría matar a un gran número de personas a corto plazo, además de contaminar amplias superficies de terreno durante décadas. Sirve para entenderlo la catástrofe de Chernóbil en 1986.

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El Supremo propone juzgar a Ábalos, Koldo y De Aldama por presuntas irregularidades en la compra de mascarillas

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Koldo García, que fuera asesor del exministro José Luis Ábalos, comparece ante la comisión del Senado. EFE/ J.J. Guillén

El Tribunal Supremo ha propuesto juzgar al exministro de Transportes José Luis Ábalos, a su exasesor Koldo García y al empresario Víctor de Aldama por presuntas irregularidades en la adjudicación de contratos de mascarillas durante la pandemia.
El magistrado Leopoldo Puente considera que los tres pudieron cometer delitos de cohecho, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y pertenencia a organización criminal.

 


Un auto que apunta a una trama de corrupción

En el auto dictado este lunes, el juez Puente señala que Ábalos, Koldo y De Aldama “se concertaron” poco después de que el exministro tomara posesión de su cargo en el Gobierno, aprovechando su influencia política para obtener beneficios económicos mediante contratos públicos relacionados con el suministro de mascarillas.

El instructor indica que los investigados utilizaron su posición y contactos para “beneficiarse económicamente de las adjudicaciones de contratos” y valerse de la influencia ministerial para favorecer a determinadas empresas.


Diez días para presentar acusaciones o solicitar archivo

El magistrado da un plazo de diez días a la Fiscalía y a las acusaciones populares —encabezadas por el Partido Popular (PP)— para presentar sus escritos de acusación o peticiones de archivo.
Además, podrán solicitar la práctica de diligencias complementarias si lo consideran necesario.


División de la causa: mascarillas y obras públicas

Esta decisión llega después de que en septiembre de 2025, el juez decidiera dividir la causa en dos partes:

  • una pieza principal centrada en los contratos de mascarillas del Ministerio de Transportes durante la pandemia,

  • y otra pieza separada, aún en fase inicial, sobre una supuesta trama de comisiones a cambio de obra pública.

El magistrado ya había advertido entonces que la investigación sobre las mascarillas estaba “muy avanzada”, mientras que la relativa a las obras públicas se encontraba “en fase incipiente”.


Indicios de pagos y contraprestaciones ilícitas

El juez Puente sostiene que existen “indicios muy consistentes” de que Víctor de Aldama entregó dinero tanto a José Luis Ábalos como a Koldo García “con el propósito de que estos realizaran actos contrarios a los deberes inherentes a sus cargos públicos”.

Según el auto, ambos recibieron retribuciones económicas como contraprestación a las gestiones realizadas en favor de las empresas que buscaban contratos con la Administración.
De Aldama, por su parte, habría actuado como intermediario, buscando empresas dispuestas a pagar a cambio de facilitar su relación con el Ministerio de Transportes.


El papel de Koldo García y la implicación de Ábalos

El auto judicial detalla que Koldo García, exasesor de Ábalos, usó su posición de confianza para realizar las gestiones necesarias y facilitar los contactos entre las empresas interesadas y los responsables públicos.
El juez apunta que Ábalos intervenía directamente cuando “su firma o su influencia personal resultaban indispensables”.


Un nuevo capítulo del ‘caso Koldo’

El llamado ‘caso Koldo’ estalló en 2024 al revelarse una presunta red de comisiones irregulares por contratos públicos durante la pandemia.
La propuesta de enjuiciamiento del Tribunal Supremo marca un punto de inflexión en la investigación, ya que por primera vez se apunta directamente al exministro de Transportes como parte activa de la trama.

 

 

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