Valencia
Fallas 2023: Colores vivos, vareta y arte urbano para las fallas más caras
Publicado
hace 3 añosen
Un hecho que ha marcado el trabajo de los artistas falleros para las Fallas de 2023, en las que se verán monumentos innovadores en el uso del color, con tonos vivos y casi fosforescentes, y que en algunos casos llevan la firma de artistas urbanos.
Así lo asegura en una entrevista con EFE el maestro mayor del Gremio de Artistas Falleros, Paco Pellicer, que asegura que el aumento de precios ha sido completamente «imprevisto» para los artistas que, cuando se disparó la curva de la inflación, ya habían comenzado a trabajar en los monumentos más grandes que ya se empiezan a ver «plantados» por toda València.
«Normalmente, el reto es partir de los presupuestos de las comisiones y ser capaces de desglosar qué porcentaje puede ir al monumento», explica Pellicer, pero este año la subida de precios se ha dado «a lo largo del proceso de construcción de la falla», con todo presupuestado y algunos ninots ya construidos, y se ha llegado a «distintas soluciones» según el caso.
«Algunos han llegado a un entendimiento con las comisiones para reducir trabajo y mantener el presupuesto, y en otros casos se ha podido incrementar el presupuesto», detalla.
LAS MATERIAS PRIMAS, DE UN 60 % AL DOBLE DE CARAS EN LAS FALLAS 2023
En general, eso hace que todas las fallas que se planten este año sean más pequeñas o se hayan hecho con un coste mayor al previsto, asegura Pellicer.
«La ilusión de todos, tanto de las comisiones como de los artistas, era tener un año completo y tranquilo», lamenta, especialmente tras la cancelación de las Fallas de 2020 por la pandemia, la celebración de las de 2021 en septiembre también por el covid y el mantenimiento de algunas restricciones en las de 2022.
Los artistas querían «poder acometer la construcción de fallas habitual» y las comisiones plantar monumentos «que llamasen la atención, que saltasen a la vista», y por ello habían presupuestado monumentos más caros de lo habitual, en los que el incremento de costes todavía ha sido mayor.

El maestro mayor del Gremio de Artistas Falleros, Paco Pellicer. EFE/Biel Aliño
En cualquier caso, «habrá que llegar a un acuerdo» y el maestro mayor se muestra convencido de que se llegará a «lo mejor para la fiesta», porque «ganas de plantar falla siempre hay».
Pero lo peor de la crisis generada por la pandemia ya ha pasado, gracias, dice, a las ayudas de la administración que, sin embargo, «no dieron para seguir adelante» a muchas personas que se han «buscado otro trabajo».
También gracias a que el sector está «diversificado» y muchos artistas se dedican durante el resto del año a hacer escenografía, decorados para cine, series y anuncios publicitarios, expositores para ferias o los escenarios de los grandes conciertos y festivales, como el Medusa o el Tomorrowland.
«Hay mucha intención de darle vida a la zona, ha habido acuerdos pero no se ha arrancado», considera el maestro mayor, que llama a trabajar con fondos europeos en hacer de esta zona de la ciudad «un verdadero centro cultural; no para salvar la profesión, porque se puede trabajar desde cualquier otro sitio, sino para salvar el espacio».
La supervivencia de la profesión tiene buenas perspectivas de futuro, según Pellicer, especialmente después de más de una década de implantación del Ciclo Superior de Formación Profesional de Artista Fallero y Construcción de Escenografías.
Ahora, «se ha renovado el personal y ha bajado mucho la media de edad» como consecuencia de esta FP, y el artista fallero celebra asimismo que, de este modo, «la gente que se va incorporando al sector ya tiene una formación específica».
Paco Pellicer aprecia cierto cambio en el uso de los colores en los últimos años, en los que cada vez más comisiones usan «tonos casi fosforescentes, más vivos o con matices más llamativos».
En cuanto a los materiales, los experimentos con la paja de arroz «no tuvieron éxito», con lo que siguen predominando la madera y el poliestireno.
Además, en los últimos años se ha recuperado la práctica ancestral de la vareta, el modelado de figuras utilizando listones de madera finos humedecidos para curvarlos, un material que había ido siendo sustituido progresivamente por el corcho polimérico blanco.
«La vareta es una técnica muy antigua, que se ha usado hace muchos años, pero ahora se vuelve a mostrar y la gente la valora», asegura. ¿Un ejemplo? La falla municipal de este año, el enorme corazón diseñado por Marina Puche y ejecutado por Manolo García.
El trabajo con artistas urbanos en el diseño de la falla es otra de las nuevas tendencias de los últimos años, con nombres como Dulk, Okuda o Escif firmando los bocetos de distintas comisiones.
«Siempre se ha colaborado con otros artistas, lo que pasa ahora es que se hacen patentes esas colaboraciones y se da a conocer su firma», asegura Paco Pellicer, que concluye que, en cualquier caso, las fallas siguen siendo, como siempre, «un trabajo en equipo».
Marta Rojo
Publicado
hace 10 horasen
6 noviembre, 2025
Cada mañana, miles de conductores se enfrentan al mismo panorama: kilómetros de atascos en las entradas y salidas de València. La congestión del tráfico se ha convertido en una rutina diaria que afecta tanto a quienes se desplazan por trabajo como a los residentes de los municipios del área metropolitana. Pero, ¿por qué se producen estos colapsos de forma tan constante?
La Gran València concentra a más de un millón y medio de habitantes repartidos en más de 40 municipios, la mayoría conectados por autovías radiales como la A-7, la V-31, la V-21 o la CV-35.
A pesar de contar con red de metro y autobuses interurbanos, el transporte público no cubre con eficacia todos los desplazamientos diarios. Esto hace que el coche particular siga siendo el medio más utilizado, especialmente en los trayectos de acceso al centro y los polígonos industriales.
Las entradas a València desde el norte, sur y oeste concentran la mayor parte de los atascos.
Tramos como la A-7 a la altura de Cruz de Gracia, la V-31 entre Silla y Catarroja, la V-21 desde Alboraia o la CV-35 desde Burjassot registran cada día varios kilómetros de retenciones, especialmente entre las 7:30 y las 9:00 de la mañana y entre las 17:30 y las 19:30 horas.
La falta de carriles suficientes y los numerosos puntos de confluencia entre vías provocan un efecto embudo difícil de resolver.
A estos factores se suman las obras de mejora viaria, la alta densidad de polígonos industriales en el entorno metropolitano y un crecimiento urbano disperso, que obliga a desplazamientos más largos y frecuentes.
Además, el transporte público metropolitano sigue fragmentado entre diferentes operadores, lo que complica la intermodalidad y hace menos atractiva la alternativa al coche.
A diferencia de otras grandes ciudades, València aún no dispone de carriles BUS-VAO ni de una red amplia de aparcamientos disuasorios conectados con metro o tranvía.
Esta ausencia de infraestructuras fomenta que la mayoría de los trabajadores accedan al centro urbano directamente en coche, saturando tanto los accesos como el anillo interior (V-30 y bulevares).
Las administraciones trabajan en planes de movilidad sostenible que buscan aliviar esta situación, con proyectos como:
La ampliación del metro y tranvía hacia municipios periféricos.
La creación de nuevas zonas de aparcamiento disuasorio en las entradas principales.
La implantación de carriles BUS-VAO para fomentar el uso compartido del vehículo.
Campañas para promover la movilidad activa (bicicleta y patinete) y el teletrabajo.
Aun así, los expertos advierten que sin una reducción real del uso del vehículo privado, los atascos seguirán siendo una constante. La solución pasa por una visión metropolitana del transporte y por apostar decididamente por un modelo de movilidad sostenible y eficiente.
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