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10 de septiembre… y entonces sucedió que…, por José Luis Fortea

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……………esta es la curiosa historia de un pollo al que un día 10 de septiembre, como hoy, pero de hace ya setenta y dos años, en 1945, su dueño empezaría a llamarle con el nombre de “Mike” y que pronto comenzaría a ser conocido, por los vecinos de su localidad, con el sobrenombre de “Milagroso Mike”.

El pollo Mike era un ejemplar de gallo Wyandotte, de color blanco, de seis meses que vivía en una apartada granja, propiedad del matrimonio Olsen, en la pequeña localidad de Fruita en el condado de Mesa, del estado de Colorado, a unos, aproximadamente, cuatrocientos kilómetros de Denver, la capital del mismo.

A primera hora de la mañana de aquel lunes, día 10 de septiembre de 1945, Lloyd Olsen y su mujer Clara se dirigen hacia los corrales para sacrificar un lote de varios pollos, previamente separados del resto, a los que durante la noche ya se les había interrumpido el correspondiente suministro de grano, elevándoles los comederos y haciendo que durante aquellas horas nocturnas bebieran únicamente agua, evitando de esta manera, durante el posterior procedimiento del desplume, encontrarse restos de alimento en sus buches. Una de aquellas aves iba a ser la cena que aquella misma noche le ofrecerían a la madre de Clara Olsen.

Todo transcurre con la habitual y frecuente manera en el proceder de estos asuntos propios de una granja de estas características. El señor Olsen realiza el corte cervical a los pollos seleccionados utilizando como instrumento cortante su hacha, profiriendo un golpe seco en el dorso lateral, separando las cabezas de los cuerpos, mientras que la señora Olsen, una vez decapitados, procede al desplumado de los mismos.

Mientras realizan, casi de manera mecánica, las tareas del aludido sacrificio, hablan de sus cosas, sin prestar demasiada atención a lo que allí acontece, hasta que en un momento del mencionado procedimiento observan como uno de aquellos pollos, tras ser descabezado, irguiéndose a duras penas sobre sus patas, logra posicionarse de pie comenzando a dar unos primeros titubeantes pasos hacia uno de los rincones de aquel granero, probablemente fruto de una respuesta electromotriz del propio reflejo nervioso del ave posterior al cercenamiento, ante el asombro del matrimonio Olsen, que absortos y en silencio observan a aquel gallo deambular sin cabeza, esperando ambos el momento en el que este caiga desplomado al suelo. 

Para mayor desconcierto de estos, la referida ave no solo dio aquellos atolondrados pasos, sino que llegó a realizar incluso un ligero aleteo, incrementando obviamente, todavía más si cabe, aquellos momentos de confusión, de sorpresa e incluso de una fascinante admiración.

A lo largo de todo aquel lunes, el gallo, al que comenzaron a llamar Mike, se comportó, aparte de mostrar una evidente y manifiesta desorientación, de la misma manera que antes de ser degollado. Con la ayuda de una especie de gotero o pipeta, directamente a través del esófago, el señor Olsen comenzó a suministrarle una mezcla de granitos de maíz molidos empapados en leche y agua, que revelaría evidencias de su eficacia, al mostrar este, a los pocos días, un ligero aumento de peso.

Al cabo de unas semanas el matrimonio Olsen decidió llevarlo para su estudio a la Universidad de Utah en la ciudad de Salt Lake City, y tratar de obtener al menos una respuesta a las innumerables preguntas que aquel caso suscitaba. Allí tras un primer estudio y análisis, los científicos determinaron que el corte realizado por el granjero había seccionado la parte superior del cerebro, dejando intacto el cerebelo y el bulbo raquídeo, obstruyéndose milagrosamente la yugular mediante un coagulo que había impedido su posterior hemorragia.

Aquel estudio científico pronto llamó la atención de los medios locales que se hicieron eco de esta sorprendente noticia, despertando la curiosidad no únicamente de vecinos próximos a la localidad de Fruita, sino desde incluso localidades de otros estados, dedicándoles amplios reportajes revistas gráficas como el Time y Life (ambas del mismo propietario, Henry Luce) de aquel milagroso pollo sin cabeza.

Era tal la demanda que empezó a suscitar la curiosidad por ver en primera persona aquella prodigiosa maravilla, que el matrimonio Olsen decidió hacer negocio de esta, comenzando a exhibirlo por todas las ciudades del estado de Colorado, anunciándose como “Mike, el Pollo Maravilla”, con un precio por entrada de 25 centavos que en muy poco tiempo proporcionaría a los Olsen unos ingresos estimados de cuatro mil quinientos dólares al mes (4.500 $), en lo que bien podría significar unos cuarenta mil euros mensuales de hoy en día.

Su fama aumentó de tal manera que recibieron propuestas para su exhibición en otras ciudades de todo el país, de Oeste a Este y de Norte a Sur, desde Los Ángeles hasta Nueva York y desde Chicago hasta Miami, incluso quedando registrada su existencia en las páginas del libro Guinness de los récords. 

Muchos granjeros viendo la alta rentabilidad y fama que el susodicho galliforme había procurado a sus dueños, procedieron a decapitar a sus pollos, con la esperanza de encontrar a su propio y milagroso Mike, en un vano e infructuoso cometido.

Durante la noche del lunes 17 de marzo de 1947, estando de gira en el estado de Arizona, en un motel de Phoenix, Mike comenzó a ahogarse en mitad de la noche. Los Olsen se despiertan alertados por los ruidos que emite este, no encontrando las jeringuillas especiales que utilizaban para la limpieza de su esófago que habían dejado olvidadas en la caseta donde había tenido lugar el espectáculo el día anterior, del domingo día 16, falleciendo de esta manera, tras haber logrado sobrevivir sin cabeza durante dieciocho meses, aunque oficialmente no sería hasta pasados dos años, en 1949, cuando se diera la triste noticia de su muerte.

Coincidiendo con el quincuagésimo aniversario de su “deceso oficial”, en 1999, la localidad de Fruita decidió erigirle una estatua y realizar una fiesta en su honor, “Mike, el día del pollo sin cabeza” (Mike, the Headless Chicken Day) que se celebra, desde entonces, todos los años.

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¿La píldora engorda y retiene líquidos?, por la Dra. Esther de la Viuda

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píldora engorda

Dra. Esther de la Viuda

¿La píldora engorda? Llevamos asistiendo desde hace muchos años a una estética que identifica la belleza con la delgadez, lo que provoca importantes esfuerzos dietéticos y de otro tipo para acercarse a ese ideal y el rechazo a todo lo que pueda suponer un incremento de peso.

Los profesionales sanitarios que trabajamos en el campo de la anticoncepción estamos acostumbrados a escuchar, cuando se propone el uso de un método anticonceptivo hormonal, la afirmación de que la píldora engorda, lo que conlleva a la inmediata resistencia a utilizarla.

Esta percepción no depende de la edad de la mujer y lo plantean desde las adolescentes hasta las mujeres de edad madura, ya que no cabe duda de que las mujeres desean ser atractivas a cualquier edad y, es una lástima, que esta leyenda urbana condicione el que un porcentaje de esta población se pueda encontrar en una situación de riesgo de embarazo no deseado además de no beneficiarse de los efectos adicionales de los anticonceptivos, de los que hablaremos en otra ocasión

¿La píldora engorda?

En este sentido podemos certificar con la certeza que da la evidencia científica que los anticonceptivos hormonales no producen aumento de peso, con una única  excepción que es el acetato de medroxiprogesterona depot que se trata de un método anticonceptivo poco utilizado que consiste en una inyección trimestral con la que, efectivamente, se ha observado un aumento de peso de aproximadamente dos kilos.

¿La píldora retiene líquidos?

En relación con el otro aspecto, el de la retención de líquidos, también podemos afirmar su inconsistencia. Si bien es cierto que, durante los tres primeros meses de uso de un anticonceptivo hormonal combinado (píldora, anillo o parche) se puede tener la sensación de una cierta retención de líquidos, estos síntomas considerados como menores desaparecen pasado este tiempo.

Hay que recordar que los anticonceptivos actuales tiene una dosis baja de estrógenos que se combinan con gestágenos muy seguros y que pueden proporcionar algunos efectos beneficiosos y, en este sentido, se encuentra la drospirenona que tiene una acción positiva para evitar la retención de líquidos.

Si seguimos desmontando mitos podemos afirmar que:

La píldora NO engorda. Ni el anillo, ni el parche, ni el DIU hormonal, ni el implante, ni la píldora de solo gestágenos

Los anticonceptivos hormonales NO provocan retención de líquidos

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