En un discurso que se ha prolongado más allá de los seis minutos, la presidenta autonómica ha comenzado ensalzando el Belén instalado en la sede de la Presidencia de la Comunidad.
“Un año más nos encontramos ante uno de los nacimientos más bonitos del mundo, montado con más cariño y con más arte. De nuevo, vendrán a ver su Belén todos los madrileños y todos los que nos visitan por Navidad”, ha dicho, antes de recordar que “no todas las escenas tradicionales del nacimiento son bonitas y pacíficas”.
“Hay una terrible: la matanza de los santos inocentes dirigida por Herodes. Esos inocentes son los niños más pequeños, degollados junto con sus madres, que intentaban protegerlos en la calle o en sus casas”, ha dicho, para a continuación señalar que por desgracia, las guerras siguen entre nosotros, nos apagan y entristecen como hombres, y hoy, como entonces, nos preguntamos el porqué del mal”.
Ha sido entonces cuando, reivindicando las “raíces católicas” y lo que ha llegado a señalar como el mensaje “revolucionario” de Jesús, Ayuso ha continuado para añadir: “La respuesta la tenemos en el niño Dios, cuyo nacimiento recordamos aquí y en tantos lugares cada año por Navidad. Jesús trae un mensaje de esperanza y de confianza. Incluso en medio de los actos más atroces, su mensaje fue revolucionario, un antes y un después en la historia de la humanidad: amaos los unos a los otros”.
“Nuestras raíces católicas, universales, nos recuerdan que los hombres nacemos, ante todo, libres. Esa es la clave de la civilización cristiana: el hombre es libre hasta para decirle a Dios que no. Incluso para el mal más absoluto que supone el terrorismo. Pero ahí se encuentra también nuestra esperanza: si somos libres para hacer lo peor, también lo somos para hacer lo mejor; para hacer el bien, e incluso ser héroes”, ha pronunciado.
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