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LevitUp: Crean un elevacamas que ayuda a reducir las bajas laborales por dolencias en la espalda en hoteles y residencias

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LevitUp Elevacamas

Los problemas musculoesqueléticos son, hoy en día, una de las causas más frecuentes de bajas laborales de las camareras de piso y personal de limpieza en España con las consecuencias y repercusiones que esto puede conllevar para la productividad en muchas empresas.

Según datos oficiales del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), de hecho, se estima que cerca del 25% de los trabajadores padecen dolores de espalda siendo, otro 23%, el número de afectados por dolores musculares lo que sitúa estas lesiones como la principal causa, además, de absentismo laboral.

Si extrapolamos estos datos al sector hotelero, por ejemplo, hablamos de uno de los principales problemas al que los establecimientos deben hacer frente ante el alto número de bajas y lesiones crónicas que el continuo levantamiento de colchones provoca en los camareras y camareros de pisos a la hora de hacer la cama.

Contar con medidas ergonómicas para prevenir lesiones ya es obligatorio en las Islas Baleares y se espera que lo sea en el resto de Comunidades Autónomas próximamente

Prevenir este tipo de lesiones, con sus consecuencias para las empresas, y su cronicidad en muchos casos, es un problema que ha escalado a nivel gubernamental durante los últimos meses y sobre el que se están diseñado y ejecutando planes específicos.

En este sentido, desde este pasado año 2023, los hoteles de las Islas Baleares tienen la obligatoriedad de instalar camas elevables, ya sean mecánicas o eléctricas, con el objetivo de facilitar el trabajo y mejorar la salud de las camareras de piso ante los graves perjuicios ocasionados.

Esta medida, en base a los diferentes estudios publicados por el INSST, parece que, con toda probabilidad, será aplicada al resto del territorio nacional a corto plazo.

LevitUp Elevacamas

LevitUp: el único elevacamas del mercado que separa el colchón del canapé

Como resultado de esta preocupación por la salud y el bienestar de los y las trabajadoras de la industria del sector hotelero, nace LevitUp, el único elevacamas que separa el colchón del canapé, y con el que se cumple, también, el objetivo de reducir las ausencias y costes asociados a las bajas laborales en el sector hotelero.

En palabras de Antonio Salgado Karlsson, creador y fundador de LevitUp y Director de Win Win Ergonomic SL, tras años formando parte de forma activa del sector hotelero internacional “la idea de LevitUp surge directamente de las conversaciones mantenidas con nuestros equipos de camareras de pisos y nuestro intento por mejorar tanto su trabajo, como los inconvenientes para la propia empresa ocasionados por el levantamiento constante de los colchones. Debemos ser conscientes y entender que el peso medio de un colchón de un hotel es de 50kg y que, a lo largo de una jornada laboral, las camareras de pisos llegan a hacer hasta 400 levantamientos de colchón para poder hacer las camas de la forma adecuada”.

El peso medio de un colchón de hotel son 50kg

En este caso, y como nos explica su creador, LevitUp parte de un diseño patentado, y desarrollo pensado para que su estructura eleve el colchón hasta una altura ergonómicamente cómoda para, a continuación, separar el colchón del canapé.

De esta forma, hacer las camas, tanto de hoteles como residencias, de forma repetida requiere un esfuerzo mucho menor, sobre todo en los dos puntos clave:  el levantamiento del colchón del canapé, que con LevitUp no hay que hacerlo, origen principal de las lesiones de espalda de las trabajadoras de los hoteles, y la limpieza de debajo de la cama.

“El diseño de nuestro producto ha superado ensayos en laboratorio oficial de AIDIMME de más de 5.000 ciclos. Esto es lo equivalente a una vida útil de 18 años aproximadamente para un hotel con una ocupación media anual del 75%. Estamos seguros de que a través de LevitUp vamos a ser capaces de generar un impacto muy positivo en nuestro sector tanto para los establecimientos como para las camareras de piso, ayudando a crear un entorno mucho más saludable y sostenible”, concluye Salgado Karlsson.

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Carrocería sin dramas 

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Rafa, vecino de Valеncia, conduce su Volkswagen desde hace más de diez años. Su ruta diaria no tiene nada de épico: trabajo, colegio, playa los fines de semana. Y, como la vida misma, el coche guarda sus huellas: un pequeño desconchón en la puerta tras salir del súper, una esquina del parachoques rozada en la rampa del garaje, una fina línea en el guardabarros que sólo se ve cuando le da el sol de lado. Nada de accidentes graves ni ambulancias: simplemente, una colección de marcas cotidianas en las que se reconoce media España. Y todo iría bien, si no fuera por las tarifas: cuanto más se retrasa la reparación, más caro acaba siendo – y eso se nota en el valor del coche y en el dolor de cabeza cuando toca venderlo. 

Cómo hemos llegado hasta aquí y por qué justo ahora 

El parque automovilístico español ha envejecido y se renueva cada vez más despacio. En nuestras calles abundan los coches veteranos, fieles compañeros de rutina: la edad media ronda los 14,5 años, y los vehículos con más de veinte años ya suman varios millones en circulación. No es una alarma, sino una nueva normalidad, confirmada por los datos del sector: cuanto más envejece la pintura y el metal, menos perdonan los retrasos, sobre todo cerca del mar, donde la sal y el sol actúan como aceleradores naturales. 

Los talleres también cambian. Su crecimiento no llega por arte de magia, sino por pura realidad: materiales más caros, procesos de secado con alto consumo energético, reparaciones más complejas. Todo suma, y el precio medio sube. Las cifras del mercado lo confirman: la facturación del sector de carrocería en España ha aumentado, en parte porque cada reparación cuesta más. 

En la carretera ocurre lo que todos vemos: los grandes siniestros, por suerte, son pocos, pero los incidentes menores se multiplican. En 2023 y 2024, la Dirección General de Tráfico (DGT) registra cada año más de cien mil accidentes con víctimas; los grandes siniestros siguen estables, pero los golpes menores en ciudad y aparcamientos alimentan el trabajo de los talleres. 

Y luego están los aparcamientos. No todos los “arañazos” ocurren en movimiento. Las aseguradoras lo repiten sin rodeos: buena parte de los daños urbanos se producen a baja velocidad y en espacios estrechos – ese pilar en el garaje comunitario, la rampa del parking o el muro del patio. Muchos de estos casos entran en la categoría de “siniestro sin segundo implicado”, y su cobertura depende de si la póliza incluye daños propios. Es un detalle práctico, no estadístico: cada conductor repara según lo que le permite su seguro. 

Lo que de verdad preocupa y dónde se esconde el ahorro 

Si entendemos el mantenimiento no como estética, sino como inversión, la lógica es clara. En la costa, donde el sol y el aire salino son parte del paisaje, un microdesconchón no es algo “para más adelante”: es una puerta abierta a la corrosión. En el interior, el sol castiga menos, pero la mayoría aparca en la calle, lo que multiplica los “besos de aparcamiento” y los actos vandálicos: rayones con llave, golpes de menos de 500 euros… la rutina urbana. El resultado es el mismo: cuanto antes se repare el daño, menor será la pérdida al revender -sobre todo en coches populares como los Volkswagen, donde el ojo del comprador no perdona. 

El sector lo tiene claro: en Europa, la pintura para coche y los trabajos cosméticos representan buena parte del negocio de colisión. En climas como el nuestro, escatimar en el barniz transparente es, literalmente, ahorrar contra el sol. 

Rafa y su plan “sin drama”: cómo hacerlo con cabeza 

Rafa no busca la perfección, sino evitar males mayores. Lo primero: que el agua no llegue al metal. Si el barniz no está roto, un pequeño retoque puede salvar la pieza: limpieza, desengrasado, una capa de barniz local y un pulido final. Segundo: acertar con el color. Ahí manda el código de pintura, que en Volkswagen suele venir en una placa o en el libro de mantenimiento. Con ese código se obtiene la base exacta, y se evita el clásico “casi igual” que se ve desde tres metros. Para los propietarios de VW es fácil comprobarlo en las el catálogo de colores de Volkswagen, donde se muestran las combinaciones disponibles de base y barniz. 

Tercero: evaluar la geometría. Una puerta plana y un paso de rueda con curvas no son lo mismo. En las zonas con nervios, uniones o anclajes de ópticas, el hazlo tú mismo suele acabar en el taller. Si el metal o la imprimación ya están a la vista, harán falta imprimación, base y barniz; la clave del ahorro está en la precisión y la calidad de los productos, no en añadir capas baratas. 

Cuando posponer deja de ser ahorrar 

En la costa -Valеncia incluida- el sol y la sal no perdonan. Lo que hoy es un arañazo, mañana puede convertirse en una pieza entera a repintar: imprimación, base, barniz, preparación y, si hay lista de espera, una semana sin coche. El panorama es claro: los trabajos de carrocería se encarecen por materiales y energía, y no es un problema de un solo taller, sino una tendencia general. 

España, país de coches y de responsabilidad 

España se mantiene entre los principales fabricantes de automóviles de Europa. Pero, al mismo tiempo, aumentan los coches veteranos y sus dueños se vuelven más metódicos: menos pánico, más mantenimiento. A escala nacional eso se traduce en una siniestralidad estable; a escala familiar, en una o dos visitas al taller al año para mantener el coche en forma. 

Dónde acaba el “hazlo tú mismo” 

Tú mismo: pequeños desconchones, arañazos superficiales, siempre que el barniz siga intacto y el entorno esté limpio.
El profesional: todo lo que afecta a nervios, uniones o anclajes, y cualquier daño donde el barniz se haya levantado o el metal esté visible. 

Y un detalle que Rafa aprendió con la experiencia: el medidor de espesores de pintura. Diez minutos antes de cerrar una compraventa bastan para saber si una pieza fue repintada. Para el comprador es una ventaja en la negociación; para el dueño, una pista sobre cuánto trabajo llevará igualar el color. 

Último paso: rutina sin dramatismo 

Un par de buenos hábitos se amortizan en cualquier comunidad autónoma. Dos veces al año -en primavera y otoño- conviene revisar el coche con buena luz y reparar todo lo que supere cinco o diez milímetros o haya llegado a la imprimación. Son las mejores épocas para trabajar al aire libre: sin polvo en suspensión y sin calor extremo. Y si tu coche es un Volkswagen, ten siempre a mano el código de color y una referencia fiable para pedir el kit exacto para pinturas Volkswagen. 

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