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Salud y Bienestar

Los alimentos infalibles para prevenir resfriados

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Esta es la hortaliza saludable que debes tomar a diario para prevenir los resfriados en invierno
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La tradición popular atribuye propiedades curativas a los alimentos con vitamina C, pero ¿sabemos cuáles son los alimentos para prevenir resfriados?

Algunos como el ajo, la sopa de pollo o la miel frente al resfriado, la tos, la congestión o la gripe. Sin embargo, en la actualidad no hay ninguna prueba científica que demuestre que su consumo sea beneficioso para este objetivo.

Según ha explicado la doctora Laura Arranz, profesora del Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimenación y Gastronomía de la Universidad de Barcelona, lo que realmente contribuye a prevenir estas enfermedades, e incluso a aliviar sus síntomas, es seguir hábitos de vida saludables y una alimentación equilibrada.

La doctora ha precisado que «más allá de la vitamina C hay muchos nutrientes imprescindibles para el sistema inmunitario. Todas las vitaminas, minerales como el zinc, antioxidantes como los polifenoles o los betacarotenos, grasas como los Omega-3 y las fibras (sobre todo de tipo soluble) son básicos en un cóctel de salud».

MINERALES Y VITAMINAS
Las vitaminas A, C y E, el magnesio, el cobre, el manganeso o el hierro son algunos de los elementos clave en los procesos celurares que ayudan a neutralizar los radicales libres y el estrés oxidativo.

La doctora Arranz ha aclarado que «el funcionamiento correcto del metabolismo y de las defensas antioxidantes requiere la presencia de estos nutrientes en cantidades suficientes». La pregunta que subyace es qué alimentos propocionan estos nutrientes.

Según la experta, «los alimentos de origen vegetal son ricos en antioxidantes, pero especialmente la fruta, las hortalizas, las verduras de hoja verde, las semillas y los frutos secos». Además, ha aconsejado «consumir una buena parte de estos vegetales en crudo o con tiempos de cocción adecuado para que la ingesta de antioxidantes se amayor».

EL ZINC COMO REGULADOR DEL SISTEMA INMUNE
La doctora Arranz ha explicado que «el zinc es un oligoelemento esencial que juega un papel clave en más de 300 enzimas y está involucrado en la comunicación celular, además de desempeñar un importante papel en la regulación del sistema inmune».

Ha añadido, además, que «el déficit de zinc, que afecta al 20% de la población mundial, se asocia a la disminución del sistema inmunitario». Entre los alimentos que contienen zinc se encuentran las carnes, el pescado, los moluscos, las espinacas o los frutos secos.

OMEGA-3: GUARDIÁN DE LAS DEFENSAS
Las grasas Omega-3 son importantes para el sistema inmunitario, para la salud cardiovascular y para la salud visual y cerebral pero además intervienen como precursores de las moléculas antiinflamatorias.

La experta ha detallado que «si queremos cuidar las defensas, debemos aumentar la ingesta de frutos secos, especialmente nueces y almendras, para conseguir un aporte diario de dos gramos de ácido alfa-linolénico y pescado azul para conseguir 200 gramos de ácido docosahexaenoico (ácido graso poliinsaturado omega-3)».

LA FIBRA, UNA COMPAÑERA ALIADA
La nutricionista ha revelado que «la fibra ayuda a la nutrición y el bienestar de las bacterías beneficiosas que residen en el intestino y que juegan a un rol principal en el sistema inmunitario, por lo es imprescindible en el día a día».

Además, la fibra dietética proviene de los alimenos de origen vegetal tales como las legumbres, las semillas, los frutas secos, las verduras o las frutas.

Sin embargo, la doctora ha advertido que las legumbres «puedencausar problemas de flatulencia debido a la gran cantidad de fibra que aportan». Por ello, para evitar este problema ha aconsejado «tomar raciones pequeñas tres veces pro semana en lugar del tradicional plato de legumbres solo un día a la semana».

Alimentos para prevenir resfriados

La lista de alimentos que ayudan a prevenir gripes, catarros y resfriados es larga… Educo nos la detalla.

1. Pescados, un gran aporte de Omega-3

Los pescados, entre los que destaca el pescado azul, aportan proteínas y Omega-3 al organismo. Estas sustancias ayudan al organismo a proteger los pulmones de las infecciones respiratorias al sintetizar anticuerpos. Ya ves: incluye pescado en el menú semanal. Dos porciones semanales de salmón ayudarán a levantar tus defensas.

2. Cítricos, el consejo de la abuela

¡Y cuánta razón tiene la abuela! Los cítricos son ricos en vitamina C, un nutrientes que puede ayudar a frenar el avance de un resfriado. ¿Lo mejor? Alternar los cítricos consumiendo naranja (muy rica en vitamina C), mandarina (rica en betacarotenes) y limón (gran valor antiséptico que lo convierte en un remedio natural contra el dolor de garganta y la tos).

3. Huevos: proteínas, vitaminas y minerales

Los huevos son un comodín en la cocina, no dudes en prepararlos un par de veces por semana. Un huevo contiene casi 7 gramos de proteína, pero además aporta al organismo vitaminas y minerales, entre los que destacan las vitaminas B6 y B12, el selenio y el zinc, ¡fundamentales para mantener fuerte el sistema inmunológico!

4. Yogur, el poder de los probióticos

Hoy en día se habla mucho de probióticos en la publicidad, pero ¿qué son? Los yogures tienen cultivos vivos que ayudan al sistema inmunológico a evitar que las bacterias malas progresen dentro del cuerpo. ¿Cómo? Muy fácil: si las bacterias buenas son más que las malas, ¡la guerra por la salud está ganada!

5. Verduras de hojas oscuras para reducir el tiempo de la enfermedad

La mayoría de nosotros piensa en un zumo de naranja para ingerir vitamina C. ¿Qué me dirías si te digo que las espinacas, las coles de Bruselas, la lechuga y el brócoli tienen más vitamina C que los cítricos? Incluye estas verduras en la dieta de los peques y si los niños se niegan a comer verduras, ¡disfrázalas! En el enlace te damos ideas al respecto.

6. Calabaza, la reina del beta-caroteno

El betacaroteno es esencial para el organismo ya que cuando éste lo absorbe, se transforma en vitamina A, un nutriente que mejora las defensas y ayuda a prevenir enfermedades. Dale a tus hijos calabaza asada, en crema, mezclada con arroz o en puré, ¡es rica y súper nutritiva! Si a tu hijo no le gusta la calabaza pero sí la zanahoria, ¡a por ella! Las zanahorias también tienen mucho beta-caroteno, motivo por el cual su acción es similar a la de la calabaza.

7.  Kiwi, vitamina C al por mayor

Un kiwi aporta al cuerpo más vitamina C que una naranja. Es cierto que puede ser más difícil para los peques comer un kiwi que beber un zumo pero ¡con intentar no se pierde nada!

8. Cebolla y ajo, antibióticos naturales

Tanto la cebolla como el ajo ayudan a prevenir y curar la gripe y los resfriados. Ambos tienen propiedades mucolíticas que ayudan a expulsar secreciones. ¿Un consejo? A los peques suele molestarles más la textura que el sabor de estos alimentos, por eso te recomendamos trocearlos y cocinarlos hasta que no sean perceptibles en el paladar. No abuses de ellos y verás que los peques los comen sin casi darse cuenta.

9. Miel, efecto antitusivo ¡y preventivo!

Incluir la miel en el desayuno de los niños mayores (recuerda que los niños menores de 3 años no deben consumir miel por el riesgo de botulismo) puede ser una gran idea. La miel tiene un efecto preventivo al aumentar las defensas naturales y antitusivo, aliviando la molesta picazón de garganta. Sírvele a tu hijo una tostada con miel o coloca un poco de miel en la leche, ¡le encantará!

10. Frutos secos y legumbres para mantener el calor corporal

Parece una locura pero no lo es: en invierno, perdemos fácilmente el calor corporal, exponiéndonos a toda clase de enfermedades. Los alimentos híper calóricos como las legumbres y los frutos secos aportan la energía necesaria para mantener la temperatura corporal correcta, manteniendo a raya a las enfermedades. Además, tanto los unos como los otros aportan hierro y antioxidantes, fundamentales para mantener el sistema inmunológico fuerte.

11. Frutos rojos, vitamina C en pequeñas dosis

Los frutos rojos aportan vitamina C aunque para que sean realmente efectivos es necesario consumir gran cantidad. Los mencionamos porque ¡son fáciles de incluir en la dieta y a los peques les encantan! ¿Quién puede resistirse a las fresas, las moras y los arándanos? Incorpóralos al yogur o haz un rico batido de frutos rojos con leche.

12. Setas, propiedades antibacterianas

Las diversas setas, hongos y champiñones tienen propiedades antibacterianas que ayudan a combatir las enfermedades. Utilízalos en tostadas, cremas o como acompañamiento para carnes. Una buena alimentación es tan importante como un buen abrigo. Este invierno no lo dudes y prepara un menú equilibrado que incluya estos alimentos para prevenir gripes, catarros y resfriados.

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¿Cuándo dejan los niños de ir al pediatra?

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¿Cuándo dejan los niños de ir al pediatra?
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El cuidado de la salud infantil es una prioridad para cualquier familia. Desde que un bebé llega al mundo, los padres comienzan a recibir visitas periódicas al pediatra, un médico especializado en la salud de los niños. Estas consultas son esenciales para el seguimiento del desarrollo físico y emocional, la vacunación, y la prevención de enfermedades. Sin embargo, con el paso de los años, surge la pregunta: ¿cuándo dejan los niños de ir al pediatra? A continuación, te ofrecemos una guía sobre este proceso y todo lo que debes saber acerca de la transición a la atención médica para adultos.

El papel del pediatra en la infancia

El pediatra es fundamental durante los primeros años de vida del niño. En sus consultas, no solo se encarga de las revisiones físicas, sino que también realiza un seguimiento del desarrollo emocional y cognitivo. Entre las principales funciones del pediatra se encuentran:

  • Control de crecimiento y desarrollo: El pediatra evalúa el desarrollo motor, cognitivo y emocional del niño. Esto incluye la observación de hitos como caminar, hablar y socializar.
  • Vacunación: Asegura que el niño reciba todas las vacunas necesarias para prevenir enfermedades graves.
  • Diagnóstico y tratamiento de enfermedades comunes: Los pediatras tratan desde resfriados y fiebre hasta problemas más complejos como infecciones o enfermedades crónicas.
  • Consejos sobre la salud y el bienestar: Los pediatras brindan orientación sobre la alimentación, el sueño, la actividad física y otros aspectos del cuidado general del niño.

¿Hasta qué edad es recomendable seguir visitando al pediatra?

Aunque la recomendación general es que los niños sigan siendo atendidos por un pediatra hasta los 14 o 15 años, esta edad puede variar dependiendo del país, la cultura y las necesidades individuales de cada niño. La transición a un médico de adultos, como un médico de familia o un internista, puede realizarse gradualmente a medida que el niño crece. Aquí te presentamos los momentos clave:

1. Hasta los 2 años: Consultas frecuentes

Los bebés y niños pequeños requieren visitas al pediatra con mayor frecuencia, debido a su rápido desarrollo y a la necesidad de seguir el calendario de vacunas. Entre los 0 y los 2 años, las consultas son habituales, ya que el pediatra monitorea el crecimiento, las enfermedades comunes y las etapas de desarrollo.

2. De 2 a 6 años: Visitas periódicas

Durante la infancia temprana, las visitas al pediatra siguen siendo necesarias, aunque no tan frecuentes. El pediatra continúa controlando el crecimiento, las enfermedades, la nutrición y el desarrollo físico. También se realizan revisiones periódicas a medida que el niño comienza la escolarización. El calendario de vacunación sigue siendo una prioridad.

3. De 6 a 12 años: Visitas anuales

A medida que el niño entra en la escuela primaria, las consultas al pediatra suelen ser anuales, salvo que haya problemas de salud que lo requieran. Durante este período, el pediatra también revisa el desarrollo social, emocional y físico, y se asegura de que el niño se esté desarrollando adecuadamente en todas las áreas. También se trata el control de enfermedades comunes y se sigue con el esquema de vacunación.

4. De 12 a 14 años: Adolescencia temprana

Cuando los niños entran en la adolescencia, las visitas al pediatra continúan siendo importantes. A esta edad, los pediatras están acostumbrados a tratar problemas relacionados con la pubertad, cambios hormonales, salud mental y orientación sobre hábitos saludables. La adolescencia es un momento crítico para la prevención de problemas como el acné, trastornos de la conducta alimentaria o problemas de salud mental.

5. ¿Cuándo se transita a un médico de adultos?

Alrededor de los 14 o 15 años, algunos pediatras sugieren que es el momento de realizar la transición a un médico de adultos, en parte debido a los cambios fisiológicos que ocurren durante la pubertad. Sin embargo, este paso no es obligatorio y depende de las necesidades específicas del adolescente. En algunos casos, especialmente si el niño tiene una afección crónica o un problema médico significativo, el pediatra puede seguir siendo el médico principal hasta los 18 años.

Consideraciones para la transición al médico de adultos

El paso del pediatra a un médico de adultos no siempre es fácil. Aquí hay algunos factores a tener en cuenta:

  • La relación con el pediatra: Muchos niños y adolescentes se sienten cómodos con su pediatra, que ha sido parte de su vida durante años. La transición puede ser emocionalmente difícil para algunos, ya que pueden sentirse inseguros al cambiar de médico.
  • El tipo de atención médica necesaria: Si el niño o adolescente tiene una condición crónica (como asma, diabetes o problemas cardíacos), es posible que necesite un seguimiento más cercano y especializado. En este caso, el pediatra podría seguir involucrado en el tratamiento hasta la edad adulta.
  • La disponibilidad de un médico de adultos: La transición también depende de la disponibilidad de un médico de adultos en la localidad, especialmente si el niño vive en una zona rural o tiene un acceso limitado a servicios médicos.

¿Qué sucede si el niño tiene problemas de salud a una edad avanzada?

Algunos adolescentes pueden enfrentar problemas de salud a medida que entran en la adolescencia. El pediatra sigue siendo la mejor opción en estos casos debido a su experiencia con problemas específicos de la adolescencia, como trastornos hormonales o emocionales, aunque los médicos de familia también están capacitados para tratar estos problemas.

¿Es posible que el niño no pase directamente al médico de adultos?

En algunos casos, los pediatras pueden seguir atendiendo a niños mayores de 15 años si la situación lo requiere, especialmente si el niño tiene condiciones médicas complejas que necesitan seguimiento. Además, en algunos países, existen clínicas de atención para adolescentes donde se puede seguir recibiendo atención especializada, pero no necesariamente bajo el marco de la pediatría tradicional.

Conclusión

El momento de dejar de ir al pediatra depende de varios factores, incluidos el desarrollo físico y emocional del niño, así como la salud y el tipo de atención médica que necesite. Aunque la mayoría de los niños hacen la transición a un médico de adultos entre los 14 y 15 años, este proceso puede ser flexible, dependiendo de las circunstancias. Lo importante es asegurarse de que el niño o adolescente reciba el seguimiento médico adecuado en todas las etapas de su vida para garantizar su bienestar.

Es fundamental que los padres y cuidadores estén atentos a las necesidades de salud de sus hijos, y si tienen dudas sobre cuándo hacer la transición o cómo, pueden consultar con su pediatra para determinar la mejor opción para el futuro de la salud de su hijo.

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