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«Convivencia», la palabra más repetida por Felipe VI en su discurso

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La carta del Rey Felipe VI que ha emocionado a un niño hospitalizado con tumor cerebral

El rey Felipe VI centró su mensaje de Navidad en los jóvenes, los más críticos con la monarquía. Felipe VI también apeló a la convivencia recordando los pactos de la transición, hasta en siete ocasiones repitió esa palabra, en un discurso en el que el monarca dedicó una parte sustancial a los jóvenes. También condena la violencia contra las mujeres, contra la que muestra su «repulsa».

Este es el discurso íntegro del Rey Felipe VI:

Buenas noches.
En estos días tan especiales, en los que siempre nos deben unir los mejores sentimientos, os deseo, junto a la Reina y nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, una Feliz Navidad y que en el año 2019 podáis ver cumplidos vuestros anhelos y aspiraciones.

Hoy no quiero dejar de recordar a quienes vivís una situación difícil por razones personales, económicas o sociales; o estáis lejos de vuestro hogar y seres queridos. En estas horas, que han de ser para la alegría y de celebración, nuestro corazón y nuestro pensamiento están a vuestro lado; y nuestro mayor deseo es que todas esas circunstancias queden pronto atrás.

A lo largo de los últimos años os he venido transmitiendo en Nochebuena mis inquietudes y reflexiones sobre nuestra democracia; sobre la cohesión social y territorial, la economía y el paro o la educación; también sobre la corrupción, el terrorismo, o la violencia contra las mujeres; una violencia, de tan triste actualidad y que merece siempre nuestra repulsa y condena más enérgica y el empeño de toda la sociedad para erradicarla de nuestra vida. Todas estas cuestiones que acabo de mencionar nos siguen preocupando, por supuesto, muy seriamente.

Permitidme que esta noche os hable de algo que también me parece muy importante. Quiero hablaros de nuestra convivencia, de los principios en los que se inspira, pensando en el presente y también en el futuro, en nuestras generaciones más jóvenes, a las que hoy me voy a dirigir especialmente.

El pasado 6 de diciembre, con motivo del 40 aniversario de nuestra Constitución, recordé nuevamente los ideales que animaron y unieron a los españoles durante la transición política y que han sido el fundamento, la base de nuestra libertad y de nuestro progreso de estos últimos 40 años: la reconciliación y la concordia; el diálogo y el entendimiento; la integración y la solidaridad.

Quienes vivieron aquellos años saben bien que si hay algo que los define fue el valor de trabajar juntos y unidos pensando en nuestro país y en su futuro; fue la voluntad de los españoles de entenderse y la de los líderes políticos, económicos y sociales de llegar a acuerdos, a pesar de estar muy distanciados por sus ideas y sentimientos.

A todos les unía un objetivo muy claro: la democracia y la libertad en España; definir unas reglas comunes que garantizaran nuestra convivencia. Y lo lograron. De ese éxito nos hemos beneficiado las siguientes generaciones; y lo que debemos hacer hoy es todo lo que esté en nuestras manos para que esos principios no se pierdan ni se olviden, para que las reglas que son de todos sean respetadas por todos. Y de esa manera asegurar a los jóvenes, con mayor garantía, nuevas décadas de progreso y avance como las que nosotros afortunadamente hemos conocido.

Quienes fuisteis protagonistas o testigos de la transición estoy seguro de que entenderéis muy bien lo que acabo de decir. A los que no vivisteis aquel tiempo y especialmente a las generaciones más jóvenes, tenemos el deber de haceros partícipes de ese período de nuestra historia, de ese camino que permite entender por qué y cómo España ha conseguido el cambio más radical de su historia; por qué y cómo ha avanzado y prosperado tanto nuestra sociedad desde entonces.

Yo creo que eso es necesario, sí; pero también creo que no es suficiente. Porque como sociedad tenemos una deuda pendiente con nuestros jóvenes. Somos responsables de su futuro y las circunstancias de hoy en día no son, ni mucho menos, las más fáciles.

Los jóvenes vivís inmersos en la realidad de una sociedad tecnológica —de cambios continuos y acelerados— que plantea nuevos interrogantes, pero que a la vez está llena de nuevas oportunidades. Tenéis talento, creéis en la paz, estáis abiertos al mundo porque sois y os sentís europeos, sois solidarios, estáis comprometidos con las causas sociales, con la lucha contra el cambio climático y la defensa del medio ambiente. Queréis vivir y convivir, pero tenéis problemas serios.

Sabéis que es muy difícil encontrar trabajo sin una adecuada formación. Muchos la tenéis, pero a veces os veis obligados a ocupar un puesto de trabajo que no es para el que os habéis preparado o que no responde a vuestras expectativas. Y os tenemos que ayudar: a que podáis construir un proyecto de vida personal y profesional, con un trabajo y un salario dignos, a tener un lugar adecuado donde vivir y, si así lo queréis, a formar una familia y poder conciliar con la vida laboral.

Nuestra responsabilidad, la de toda nuestra sociedad, es que vuestra capacidad, vuestra motivación, vuestra ilusión y esfuerzo, venzan a las dificultades; porque tenemos la obligación –contando con vosotros, con vuestra energía–, de seguir construyendo día a día un país mejor, más creativo, más dinámico, y siempre en vanguardia; una España más cohesionada socialmente y más comprometida con la igualdad real entre hombres y mujeres.

Hoy, que vivimos en una democracia asentada y que compartimos unos mismos principios y valores con otras democracias de nuestro entorno, es imprescindible que aseguremos en todo momento nuestra convivencia.

Una convivencia que se basa en la consideración y en el respeto a las personas, a las ideas y a los derechos de los demás; que requiere que cuidemos y reforcemos los profundos vínculos que nos unen y que siempre nos deben unir a todos los españoles; que es incompatible con el rencor y el resentimiento, porque estas actitudes forman parte de nuestra peor historia y no debemos permitir que renazcan; una convivencia en la que la superación de los grandes problemas y de las injusticias nunca puede nacer de la división, ni mucho menos del enfrentamiento, sino del acuerdo y de la unión ante los desafíos y las dificultades.

Una convivencia, en fin, que exige el respeto a nuestra Constitución; que no es una realidad inerte, sino una realidad viva que ampara, protege y tutela nuestros derechos y libertades. Todos los proyectos necesitan unos cimientos sólidos, y la España de hoy los tiene, porque están hechos de una voluntad decidida de concordia, de paz y de entendimiento.

Y esta es la reflexión que quería haceros llegar esta noche: que la convivencia —que siempre es frágil, no lo olvidemos— es el mayor patrimonio que tenemos los españoles. La obra más valiosa de nuestra democracia y el mejor legado que podemos confiar a las generaciones más jóvenes; y, por ello, debemos evitar que se deteriore o se erosione; debemos defenderla, cuidarla, protegerla; y hacerlo con responsabilidad y convicción. Así lo hemos demostrado durante estos últimos cuarenta años de libertad porque hemos creído en nosotros mismos y en nuestras propias fuerzas.

Ahora debemos valorar con orgullo lo que somos, lo que hemos hecho y confiar en lo que podemos hacer entre todos, alejando el desencanto o el pesimismo. Debemos ser conscientes de la nueva realidad que nos impone el siglo XXI y ser capaces de alcanzar consensos cívicos y sociales que aseguren el gran proyecto de modernización de España.

Con esa esperanza y confianza en el futuro, sigamos adelante. Con coraje y sin descanso. Porque todos podemos hacer mucho por el bien común, y superarnos cada día; haciendo cada uno lo que nos corresponde y apoyando a quien cumple con su obligación; animando a quien lo precisa —sin que nadie quede atrás—, y sumando todas nuestras fuerzas en el deseo de una España siempre mejor, porque los españoles lo merecemos.

A todo esto os animo. Gracias por escucharme y os deseo nuevamente a cada uno de vosotros y a vuestras familias, una muy feliz Navidad.

Eguberri on. Bon Nadal. Boas festas.
Buenas noches. Y feliz y próspero 2019.

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Última hora sobre el estado de salud de Jordi Pujol

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El expresidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, permanece hospitalizado por una neumonía leve que ha generado una insuficiencia respiratoria, motivo por el que seguirá ingresado varios días en la Clínica Sagrada Familia de Barcelona. A sus 95 años, el histórico dirigente catalán evoluciona de forma favorable, aunque continúa bajo vigilancia médica.

Estable pero fatigado: así se encuentra Jordi Pujol

Fuentes próximas a la familia confirman que Pujol ha pasado su segunda noche hospitalizado y que, pese a mantenerse estable, presenta fatiga, dolor generalizado y cansancio, síntomas compatibles con su infección pulmonar. Los médicos prevén que deberá permanecer ingresado entre cuatro y cinco días, previsiblemente hasta el jueves.

Aunque su estado físico es delicado, se describe a Pujol como consciente y orientado, siguiendo la evolución de su propia situación judicial.

A las puertas del juicio por su fortuna oculta

El empeoramiento de salud coincide con la proximidad del juicio por su patrimonio oculto, fijado para el 24 de noviembre en la Audiencia Nacional.

Esta semana, un equipo forense evaluó al expresident para determinar si está en condiciones de asistir presencialmente o si, por el contrario, debe participar por vía telemática, como solicitó su defensa.

Su hijo Oriol Pujol Ferrusola señaló recientemente que su padre «tiene ganas de ir a juicio», aunque reconoce que su cuerpo “no aguanta igual que antes”.

¿Puede Jordi Pujol acudir al juicio?

Los especialistas que lo examinaron deberán informar al tribunal sobre sus capacidades cognitivas y físicas.

Según declaraciones de su hijo, el expresident presenta dificultades de memoria propias de su edad y algunos marcadores compatibles con alzhéimer, aunque mantiene una lucidez suficiente para comprender el proceso.

No es un hombre inservible al que haya que retirar de la vida pública”, afirmó Oriol, insistiendo en que su padre no pretende eludir el juicio y que su deseo es comparecer.

Las acusaciones que afronta Jordi Pujol y su familia

La Audiencia Nacional juzgará a Jordi Pujol y a sus siete hijos, tras una década de investigación por la fortuna familiar no declarada.

  • La Fiscalía solicita 9 años de cárcel para el expresident.

  • Para sus hijos, pide penas de entre 8 y 29 años, siendo este último extremo para Jordi Pujol Ferrusola.

  • La Abogacía del Estado, en cambio, no acusa al expresident, pero reclama 25 años de prisión y una fianza millonaria para su primogénito.

Los delitos imputados incluyen asociación ilícita, blanqueo de capitales, falsedad documental, delitos fiscales y frustración de la ejecución.

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