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Así es el uso de métodos anticonceptivos en España, por el Dr. @ezepacopc
Publicado
hace 8 añosen
Ezequiel Francisco Pérez Campos
España, desde el punto de vista del uso de métodos anticonceptivos, se encuentra en porcentajes similares al de los países de su entorno, a pesar de la estabilización, y aún descenso, del porcentaje de mujeres en edad fértil que usan método anticonceptivo, tal vez en relación con los cambios migratorios y sociales que viene experimentando nuestro país en los últimos años. La última cifra publicada en 2016, tras la encuesta realizada por la Sociedad Española de Contracepción (SEC), nos indica que el 71,1% de las mujeres españolas entre 15 y 49 años (edad fértil) utiliza un método anticonceptivo; el 24,7%, no usa método alguno, aunque en ese porcentaje se incluye el 8,3% de mujeres que refieren no tener actividad sexual.
Los precedentes de esta encuesta son las realizadas, desde 1997 y con carácter bienal, por el grupo de trabajo Daphne, que nos han permitido conocer con detalle la evolución de los hábitos anticonceptivos de nuestro país. En la última de estas encuestas publicadas, de 2011, se publicaba un 75% de usuarias de anticoncepción.
Señalemos que, de entre las mujeres que no usan método anticonceptivo manteniendo relaciones sexuales, un importante porcentaje de ellas no están a riesgo de un embarazo no deseado por embarazo actual, busca de embarazo, menopausia, imposibilidad de tener gestaciones, etc. Por tanto, no es alto el porcentaje, según estos datos, de mujeres a riesgo de un embarazo no deseado (END). En total dicho porcentaje de mujeres en edad fértil a riesgo de END sería un 11%.
Si hablamos de qué métodos utilizan las parejas españolas, es el preservativo, y lo es desde que recogemos datos en 1977, el método más utilizado, a diferencia del más prevalente uso de métodos hormonales en países europeos como Francia, Reino Unido, Alemania o nuestro vecino Portugal. El uso del preservativo se produce en el 28,4% de las mujeres españolas en edad fértil, habiendo disminuido su uso respecto a 2014 (31,1%). A poca distancia ya, los métodos hormonales, con un 26,8% de uso (en 2014, 21,6%). La píldora supone el 21,7% del mismo y anillo, parche, píldora de sólo gestágeno (mini-píldora), implante e inyectable tienen presencia más discreta, destacando el anillo vaginal con un 3,4%
Diferenciando usos en relación con la edad, el preservativo domina en todos los segmentos de edad, a excepción de las mujeres entre 25 y 30 años, con más usuarias de píldora (34%) y las de más de 45 años, en las que predominan los métodos quirúrgicos, ya sean masculinos o femeninos (22% frente al 18,8% del preservativo). También entre 20 y 25 años, dominan los métodos hormonales, si no atendemos tan solo a la píldora combinada. La píldora es más usada entre los 20 y los 30 años y se hace casi anecdótica a partir de los 40 años. El DIU, con un 6,9% total de utilización, cobra presencia creciente a partir de los 30 años, tanto en su forma de DIU de cobre como en la de liberación de levonorgestrel. Igualmente es en los últimos tramos de la vida fértil de la mujer cuando se van haciendo mucho más frecuentes las mujeres usuarias de métodos quirúrgico definitivos como la ligadura o el bloqueo tubárico o la vasectomía. Los métodos naturales tienen una presencia residual (0,1%).
Por tanto, podemos concluir que se utilizan métodos fiables y eficaces.
Sin embargo, empezamos a observar déficit cuando analizamos el correcto uso de los métodos, especialmente del preservativo. El uso inconsistente o incorrecto del preservativo es altamente frecuente. Esos mismos datos los venimos observando en las encuestas previas del grupo Daphne. Casi un 31% de las mujeres que usan el preservativo como método anticonceptivo, refieren que no lo utilizan desde el principio de la relación, con el consiguiente riesgo de que el líquido pre-eyaculatorio, que contiene espermatozoides, pueda producir un END; un 15% no sabe o no contesta. Además, de estas usuarias, un 42% de ellas refiere que no lo usa en todas las relaciones con penetración sino solo en determinadas ocasiones. Los motivos aducidos para no usarlo siempre son, especialmente “lo imprevisto de la relación” (un tercio).
Este uso inconsistente es responsable de gran número de embarazos no deseados, como pudo observarse en el estudio HAYA (hábitos anticonceptivos y aborto), realizado en clínicas de interrupción de embarazo de nuestro país, en 2008, entre mujeres que acudían solicitando una IVE. Había un 66% de estas mujeres que usaban métodos anticonceptivos, el 40%, preservativo. Al preguntar, las mujeres usuarias de preservativo referían un 77% de uso inconsistente (no lo usaban en todas las ocasiones) y, las usuarias de píldora, hasta en un 84% de los casos habían tenido problemas por olvidos de la toma, vómitos, interacciones medicamentosas, etc.
Todos estos datos justifican, a pesar del buen nivel de uso de anticonceptivos eficaces en España, la necesidad de una segunda opción anticonceptiva, como lo es la anticoncepción de urgencia.
Tabla evolutiva del uso de métodos anticonceptivos en España (Observatorio de Salud sexual y reproductiva de la SEC)
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A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.
En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.
Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.
Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.
No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.
En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.
En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.
De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.
Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.
Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.
El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .
Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.
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