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El TSJCV condena a 18 años de prisión a una madre que asfixió a su hijo de cinco años en Almàssera (Valencia)

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La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha condenado a 18 años de prisión a una madre que asfixió a su hijo de cinco años de edad en mayo de 2015 en su casa de Almàssera. La sentencia, que confirma la pena impuesta por la Audiencia de Valencia dictada después de que un jurado popular emitiera veredicto de culpabilidad, considera a la mujer culpable de un delito de asesinato con la atenuante de alteración psíquica y la agravante de parentesco. La mujer deberá indemnizar la padre del pequeño con 100.000 euros, y con 10.000 euros a cada uno de sus cuatro hermanastros.

La mujer asesinó a su hijo, de cinco años de edad, en la vivienda donde residía la familia en Almàssera, cuando su marido y padre del menor salió a trabajar. La condenada le suministró un fármaco al niño y, una vez dormido, le colocó un almohadón en la cara para taparle las vías respiratorias, y presionó hasta que murió por asfixia.

Posteriormente, la madre se autolesionó, se tumbó en la cama y colocó el cuerpo de su hijo sobre ella. Cuando el padre volvió de trabajar, llevó al niño hasta el centro de salud del municipio, donde ingresó cadáver.

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Internet no es tan seguro como crees: consejos para protegerte

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Internet no es tan seguro como crees

En la era digital, el mayor peligro no es un ciberdelincuente experto ni un sofisticado virus. El verdadero riesgo está en confiar demasiado. Internet no perdona la imprudencia: usar contraseñas débiles, pinchar en enlaces dudosos o pensar que «eso no me pasará a mí» puede salir caro. La seguridad en línea comienza con una actitud consciente y precavida.


🔐 Confiar demasiado en la red: un error frecuente

Los usuarios solemos movernos por Internet como si fuera un espacio completamente seguro. Recibir mensajes con promociones llamativas o enlaces en redes sociales forma parte del día a día. Pero esta familiaridad puede volverse en contra. Muchos incidentes comienzan con una acción aparentemente inofensiva: responder a un mensaje, instalar una aplicación o aceptar una cookie sin leer los términos.

Casos reales muestran cómo, incluso desde un simple SMS, es posible activar servicios de pago no deseados o exponer nuestros dispositivos a ataques. La normalización de estas prácticas ha abierto la puerta al fraude digital, sobre todo entre los más jóvenes o personas poco habituadas a revisar lo que aceptan.


🔑 Contraseñas inseguras: el punto débil más común

Uno de los errores más extendidos es reutilizar la misma contraseña en múltiples plataformas. Aunque puede parecer práctico, esto convierte nuestras cuentas en objetivos fáciles. Si una clave es comprometida, todas las demás están también en peligro. Además, muchas contraseñas siguen patrones previsibles: nombres, fechas de nacimiento o combinaciones simples como «123456».

Para una protección real se recomienda utilizar contraseñas únicas, seguras y complejas. En caso de dificultad para recordarlas, existen herramientas de gestión que permiten almacenarlas cifradas de forma segura. Ignorar esta necesidad puede provocar accesos no autorizados a cuentas bancarias, correos electrónicos o redes sociales.


📶 WiFi público: una trampa para tus datos

Conectarse a redes WiFi gratuitas puede parecer una buena idea para ahorrar datos, pero representa un riesgo importante. Estas redes, presentes en cafeterías, aeropuertos o centros comerciales, carecen muchas veces de cifrado, lo que facilita que terceros intercepten la información transmitida.

Para reducir el riesgo se recomienda:

  • Usar una VPN que encripte la conexión.

  • Evitar ingresar a cuentas sensibles desde redes públicas.

  • Desactivar el intercambio de archivos o conexiones automáticas.

  • Mantener los dispositivos actualizados con los últimos parches de seguridad.


📱 Redes sociales: entretenimiento con doble filo

Pasamos horas conectados en redes sociales sin considerar que también son una vía frecuente para el phishing, el robo de identidad o la propagación de malware. El contenido visual, los enlaces atractivos y la confianza en perfiles conocidos hacen que muchos usuarios hagan clic sin verificar la fuente.

Las redes también son espacios donde se difunde desinformación, se accede a contenido inapropiado y donde incluso se cometen delitos digitales. La mejor defensa es la precaución: verificar los enlaces, mantener la privacidad activa y limitar la información personal expuesta.


🍪 Cookies y términos de uso: aceptar sin leer puede costar caro

Aceptar cookies y condiciones de uso es una práctica común, pero poco segura si se hace sin leer. Aunque muchas cookies son inofensivas y necesarias para el funcionamiento de las páginas web, otras pueden rastrear el comportamiento del usuario para fines publicitarios o incluso recopilar datos personales sin conocimiento del usuario.

Asimismo, los términos de seguridad pueden incluir cláusulas que permiten el uso o venta de datos, cambios en los servicios sin previo aviso o incluso exonerar de responsabilidad a las plataformas en caso de fallos. Leer, al menos por encima, estos textos puede marcar la diferencia entre el control o la cesión total de la información personal.


🛠️ Configurar tus dispositivos para mejorar la seguridad

La configuración básica de un dispositivo influye directamente en la exposición a riesgos. Mantener el sistema operativo actualizado, usar antivirus y activar el cortafuegos son medidas esenciales. También se recomienda:

  • Crear cuentas separadas por usuario, especialmente en dispositivos compartidos.

  • Limitar permisos de aplicaciones a lo estrictamente necesario.

  • Hacer copias de seguridad frecuentes.

  • Utilizar autenticación en dos pasos para acceder a cuentas importantes.

  • Cifrar datos sensibles en almacenamiento local o en la nube.

Estas prácticas, aunque requieren tiempo y atención, refuerzan nuestra seguridad y reducen la posibilidad de ser víctimas de ataques cibernéticos.


🧠 La ciberseguridad empieza por la conciencia

Internet es una herramienta poderosa, pero también un campo lleno de trampas para quienes bajan la guardia. Proteger nuestra información digital es proteger también nuestra economía, reputación y salud mental. No se trata de vivir con miedo, sino de tomar decisiones informadas y mantener una actitud crítica frente a todo lo que aparece en pantalla.

Recordar que detrás de cada enlace, cada formulario y cada red pública puede haber una amenaza, nos hará usuarios más conscientes y menos vulnerables. Porque, como dice el dicho, por la confianza entra el engaño.

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