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Salud y Bienestar

Ser madre después de un cáncer de mama

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Ser madre después de un cáncer de mama

El miércoles 19 de octubre se celebra el Día Internacional de la lucha contra el cáncer de mama en todo el mundo.  El objetivo de esta celebración es sensibilizar y concienciar a la sociedad de la importancia de la lucha contra esta enfermedad.

El cáncer más frecuente en mujeres

Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el cáncer de mama sigue siendo el más frecuente en mujeres, seguido del de colon y recto. Se estima que este año se diagnosticarán en España 34.750 nuevos casos de cáncer de mama en mujeres. La dureza de un diagnóstico que con opciones como la preservación de la fertilidad perfila un halo de esperanza para las pacientes que se aferran con fuerza a una posibilidad futura de ser madres una vez superada su enfermedad. De entre los diferentes tipos de cáncer que presentan las pacientes, el de mama es el más frecuente, representando aproximadamente el 60% de las preservaciones realizadas en IVI.

Ser madre después de un cáncer de mama

“Es fundamental que, en el traumático momento del diagnóstico, la paciente reciba una información médica rigurosa y holística, que tenga en cuenta distintos aspectos trascendentales de la vida de una mujer, como puede ser su deseo de ser madre, y que empatice con ella y sus necesidades. La paciente con cáncer, además de ser informada, debe ser escuchada. Nuestro objetivo en IVI es que ninguna mujer tenga que renunciar a la maternidad por culpa del cáncer y la falta de información”, afirma el doctor Javier Domingo, coordinador del programa de preservación por cáncer que IVI pone a disposición de los pacientes.

Uno de los principales miedos que existen entre las pacientes recién diagnosticadas de cáncer es cómo puede afectarles el tiempo necesario para vitrificar los óvulos, o si la estimulación ovárica puede tener implicaciones negativas en el pronóstico de la enfermedad.

La clave: congelar ovocitos

“Los datos publicados acerca del seguimiento de pacientes oncológicas que se han estimulado para congelar ovocitos muestran tasas de supervivencia similares a las que no lo han hecho. La estimulación ovárica que conlleva este procedimiento no repercute en la evolución del cáncer, debido sobre todo a que con la medicación utilizada los niveles de estrógenos que se alcanzan son similares a los observados en un ciclo natural. La coordinación con oncología permite controlar los tiempos de forma que esta estimulación no influya en el tratamiento oncológico posterior al que se vaya a someter la paciente. Debemos entender la vitrificación de ovocitos como una ventana de oportunidad para nuestras pacientes, y no como un bache en su camino de curación del cáncer”, añade el Dr. Domingo.

El testimonio de Elisa tras superar el cáncer

Para Elisa, su “bebé milagro’, como se refiere a su hija, es fruto de un tratamiento en IVI que le ha permitido ser madre soltera después de superar un cáncer de mama. Como ella misma afirma, un milagro de la ciencia y también fruto de la sensibilidad de su oncólogo, que le informó de la posibilidad del tratamiento de preservación de ovocitos antes de la quimioterapia; y de la profesionalidad de la doctora que la trató en IVI, quien le acompañó a lo largo de todo el proceso y le hizo entender que todas aquellas pruebas que para Elisa parecían barreras en el camino resultaron imprescindibles para asegurar el éxito en la implantación, a pesar de contar con tan solo un embrión sano.

Como Elisa, son muchas las mujeres que han logrado su deseo de ser madres, a pesar de haber tenido que luchar contra el indeseable e inesperado enemigo llamado cáncer de mama. Aunque en el momento del diagnóstico lo que prima por encima de todo es la supervivencia de la paciente, aún hay muchas situaciones en las que los oncólogos se centran solo en ese objetivo y obvian otros aspectos importantes de la vida de las mujeres, como puede ser su deseo de ser madres, algo que queda interrumpido de forma abrupta y relegado a un segundo plano.

La edad de las pacientes

Otra de las dudas que suelen surgir es qué opciones de éxito habrá una vez superado el cáncer. Y, en este sentido, los resultados siempre estarán directamente relacionados con la edad de la paciente en el momento de la vitrificación de óvulos. Cuanto más joven es la paciente al preservar su fertilidad, más posibilidades futuras tendrá de poder ser madre con sus propios ovocitos.

“Es muy duro ser madre y siempre tienes miedo de que la enfermedad vuelva a aparecer. Pero estoy muy contenta de tener a mi hija, de haberlo conseguido después de que el cáncer truncase mi vida con tan solo 34 años. Y estoy muy agradecida a los profesionales del hospital donde me traté del cáncer, que me comentaron la posibilidad de vitrificar óvulos, y al equipo de IVI, que me acompañó en todo el proceso”, relata Marta, otra madre a pesar del cáncer. Con su pequeña, ya son 59 los bebés nacidos de este Programa de Preservación de la Fertilidad para pacientes oncológicos, puesto en marcha por IVI en 2007, y del que se han beneficiado más de 1.400 mujeres diagnosticadas de cáncer.

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Qué significa tener hambre al rato de comer: la señal de que algo va mal

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Dieta Bioimis
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¿Te ha pasado que terminas de comer y, apenas una hora después, sientes otra vez hambre? No estás solo. Tener hambre al rato de comer es una sensación más común de lo que parece, y puede estar relacionada tanto con lo que comes como con cómo come tu cuerpo. En este artículo te explicamos por qué ocurre, qué causas pueden estar detrás y qué puedes hacer para controlarlo sin pasar hambre ni ansiedad.


¿Es normal tener hambre poco después de comer?

Sentir hambre poco tiempo después de comer puede ser normal en determinadas circunstancias, pero también puede indicar que algo no está funcionando correctamente en tu metabolismo, tus hormonas o tus hábitos alimenticios.

El hambre es un mecanismo fisiológico controlado por una compleja red de hormonas (como la grelina y la leptina), neurotransmisores y señales del sistema digestivo. Cuando el cuerpo necesita energía, se libera grelina, la “hormona del hambre”, que avisa al cerebro de que es hora de comer. Tras una comida completa, deberían aumentar los niveles de leptina y otras hormonas de saciedad, lo que envía al cerebro la señal contraria: la de estar satisfecho.

Si esa sensación de saciedad dura poco o desaparece enseguida, puede que el cuerpo no esté recibiendo los nutrientes o las proporciones adecuadas para mantenerse estable.


Causas más frecuentes del hambre poco después de comer

1. Comidas bajas en proteínas o grasas saludables

Uno de los errores más comunes es comer platos con muchos carbohidratos simples (pan blanco, arroz, pasta o dulces) y pocas proteínas o grasas saludables.
Estos alimentos provocan picos rápidos de glucosa en sangre que, tras una subida, se desploman en poco tiempo. Esa caída brusca de azúcar activa de nuevo el apetito y genera la sensación de hambre, aunque el estómago esté lleno.

Solución: incluye en cada comida una fuente de proteína (pollo, pescado, huevo, tofu o legumbres) y grasas saludables (aguacate, frutos secos, aceite de oliva virgen extra). Te ayudarán a mantener la glucosa estable y a prolongar la sensación de saciedad.


2. Exceso de azúcares o carbohidratos refinados

Los productos ultraprocesados, los zumos industriales o los cereales azucarados generan lo que se conoce como “montaña rusa de glucosa”. Este fenómeno hace que, tras un pico energético momentáneo, tu cuerpo reclame más comida rápidamente.

Solución: opta por carbohidratos complejos y de bajo índice glucémico, como avena, arroz integral, legumbres o pan de centeno, que se digieren más lentamente y mantienen estables los niveles de energía.


3. Comer demasiado rápido

Cuando comes con prisa, el cerebro no tiene tiempo de procesar la señal de saciedad. El cuerpo necesita entre 15 y 20 minutos para activar la respuesta hormonal que indica que has comido suficiente. Si terminas antes, es muy probable que al poco rato vuelvas a tener hambre.

Solución: mastica despacio, evita distracciones como el móvil o la televisión y da tiempo a tu cuerpo a “registrar” la comida.


4. Falta de fibra en la dieta

La fibra es uno de los componentes más importantes para regular el apetito. Aumenta el volumen de los alimentos en el estómago, ralentiza la digestión y ayuda a mantener estable el azúcar en sangre.
Si tu dieta es pobre en frutas, verduras o cereales integrales, es normal que la sensación de saciedad desaparezca enseguida.

Solución: añade más fibra soluble (presente en avena, manzana, lentejas o chía) para mantenerte lleno durante más tiempo.


5. Desequilibrio hormonal

En mujeres, especialmente en etapas de perimenopausia o síndrome premenstrual, los niveles de estrógenos y progesterona pueden alterar las señales de hambre y saciedad.
También en hombres y mujeres con resistencia a la insulina o hipotiroidismo, el apetito puede dispararse incluso tras comidas completas.

Solución: si notas que este patrón se repite con frecuencia, consulta con un endocrino. Un análisis hormonal puede detectar desequilibrios que estén afectando tu metabolismo.


6. Deshidratación

A menudo confundimos hambre con sed. El hipotálamo —la parte del cerebro que regula ambas sensaciones— puede enviar señales similares cuando el cuerpo necesita agua.

Solución: antes de picar algo, bebe un vaso de agua y espera unos minutos. Si la sensación desaparece, probablemente tu cuerpo solo necesitaba hidratarse.


7. Falta de sueño y estrés

Dormir poco o vivir en estado de estrés continuo aumenta la grelina (hormona del hambre) y reduce la leptina (hormona de la saciedad). El resultado: más apetito, más ansiedad por comer y más dificultad para controlar los impulsos, sobre todo por alimentos calóricos y dulces.

Solución: procura dormir entre 7 y 8 horas por noche y busca técnicas que te ayuden a gestionar el estrés, como el ejercicio físico, la meditación o pasear al aire libre.


8. Consumo excesivo de alcohol o cafeína

El alcohol inhibe temporalmente la producción de leptina, mientras que la cafeína puede alterar el equilibrio del azúcar en sangre. Ambos factores provocan un efecto rebote de hambre tras su consumo.

Solución: reduce el alcohol y limita la cafeína a dos tazas de café al día. Si te apetece una bebida caliente, elige infusiones naturales o descafeinadas.


Cómo saber si lo que sientes es hambre real o emocional

A veces, el hambre no tiene nada que ver con la necesidad de comer, sino con una respuesta emocional.
El hambre emocional aparece repentinamente, suele dirigirse hacia un tipo concreto de alimento (dulce, salado o ultraprocesado) y no desaparece aunque comas.

Por el contrario, el hambre fisiológica crece gradualmente y puede satisfacerse con casi cualquier tipo de comida.

Truco: antes de comer, pregúntate si es hambre o aburrimiento, ansiedad, estrés o cansancio. Identificar la diferencia es clave para mantener una relación sana con la comida.


Consejos para evitar tener hambre al poco tiempo de comer

  1. No te saltes comidas. Saltar comidas desequilibra tus hormonas y aumenta el riesgo de atracones.

  2. Incluye proteínas y grasas saludables en cada plato. Ayudan a mantener estable el azúcar en sangre.

  3. Prioriza alimentos reales. Evita ultraprocesados y apuesta por frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.

  4. Mantente hidratado. Muchas veces el cuerpo pide agua, no comida.

  5. Descansa lo suficiente. Dormir bien mejora el control del apetito.

  6. Gestiona el estrés. Evita que el cortisol dispare el hambre emocional.

  7. Escucha a tu cuerpo. Come despacio, sin distracciones y solo hasta sentirte satisfecho.


Cuándo consultar con un especialista

Si sientes hambre de forma constante después de comer, incluso tras menús equilibrados y con horarios regulares, puede ser un signo de resistencia a la insulina, hipoglucemia reactiva o alteraciones hormonales.
Un endocrino o nutricionista puede ayudarte a encontrar la causa exacta y ajustar la dieta a tus necesidades metabólicas.


Conclusión: el hambre temprana es una señal que el cuerpo envía, no un fallo

Tener hambre poco después de comer no siempre es un problema, pero sí una alerta de que algo puede mejorarse en tu alimentación, tu descanso o tu equilibrio hormonal.
Escuchar al cuerpo, elegir alimentos saciantes y mantener hábitos saludables son las claves para controlar el apetito sin renunciar al placer de comer.

Cuando el cuerpo recibe los nutrientes adecuados, el hambre deja de ser una lucha y se convierte en un mensaje de equilibrio interno.

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