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‘¿Dónde está #LaGente?’, por @frandisiz

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Paco Ferrandis

De un tiempo a esta parte, asistimos a la presión ejercida sobre la clase política, al objeto de que exista un mayor grado de transparencia en la gestión de los asuntos públicos. Esta demanda se pone en boca de ese concepto sociopolítico denominado #LaGente, y bebe del manantial de la corrupción que nace antes del comienzo de la crisis económica.

Aunque se quiere vender la burra de que es #LaGente (indignada) quien reclama esa transparencia por la pérdida de la confianza en #LaCasta, la presión fundamental en ese sentido es ejercida por los poderosos medios de comunicación que, a su vez, utilizan como portavoces suyos a los líderes de los más nuevos de los nuevos partidos, es decir, aquellos como Podemos (y Ciudadanos en menor medida) que han copado -y copan- los espacios televisivos de tertulias, aún desde la época en la que existían como extraparlamentarios en las instituciones españolas y europeas.

También es lógico que sean los medios de comunicación los más interesados en las políticas de transparencia, que tienen todos los incentivos del mundo para encontrar los escándalos más jugosos, que son los que más periódicos venden e incrementan las audiencias de radio y televisión. Además, cuentan con los instrumentos adecuados para “revisar y buscar errores y omisiones en presupuestos de miles de millones de euros con centenares de partidas… [Esto] requiere una cantidad de horas de trabajo extraordinaria, lo cual está al alcance de muy pocos” (PolitikonLa urna rota). Pero, para dichos autores “cualquier iniciativa en favor de la transparencia solo va a gozar de éxito si se cuenta con medios de comunicación independientes y fuertes para hacer uso de la información .

Y, precisamente, los grandes medios de comunicación españoles no pueden presumir de independencia, ya que o bien están alineados en favor del partido del Gobierno, o bien en favor de los partidos de la oposición, lo que se ha dado en llamar “pluralismo polarizado” y que, hasta hace poco, ha favorecido el mantenimiento del bipartidismo imperfecto, a la vez que ha favorecido la desactivación de las movilizaciones de la sociedad civil, ya que los ciudadanos han delegado sus inquietudes políticas en las líneas editoriales de los medios de comunicación afines ideológicamente, y con ello se dan por satisfechos. Excepción hecha de los sectores sociales más comprometidos que, por otra parte, se conforman con asistir a manifestaciones, protagonizar huelgas, y participar en las redes sociales. Con todo ello, la sociedad civil se encuentra desarticulada y se muestra pasiva. Para Politikon,

“Contamos con una ciudadanía en general poco articulada y asociada, capaz de movilizarse puntualmente, sobre todo de manera reactiva, pero poco orientada al compromiso y el trabajo organizado a medio y largo plazo sobre fines bien delimitados”.

Parece que a los ciudadanos de a pie les sobra con contemplar, cómodamente sentados en el sofá, los programas estilo Salvemos (Salvados) de luxe que se internan en nuestros hogares y extienden su influencia a las tertulias en el bar o en el centro de trabajo, con el objeto de poner a caldo a #LaCasta, haciéndose eco de las tropelías políticas denunciadas en los platós de televisión y, subsidiariamente, ante los tribunales de justicia.

Con estos mimbres no puede construirse un entramado ciudadano estable y potente, capaz de llegar a ser un interlocutor serio con la clase política y las omnipresentes y omnipotentes empresas de comunicación de masas, ya que los máximos esfuerzos de #LaGente se limitan a llevar a cabo acciones de carácter ocasional y reactivo, por lo que no pueden consolidarse estructuras políticas más participativas.

En consecuencia, no tenemos un tejido asociativo y de participación política fuerte, por lo que no existe una auténtica fiscalización vertical y las inquietudes en materia de transparencia se quedan en el morbo: sueldos de los cargos políticos, gastos más o menos justificados de las administraciones públicas, corruptelas… Como dicen los autores de La urna rota, “la apatía, la indignación ocasional y la negación sin matices de la política existente solo facilitan una política que ignore cada vez más a los ciudadanos”.

Dado el estado insatisfactorio de la cuestión, se impone como tarea fundamental para sociólogos, politólogos y demás gente de buen vivir, establecer los métodos que permitan conseguir la mayor vertebración posible de #LaSociedadCivil.

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Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor

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Cuidar madre Alzheimer
Cuidar de una madre con Alzheimer: Un viaje de amor y dolor-FREEPIK

En el torbellino de nuestras vidas, donde cada día parece traer consigo nuevos desafíos y responsabilidades, a menudo nos encontramos luchando por equilibrar nuestras vidas personales y profesionales. Pero ¿qué sucede cuando ese equilibrio se ve eclipsado por una realidad implacable? ¿Cómo lidiamos con el impacto emocional y psicológico de ser cuidadores de un ser querido con una enfermedad tan devastadora como el Alzheimer?

Esta es la historia de una periodista apasionada que, entre entrevistas y artículos, se enfrenta a una batalla mucho más íntima: la lucha diaria de cuidar a su madre, quien lenta pero inexorablemente se desvanece en las garras de la enfermedad de Alzheimer.

Para ella, cada día es un viaje emocional plagado de altibajos. Desde los momentos de lucidez y conexión con su madre hasta las dolorosas luchas para recordar quién es ella misma, cada momento está marcado por una mezcla de amor incondicional y dolor impotente. Es una montaña rusa de emociones, donde la alegría y la tristeza se entrelazan en un baile constante.

Su vida como periodista le ha enseñado a mirar más allá de las apariencias y a buscar la verdad en cada historia. Y en este viaje junto a su madre, encuentra una verdad más profunda: la importancia de la empatía, la compasión y el amor incondicional. A medida que navega por los desafíos diarios del cuidado, descubre una fuerza interior que nunca supo que poseía.

Pero no todo son lecciones y momentos de claridad. Hay días oscuros, días en los que el peso del cuidado parece demasiado grande para soportarlo. Días en los que la frustración y la impotencia amenazan con abrumarla. Sin embargo, incluso en esos momentos más oscuros, encuentra consuelo en la gente que la rodea. Amigos y familiares se unen para ofrecer apoyo y comprensión, recordándole a ella y a su hermana que no están solas en este viaje.

A medida que el Alzheimer avanza implacablemente, ella se enfrenta a una dolorosa verdad: la inevitabilidad de la pérdida. Pero también encuentra consuelo en el conocimiento de que el amor trasciende las barreras del tiempo y la memoria. Aunque su madre pueda olvidar su nombre y sus rostros, el amor que sienten el uno por el otro perdura, inquebrantable e indestructible.

La historia de esta periodista es una historia de amor. Un amor que desafía las limitaciones del tiempo y el espacio, un amor que persiste a pesar de las pruebas y tribulaciones. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor es la fuerza que nos sostiene, la luz que guía nuestro camino. El amor que vio crecer en su casa día a día, sin interrupción.

En medio del día a día, es fácil perder de vista lo que realmente importa. Pero esta historia nos recuerda que, en lo que de verdad importa, son las conexiones humanas y los lazos de amor los que nos sostienen en los momentos más difíciles. Y en el poder cuidar de su madre con Alzheimer, encuentra no solo una prueba de su amor, sino también una lección de humanidad y compasión que nunca olvidará.

SRA

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