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Lobos vestidos de pura lana virgen, por @frandisiz

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Paco FerrandisPaco ferrandis

En su línea de profundización del victimismo más radical e inconsistente, Carles Puigdemont ha querido trazar un paralelismo entre la persistencia de una sociedad que padeció los ataques brutales de la banda terrorista ETA, con la persistencia que han de mantener los protagonistas del procés hacia la independencia de Cataluña, al objeto de vencer a un Estado que José/Pep Guardiola -embajador deportivo ante el Estado teocrático, islamista i represor de Qatar– tildó de “autoritario”.

El nacionalismo catalán tuvo un esporádico fenómeno terrorista encarnado en la organización Terra LLiure, pero su hoja de ruta soberanista ha seguido la senda pacífica en lo estratégico y lo táctico. Al contrario, el nacionalismo vasco ha estado marcado por la terrible presencia de ETA, cuyos objetivos eran conseguir una Euskal Herria “independiente, socialista y euskaldun“, mediante la utilización de la vía armada, es decir, llevando a cabo asesinatos execrables contra miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, políticos, periodistas y gente del pueblo, como las víctimas de Hipercor en Barcelona, hace ahora 30 años.

En ese sentido, el PNV utilizó la actividad de ETA y la posible solución al conflicto vasco como asunto a incluir en cualquier mesa de negociación con el Estado, a fin de obtener mayores cotas de autogobierno y mejoras socioeconómicas para Euskadi (“para que dejen de matar”). Durante esa larga etapa, el terrorismo (cuya esencia reside en atemorizar al pueblo enemigo a través de los actos de terror que, a su vez, tienen una gran repercusión en todos los medios de comunicación) y la cuestión vasca hegemonizaron las portadas de los periódicos y los noticiarios de la televisión, hasta el fracaso del denominado Plan Ibarretxe y la derrota (aún no declarada) de ETA.

Con la puesta en marcha del procés el independentismo catalán se ha asegurado aquello que pretendía ETA: conquistar el espacio mediático e imponer la hoja de ruta de sus afanes separatistas que, de una u otra forma, con la independencia o sin ella, ha de beneficiar su posicionamiento político:

  • 4.200 millones de euros que fluyen desde el Estado para inversiones en Cataluña.
  • Apertura del palacete utilizado como segunda vivienda en Cataluña de la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría.
  • “Cataluña” hasta en la sopa mediática de la televisión pública española.

Y el asunto va para largo, pues aunque no se logre la independencia, la cuestión catalana estará encima de la mesa de los asuntos fundamentales para el Estado, agotará el papel de los periódicos, pixelará las pantallas de las televisiones y, por lo tanto, invadirá cotidianamente los cerebros de los españoles todos.

En su afán de hacerse fuerte en su posición victimista, Carles Puigdemont ha pretendido utilizar el 30 aniversario de la masacre terrorista de Hipercor para intentar colocarse en el lugar de las víctimas de la barbarie, en este caso, la imputada a un “Estado autoritario” que, como tal, “ejerce la violencia contra el pueblo catalán”. Sin embargo, esta torpe pirueta metafórica no puede ocultar que es el movimiento independentista catalán quien se ha colocado fuera del sistema democrático al colocarse fuera de la Ley.

Una Ley en cuya elaboración colaboró decisivamente el catalanismo político y que fue votada muy mayoritariamente por el pueblo catalán, ahora secuestrado por una mayoría absoluta de las fuerzas soberanistas en el Parlament de Catalunya, minoritaria respecto del número de votos conseguidos por los partidos no independentistas en las elecciones autonómicas del 27-S de 2015. Con esta mayoría, inferior a los 2/3 que se requieren para modificar el Estatuto de Autonomía, Junts pel Sí amenaza con constituir la República Catalana Independiente de su Casa (en primer término, de la Cataluña Media que no es independentista) y así extorsionar al Estado para conseguir píngües beneficios socioeconómicos para su territorio, aparte de convertir la interminable teleserie de Pasión de Catalanes, en un auténtico film de terror.

Una Ley que, precisamente, tiene como garantes últimos de su eficacia democrática a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, quienes junto con los políticos, los periodistas y el pueblo llano, fueron víctimas de los crímenes perpetrados por la banda terrorista ETA y que, mediante la persistencia durante largos y sangrientos años, han conseguido preservar el imperio de esa Ley en Democracia.

Puigdemont se pone la piel de cordero degollao para intentar confundir al personal y, con ello, perseguir el triunfo de su golpe (más de lengua que de mano, todo hay que decirlo) contra el Estado Social y Democrático de Derecho que es España, el cual, con la ayuda inestimable del pueblo español, persistió y venció a las fuerzas que intentaron su desaparición.

Contra estos gigantes (o molinos) se ha de volver a estrellar la soberbia soberanista.

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Carlos Mazón: Un líder comprometido en la batalla contra el cáncer

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Carlos Mazón comprometido batalla cáncer
El president de la Generalitat, Carlos Mazón, en una imagen de archivo. EFE/Miguel Ángel Polo

S.R.A

En un momento en el que el cáncer sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en el mundo, resulta vital que los líderes políticos prioricen la lucha contra esta enfermedad. En la Comunitat Valenciana, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, ha demostrado un compromiso ejemplar al situar la lucha contra el cáncer en el centro de su agenda. Este enfoque no solo responde a una necesidad urgente, sino que también refleja la sensibilidad de un político que comprende la importancia de poner la salud y el bienestar de los ciudadanos en primera línea de objetivos.

El cáncer, un enemigo de todos

¿Quién no ha sufrido la pérdida de un ser querido debido al cáncer? Esta enfermedad, que parece expandirse a más velocidad cada día, no discrimina entre edades ni condiciones. Las estadísticas son devastadoras: en España, el cáncer es la segunda causa de muerte, con miles de nuevos diagnósticos cada año. En este contexto, es más urgente que nunca que los gestores de la calidad de vida de las personas adopten medidas para combatir esta crisis de salud pública.

Durante el primer Debate de Política General de su legislatura, celebrado en Les Corts, Carlos Mazón dejó claro que no pretende quedarse de brazos cruzados ante esta amenaza. Entre las múltiples iniciativas anunciadas, una de las más destacadas es la creación de una nueva planta especializada en protonterapia en el Hospital Universitario La Fe de Valencia, una infraestructura crucial en la lucha contra el cáncer.

Inversión en infraestructuras y tecnología de vanguardia

La nueva planta de La Fe, que supone una inversión de 50 millones de euros, no solo moderniza el sistema de radioterapia con la incorporación de la protonterapia—una técnica que reduce la irradiación del tejido sano circundante y mejora la precisión del tratamiento—, sino que también marca un hito en la historia sanitaria de la Comunitat Valenciana. Este tipo de tratamiento es especialmente eficaz en tumores cerebrales, de cabeza, cuello y médula espinal, y es especialmente relevante para pacientes pediátricos, cuyas necesidades requieren un enfoque aún más cuidadoso.

El presidente Mazón, en colaboración con la Fundación Amancio Ortega, ha logrado que este proyecto avance tras tres años de parálisis, colocando a la Comunitat Valenciana a la vanguardia de la lucha contra el cáncer en España. Con una superficie de 5.491 metros cuadrados, esta infraestructura atenderá no solo a los valencianos, sino también a pacientes de comunidades limítrofes, mejorando la calidad de vida de miles de personas.

Innovación tecnológica al servicio de la salud

El compromiso de Mazón no se detiene en la construcción de infraestructuras. Uno de los puntos más innovadores de su plan es la incorporación de inteligencia artificial (IA) en el diagnóstico y tratamiento del cáncer. Mazón ha avanzado la aplicación de IA para la lectura de mamografías en hospitales como La Fe, el Clínico de Valencia y el General de Castellón. Esta tecnología también se aplicará al tratamiento del cáncer de próstata, marcando un salto cualitativo en la atención médica oncológica.

La integración de la inteligencia artificial en el diagnóstico permitirá una detección precoz, algo que puede salvar innumerables vidas. La IA no solo mejora la precisión del diagnóstico, sino que también alivia la carga sobre los profesionales de la salud, acelerando los procesos y proporcionando un tratamiento más eficiente para los pacientes.

Priorizar la salud pública

En un contexto político donde a menudo las prioridades parecen centrarse en lo urgente y no en lo importante, es un alivio ver a un líder como Carlos Mazón priorizar la sanidad pública y, específicamente, la lucha contra el cáncer. La salud de una sociedad es su pilar fundamental, y al reforzar el sistema sanitario valenciano, Mazón está garantizando que las generaciones futuras puedan enfrentarse con mejores herramientas a esta enfermedad devastadora.

El cáncer es una enfermedad que ha tocado la vida de casi todos, y la lucha contra él requiere un esfuerzo conjunto de todos los sectores de la sociedad. Al posicionar este tema como uno de los ejes de su mandato, Mazón no solo responde a una necesidad urgente, sino que también envía un mensaje claro: la prevención, el diagnóstico precoz y el acceso a tratamientos de vanguardia son derechos esenciales que todos los valencianos merecen.

El camino hacia una mejor sanidad

La apuesta firme por mejorar las condiciones laborales de los profesionales sanitarios, reducir las listas de espera y construir nuevas infraestructuras son muestras del compromiso del gobierno del cambio liderado por Mazón. No se trata solo de una declaración de intenciones, sino de acciones concretas que buscan mejorar la vida de miles de pacientes que enfrentan la dura batalla contra el cáncer.

A medida que la Comunitat Valenciana avanza en la implantación de estas políticas, es esperanzador ver cómo se coloca la salud pública en el lugar que merece. La batalla contra el cáncer es larga, pero con personas comprometidos como Carlos Mazón, el futuro se vislumbra más prometedor para quienes hoy luchan y para aquellos que podrán prevenirlo mañana.

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