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‘#RescatarPersonas, #RescatarAlPuebloValenciano’, por @frandisiz
Publicado
hace 8 añosen
Paco Ferrandis
En lugar de rescatar bancos en apuros, se ha convertido en una más de las numerosas etiquetas ideadas y expandidas por el movimiento que nace con la #Indignación, provocada por los efectos de la crisis en las clases media y baja, tal y como viene siendo habitual, por otra parte, en todas las crisis habidas y por haber en el desarrollo del sistema capitalista. Como alternativa a la reducción de rentas de las personas afectadas por la crisis se etiquetó la misma como #Austericidio y se propuso, sin más, luchar contra él.
Estos eslóganes y etiquetas son pergeñados por el sector político que se aglutina bajo el paraguas ideológico de la #Izquierda, aunque de un tiempo a esta parte el baile que se inicia con el #Derecha_Izquierda haya derivado hacia la #Transversalidad y los pasos a seguir se desplacen de #Arriba_Abajo, #Delante_Detrás o, simplemente, se considera suficiente con permanecer #AlLadodeLaGente, posición desde la que está permitido tanto #DarMiedo a las clases pudientes, como #Seducir a la mayoría de la población.
La caída del Muro de Berlín en 1989 y la desaparición de la Unión Soviética, supusieron poner en entredicho la alternativa marxista al sistema capitalista que representó el extinto Estado soviético. Pero, la crisis de 2008, que algunos economistas han equiparado al crack de 1929, ha generado una marea de indignación que encuentra su origen en el librito de Stephan Hessel y en la denominada #PrimaveraÁrabe que, lejos de establecer la democracia en los países de mayoría musulmana, ha conducido a la fuerte expansión del terrorismo producido y realizado #Daesh.
Sin embargo, la indignación no deja de ser un estado anímico, un sentimiento (además, negativo), y si a este no se la añade una alternativa racional y viable, cuando la macroeconomía comienza a ir razonablemente bien, esa emoción -efímera- se deshace como un azucarillo en el café. De esta manera, las etiquetas y los eslóganes -por muy ocurrentes que sean- quedan al descubierto como meras tapaderas a la falta de ideas potentes y de praxis capaces de superar las deficiencias del actual sistema socioeconómico, o de finiquitarlo sustituyéndolo por otro. Como las ideas transformadoras o revolucionarias no prenden en una sociedad que, a pesar de las penalidades de la crisis, rechaza la inestabilidad de los conflictos extremos, la disputa política e ideológica queda circunscrita al campo del enfrentamiento formal: preeminencia de la imagen, proyectos partidarios basados en el personalismo, multiplicación de los eslóganes y etiquetas en los medios de comunicación y en las redes sociales…
Por ello, no debe de extrañar que huyendo de las revoluciones virtuales y del caos social imaginario, #LaGente dé su apoyo electoral mayoritario a las fuerzas políticas que le transmiten más seguridad a la hora de optar a una nueva ocupación o de conservar su puesto de trabajo, así como para que no peligre el cobro de sus pensiones, presentes o por venir. Este fenómeno se plasma en España con la renovación de las mayorías -absolutas o relativas- del partido conservador o de derechas: el PP de Mariano Rajoy.
En Grecia, sin embargo, ha sido una formación izquierdista, la Syriza de Alexis Tsipras, la que ha obtenido el favor del electorado. Pero, la pretendida revolución que anunciaba la #LuchadeFrases en mítines, referéndums y proclamas, ha sido escondida debajo de la moqueta institucional y la cosa pública no desborda ni un milímetro el cauce de la economía real. Así, el Gobierno griego ha tenido que acatar las directrices marcadas por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, y meter la tijera a las pensiones y los salarios de los funcionarios y trabajadores en general, a la vez que se pone en venta buena parte del Patrimonio Nacional.
#RescatarAlPuebloValenciano
Obtendremos una nueva perspectiva del debate político-ideológico si bajamos del Olimpo y ascendemos penosamente por los 207 escalones del Micalet de Valencia. La lucha partidista y los intereses de las Comunidades Autónomas se han concentrado en la investidura de Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno de España, primero, y en la aprobación -o no- de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2017, después.
Ante la deriva en la búsqueda de liderazgo que puede acabar con el naufragio del PSOE, las fuerzas que se reclaman de izquierda (socialistas incluidos) se desmarcan de la negociación de las cuentas del Estado y dejan expedito el terreno para un posible, aunque complicado pacto entre el PP, Ciudadanos, los nacionalistas canarios y vascos, al que hay que añadir la incógnita que representa el posicionamiento de Nueva Canarias, un partido que suscribió un pacto electoral con el PSOE, pero que se deja querer para acabar convirtiéndose en la estrella del Congreso de los Diputados (y de los medios de comunicación), pues su voto es el que falta para conseguir la mayoría absoluta favorable a la aprobación de los Presupuestos.
Agazapados en sus escaños, los 4 diputados de Compromís, la fuerza autóctona valenciana, rechazan el papel de formación que puede decidir el signo de las cuentas del Estado, y de acabar con el oprobio continuado que ha padecido el pueblo valenciano, tanto en materia de inversiones estatales como mediante la infame infrafinanciación de la única Comunidad Autónoma cuya renta per cápita es inferior a la media y que, sin embargo, es contributiva según el actual sistema de financiación autonómica. En este sentido, el proyecto de PGE presentado por el Gobierno de Mariano Rajoy es una bofetada a la cara de los valencianos en forma de 119 euros en inversión por persona, que colocan a la Comunidad Valenciana -nuevamente- como La Cenicienta autonómica.
El origen ideológico de Compromís hay que situarlo en el ya histórico eslogan de Joan Fuster, según el cual “el País Valencià serà d’esquerres o no serà“. Ya hemos tratado las dificultades que entraña el posicionamiento de la izquierda ante los retos que plantea un sistema tan globalizado como el capitalista. Si, hoy por hoy, las alternativas socioeconómicas brillan por su ausencia, #RescatarPersonas aquí, en España y desde Valencia, se circunscribe a #RescatarAlPuebloValenciano, y a aquellos pueblos que sufrirán como todos los procesos sistémicos como la deslocalización de empresas y la inmediatez de las comunicaciones, por arriba, y de aquellos otros que, además, serán víctimas propiciatorias de los pactos suscritos, a ras de suelo, entre el Estado y aquellos dirigentes autonómicos que solo miran por sus propios intereses, aunque sea a costa de la insolidaridad con los demás pueblos que, de momento, constituyen España.
Ha llegado la hora de que Compromís elija entre la parálisis y la irrelevancia a las que le conduce una doctrina antigua que no deja de ser un eslogan ocurrente, o convertirse en la formación decisiva para -contribuyendo al establecimiento de un nuevo marco autonómico y constitucional- terminar con el estado de expolio y sumisión en el que se encuentra el pueblo valenciano.
(Fotografía: Grafiti en la calle de Quart, València)
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El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.
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En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.
Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.
Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.
No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.
En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.
En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.
De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.
Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.
Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.
El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .
Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.
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