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El valenciano Máximo Huerta gana el Fernando Lara con un drama familiar

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El valenciano Máximo Huerta gana el Fernando Lara con un drama familiar

Sevilla, 13 may (EFE).- El escritor, periodista y ex ministro valenciano de Cultura Máximo Huerta ha ganado la XXVII edición del premio de novela Fernando Lara, dotado con 120.000 euros, con la novela titulada «Adiós, pequeño», que cuenta la relación entre una madre y un hijo en una familia en la que «el silencio es la solución de todo».

Como es tradicional, el premio se ha fallado durante la celebración de una cena de gala en los Reales Alcázares de Sevilla, al término de la cual, nada más conocerse el ganador del premio, Huerta se ha mostrado emocionado y delante de todos los asistentes y haciendo uso del micrófono ha llamado a su madre para darle la noticia y luego pedirle cariñosamente que se fuese ya a la cama.

Tras recibir el premio, Huerta ha explicado a los periodistas que su madre no podrá leer la novela porque «ya ha empezado a diluirse» y que, sin embargo, en los tres años que le ha llevado escribirla -ha matizado diciendo que, en realidad es un libro que empezó a escribir desde sus primeros años de vida- su madre ha sido su principal fuente de información.

El autor ha sorprendido a todos al decir que la primera frase la de la novela ganadora es: «Mi madre hubiera sido más feliz si yo no hubiera nacido», tras lo cual ha afirmado sobre su labor como escritor que «vendrán otras novelas, pero ninguna será como ésta; es la novela de mi vida, la que siempre recordaré».

«No escribí esta novela para publicarla sino porque necesitaba escribirla para mí mismo; y esa libertad es la que también me hizo llevarla a buen puerto», ha asegurado el autor, quien en ningún momento ha querido desentrañar su obra.

Al ser preguntado por lo más sorprendente que le contó su madre ha respondido: «Lo más sorprendente está en la novela, y también es lo que más me ha sorprendido a mí como escritor y como hijo».

A la pregunta de si tras haber escrito «Adiós, pequeño» se ha sentido liberado, ha contestado negativamente, aduciendo que no se puede recuperar nada de lo que ya ha pasado, mientras que sobre el material autobiográfico que ha empleado ha afirmado tajante que «en el momento en que está publicado, todo es ficción».

Huerta ha descrito la novela ganadora como «una despedida», aunque también ha asegurado que abarca varias generaciones, con hechos que van desde 1937, año del nacimiento de su madre, hasta la actualidad, y sobre todo de la generación de «nuestros padres», que vivieron «en otros escenarios, con otras posibilidades y otros miedos».

La novela, que su autor ha definido también como «muy orgánica», cuenta la vida de varias generaciones de una misma familia e incide en «los secretos guardados por la familia».

También ha señalado que la novela no se la dedica a nadie, una circunstancia de la que ha dicho que se entenderá en cuanto se lea el libro.

Ante la pregunta de si la obra tiene alguna referencia o mención a su breve paso por el Gobierno, ya que dimitió pocos días después de haber sido designado ministro de Cultura, ha hecho un gesto de sorpresa y ha respondido que no.

También ha hablado de su tarea como escritor, una actividad con la que dice disfrutar porque le gusta el oficio, y ha señalado que casi prefiere hablar de su actividad como lector, porque mientras más se lee más miedo se tiene a escribir y, al mismo tiempo, se va perdiendo «el vértigo» que se siente al escribir.

«Adiós, pequeño» llegará a las librerías el 15 de junio, y ha competido por el premio con otras 364 obras.

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Los secretos de la Casa Judía de València

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casa judia valencia,
Foto: Hugo Román
Los secretos de la Casa Judía de València-Fotos: Hugo Román-OFFICIAL PRESS

Entre los años 20 y 30 del siglo pasado el art déco dominaba en todas las artes decorativas a nivel mundial.

Había nacido en París y pronto Hollywood lo popularizó como símbolo de glamour.

Y esos aires y aquella esencia de aquella Belle Époque o los llamados Años Locos quedaron inmortalizados en una de las edificaciones más asombrosas de València.

El art déco bebía de todas las culturas, reutilizando de manera libre los elementos arquitectónicos de otras épocas.

Plasmaban los asombrosos hallazgos de aquellos tiempos.

En Egipto como el  descubrimiento de la tumba de Tutankamón, así como de culturas mesopotámica, africana, azteca, maya, hindú que fueron dotándole de un exotismo y una belleza única.

Los secretos de la Casa Judía de València

Caminando por la calle Castellón, en el número 20 nos encontramos con toda una joya que aguarda la mirada de los curiosos que se detienen para admirar un amalgama de formas y colores único.

Entre Germanías y la Estación del Norte está la conocida como Casa Judía de València, que fue construida hacia 1930 por el arquitecto valenciano Juan Francisco Guardiola Martínez.

Nacido en Sueca en 1895 en el seno de una familia de clase media, se trasladó a Barcelona en 1917 para estudiar arquitectura.

Allí fue premiado en  1922  por el proyecto de la estación de metro de la Plaza de Cataluña.

Según cuentan, los diversos viajes que realizó el arquitecto por Asia pudo influir en él a la hora de diseñar el estilo del edificio levantado en el ensanche de la capital valenciana a petición de Yosef Shalóm.

Su apellido nos da la pista del sobrenombre de Casa Judía.

Casa Judía.- Años treinta.- Archivo Ana María Ferrín.

La fachada de la Casa Judía

Un detalle de sus orígenes nos recibe en el dintel de la puerta principal, en el frontón curvilíneo.

Ahí se aprecia una estrella de seis puntas rematado por dos volutas y una hoja de acanto en el arco final.

Su fachada dividida en tres cuerpos, basamental, central y superior, nos transporta sin movernos de la calle a escenarios babilónicos y egipcios por su colorido y las formas de sus columnas, capiteles, remates con forma de pagoda y ventanas ojivales.

Si levantamos la vista podemos admirar el impresionante remate del edificio de inspiración oriental, árabe e hindú.

Foto: Hugo Román

Según cuentan ​en el edificio se reunía de manera discreta la reducida comunidad judía de la época que residía en València para realizar sus celebraciones religiosas.

¿Cómo es en la actualidad?

En la actualidad en el edificio de siete alturas viven familias particulares.

Las viviendas tienen unos 100 m2 cada una, y originalmente contarían con tres habitaciones, un baño, una cocina y un comedor.

Tan solo su fachada, su zaguán y la decoración exterior e interior mantienen la esencia de aquellos años en los que el arte iba asociado a la construcción, en el que cada ladrillo tenía una misión estética.

Años en los que los edificios eran monumentos esperando ser habitados.

Muchos comentan que su fachada parece salida del decorado de la película del Mago de Oz o tal vez de la mente de Tim Burton.

La Casa Judía no es un edificio protegido

Inspiradora y evocadora permanece allí pese a la bomba que cayó cerca durante la guerra y a pesar de que en alguna ocasión haya sufrido modificaciones debido a que, incomprensiblemente, no está protegida.

De hecho los remates del edificio de estilo hindú que lo coronaban fueron retirados en el pasado y su plantas baja han alterado su estilo original.

Guardiola falleció en Alzira en 1962.

Su trayectoria como arquitecto fue amplia con proyectos de viviendas residenciales, fábricas, almacenes, iglesias, teatros y cines, una estación y un banco.

Entre las más destacadas están el Ateneu del Socors en Sueca (1927) y la Casa Xina o Casa Ferran Guardiola en Barcelona (1929) que muestran su talento y originalidad.

Pero sin duda, la Casa Judía es su gran obra maestra.

Una obra que contempla el pasar de los años desde su espectacular fachada, una fachada que nos hace viajar a lugares remotos sin salir de la ciudad.

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