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Salud y Bienestar

Consejos para reducir los síntomas de la menopausia

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Una mujer disfruta del buen tiempo paseando en bicicleta por el antiguo cauce del río Turia de València. EFE/Kai Försterling/Archivo

La menopausia es una etapa natural en la vida de la mujer que suele presentarse entre los 45 y 55 años. Está marcada por el cese de la menstruación y una serie de cambios hormonales que pueden generar molestias físicas y emocionales. Afrontar esta etapa con hábitos saludables y el apoyo de algunos suplementos puede mejorar significativamente la calidad de vida.


Síntomas más frecuentes de la menopausia

  • Sofocos y sudoraciones nocturnas

  • Sequedad vaginal y disminución de la libido

  • Alteraciones del sueño

  • Cambios de humor, irritabilidad o ansiedad

  • Aumento de peso y cambios en la distribución de la grasa corporal

  • Pérdida de densidad ósea (riesgo de osteoporosis)


Consejos prácticos para reducir los síntomas

1. Mantener una alimentación equilibrada

  • Incrementar el consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.

  • Priorizar proteínas magras y ácidos grasos saludables como el omega-3 (pescados azules, nueces).

  • Reducir azúcares refinados y grasas saturadas para evitar el aumento de peso y el riesgo cardiovascular.

2. Practicar ejercicio de forma regular

  • El ejercicio aeróbico (caminar, nadar, montar en bicicleta) ayuda a controlar el peso y mejora el estado de ánimo.

  • Los ejercicios de fuerza fortalecen músculos y huesos, reduciendo el riesgo de osteoporosis.

  • El yoga y el pilates mejoran la flexibilidad y reducen el estrés.

3. Mejorar la calidad del sueño

  • Establecer horarios regulares de descanso.

  • Evitar el uso excesivo de pantallas antes de dormir.

  • Crear un ambiente relajante en la habitación, con una temperatura adecuada.

4. Manejo del estrés

  • La meditación, la respiración profunda y la terapia cognitiva pueden ayudar a controlar la ansiedad y los cambios de humor.

5. Hidratación y cuidados de la piel

  • Beber suficiente agua y utilizar cremas hidratantes ayuda a mejorar la elasticidad de la piel y aliviar la sequedad.


Suplementos recomendados en la menopausia

Importante: siempre se deben consultar estos suplementos con un profesional de la salud antes de su consumo.

Isoflavonas de soja

Contienen fitoestrógenos que imitan parcialmente la acción del estrógeno, reduciendo sofocos y sudoraciones.

Calcio y vitamina D

Indispensables para mantener la salud ósea y prevenir la osteoporosis.

Omega-3 (EPA y DHA)

Ayudan a controlar el colesterol, reducir la inflamación y mejorar la función cardiovascular.

Magnesio

Contribuye al descanso nocturno y a la relajación muscular, además de mejorar el estado de ánimo.

Vitamina B6 y B12

Mejoran el metabolismo energético y ayudan a reducir el cansancio y la fatiga.

Probióticos

Favorecen la salud intestinal, que puede verse alterada por los cambios hormonales.


Cuándo consultar a un especialista

Si los síntomas afectan de manera importante la calidad de vida o persisten en el tiempo, es recomendable acudir a un ginecólogo o un médico especializado en menopausia. Además, se pueden valorar terapias como la terapia hormonal sustitutiva (THS) bajo supervisión médica.

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¿Por qué nos ponemos malos en vacaciones?

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¿Por qué nos ponemos malos en vacaciones?
¿Por qué nos ponemos malos en vacaciones?

Cuando llegan las vacaciones todos soñamos con descansar, desconectar del trabajo y disfrutar del tiempo libre. Sin embargo, muchas personas experimentan justo lo contrario: resfriados, problemas digestivos, dolores de cabeza, alergias o incluso bajones anímicos. Este fenómeno, tan habitual como molesto, tiene una explicación médica y psicológica. Te contamos por qué nos ponemos malos en vacaciones y qué hacer para evitarlo.


El síndrome del ocio o del descanso: la base del problema

Los especialistas lo llaman “síndrome del ocio” o “síndrome del descanso”, un fenómeno que aparece cuando, tras un periodo de alta exigencia física o mental, el cuerpo se relaja bruscamente y aparecen síntomas de enfermedad.

Durante los meses de trabajo o estudio, el organismo mantiene un nivel elevado de cortisol y adrenalina, hormonas relacionadas con el estrés. Estas sustancias ayudan a mantenernos activos, aunque también reducen la eficacia del sistema inmunológico. Cuando llega el descanso, los niveles de estrés caen en picado y el cuerpo aprovecha para mostrar todo aquello que llevaba tiempo acumulando.


Factores que explican por qué enfermamos en vacaciones

1. Bajada de defensas tras el estrés

El estrés crónico provoca que las defensas trabajen a menor rendimiento. Durante semanas o meses aguantamos gracias a la tensión diaria, pero cuando el cuerpo se relaja es más vulnerable a virus y bacterias. De ahí que sea común pillar un resfriado o una infección leve justo al inicio de las vacaciones.

2. Cambios bruscos de rutina

En vacaciones solemos alterar horarios de sueño, alimentación y ejercicio. Dormir menos o demasiado, saltarse comidas, consumir más alcohol o comidas copiosas, y la falta de actividad física repercuten directamente en el bienestar. El cuerpo, acostumbrado a un ritmo regular, reacciona con malestares digestivos, cansancio o dolor de cabeza.

3. Viajes y exposición a nuevos entornos

El hecho de viajar implica cambios de clima, altitud, huso horario y contacto con bacterias y virus diferentes. Todo ello supone un desafío para el organismo, que debe adaptarse rápidamente. Por eso, diarreas, alergias y problemas respiratorios son más frecuentes en vacaciones.

4. El “efecto rebote” del estrés acumulado

Muchos trabajadores llegan al periodo vacacional en estado de agotamiento físico y mental. Al desconectar, el cuerpo interpreta que ya puede bajar la guardia, lo que se traduce en un “reajuste” que en algunos casos se manifiesta como malestar general, dolores musculares o incluso ansiedad.

5. Problemas psicosomáticos

La salud mental también influye. La llegada de las vacaciones, con más tiempo libre y menos obligaciones, puede hacer que afloren preocupaciones que antes se mantenían en segundo plano. Esto se traduce en síntomas físicos como insomnio, dolores de estómago, migrañas o tensión muscular.


Enfermedades más frecuentes en vacaciones

  • Resfriados y gripes leves: fruto de la bajada de defensas.

  • Problemas digestivos: gastroenteritis, diarrea del viajero, indigestiones o acidez.

  • Dolores musculares y de espalda: consecuencia del estrés acumulado y cambios en la rutina de ejercicio.

  • Alergias: al polvo de hoteles, al polen en nuevas zonas geográficas o a ciertos alimentos.

  • Problemas dermatológicos: como quemaduras solares, reacciones alérgicas o eccemas.

  • Trastornos del sueño: derivados de los cambios de horario, viajes largos o exceso de actividad nocturna.


Cómo prevenir ponernos malos en vacaciones

Mantener hábitos saludables antes y durante el descanso

Lo ideal es no esperar a las vacaciones para cuidar el cuerpo. Mantener una alimentación equilibrada, dormir lo suficiente y practicar ejercicio con regularidad ayuda a que el sistema inmunológico no sufra tanto el cambio de ritmo.

Evitar los excesos

Aunque es normal disfrutar de comidas especiales, alcohol o trasnochar, conviene hacerlo con moderación. Los excesos son una de las principales causas de problemas digestivos y fatiga durante el verano.

Preparar los viajes con antelación

Si el destino implica cambios de clima, altitud o alimentación, es recomendable llevar un botiquín básico, hidratarse con frecuencia y dar tiempo al cuerpo para adaptarse. En destinos internacionales, conviene revisar las vacunas necesarias.

Escuchar al cuerpo

Muchas veces el organismo avisa antes de caer enfermo. Síntomas como cansancio extremo, insomnio, irritabilidad o dolores de cabeza recurrentes son señales de que necesitamos parar antes de que aparezca una enfermedad.

Proteger la piel y el sistema respiratorio

El uso de crema solar, ropa adecuada y medidas de higiene básicas (lavado de manos, evitar agua contaminada) reducen el riesgo de problemas en vacaciones.


Vacaciones como oportunidad de resetear el cuerpo

Aunque resulte paradójico, ponerse malo en vacaciones puede ser la forma que tiene el cuerpo de “resetearse”. El descanso permite que afloren desequilibrios que estaban escondidos bajo la rutina del estrés. Lo importante es entender este fenómeno, cuidarse y no verlo como una mala suerte, sino como una llamada de atención a la necesidad de equilibrar trabajo y salud durante todo el año.


Conclusión: disfrutar de las vacaciones sin enfermar es posible

Ponerse enfermo en vacaciones es más habitual de lo que pensamos, y no se debe únicamente a la casualidad. El estrés acumulado, los cambios de rutina y la bajada de defensas son factores clave que explican este fenómeno. La buena noticia es que, con una preparación adecuada y hábitos saludables, se puede reducir considerablemente el riesgo y disfrutar de un descanso reparador.

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