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Psicología

Este es el mayor arrepentimiento de las mujeres antes de morir, según un estudio de Harvard

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mayor arrepentimiento mujeres antes de morir

Un extenso estudio de la Universidad de Harvard, dirigido por el psiquiatra Robert Waldinger y desarrollado a lo largo de 85 años, ha sacado a la luz uno de los mayores lamentos de las mujeres en su etapa final de vida: no haber vivido auténticamente, sino bajo las expectativas de los demás.

Vivir para los demás: un sacrificio que deja huella

El estudio revela que muchas mujeres llegan a sus últimos años arrepentidas por haber pasado gran parte de su vida condicionadas por lo que los demás pensaban de ellas. Este comportamiento, centrado en satisfacer las expectativas sociales, profesionales y familiares, llevó a muchas de ellas a ignorar sus propios deseos y necesidades.

Este patrón, aunque común, genera una desconexión profunda con la identidad auténtica de las mujeres, lo que deriva en frustración y tristeza en su etapa final. Según Waldinger, el principal arrepentimiento de estas mujeres es no haber tomado decisiones alineadas con su propio ser y haber dejado de lado lo que realmente deseaban.

Impacto emocional de vivir bajo la presión externa

El vivir constantemente tratando de cumplir con las expectativas de los demás no solo afecta el desarrollo personal, sino que también tiene un fuerte impacto en el bienestar emocional. Las mujeres que han pasado años intentando complacer a otros y adaptarse a los estándares de la sociedad, terminan sintiendo un profundo vacío.

Al hacer un balance de sus vidas, muchas descubren que no vivieron de forma auténtica, lo que conlleva un profundo sentimiento de arrepentimiento. Además, el estudio señala que este tipo de comportamiento afecta directamente la salud mental, incrementando los niveles de estrés e infelicidad a lo largo de los años. Las mujeres que priorizan las opiniones ajenas sobre sus propios valores y deseos tienden a experimentar mayor insatisfacción, tanto personal como emocional, a lo largo de su vida.

La autenticidad: clave para una vida plena

El estudio de Harvard subraya la importancia de la autenticidad como un factor esencial para una vida satisfactoria y feliz. Waldinger destaca que vivir de manera auténtica significa tomar decisiones basadas en los propios deseos y valores, sin permitir que la opinión de los demás influya en el rumbo de la vida. Aquellas personas que logran ser fieles a sí mismas disfrutan de una vida más significativa, en la que predomina la satisfacción personal.

Asimismo, el estudio resalta el valor de las relaciones auténticas para el bienestar emocional. Conexiones profundas y genuinas permiten a las mujeres expresarse libremente, sin miedo al juicio de otros. Estas relaciones no solo fortalecen los vínculos personales, sino que también crean un entorno de apoyo y comprensión, factores clave para mejorar la calidad de vida.

Lecciones para el futuro: vivir sin arrepentimientos

Para aquellas mujeres que aún tienen la posibilidad de elegir cómo quieren vivir, el estudio de Harvard deja una lección clara: es fundamental priorizar los propios deseos y vivir de manera auténtica. Al tomar el control de su vida y dejar de lado la necesidad de cumplir con las expectativas externas, las mujeres pueden evitar los arrepentimientos que suelen surgir al final de la vida.

Este análisis, basado en décadas de investigación, invita a reflexionar sobre la importancia de ser fiel a uno mismo, de vivir una vida que refleje los valores y deseos personales, y de construir relaciones que permitan la autenticidad. En definitiva, es una llamada a actuar antes de que sea demasiado tarde para evitar esos sentimientos de arrepentimiento que tantas mujeres experimentan en sus últimos años.

Conclusión del estudio

El estudio de Harvard pone de manifiesto una verdad fundamental: vivir según las expectativas de los demás puede dejar una huella de arrepentimiento y vacío al final de la vida. Tomar decisiones alineadas con los propios deseos y valores no solo es clave para una vida más plena y feliz, sino también para evitar esos lamentables arrepentimientos que surgen cuando uno se da cuenta de que no vivió de acuerdo a lo que realmente quería.

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Psicología

Señales de alarma del suicidio: cómo detectarlas y actuar a tiempo

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Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Internacional para la Prevención del Suicidio, una jornada que busca visibilizar un problema que sigue siendo un tabú social y que provoca cada año miles de muertes evitables en todo el mundo. En España, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, más de 4.000 personas se quitan la vida cada año, lo que convierte el suicidio en la primera causa de muerte externa, muy por encima de los accidentes de tráfico.

El lema elegido para 2025 es “Changing the Narrative on Suicide” (Cambiando la narrativa sobre el suicidio). El objetivo es claro: romper con el silencio, desmontar mitos y generar un diálogo abierto que ayude a prevenir y a acompañar a quienes atraviesan un sufrimiento intenso.

Hablar del suicidio no lo provoca: un mito que hay que superar

Los psicólogos valencianos Enric Valls y Gracia Vinagre insisten en la importancia de hablar abiertamente sobre el suicidio. Valls recalca que no se trata de inducir, sino de informar, sensibilizar y concienciar: “Hablar es abrir salidas de emergencia. Si preguntamos y escuchamos, estamos dando a la persona la oportunidad de expresar su sufrimiento”.

Por su parte, Vinagre recuerda que el mito de que hablar del suicidio aumenta el riesgo es falso: “Cuando no se habla, quienes tienen ideas suicidas no se atreven a contarlo por miedo al juicio. Eso les deja aún más aislados y sin ayuda”.

Factores de riesgo y señales de alarma

La presidenta de la Federación de Salud Mental de la Comunitat Valenciana, Rosa Bayarri, advierte que el suicidio no responde a una única causa ni afecta a un solo grupo social. Entre las situaciones con mayor prevalencia se encuentran:

  • Jóvenes que no ven futuro ni oportunidades.

  • Personas desempleadas o en situación de calle.

  • Reclusos y personas privadas de libertad.

  • Víctimas de violencia machista.

  • Niños y adolescentes víctimas de acoso escolar.

  • Personas que sufren homofobia, racismo o discriminación.

  • Quienes padecen trastornos de salud mental graves.

Las señales de alarma incluyen cambios drásticos de conducta, aislamiento social, verbalizaciones sobre la muerte, pérdida de interés en actividades cotidianas, consumo abusivo de alcohol o drogas y conductas de riesgo.

El suicidio: acabar con el dolor, no con la vida

Enric Valls explica que, desde el punto de vista cognitivo, el suicidio no significa querer morir, sino “acabar con una situación insoportable de dolor”. Por eso, recalca, la clave está en mostrar que hay alternativas y muchas formas de aliviar el sufrimiento: ampliar redes sociales, pedir ayuda profesional o incluso ayudar a otros para encontrar sentido.

Gracia Vinagre añade que simplemente escuchar puede ser un acto preventivo: “Si alguien habla de suicidio y la otra persona responde con silencio o indiferencia, la sensación de aislamiento se multiplica. Pero si se aborda el tema con comprensión, se abre una puerta a la esperanza”.

El papel de los medios de comunicación

El Ministerio de Sanidad elaboró en 2020 una guía de recomendaciones para el tratamiento del suicidio en los medios. En ella se insiste en dos ideas clave:

  • El silencio informativo no es una opción, porque invisibiliza el problema.

  • El sensacionalismo tampoco lo es, ya que puede generar un efecto imitación.

Los expertos apuntan al efecto Papageno: mostrar testimonios de personas que han superado crisis suicidas y han encontrado alternativas puede tener un potente efecto preventivo.

Un problema social, no individual

Las asociaciones insisten en que el suicidio no puede entenderse como un problema exclusivo del individuo o de su familia, sino como un problema social que requiere respuestas colectivas. La prevención pasa por reforzar los servicios de salud mental, garantizar atención inmediata en situaciones de crisis y promover campañas de sensibilización permanentes.

En 2025, el Gobierno de España ha puesto en marcha el Plan Nacional de Prevención del Suicidio 2025-2027, que incluye la creación de un registro nacional de datos, un observatorio estatal, autopsias psicológicas y protocolos de intervención en colegios, centros de salud y residencias. Además, se han destinado más de 17 millones de euros a programas específicos de prevención.

Un reto añadido: jóvenes y nuevas tecnologías

Los expertos advierten de un reto emergente: el uso de inteligencia artificial y chatbots por parte de adolescentes y jóvenes en crisis. Aunque pueden ofrecer compañía, a veces refuerzan las ideas suicidas en lugar de contrarrestarlas. Por ello, se pide que estas herramientas estén programadas para derivar a recursos profesionales y no para validar decisiones de riesgo.

Cómo ayudar desde el entorno

La prevención del suicidio empieza en lo cotidiano. Los especialistas recomiendan:

  • Escuchar sin juzgar a la persona en crisis.

  • Preguntar directamente si tiene pensamientos suicidas.

  • Ofrecer apoyo emocional con gestos sencillos: mirar a los ojos, abrazar, acompañar.

  • No minimizar su dolor ni responder con frases hechas.

  • Facilitar recursos de ayuda profesional.

Recursos de ayuda inmediata

Las personas en crisis y sus allegados pueden recurrir a diferentes recursos de apoyo disponibles las 24 horas del día:

  • Teléfono 024: línea de atención nacional para la prevención del suicidio.

  • 112: número de emergencias para situaciones de riesgo inminente.

  • Teléfono de la Esperanza: 717 00 37 17.

Conclusión: hablar salva vidas

El Día Internacional para la Prevención del Suicidio 2025 nos recuerda que nadie quiere morir, sino dejar de sufrir. Hablar, escuchar y actuar son las claves para ofrecer alternativas y esperanza. Romper el tabú es el primer paso para que miles de personas encuentren una salida distinta al dolor.


Metadescripción SEO: El 10 de septiembre se celebra el Día Internacional para la Prevención del Suicidio 2025. Expertos en salud mental reclaman hablar del suicidio sin tabúes, detectar señales de alarma y ofrecer apoyo. En España, más de 4.000 personas se quitan la vida cada año.

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