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’28 de marzo … y entonces sucedió que …’, por José Luis Fortea
Publicado
hace 8 añosen
De
José Luis Fortea
……..cuenta la leyenda que el 28 de marzo de 1091, un destino fatal convirtió a la princesa Zaida, en prisionera para siempre de los muros del castillo de Almodóvar, al morir esta, de pena, tras la muerte de su esposo, el príncipe Fath Alma´mum, a manos de los Almorávides.
Durante la época de la reconquista, con la descomposición del Califato de Córdoba, los Almorávides (nómadas procedentes del Sáhara) impusieron su dominio en aquellos territorios, por lo que una vez muerto el príncipe, estos se dirigieron al mencionado castillo, donde se encontraba su esposa, a la que confinaron en una de sus mazmorras, lugar en el que a los pocos días moriría de pena y que según cuentan, aparece su alma, desde entonces, cada día 28 de marzo, por aquellos corredores y pasadizos del mencionado fortín, en la que se conoce como “la leyenda de la encantá”.
El Castillo de Almodóvar del Río en la provincia de Córdoba, se encuentra situado en el cerro de la Floresta, ubicado en un lugar privilegiado sobre el que se divisa y domina el valle del río Guadalquivir.
En su origen, constituía una fortificación romana a la que llamaban “Cábula”, que servía de lugar de embarque a los productos de la campiña, gracias al cual se desarrollaría en aquella zona una importante industria alfarera y de explotación de minas, de oro y plata, e incluso en el siglo II a.C. llegaron a emitir su propia moneda.
Amurallada por los árabes en el año 740 pasó a ser conocida por estos como Al Mudawwar (el redondo), nombre con el que se bautizó al pueblo que se formó a su alrededor, que es la forma que posee el mencionado altozano en el que se sitúa este imponente castillo, que nunca fue conquistado ni tomado al asalto a pesar de los numerosos asedios sufridos.
Castillo que pasó del Califato a los mencionados Almorávides y Almohades durante casi 5 siglos, y ya en 1240 a manos cristianas, durante el reinado de Fernando III, y que tendrá ilustres propietarios, como el rey castellano Alfonso XI o a don Fernando González de Córdoba, el Gran Capitán, como señor de Almodóvar hasta el año 1478.
Hoy, por tanto, día 28 de marzo, la princesa Zaida aparecerá por el castillo.
…………………………………………………………..
……..en 1556, en Valladolid, se declara formalmente como rey de España a sus veintiocho años a Felipe II, conocido en los anales de la historia como “El Prudente”, tras las denominadas “abdicaciones de Bruselas”, en las que su padre Carlos I de España y V de Alemania, antes de retirarse al monasterio de Yuste, dejaba a su tío Fernando el dominio imperial y a él, vía libre para ser nombrado rey, de un trono que en la práctica ya venía ejerciendo, desde el año 1544, siguiendo las famosas instrucciones de Palamós, que le había dejado su padre.
La citadas instrucciones, escritas de su puño y letra por Carlos I, antes de embarcarse desde el citado puerto hacia la localidad de Génova, con motivo de las guerras contra Francisco I de Francia por el Milanesado, enviadas a su hijo, que por aquellos tiempos contaba con dieciséis años de edad, constituían dos cartas. Una primera, con fecha de 4 de mayo, para “el gobierno de vuestra persona y el de los negocios en general” y una segunda, dos días después, el día 6 de mayo en el que le advertía se trataba de unos “consejos secretos”, para ser observados sólo por él, en el que le describía con todo detalle sobre como desenvolverse con los personajes que iba a encontrarse por la Corte, en la que le decía;
-“Hijo, ésta es una carta e instrucción que os envío para informaros en cosas que tocan a vuestro bien y servicio y de que os podéis aprovechar mucho durante esta mi ausencia y principalmente si Dios dispusiese de mi en este viaje. Tenedla muy secreta, y no sea vista de otro más que de vos, ni aún de vuestra mujer, por lo que va en ella y digo de mis criados por vuestra información”-.
Y así, de esta forma, le advertía;
-Sobre los “criados”, -“dispuestos en bandos, para desasosiego de ellos y deservicio nuestro, a los cuales debería dejar bien claro que no queréis ni os tenéis por servido de ello, porque en público se os harán mil regalos y amores y en secreto todo lo contrario, por lo que es menester que seáis muy sobre aviso de cómo lo hicieren”-
-Para dejarse “aconsejar en las cosas de gobierno” por el cardenal de Toledo y por Francisco de los Cobos (el Secretario de Estado) que aunque (le dice) –“son las cabezas del bando, todavía los quise juntar para que no quedases sólo en manos de uno de ellos. Al Cardenal honradle, creedle en cosas de virtud que os aconsejará bien en ellas, pero en lo demás no os pongáis en sus manos solas ni ahora ni en ningún tiempo. A Cobos le tengo por fiel, hasta ahora ha tenido poca pasión, ahora paréceme que no le falta, no es tan gran trabajador como solía. La edad y dolencia lo causan, bien creo que la mujer le fatiga. Yo le he avisado de ello, creo se remediará. Tiene experiencia de todos mis negocios y está muy bien informado de ellos, bien sé que no hallaréis persona de lo que a ellos toca os podáis mejor servir que de él, y creo que él lo hará bien y limpiamente. Bien será que os sirváis de él como yo lo hago, no a solas ni dándole más autoridad”-
-Sobre el duque de Alba, -“pretende grandes cosas y crecer todo lo que él pudiere, aunque entró santiguándose muy humilde y recogido, os habéis de guardar de ponerle a él ni a otros grandes muy adentro en los asuntos de la gobernación que después os costará caro. En los asuntos de Guerra, servíos de él y honradle y favorecedle pues es el mejor que ahora tenemos en estos Reinos”-
– De las artes que algunos emplearán, -“aunque sea por vía de mujeres, creo que no lo dejarán de tentar, de lo cual os ruego guardaros mucho. Procurarán granjearos, como todos lo harán, y los que hayan sido amigo de mujeres, si viese voluntad en vos de andar con ellas, si por ventura creyérais que antes ayudarían que estorbarían, os pido guardaos de ello, pues no os conviene”-
-De los asuntos de la hacienda real, -“La contaduría me parece que no podría ser dada a otro ni a quien más os conviniese que a don Juan Zúñiga, junto con Cobo, aunque el Duque de Alba y otros la pidan, que quedarían bien agraviados, mas no conviene que la tengan, y si entre ambos, o cualquiera de ellos, os lo pidiesen para sus hijos, no lo debéis de hacer, porque son mozos y en tales oficios conviene que lo sean personas”-
-De este último, sobre don Juan de Zúñiga, le señala además que –“de don Juan habrá poco que decir, porque le conocéis. Y aunque él se os figura áspero, no se lo debéis de tener a mal, al contrario, debéis de tener muy cierto el amor que os tiene, y os mostraréis agradecido al trabajo que ha tomado en criaros y enderezaos, que hasta aquí, doy gracias a Dios”-
Las instrucciones acaban detallando las relaciones que tienen estos hombres con los que el joven Felipe va a tener que lidiar diariamente, -“don Juan es muy apasionado, y con Cobos principalmente, además el Conde de Osorno es con mucho su amigo. Al obispo de Cartagena todos lo conocemos por muy buen hombre; cierto que no ha sido ni es el que más os conviene para vuestro estudio; ha deseado contentaros demasiadamente, es vuestro capellán mayor, Vos os confesáis con él, hasta aquí no ha habido inconveniente de aquí adelante lo podría haber y muy grande, tomad un buen fraile por confesor. De esa otra carta que os envío será bien que la vea el obispo, de esta sin embargo, sólo Vos”-
Con toda esta formación desde hacía doce años, formalmente en Valladolid, hoy día 28 de marzo de hace ya 461 años, era nombrado rey de España, Felipe II (en la reseña gráfica su escudo personal en el que se puede leer, “Nec Spe, Nec Metu” (que podría ser traducido por “Ni con esperanza ni con miedo”).
…………………………………………………….
……en 1844, la reina de España, Isabel II, mediante decreto, aprueba la creación del Cuerpo de la Guardia Civil, cuya función principal será la de custodiar y vigilar los caminos y campos de España, colmados estos por aquellos días de bandoleros, ladrones y villanos que hacían difícil su transitar, creando una sensación continua de inseguridad.
De ello se habían encargado personajes como José Hinojosa, a quien llamaban “José María el tempranillo” quien desde la temprana edad de los quince años se abonó al oficio de bandolero, delimitando por la zona de Sierra Morena su marco de actuación, y que a sus veinte años ya disponía de una cuadrilla de catorce hombres (entre ellos, “el Barberillo”, “el Lero”, “el venitas”, “el Veneno”, “el de la Torre”…), Andrés López “El barquero de Cantillana”, Luis Candelas Cajigal, Juan Palomo (y aunque pudiera parecer ser este el destinatario de la famosa expresión –“Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como”-, lo cierto es que la misma es atribuida a Quevedo, quien habla en realidad del rey palomo, en la copla letrilla satírica III;
“No acierto a topar consejo
que pueda ponerme en salvo
contra un herreruelo calvo
y una sotana lampiña,
que, cuando mejor se aliña,
me descubre todo el lomo.
Yo me soy el rey Palomo:
yo me lo guiso y yo me lo como”.
Será encargado de desarrollar este cuerpo de seguridad pública don Francisco Javier Girón Ezpeleta, Segundo duque de Ahumada, quien el 13 del mes de mayo, bajo el lema, “siempre disponible para proteger a las personas y a las propiedades y acabar con el bandolerismo” se ponía en funcionamiento, con cerca de seis mil agentes, divididos en 14 tercios.
Una vez constituido este, ya en diciembre del año siguiente, en 1845, el mismo duque de Ahumada configura un código moral con una serie de principios y valores al que denomina la “Cartilla de la Guardia Civil” bajo el lema, “el honor es mi divisa”.
¡Feliz centésimo septuagésimo tercer (173) aniversario!
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José Luis Fortea
………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.
Bernard Thévenet
Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.
Qué pasó un 22 de julio
El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.
A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.
En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.
Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.
Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.
No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.
En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.
En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.
De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.
Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.
Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.
El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .
Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.
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