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Valencia

Desmontan la acampada propalestina en la UPV tras 20 días de protesta

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acampada propalestina de Valencia
Los estudiantes que acamparon el pasado 13 de mayo en la Universitat Politècnica de València (UPV) han decidido retirar la protesta del campus y han comenzado a desmontar las tiendas de campaña con la previsión de abandonar la acampada durante la jornada de este sábado. EFE/ Biel Alino

València, 1 jun (OFFICIAL PRESS-EFE).- Los estudiantes que acamparon el pasado 13 de mayo en la Universitat Politècnica de València (UPV) han decidido retirar la protesta del campus y han comenzado a desmontar las tiendas de campaña con la previsión de abandonar la acampada durante la jornada de este sábado.

La decisión de cesar la acampada se toma por «la desconfianza» del Rectorado, con el que se ha intentado negociar e incluso presionar desplazando la protesta a la zona donde se iba a celebrar el Foro del Empleo los días 29 y 30 de mayo.

Este foro fue suspendido por la UPV debido a «circunstancias extraordinarias que comprometen la seguridad» de la comunidad universitaria y relacionadas con la acampada propalestina, a la que acusó de haber cometido «actos violentos» y «vandalismo», según afirmó la universidad el pasado miércoles, unas agresiones que negaron los acampados.

Desde la Acampada han confirmado a EFE que levantan la protesta con la intención de negociar su reclamación de cese de relaciones de la UPV con universidades israelíes, como ya hizo la Universitat de València, según han explicado.

La acampada es un método de presión pero no el único y ahora tomarán otras medidas y acciones para que se les escuche, que por el momento no han precisado, según ha informado una miembro de la asamblea de la Acampada, Míriam González.

En función de la respuesta del Rectorado y si da «un paso al frente y decide escuchar a su estudiantado», se adoptarán nuevas acciones, ha comentado.

Durante este sábado desmontarán las 35 tiendas de campaña instaladas en el campus, las mesas y la pérgola para almacenar los materiales necesarios para mantener la acampada, que ha contado con entre 35 y 40 acampados de forma estable durante tres semanas.

La acampada en la UPV se sumó a otras que se iniciaron en la Comunitat Valenciana, en la Universitat de València (UV), la Universitat de Alicante (UA) y la Jaume I de Castellón (UJI).

Imágenes de la acampada, este lunes en València. EFE/C.Tejerina

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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