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20 años del 11M, el peor atentado terrorista de España
Publicado
hace 2 añosen
Carreras de taxi gratis, la libranza de más trabajo para sanitarios y psicólogos, la espera más larga para donar sangre… El 11 de marzo de 2004 Madrid despertó con estruendo y caos, pero se acostó en un abrumador silencio, y el mayor atentado jamás visto en la ciudad dio paso a la mayor respuesta de solidaridad, estaba ante el peor atentado terrorista de España.
No eran ni las ocho de la mañana cuando se produjo la primera explosión, y antes de que los servicios de emergencias llegasen a Atocha ya había voluntarios sacando heridos de los trenes, aquellos trabajadores -como los del servicio de limpieza y jardines del Ayuntamiento de Madrid- que, sin nada más que sus manos, auxiliaron a las primeras víctimas.
Bomberos, sanitarios y policías no tenían aún suficientes camillas pero en minutos se encontraron decenas, centenares, de mantas y sábanas que llovían desde los bloques vecinos a las vías para poder transportar a heridos y arropar a los menos graves.
Sin suficientes ambulancias en los primeros instantes, autobuses urbanos y decenas de taxis llevaron a los heridos a hospitales y luego dedicaron la jornada a trasladar -sin cobrar- a familiares, a sanitarios y a psicólogos que, pese a no trabajar ese día, hicieron la que probablemente haya sido su jornada laboral más larga.
“Desesperación” por ayudar
José Miguel Fúnez, que aún no tenía su propio taxi, terminó de trabajar la noche del 10 al 11 de marzo sobre las dos o tres de la madrugada, y cuando no había dormido ni cinco horas su familia le despertó: habían explotado varias bombas en Atocha y otras estaciones de Cercanías.
No tardó en llegar a una zona sumida en el caos, donde la propia policía pedía a los taxistas que trasladasen heridos a hospitales y donde, más allá del dolor o la destrucción, impactaba “la cara de desesperación de gente que no conocías pero que estaba deseando poder hacer algo” para ayudar, según explica a EFE.
Impactaba eso y el silencio. El silencio de quienes se subían a los taxis, que en muchos casos no articulaban palabra hasta los hospitales, tanto heridos como personal sanitario que iba a trabajar fuera de turno, o psicólogos que acudían a Ifema a dar apoyo a las familias que buscaban a sus seres queridos.
Ayudar estando en ‘shock’
Fúnez recuerda también cómo los vecinos de Vallecas se volcaron: una lluvia de mantas y sábanas caía desde las ventanas para arropar o incluso transportar heridos, y bajaban a ofrecer comida y bebida a bomberos, sanitarios, policías, taxistas o voluntarios que durante horas trabajaron en el lugar.
¿Qué se le dice dentro de un taxi a una persona que acaba de saber que su familiar está entre los muertos? ¿O a un médico o enfermera que vuelve a casa tras casi 24 horas de trabajo en un hospital ‘en guerra’? “No puedes decir nada. Estás en shock tú también. Te dedicas a conducir, a ayudarles a bajar del taxi… “, rememora.
Y si alguno de esos pasajeros quiere hablar “actúas como un psicólogo sin serlo, sin formación para ayudarles. Intentas medir las palabras”, prosigue Fúnez, que recuerda conversaciones “muy limitadas” en una situación “que no comprendes ni tú mismo”.
Organizar la ayuda desinteresada
Psicólogos hicieron falta, y muchos, aquel 11 de marzo y los días posteriores, cuando había que dar soporte a las familias en los duelos y a los profesionales -sanitarios, policías, bomberos… – que estuvieron en primera línea de la barbarie.
Planificación de la ayuda
Fernando Chacón era decano del Colegio de Psicólogos de Madrid en aquel momento y antes de llevar a los niños al colegio escuchaba en casa las noticias. Sin saber por qué, pensó en 60 muertos como cifra límite para que el sistema sanitario pudiera asumir la atención psicológica necesaria ante una situación de esta envergadura. Al superarse la cifra, llamó al servicio de emergencias para coordinar a los psicólogos voluntarios.
Porque, como explica a EFE, la ayuda no puede ofrecerse sin una buena planificación, y afortunadamente los psicólogos españoles ya tenían experiencia tras otra tragedia anterior: la riada de Biescas en agosto de 1996.
La necesidad de psicólogos para atender a las víctimas de aquella riada despertó en estos profesionales un interés por formarse en la atención ante emergencias.
‘Filtros’ de voluntarios
Por eso desde primera hora del 11M desde el Colegio de Psicólogos de Madrid se puso en marcha la maquinaria para recoger las peticiones de ayuda que llegaban desde hospitales o tanatorios, y asignar a los psicólogos que llamaban para ofrecer su ayuda.
“Hacíamos un pequeño filtro, priorizamos a aquellos que habían dado cursos de atención en emergencias, y después a profesionales con experiencia clínica” rememora, y recuerda cómo desde el Colegio no se iban a descansar hasta que estaba perfectamente organizado el turno de voluntarios para esa noche y para la mañana siguiente.
Su labor fue fundamental en Ifema, donde las familias esperaban poder identificar los cadáveres o pertenencias de sus seres queridos, pero también en los tanatorios, incluso en el centro de recepción de llamadas del 112.
Chacón recuerda que aquel jueves, con las líneas móviles colapsadas en Madrid, muchas personas llamaban al 112 como último recurso para saber si su familiar o allegado estaba en el listado de víctimas mortales o heridos. Cuando era así, se intentaba que fuera un psicólogo voluntario quien transmitiera la dolorosa noticia.
También hicieron terapia con los profesionales -sanitarios, bomberos, policías… – que intervinieron en los atentados, e incluso el Summa empezó a incorporar a psicólogos en algunas de sus unidades móviles, porque “el nivel de ansiedad en la población se disparó” aquellos días.
¿Necesitaron ayuda psicológica aquellos psicólogos?
Chacón explica que entre ellos hicieron lo mismo que aplicaban con sanitarios o bomberos, un ‘debriefing’: antes de volver a casa todos los que habían trabajado juntos ese día se reunían para verbalizar sus sensaciones, escuchar las impresiones de los otros e intentar asimilar lo vivido.
Casi mil psicólogos participaron de forma desinteresada durante unas dos semanas para atender en todos los frentes, “la mayor intervención que se ha dado en todo el mundo, que yo conozca”. Hoy, 20 años después, hay una importante profesionalización de psicólogos de emergencias y protocolos “más perfilados”.
Buscando cómo ayudar
Si sanitarios, psicólogos o taxistas encontraron rápido un modo de ayudar, el resto de personas buscó cómo poner su grano de arena en una ciudad que pasó, en horas, del caos y el estruendo al silencio.
Pilar de la Peña dirige hoy el departamento de Promoción del Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid, pero el 11 de marzo de 2004 era enfermera “rasa” y, aquel jueves, tenía previsto ir en la unidad móvil de donación de sangre que se iba a instalar en la Escuela de Montes de la Universidad Politécnica.
Aquellas unidades móviles, recuerda, recogían unas 17 ó 20 donaciones al día en las puertas de las facultades. El 11M, cuando el caos del tráfico permitió al autobús de donación llegar a la Escuela de Montes, ya había como mínimo 60 personas haciendo cola para donar.
“Hubo que reestructurar toda la planificación de la donación”, rememora, y si lo esperable era hacer un llamamiento a la población para acudir a donar sangre, ese día hubo que pedir a la gente que esperase unos días para donar.
“La cola en el centro de Madrid, en la unidad móvil de la Puerta del Sol, llegaba hasta la Plaza de Ópera”, por lo que en los puntos habilitados los sanitarios tuvieron que hacer una “selección”, dando prioridad a aquellos que eran donantes habituales -conocían el proceso y corrían menos riesgo de marearse-, y sobre todo a aquellos de los grupos 0+ y 0-.
También hubo que reforzar todo el equipo de profesionales del Centro de Transfusión, porque la sangre no se puede utilizar si previamente no ha sido analizada y procesada. “Todo el mundo fue a trabajar aquel día, y por la noche nadie se quería ir a casa”.
Ayudar entre tristeza, tensión y silencio
De la Peña recuerda las horas de extracción dentro del autobús: tensión, lágrimas, tristeza, emoción, pero sobre todo un silencio abrumador. “A media mañana tuvimos que apagar la radio para no seguir escuchando, no queríamos saber más”.
Si normalmente en Madrid se recogen 500 ó 600 bolsas de sangre al día, los días 11 y 12 de marzo de 2004 se recolectaron más de 5.000, unas cifras “impresionantes” que nunca se han repetido, ni siquiera en momentos en los que la población responde de forma abrumadora, como cuando se estrelló el avión de Spanair en Barajas en agosto de 2008, o el accidente del Alvia en Santiago en julio de 2013.
Los madrileños, coinciden Pilar de la Peña y José Miguel Fúnez, responden rápido ante situaciones de crisis, por eso no extrañó que a la mayor catástrofe de la capital siguiera la mayor ola de solidaridad.
Así lo recuerda una placa en la Puerta del Sol: “Madrid agradecido a todos los que supieron cumplir con su deber en el auxilio a las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004 y a todos los ciudadanos anónimos que las ayudaron. Que el recuerdo de las víctimas y el ejemplar comportamiento del pueblo de Madrid permanezcan siempre”.
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Detectan los primeros casos del virus africano Usutu en España en donantes de sangre de Mallorca y Cataluña
Publicado
hace 20 minsen
20 noviembre, 2025
España ha confirmado por primera vez la presencia del virus Usutu, un patógeno africano transmitido por mosquitos del género Culex. El Banco de Sangre y Tejidos de Baleares ha identificado el primer caso autóctono en un donante de sangre de Mallorca, mientras que un estudio coordinado por varios centros sanitarios y de investigación ha detectado otras dos infecciones locales en donantes de Cataluña.
Los tres casos han sido publicados en una revista especializada en medicina transfusional, convirtiéndose en el primer registro oficial de circulación del virus en territorio español.
Un hallazgo fortuito durante el cribado del virus del Nilo Occidental
El caso de Mallorca se remonta a julio del año pasado. Durante el cribado rutinario para detectar el virus del Nilo Occidental, obligatorio entre abril y diciembre para los donantes, una muestra dio resultado reactivo.
La muestra fue remitida al Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, donde las pruebas confirmaron que no se trataba del virus del Nilo, sino del virus Usutu, un arbovirus emergente en Europa desde hace años.
Virus del Nilo y virus Usutu: dos “primos” que confunden a los test
Según explica Teresa Jiménez, directora médica del Banco de Sangre de Baleares, ambos virus comparten entre un 76% y un 78% de similitud genética, lo que provoca reactividad cruzada en las pruebas de cribado.
Esta coincidencia ha permitido detectar por primera vez el virus en humanos en España, demostrando la utilidad de los controles rutinarios aplicados a los donantes.
Un virus emergente en Europa vinculado a las aves migratorias
El virus Usutu fue identificado por primera vez en 1959 cerca del río Usutu, en Suazilandia. Es un arbovirus transmitido por mosquitos Culex, muy frecuentes en zonas urbanas y periurbanas. La infección llega a Europa a través de aves migratorias, que actúan como principal reservorio.
Baleares se sitúa en una de estas rutas migratorias, motivo por el cual ya se realizaban cribados del virus del Nilo. Esa vigilancia es la que ha permitido detectar ahora la circulación de Usutu en España.
Casos asintomáticos, pero riesgo para personas inmunodeprimidas
En humanos, la mayoría de las infecciones por Usutu son asintomáticas. El donante de Mallorca no presentó síntomas ni secuelas en el año posterior a la detección.
Aun así, los expertos advierten que el virus puede causar cuadros graves en personas inmunodeprimidas, motivo por el que resulta crucial evitar que la sangre infectada entre en el circuito de transfusiones.
Cataluña detecta circulación local del virus
Además del caso balear, el estudio recoge dos infecciones autóctonas más en donantes de sangre de Cataluña. Ninguno de los afectados había viajado fuera del territorio, lo que confirma la circulación local del virus Usutu en diferentes áreas de España.
Los investigadores subrayan que las técnicas de cribado para el virus del Nilo Occidental permiten detectar también Usutu, lo que aumenta la seguridad transfusional en los meses con mayor actividad de mosquitos.
Un trabajo multidisciplinar para identificar un virus emergente
En el estudio participan:
-
Los bancos de sangre y tejidos de Baleares y Cataluña,
-
El Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA-CReSA),
-
El Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III,
-
El Bernhard Nocht Institute for Tropical Medicine de Alemania, entre otros centros.
La colaboración ha permitido confirmar que el virus Usutu ya circula en España y abre la puerta a un mayor seguimiento epidemiológico en los próximos años.
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