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Cultura

Treinta años del tranvía de València: su historia y 925 vueltas al mundo

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tranvía de València
Panorámica que presentaba la estación de Pont de Fusta en la inauguración, el 21 de mayo de 1994, del servicio comercial de tranvía de la ciudad. EFE/J.C. Cárdenas

València, 21 may (OFFICIAL PRESS-EFE).- El tranvía de València cumple 30 años de servicio como parte de la red de Metrovalencia, tiempo en que ha desplazado a cerca de 200 millones de usuarios en sus cuatro líneas y ha hecho un recorrido en millones de kilómetros equivalente al de dar 925 vueltas al mundo.

Según informa la Generalitat, el 21 de mayo de 1994 abrió la denominada Línea 4 (L4) del tranvía, recuperándose un sistema de transporte público que desde finales del siglo XIX hasta 1970 había vertebrado la ciudad y articulado la vida cotidiana de sus ciudadanos.

Con la recuperación de este medio de transporte por parte de la Generalitat, València se convertía en la primera ciudad española en recuperar un sistema de tranvía modernizado, una apuesta que imitaron en otras grandes capitales como Madrid, Barcelona, Sevilla o Bilbao.

La Conselleria de Medio ambiente, Agua, Infraestructuras y Territorio, en colaboración con Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV), han diseñado un logotipo conmemorativo que destacará en las diversas actividades programadas para conmemorar este 30 aniversario, como la proyección de un documental y exposiciones.

La evolución del tranvía de Valencia

En estos 30 años la red tranviaria ha evolucionado hasta contar con cuatro líneas en servicio: la Línea 4 (Mas del Rosari/Doctor Lluch), la 6 (Tossal del Rei/Marítim), la 8 (Marítim-/Neptú) y la 10 (Alacant-Natzaret).

La Generalitat valora que en 1994 la L4 contaba con 21 paradas y 9’8 kilómetros de red integrados en el entorno urbano de la ciudad y ahora consta de 25 kilómetros y 51 paradas, repartidas por los municipios de València (40), Burjassot (6) y Paterna (5), que los recorren 46 unidades de Siemens y Bombardier, siendo a su vez la que más desplazamientos ha registrado con un total de 154.880.421.

En cuanto al número de kilómetros recorridos en estos 30 años por las diferentes unidades de tranvía, el número total asciende a 37 millones, lo que equivale a 925 vueltas al mundo o 96,3 viajes desde la Tierra hasta la Luna.

A su vez, el desglose de tráfico por paradas sitúa a La Carrasca en primer lugar seguida muy de cerca por la histórica de Pont de Fusta y continuada por Benimaclet, Vicente Andrés Estellés y Vicente Zaragozá.

El año con más movimientos en estas tres décadas ha sido el último, 2023, alcanzando los 13,8 millones de pasajeros, siguiéndole 2019, con 9,2 millones.

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Cultura

Muere a los 47 años el valenciano Azuquita, creador del Rumbakalao e icono de la Ruta del Bacalao

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Azuquita
Azuquita-INSTAGRAM

El mundo de la música en España llora la pérdida de Pedro Bermúdez, conocido artísticamente como Azuquita, fallecido a los 47 años en Palma de Mallorca, ciudad en la que residía en los últimos años. La noticia fue confirmada por la prensa balear en la mañana del sábado 6 de septiembre de 2025 y rápidamente se difundió entre seguidores y compañeros de profesión.

Azuquita deja tras de sí un legado musical muy singular, marcado por la creación del Rumbakalao, un estilo híbrido que en los años 90 unió la rumba con los sonidos electrónicos de la mítica Ruta del Bacalao. Con esta fusión, el artista valenciano alcanzó una gran popularidad y se convirtió en uno de los nombres propios de aquella época.

El origen del Rumbakalao: la rumba se cruza con la Ruta del Bacalao

En plena efervescencia de la Ruta del Bacalao, un movimiento musical y cultural que marcó la Comunitat Valenciana y se extendió por toda España en los 80 y 90, surgió la figura de Azuquita. Mientras los clubes de Valencia y alrededores vibraban con el techno, el dance y el house, él apostó por un camino alternativo: versionar los grandes éxitos de la música de discoteca desde un prisma rumbero.

Ese experimento dio lugar al Rumbakalao, un género propio que unía el ritmo festivo y cercano de la rumba con la energía electrónica que dominaba las pistas de baile. Fue en 1993, con apenas 17 años, cuando Azuquita saltó a la fama al versionar “Así me gusta a mí” de Chimo Bayo, uno de los himnos indiscutibles de la Ruta. Su propuesta sorprendió y conectó con un público que buscaba nuevas formas de vivir la música.

Azuquita, un artista que rompió moldes en los 90

Con su estilo desenfadado, su humor característico y una personalidad cercana, Azuquita logró hacerse un hueco en la escena musical de los 90. Sus versiones convertían los éxitos electrónicos en temas que podían sonar tanto en una discoteca como en una verbena popular, lo que ampliaba enormemente su público.

Durante esa década lanzó tres discos:

  • Rumbakalao (1994)

  • Escucha que te digo (1995)

  • Sinelo Kalo (1997)

Cada uno de estos álbumes reforzaba su propuesta musical y consolidaba su imagen de artista rompedor. Su voz y su particular manera de interpretar canciones lo convirtieron en un referente de un estilo único que, aunque surgido en un contexto muy concreto, sigue siendo recordado por quienes vivieron aquella época.

La Ruta del Bacalao: un fenómeno cultural más allá de la música

Para entender la relevancia de Azuquita, es necesario recordar lo que supuso la Ruta del Bacalao. Más que un movimiento musical, fue una auténtica revolución cultural en la Comunitat Valenciana que tuvo su epicentro en discotecas míticas como Barraca, Spook, Puzzle o ACTV. Allí sonaban sesiones maratonianas de música electrónica que marcaron a toda una generación.

En ese ambiente dominado por el techno y el dance, irrumpió Azuquita con un toque inesperado: fusionar ese sonido de club con la rumba valenciana. Su propuesta, lejos de pasar desapercibida, ofreció un soplo de aire fresco y demostró que la Ruta también podía reinterpretarse desde otros estilos.

El Rumbakalao se convirtió así en un símbolo paralelo al fenómeno de la Ruta, con un aire más desenfadado y popular, que lo acercaba tanto a la cultura de la calle como a la de las discotecas.

Colaboraciones y proyección internacional

Aunque su época dorada estuvo en los 90, Azuquita no se quedó anclado en el pasado. Ya en los 2000, participó en proyectos que le llevaron más allá de España. Una de las colaboraciones más destacadas fue con el alemán Matthias Reim, lo que le permitió acercarse al público centroeuropeo.

Su versatilidad musical y su capacidad para adaptarse a diferentes estilos lo convirtieron en un artista querido dentro y fuera de la Comunitat Valenciana.

Azuquita y Los Rumba Kings: su etapa más reciente

En los últimos años, Azuquita formaba parte de Los Rumba Kings, un grupo que mantenía vivo el espíritu de la rumba española y con el que continuaba actuando en fiestas, conciertos y festivales. Desde Mallorca, su lugar de residencia, seguía compartiendo música y demostrando que su pasión por el escenario permanecía intacta.

Para sus seguidores, cada actuación era un viaje en el tiempo que recordaba la frescura de los años 90 y la época dorada del Rumbakalao.

El legado de Azuquita en la memoria musical valenciana

La muerte de Azuquita supone un golpe para quienes vivieron la Ruta del Bacalao y para los amantes de la música fusión en España. Su aportación fue única: logró unir dos mundos aparentemente opuestos, la rumba y la música electrónica, en un género propio que hoy sigue siendo recordado como una seña de identidad de los 90.

Además de su música, queda en el recuerdo su carácter alegre y su humor, que transmitía tanto en entrevistas como sobre el escenario. Su figura forma parte de la memoria colectiva de una generación que bailó sus versiones en discotecas, verbenas y fiestas populares.

La Ruta del Bacalao como patrimonio cultural

Hoy, con el paso del tiempo, la Ruta del Bacalao se reivindica como un fenómeno cultural que fue mucho más que ocio nocturno. Supuso un laboratorio musical, artístico y social que influyó en la música electrónica en España y dejó huella en generaciones posteriores.

En este contexto, artistas como Azuquita ayudaron a ampliar las fronteras de lo que podía ser la Ruta, demostrando que la innovación también cabía dentro de un movimiento ya de por sí experimental.

Un adiós con sabor a nostalgia

El fallecimiento de Azuquita a los 47 años deja un vacío en la música valenciana y en la historia reciente de la cultura popular española. Sus discos, sus versiones rumberas de clásicos de la Ruta del Bacalao y su papel en Los Rumba Kings forman parte de un legado que seguirá vivo en la memoria de sus seguidores.

En un momento en que se recupera la memoria de la Ruta y se organizan homenajes a aquel movimiento, la figura de Azuquita resurge como la de un artista que se atrevió a mezclar mundos y consiguió crear algo nuevo. Su Rumbakalao siempre será recordado como un sonido propio de los 90, un símbolo de una época irrepetible.

 

 

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