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Cultura

Joaquín Sabina anuncia ‘Hola y adiós’, la gira de despedida de escenarios «multitudinarios»

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El cantante español Joaquín Sabina durante una actuación. EFE/ Juan Ignacio Roncoroni/Archivo

El cantautor Joaquín Sabina ha anunciado ‘Hola y adiós’, una gira de despedida de los escenarios multitudinarios que arrancará en febrero de 2025 y lo llevará por ciudades de América y Europa, tal y como ha comunicado en redes sociales.

Inicio de la gira en América

La gira comenzará en América y durante once semanas recorrerá México, Estados Unidos, Costa Rica, Colombia, Perú, Chile, Uruguay y Argentina. Tras una breve pausa, la gira seguirá su rumbo a España y Europa, culminando en el mes de noviembre.

Fechas y venta de entradas

Las fechas, ciudades y venta de entradas se darán a conocer en el mes de julio para América y en septiembre para España. Desde la cuenta oficial de Sabina se ha definido a esta iniciativa como «un último nocaut emocional» con una veintena larga de temas que «son ya plegarias del sueño imposible del amor».

Una gira reciente y exitosa

La reciente gira de Sabina, la más rotunda de su dilatada carrera, reunió a más de 700.000 personas en casi 60 conciertos por una docena de países. «La ilusión, profesionalidad y experiencia del maestro de Úbeda vencieron el vértigo inicial, contagiando alegría y energía a sus músicos y ganándose al público», han concluido desde su equipo.

Carrera artística

Joaquín Sabina es uno de los cantautores y poetas más influyentes y queridos de España y América Latina. Con una carrera que abarca más de cinco décadas, Sabina ha dejado una huella imborrable en la música en español gracias a su estilo único, sus letras mordaces y su voz inconfundible.

Inicios y primeros éxitos

Sabina comenzó su carrera musical en los años 70 en Londres, donde se exilió durante la dictadura franquista. A su regreso a España, se estableció en Madrid y empezó a tocar en pequeños locales y cafés. Su primer álbum, «Inventario», fue lanzado en 1978, pero fue su disco «Malas compañías» (1980) el que lo catapultó a la fama con éxitos como «Pongamos que hablo de Madrid».

Consagración y grandes éxitos

Durante los años 80 y 90, Sabina se consolidó como un referente de la canción de autor con discos icónicos como «Hotel, dulce hotel» (1987), «Mentiras piadosas» (1990) y «19 días y 500 noches» (1999). Sus letras, que abordan temas como el amor, la política, la vida nocturna y la crítica social, resonaron con una amplia audiencia.

Colaboraciones y proyectos destacados

Sabina ha colaborado con numerosos artistas, entre ellos Joan Manuel Serrat, con quien grabó el exitoso álbum y gira «Dos pájaros de un tiro» (2007). Además, ha escrito canciones para otros cantantes y ha publicado varios libros de poesía y prosa.

Estilo y legado

Joaquín Sabina es conocido por su estilo ecléctico que mezcla rock, rumba, flamenco, tango y otros géneros. Sus letras destacan por su agudeza, ironía y profundidad poética. A lo largo de su carrera, ha vendido millones de discos y ha ofrecido multitud de conciertos en todo el mundo, consolidándose como una figura esencial en la música hispana.

Reconocimientos

A lo largo de su carrera, Sabina ha recibido numerosos premios y reconocimientos, incluyendo varios Premios Ondas, Premios de la Música y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Su influencia trasciende la música, siendo un referente cultural y social.

Vida personal

A pesar de su éxito, Sabina ha tenido una vida marcada por altibajos personales, incluyendo problemas de salud y episodios de depresión. Sin embargo, su capacidad para reinventarse y su resiliencia lo han mantenido siempre en el candelero. Reside en Madrid, donde continúa escribiendo y componiendo.

Últimos proyectos

En 2025, Sabina anunció su gira de despedida de los escenarios multitudinarios, titulada «Hola y adiós», que lo llevará por ciudades de América y Europa. Esta gira se anuncia como «un último nocaut emocional» con una veintena larga de temas que «son ya plegarias del sueño imposible del amor», consolidando así su legado en la historia de la música en español.

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El misterio del nicho 1501 del cementerio de Valencia

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El misterio del nicho 1501
El misterio del nicho 1501 del cementerio de Valencia

El Cementerio General de València esconde una curiosa historia en la que el amor, la desgracia, el terror y la fortuna se dan la mano. La historia de un nicho, el nicho de Emilia. Un enigmático caso que parece salido de la mente de Edgar Allan Poe Lovecratf, pero que es real y nos vuelve a confirmar que la realidad supera siempre a la ficción.

Para conocer quien descansa en el nicho 1501 y la historia olvidada que allí yace, debemos trasladarnos hasta finales del siglo XIX. Vicente García Valero era un actor y autor teatral nacido a mediados del siglo XIX que se enamoró perdidamente de Emilia Vidal Esteve. A pesar de su juventud, él contaba con 15 años y ella con 13 no tardaron mucho en casarse.

El trabajo de Vicente le llevó a trasladarse a Madrid, donde un día la alegría se transformó en desgracia cuando la joven falleció 1876 por un brote de fiebres tifoideas. 

El misterio del nicho 1501

Su cuerpo fue enterrado en una fosa común debido a que la familia no podía costear los gastos, pero el actor quiso recuperar el cuerpo de su amada costara lo que costara y finalmente logró exhumarla de manera clandestina casi dos años más tarde en el día de Nochebuena de 1877. Cuentan que Vicente tuvo que sobornar con dinero al sacerdote que pocas semanas atrás había enterrado a la chica.

Cuando abrió el féretro, Vicente relató que la joven «parecía como dormida». Tal vez lo viera así fruto de su enamoramiento ya que por el tiempo transcurrido su estado debía ser el de putrefacción y descomposición.

250 pesetas fue el precio que le tocó pagar, sin duda toda una pequeña fortuna para la época, para hacerse con el nicho número 1501 a perpetuidad. Y allí en el Cementerio General de València descansa desde entonces.

El tiempo pasó y Vicente se casó con Ángela, la hermana de su difunta esposa. Pero la historia no queda ahí, ya que el matrimonio tuvo una hija, a la que curiosamente llamaron Emilia, el mismo nombre que el amor de su vida.

Porque Vicente seguía obsesionado con su primera mujer. No la podía olvidar, y así lo demostraba cada año, mandando todos los 1 de noviembre dinero al cementerio para que limpiaran el nicho y lo adornaran de flores, hechos que relata él mismo en su libro ‘Páginas del pasado’.

Pero la desgracia volvió de nuevo a su vida con la muerte de su hija a la edad de 4 años y la de su esposa. Duro es el testimonio de un cartero, que fue testigo de la muerte de la pequeña cuando acudió a la casa para entregar un correo y le abrió la puerta Vicente con su hija en brazos. El cartero pensó que la niña estaba dormida y García Valero le respondió «no, está muy dormida, esta muerta.»

Pero en la mente de Vicente permanecía Emilia. No podía olvidar su recuerdo y tal vez fuera por eso que se volviera a casar con la otra hermana, Amparo. ¿Buscaba en ellas a su amada?

El décimo 1501

Si el relato hasta el momento es ya sorprendente todavía faltaba una última vuelta de tuerca. Un nuevo giro que hace de esta, una historia increíble pero cierta. Vicente, dedicó su vida al teatro, repartiendo su tiempo entre Madrid y València, pero tomando como residencia la capital de España. Allí le inundó la pena y tristeza por estar tan lejos del nicho de su amor a pesar de encargarse desde la distancia de su cuidado.

Hasta que un día dejó de enviar dinero. Era el 1 de noviembre de 1911 y su situación económica había empeorado por lo que no pudo hacer que limpiaran la lápida y le colocaran flores. Pero por fin a Vicente García Valero le iba a sonreír la suerte. El destino o lo que ahora llaman karma o tal vez, quien sabe si su amor, le iba a devolver todo el cariño que le había dedicado Vicente durante años.

Caminando por una administración de lotería próxima al teatro Apolo, Vicente vio un décimo y lo compró. Era el 1501.  En el sorteo del 10 de octubre de 1912 su número fue premiado con 6000 pesetas de la época. “Tantos años enviando dinero a mi amada y ahora es ella la que me lo devuelve”, exclamó Vicente según narra en su libro de memorias.

Ahora Vicente podía seguir pagando los arreglos y cuidados de la lápida cada 1 de noviembre. Y así lo hizo hasta que le llegó la muerte en Madrid el 12 de octubre de 1927. Y allí lejos de su amada se piensa que está enterrado.

Hoy en día nadie se acuerda ya del nicho 1501. La inscripción de la lápida está casi borrada por el paso del tiempo. “Recuerdo de V. García Valero” se puede leer.

Pero desde hace unos años, alguien coloca flores en el nicho 1501…

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