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‘155: Cataluña, se acabó la fiesta (una más)’, por @frandisiz

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Paco Ferrandis

Marx afirmó: “En alguna parte Hegel dijo, la historia se repite como si dijéramos dos veces, pero se le olvidó agregar, la primera como tragedia, y la segunda como farsa”.

El extenso currículum vitae catalán de intentos de secesión, tiene un último acto digno de una película de Berlanga, en concreto de Bienvenido mister Marshall.

Carles Puigdemont habría bordado su papel de autoridad en apuros si, como Pepe Isbert en el citado film, se hubiese asomado al balcón de la Generalitat Catalana para pronunciar el discurso que ponía fin a esa comedia de enredos que ha sido el procés: “Como President vuestro que soy, os debo una explicación… Y esa explicación os la voy a dar”… Sin embargo, ha optado por el turismo judicial y se ha pirado a Bruselas con cinco exconsellers.

Como en la película del añorado director valenciano, los americanos (del Norte, del Centro y del Sur) también han pasado de largo ante la proclamación de la República Catalana Virtual. Así como los alemanes, los franceses, los italianos, los griegos (sí, Alexis Tsipras, también), los británicos (del referéndum pactadosobre la independencia de Escocia), y todas las autoridades de la Unión Europea que han dicho bien alto y claro que nunca reconocerán a una Cataluña independiente.

Toda esta parodia sobre la proclamación de la República Catalana, puede constituirse como colofón de unos cuantos ciclos históricos:

Ciclo corto

La intentona secesionista y la correlativa aplicación del art. 155 de la Constitución cierra el periodo abierto en 2003 con el Pacte del Tinell, el cual iniciaba un periodo de revisión del Estatutcatalán y que, en la práctica ha supuesto la marginación del PP de cualquier acuerdo político.

La gravedad del reto independentista ha posibilitado la alianza de los partidos constitucionalistas (PP, PSOE, Ciudadanos) en defensa del Estado Social y Democrático de Derecho, que incluye la unidad de España. Además, es lógico pensar que el acuerdo constitucionalista se mantenga hasta la definición y aprobación de la reforma constitucional reclamada con intensidad.

Ciclo mediano

Precisamente, el procés del 155 clausura la primera etapa del periodo constitucional y abre el inicio de la deseada Segunda Transición, la cual ha de finalizar con la reforma de la Constitución  española y las normas que sean precisas para los objetivos a alcanzar.

Mas, las reformas del sistema constitucional español no han de ser realizadas para dar satisfacción al sentimiento nacionalista catalán, no solo a este polo político, sino que las modificaciones del marco democrático deberían de estar dirigidas a configurar un sistema constitucional más equitativo y justoen materias tan sensibles como la financiación autonómica, de manera que no vuelvan a repetirse situaciones tan injustas como la que padece la Comunidad Valenciana, en cuanto es una Comunidad cuya renta per cápita es inferior a la media nacional y, en cambio, contribuye al sistema general de financiación.

Ciclo largo

Ortega y Gasset habló de “conllevanza” para dar a entender que el denominado “problema catalán” era irresoluble. Esta idea puede entenderse si se repasan los episodios históricos en los que Cataluña parecía alejarse de España:

La guerra dels Segadors de 1640, que supuso un breve periodo de independencia y 11 años de integración en Francia, con vuelta al hogar hispánico después de comprobar que el Estado francés aún era más centralista que el español.
-La Nueva Planta, impuesta por Felipe V tras la Guerra de Sucesión (que no de secesión, como algunos pretenden vender)que abolió los fueros de Cataluña, aunque finalmente se recuperó el derecho civil foral (lo que nunca ocurrió con el derecho foral del Reino de Valencia).
El Tancament de caixes de 1899, con la célebre sentencia de Manuel Durán i Bas “no ens entendran mai“; el grito de “Abaix els lladres“, o los silbidos a la Marcha Real  denunciados por Segismundo Moret en 1901.
La proclamación del Estat Català, dentro de la República Federal española, en 1934 (en plena II República, aunque con un Gobierno de derechas), protagonizada por Lluís Companys, revuelta que finalizó con 47 muertos, y con Companys y otros líderes independentista en la cárcel.

El último episodio protagonizado por las fuerzas centrífugas catalanas, encarnado en el procés de desconexión de España (que dirige su mirada hacia el 34), ha sido llevado a cabo por una clase política que ha perseguido los siguientes objetivos:

  1. Minimizar los efectos de la grave crisis económica en Cataluña, a través de la exigencia de un nuevo y exclusivo régimen fiscal.
  2. Intentar la conquista de la secesión de España, aprovechando la debilidad del Estado ante esa crisis económica que se ha extendido a los ámbitos político e institucional. Todo ello, con la inestimable ayuda de la pujante irrupción del populismo indignado que se encarnó en Podemos, el cual tenía como propósito manifiesto “abrir el candado de la Transición“, es decir, intentar cargarse el, por ellos denominado, “Régimen del 78“.

Sin embargo, tras la drástica aplicación del art. 155 de la Constitución, parece que la clase política catalanista tan solo ha conseguido protagonizar una espantá apoteósica, que ha de causar una inmensa decepción entre su cuerpo electoral, al tiempo que motivará hacia la acción a la Cataluña no independentista.

El 21-D se acerca…

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Qué pasó un 22 de julio

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Qué pasó un 22 de julio

José Luis Fortea

………….corría el verano de 1975, aquel en el que no cesaba de sonar en las radios el Bimbó de Georgie Dann, que acabaría siendo declarada oficialmente la canción del verano, aquel en el que Televisión Española emitía su series detectivescas de moda, las de “Tony Baretta” y “Kojak” y que amenizaba desde el pasado mes de abril, la noche de los sábados, con un nuevo programa llamado “Directísimo”, presentado por un joven bilbaíno de treinta y tres años, de grandes bigotes, llamado José María Íñigo Gómez.

Bernard Thévenet

Aquel verano, en el que ganaba el tour, contra todo pronóstico, el francés Bernard Thévenet, imponiéndose a un Eddy Merckx, líder desde la sexta jornada, que había sido golpeado por un espectador en su costado derecho en el ascenso al Puy de Dome, presentando desde entonces unas molestias que le harían perder a partir de aquella etapa, la decimocuarta, el maillot amarillo y que no lo volvería a recuperar, de un periodo estival más que sofocante y tórrido, en el que una caña en aquellos días costaba entonces diez pesetas, de aquel verano, el del 75, el último del jefe del Estado español, que fallecería cinco meses más tarde.

Qué pasó un 22 de julio

El martes 22 de julio, de un día como hoy, de hace más de cuarenta años , a unos cincuenta y tres kilómetros de Sevilla, en el término municipal de Paradas, iba a tener lugar uno de los sucesos más trágicos de los últimos tiempos, que acabaría por convulsionar la vida de sus cerca de ocho mil habitantes, de un terrible episodio que en los juzgados terminaría conociéndose como el expediente 20/75.

A unos cuatro kilómetros de la mencionada población de Paradas, se encuentra la finca de los Galindos, perteneciente, desde hace seis años, a Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, marqués de Grañina, donde suele acudir esporádicamente, en tiempo estival, sin la compañía de su mujer, María de las Mercedes Delgado Durán. Al frente del aludido inmueble, se encuentra Manuel Zapata Villanueva, de cincuenta y nueve años, antiguo legionario y miembro de la Guardia Civil, que allí vive junto a su mujer Juana Martín Macías, de cincuenta y tres años, desempeñando las tareas de capataz, en unos terrenos dedicados principalmente al cultivo de la aceituna.

En el cortijo trabajan siete personas, tres tractoristas y cuatro temporeros, que a eso de las ocho de la mañana, de aquel martes día 22, ya se encuentran allí para ponerse a bregar, antes de que el sol les ajusticie con esos 49 ºC que alcanzarán a lo largo de aquella misma mañana. Zapata, como de costumbre, es quien distribuye “la faena”, mandando a las alpacas, a medio kilometro de la finca, al tractorista José González Jiménez, a un segundo tractor, junto con tres braceros, a la parte posterior del cerro y al tercer tractorista Ramón Parrilla a regar garrotes (que son los troncos de los olivos metidos en bolsas con tierra) de una jornada laboral que se prolongará hasta la una, momento en el que harán un alto en el camino para almorzar, durante cerca de media hora, y proseguir hasta eso de las cuatro de la tarde, cuando el mercurio se encarame en lo más alto de los termómetros respondiendo al calor abrasivo de esos casi cincuenta grados.

Y es entonces, sobre esa hora de las cuatro de la tarde, cuando el grupo de los tres temporeros que se encuentran en la parte del cerro observan salir un humo negro y espeso del cortijo, dirigiéndose rápidamente hacia allí.

Al llegar al lado de la verja de la entrada, encuentran restos de lo que parece un reguero de sangre, que les hace presagiar que alguien pudiera haber resultado herido, de un rastro abundante que dibujando un movimiento sobre la tierra serpenteante poco a poco se va diluyendo hasta llegar a desaparecer, por lo que Antonio Escobar, uno de aquellos trabajadores, acude raudo hacia el cuartel de la Guardia Civil, para dar el pertinente aviso, mientras Antonio Fenet Pastor, que lleva cinco años trabajando las tierras de Los Galindos, divisa lo que le da la sensación son dos cuerpos mutilados en aquel fuego que acelerado con gasolina desprende un olor más que nauseabundo, decidiendo no indagar más, hasta la llegada de la Benemérita.

No tardan mucho en personarse en el cortijo el cabo Raúl Fernández acompañado de un número de la Guardia Civil, para realizar las primeras diligencias de investigación. Al entrar en la casa, observan, al lado de una mesa camilla, otro gran charco de sangre, cuyo rastro se dirige pasillo arriba, hacia donde se encuentra la puerta de una habitación cerrada con un candado, colocado en la parte exterior, que fuerzan para poder acceder a su interior, encontrándose una vez dentro, el cuerpo de Juana Martín, la mujer del capataz, con la cabeza destrozada, golpeada por algún objeto romo, no hallándose nada más reseñable en la vivienda.

En el exterior, donde todavía permanece encendido aquel fuego, aparecen los restos casi calcinados del tractorista José González, Pepe, de 27 años y su esposa Asunción Peralta, seis años mayor que él, de 34 años, a quien al parecer había ido a recoger al pueblo para traerla allí, en algún momento de aquel día, aparcando su seiscientos de color crema en la entrada del cortijo, desconociéndose los motivos.

En la cuneta del llamado Camino de Rodales, cubierto con un montón de paja, se descubre un cuarto cuerpo sin vida, el del jornalero Ramón Parrilla, de 40 años de edad, tractorista eventual de la finca, muerto de un disparo de escopeta.

De Zapata, el capataz de la finca de Los Galindos, no hay rastro alguno, por lo que las primeras sospechas recaen sobre este, emitiéndose incluso, a la mañana siguiente, por el recién llegado juez del juzgado de Écija (al estar el de Carmona de vacaciones) Andrés Márquez Aranda la pertinente orden de busca y captura.

Al parecer, en los mentideros del pueblo, se decía que las relaciones entre el capataz y el tractorista Pepe no eran todo lo buenamente deseables que podían ser, fruto de un intento de José González por cortejar a una de las hijas de Zapata, negándose este a dicha relación, enemistando en cierta manera a ambos. Lo cual fue considerado como un posible móvil de aquel crimen, aunque no resolvía las dudas existentes sobre las restantes muertes.

Y fue entonces cuando tres días más tarde, el 25 de julio apareció el cadáver del capataz, que tras la autopsia realizada determinaría que había resultado ser la primera de las víctimas de aquel crimen que ya sumaba con esta, cinco muertes, desarbolando la hipótesis que se había venido considerando como probable.

El sumario del caso, el denominado expediente número 20 de 1975, con más de mil trescientos folios, ha dado a lo largo de la historia numerosas elucubraciones y teorías que no han podido resultar finalmente probadas, recayendo durante años las sospechas, tras haber sido encontrado el cuerpo de Manuel Zapata, sobre José González Jiménez que juzgado y condenado por el pueblo tendría que esperar hasta la exhumación de los cadáveres mediante orden emitida por el juez Heriberto Asensio que acabaría determinando que el “sospechoso” era, de igual forma, triste víctima de este suceso, y que además en opinión del prestigioso médico forense Luis Frontela Carreras, estudiando aquellas manchas de sangre en el piso encontradas, concluiría que a –“Juana la arrastraron desde el comedor hasta el dormitorio entre dos personas por lo menos”- .

Transcurrido los plazos legales previstos sin encontrarse el culpable de estos hechos, la causa quedaría archivada en el año 1988, y siguiendo el principio que extingue la responsabilidad criminal por el transcurso del tiempo, siendo para este tipo de delitos el previsto de veinte años, fue por tanto declarado su prescripción en 1995, a los veinte años de haberse cometido.

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