Paco Ferrandis
Entre la maraña informativa formada con las hazañas (pre)bélicas virtuales, los relatos y los cuentos difundidos por los impulsores del procés catalán (hacia la fuga de Cataluña o la cárcel española), vuelve a emerger la imagen del expresident de la Generalitat Valenciana Francisco Camps, en cuanto tótem de la (presunta) corrupción del PP valenciano.
A ello, hay que añadir la reciente aparición del libro del periodista Arcadi Espada, titulado Un buen tío, donde trata la persecución mediática de la que ha sido objeto Camps, en la que sobresalen las 169 portadas que El País dedicó a quien resultó declarado no culpable en el famoso juicio de los trajes.
Esta nueva entrega del proceso mediático a Camps, comienza con la celebración del juicio en la Audiencia Nacional por la denominada “trama valenciana de la Gürtel“. De una manera irreflexiva, los adversarios políticos del PP y la gran mayoría de los medios de comunicación dan pábulo a las declaraciones de Álvaro Pérez (El Bigotes), Pedro Crespo –por cierto, exsecretario de organización del PP gallego– y, especialmente, a la cantada de Ricardo Costa, exsecretario general del PPCV que derivaba toda la responsabilidad de la presunta financiación ilegal del partido hacia la máxima autoridad del PPCV y de la Comunidad Valenciana.
Esto ha supuesto un motivo de algarabía para la mayoría de los agentes de la política y de los mass media españoles:
Los partidos de la oposición (PSOE, Ciudadanos, Podemos y su confluencia valenciana, Compromís), que aprovechan la oportunidad para intentar debilitar al gobierno del PP. Sorprende la infabilidad que se concede a las declaraciones de personas imputadas por delitos de corrupción, los cuales -como estrategias de defensa- pretenden la absolución o, como mínimo, ver reducidas sus penas tirando de la manta y responsabilizando de las acciones delictivas a sus superiores.
Los medios de comunicación nacionales y los locales contrarios al PP, que se unen a la campaña orquestada por la oposición al gobierno de Mariano Rajoy.
Los medios de comunicación de Madrid favorables al PP, que encuentran la ocasión propicia para resaltar la corrupción del PP valenciano y, de esta manera, restar importancia a la corrupción en el PP madrileño. (Ya dijo el escritor valenciano Rafael Chirbes que “el mito de la corrupción de la Comunidad Valenciana ha crecido porque no tenían el mismo poder que otras para frenar las informaciones, pero la Gürtel viene de Madrid“).
En la elaboración de este mito antivalenciano ha contribuido de manera especial La Sexta, sobretodo en el programa La Sexta Noche. Nada más salir la noticia del juicio en la Audiencia Nacional, entrevistaban a la lideresa de Compromís Mónica Oltra para que exhibiera toda la demagogia de la que es capaz de desarrollar en su tema favorito.
Ahora, La Sexta Noche y demás medios dan sobrada cuenta sobre la investigación de la que es objeto Camps, por los sobrecostes que se produjeron con motivo de la instalación del circuito urbano de la Fórmula 1 en la ciudad de Valencia, y también en los actos que se celebraron por la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia.
Ya es viral la imagen de Francisco Camps y Rita Barberá, subidos a un Ferrari junto con los pilotos de Fórmula 1 Fernando Alonso y Felipe Massa, así como con el expresidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo. Con ella se ha querido imputar a los dirigentes valencianos su carácter derrochador corrupto. (Cualquier persona puede darse unas vueltas en Ferrari por el Circuito Ricardo Tormo por menos de 50 euros. Los hinchas aplauden con fervor a sus ídolos mientras estos conducen sus flamantes Ferraris de su propiedad).
El otro día el periodista Francisco P. Puche, pedía la publicación de un estudio del por qué la Comunidad Valenciana tiene adjudicada esa imagen de sociedad corrupta, sobresaliendo por encina de la Andalucía de los ERE, la Cataluña del clan Pujol y del caso Palau, el Madrid de la Gürtel, la Púnica y el caso Lezo, y -añado yo- la Galicia de Fariñas.
En mis blogs he reflexionado sobre esta cuestión, y en ellos me he atrevido a adelantar algunas hipótesis:
Existe una pésima percepción, en cuanto a estima y simpatía, del pueblo valenciano por parte de los ciudadanos de las restantes Comunidades Autónomas. Basta con echar un vistazo a las estadísticas que se reproducen en el libro de Josep Vicent Boira Valencia, La tormenta perfecta. Este fenómeno puede explicar la facilidad con la que periodistas y comunicadores de fuera de Valencia, asignan el carácter de corrupto a todo el pueblo valenciano, aprovechando los casos de la presunta corrupción del PPCV.
El propio Estado Autonómico genera una dura competencia entre las Comunidades Autónomas a la hora de recabar recursos con los que lograr su progreso económico-social. Así, por ejemplo, puede entenderse que el pretendido derroche con el que se concebía la instalación de Ferrari Land en Valencia, haya posibilitado su desembarco en Port Aventura, y que la desaparición de la F1 en Valencia suponga que las únicas carreras de la F1 se celebren en el circuito de Montmeló.
Y, por encima de cualquier otra consideración, este estado perceptivo nada favorable a la imagen del pueblo valenciano, favorece una posición sumisa en cuanto a su infrafinanciación. Así, la Comunidad Valenciana resulta contribuyente en el sistema actual, cuando es el único territorio pagano de los pobres, es decir, de los que tienen una renta per cápita inferior a la media española.
¿Voy por mal camino, Sr. Puche?
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