Salud y Bienestar
La inteligencia artificial en la selección embrionaria: una realidad gracias a IVI
Publicado
hace 5 añosen
Por espectacular y futurista que parezca, usar la Inteligencia Artificial para analizar embriones de manera automática y estandarizada y mejorar las tasas de embarazo es ya una realidad. Así lo confirma un estudio de IVI titulado ‘A universal algorithm is available in last generation time-lapse incubators: embryo score provided by the KIDScoreD5 is strongly correlated with chromosomal status and clinical outcomes’.
IVI ya participó en el desarrollo del EmbryoScope (incubador con tecnología time-lapse) desde sus inicios, ayudando en su evolución y sentando las bases de la selección embrionaria automática. En su último avance, EmbryoScope presenta su sistema de software más novedoso, KIDScoreD5, mediante el que realiza selección y clasificación embrionaria de modo automático.
El estudio se ha llevado a cabo a lo largo de los tres últimos años, y ha contado con la casuística más extensa en la historia de la literatura científica hasta el momento (se han analizado más de 20.000 embriones y más de 3.000 pacientes). En él, IVI ha demostrado que la selección embrionaria universal, estandarizada y automática es una revolución y una realidad para el campo de la embriología. Como comenta el investigador principal del estudio, el Dr. Marcos Meseguer, supervisor científico de IVI Valencia, “el sistema KIDScoreD5 clasifica embriones automáticamente empleando Inteligencia Artificial, detecta y evalúa todos los pasos del desarrollo del embrión y además clasifica su morfología”.
Asimismo, el Dr. Meseguer apunta que “hemos visto que el sistema KIDScoreD5, mediante una valoración, distingue entre aquellos embriones con mayores probabilidades de ser cromosómicamente normales, euploides, y los que no lo son, aneuploides. En función de la puntuación que el sistema otorga a cada embrión sabemos la probabilidad de embarazo del mismo y la posibilidad de tener un bebé sano en casa”.
El sistema KIDScoreD5 analiza los embriones de manera automática otorgándoles una clasificación de uno a diez en función de su calidad y morfología. Dado que la selección embrionaria automatizada es más precisa que la manual, la probabilidad de embarazo evolutivo está directamente vinculada al porcentaje de puntuación y por tanto la paciente tiene más probabilidades de éxito.
Valores principales del estudio y del sistema KIDScoreD5
Es la primera vez, en el campo de la reproducción asistida, que se demuestra que el análisis de embriones automatizado tiene utilidad clínica.
Contar con la casuística más grande del mundo hasta el momento (más de 20.000 embriones analizados y más de 3.000 pacientes) es el mayor ejemplo de fiabilidad del sistema.
Al disponer de mayor información sobre cada embrión, aumenta la probabilidad de escoger el mejor para transferirlo.
La posibilidad de seleccionar y categorizar cromosómicamente los mejores embriones supone un aumento de las tasas tanto de gestación como de embarazo, y reduce asimismo las probabilidades anomalías cromosómicas.
Es una técnica absolutamente no invasiva que mejora los métodos de selección actuales.
Publicado
hace 17 horasen
11 noviembre, 2025
¿Te ha pasado que terminas de comer y, apenas una hora después, sientes otra vez hambre? No estás solo. Tener hambre al rato de comer es una sensación más común de lo que parece, y puede estar relacionada tanto con lo que comes como con cómo come tu cuerpo. En este artículo te explicamos por qué ocurre, qué causas pueden estar detrás y qué puedes hacer para controlarlo sin pasar hambre ni ansiedad.
Sentir hambre poco tiempo después de comer puede ser normal en determinadas circunstancias, pero también puede indicar que algo no está funcionando correctamente en tu metabolismo, tus hormonas o tus hábitos alimenticios.
El hambre es un mecanismo fisiológico controlado por una compleja red de hormonas (como la grelina y la leptina), neurotransmisores y señales del sistema digestivo. Cuando el cuerpo necesita energía, se libera grelina, la “hormona del hambre”, que avisa al cerebro de que es hora de comer. Tras una comida completa, deberían aumentar los niveles de leptina y otras hormonas de saciedad, lo que envía al cerebro la señal contraria: la de estar satisfecho.
Si esa sensación de saciedad dura poco o desaparece enseguida, puede que el cuerpo no esté recibiendo los nutrientes o las proporciones adecuadas para mantenerse estable.
Uno de los errores más comunes es comer platos con muchos carbohidratos simples (pan blanco, arroz, pasta o dulces) y pocas proteínas o grasas saludables.
Estos alimentos provocan picos rápidos de glucosa en sangre que, tras una subida, se desploman en poco tiempo. Esa caída brusca de azúcar activa de nuevo el apetito y genera la sensación de hambre, aunque el estómago esté lleno.
Solución: incluye en cada comida una fuente de proteína (pollo, pescado, huevo, tofu o legumbres) y grasas saludables (aguacate, frutos secos, aceite de oliva virgen extra). Te ayudarán a mantener la glucosa estable y a prolongar la sensación de saciedad.
Los productos ultraprocesados, los zumos industriales o los cereales azucarados generan lo que se conoce como “montaña rusa de glucosa”. Este fenómeno hace que, tras un pico energético momentáneo, tu cuerpo reclame más comida rápidamente.
Solución: opta por carbohidratos complejos y de bajo índice glucémico, como avena, arroz integral, legumbres o pan de centeno, que se digieren más lentamente y mantienen estables los niveles de energía.
Cuando comes con prisa, el cerebro no tiene tiempo de procesar la señal de saciedad. El cuerpo necesita entre 15 y 20 minutos para activar la respuesta hormonal que indica que has comido suficiente. Si terminas antes, es muy probable que al poco rato vuelvas a tener hambre.
Solución: mastica despacio, evita distracciones como el móvil o la televisión y da tiempo a tu cuerpo a “registrar” la comida.
La fibra es uno de los componentes más importantes para regular el apetito. Aumenta el volumen de los alimentos en el estómago, ralentiza la digestión y ayuda a mantener estable el azúcar en sangre.
Si tu dieta es pobre en frutas, verduras o cereales integrales, es normal que la sensación de saciedad desaparezca enseguida.
Solución: añade más fibra soluble (presente en avena, manzana, lentejas o chía) para mantenerte lleno durante más tiempo.
En mujeres, especialmente en etapas de perimenopausia o síndrome premenstrual, los niveles de estrógenos y progesterona pueden alterar las señales de hambre y saciedad.
También en hombres y mujeres con resistencia a la insulina o hipotiroidismo, el apetito puede dispararse incluso tras comidas completas.
Solución: si notas que este patrón se repite con frecuencia, consulta con un endocrino. Un análisis hormonal puede detectar desequilibrios que estén afectando tu metabolismo.
A menudo confundimos hambre con sed. El hipotálamo —la parte del cerebro que regula ambas sensaciones— puede enviar señales similares cuando el cuerpo necesita agua.
Solución: antes de picar algo, bebe un vaso de agua y espera unos minutos. Si la sensación desaparece, probablemente tu cuerpo solo necesitaba hidratarse.
Dormir poco o vivir en estado de estrés continuo aumenta la grelina (hormona del hambre) y reduce la leptina (hormona de la saciedad). El resultado: más apetito, más ansiedad por comer y más dificultad para controlar los impulsos, sobre todo por alimentos calóricos y dulces.
Solución: procura dormir entre 7 y 8 horas por noche y busca técnicas que te ayuden a gestionar el estrés, como el ejercicio físico, la meditación o pasear al aire libre.
El alcohol inhibe temporalmente la producción de leptina, mientras que la cafeína puede alterar el equilibrio del azúcar en sangre. Ambos factores provocan un efecto rebote de hambre tras su consumo.
Solución: reduce el alcohol y limita la cafeína a dos tazas de café al día. Si te apetece una bebida caliente, elige infusiones naturales o descafeinadas.
A veces, el hambre no tiene nada que ver con la necesidad de comer, sino con una respuesta emocional.
El hambre emocional aparece repentinamente, suele dirigirse hacia un tipo concreto de alimento (dulce, salado o ultraprocesado) y no desaparece aunque comas.
Por el contrario, el hambre fisiológica crece gradualmente y puede satisfacerse con casi cualquier tipo de comida.
Truco: antes de comer, pregúntate si es hambre o aburrimiento, ansiedad, estrés o cansancio. Identificar la diferencia es clave para mantener una relación sana con la comida.
No te saltes comidas. Saltar comidas desequilibra tus hormonas y aumenta el riesgo de atracones.
Incluye proteínas y grasas saludables en cada plato. Ayudan a mantener estable el azúcar en sangre.
Prioriza alimentos reales. Evita ultraprocesados y apuesta por frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
Mantente hidratado. Muchas veces el cuerpo pide agua, no comida.
Descansa lo suficiente. Dormir bien mejora el control del apetito.
Gestiona el estrés. Evita que el cortisol dispare el hambre emocional.
Escucha a tu cuerpo. Come despacio, sin distracciones y solo hasta sentirte satisfecho.
Si sientes hambre de forma constante después de comer, incluso tras menús equilibrados y con horarios regulares, puede ser un signo de resistencia a la insulina, hipoglucemia reactiva o alteraciones hormonales.
Un endocrino o nutricionista puede ayudarte a encontrar la causa exacta y ajustar la dieta a tus necesidades metabólicas.
Tener hambre poco después de comer no siempre es un problema, pero sí una alerta de que algo puede mejorarse en tu alimentación, tu descanso o tu equilibrio hormonal.
Escuchar al cuerpo, elegir alimentos saciantes y mantener hábitos saludables son las claves para controlar el apetito sin renunciar al placer de comer.
Cuando el cuerpo recibe los nutrientes adecuados, el hambre deja de ser una lucha y se convierte en un mensaje de equilibrio interno.
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