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’29 de marzo … y entonces sucedió que …’, por José Luis Fortea
Publicado
hace 8 añosen
De
José Luis Fortea
29 de marzo……………….. y entonces sucedió que………..
….en 1830, el rey de España, Fernando VII, a sus 46 años, todavía sin contar con un descendiente ni sucesor para la corona, casado en sus cuartas nupcias, desde el pasado mes de diciembre, con su prima María Cristina de las dos Sicilias, al parecer encontrándose esta en cinta, probablemente en su segunda falta y en previsión de que el futuro vástago fuera una dama (como así luego resultaría ser, al nacer en el mes de octubre el día 10 una niña, la futura Isabel II) promulga la Pragmática Sanción, la de Carlos IV de Inglaterra de 1767, que establecía que si “el rey careciera de sucesor varón, heredaría la corona la hija mayor”.
Se da la curiosa circunstancia, que esta viene decretada el mismo día en el que su hermano cumplía los 42 años de edad y dada la mencionada coyuntura de la falta de prole de aquel, este estaba llamado a sucederle, siendo por tanto el infante don Carlos María Isidro de Borbón, para la historia de España, quien hubiera sido el rey, con el título de Carlos V.
Pero no era este un movimiento que sorprendiera a don Carlos, acostumbrado a convivir y padecer los constantes devaneos, de alguien que fijaba el rumbo de sus ideales desplegando el velamen de sus credenciales en función de cómo soplasen o de cuan favorables resultasen los vientos, llegando a protagonizar verdaderos dislates, de quien sorprendentemente fue llamado durante una época “El Deseado” y acabó siendo el “rey Felón” (aquel que comete felonía, y por tanto es desleal y un traidor).
Y no es de extrañar esta variación sustancial del apelativo con el que se le conocía, pues ya encontrándose prisionero del mismo Napoleón en el castillo de Valençay, mientras el pueblo español anhelaba su regreso convencido del amor patrio de este, el entonces príncipe Fernando, escribía con fecha de 6 de agosto de 1809, una carta en la que felicitaba a Napoleón por sus recientes campañas victoriosas, e incluso en otra enviada posteriormente a monsieur Berthemy, oficial del estado mayor y comandante del castillo, le llegaba a solicitar a sus 25 años, ser adoptado por el general Bonaparte:
Este le decía;
-“Lo que ahora ocupa mi atención es para mí un objeto de sumo interés. Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S. M. el emperador nuestro soberano. Yo me creo merecedor de esta adopción que verdaderamente haría la felicidad de mi vida, tanta por mi amor y afecto a la sagrada persona de S. M., como por mi sumisión y entera obediencia a sus intenciones y deseos”-
En el colmo de esta cadena de disparates y desatinos, cuando los ingleses urdieron un plan para liberarlo y traerlo de vuelta hacia tierras españolas, este escribió al mencionado comandante Berthemy, alegando sentirse “horrorizado respecto de ese infernal proyecto”, cuyos autores, señalaba Fernando, deseaba fueran castigados según merecían.
Con la firma del llamado Tratado de Valençay el 11 de diciembre de 1813 (fácil de recordar, 11/12/13), Napoleón reconoce de nuevo como rey de España a Fernando VII, quien a su vez se compromete mediante las cláusulas 6ª y 7ª del pacto a realizar un pago, a sus padres, María Luisa de Parma y Carlos IV, de una pensión vitalicia de treinta millones de reales anuales, fijando estos su residencia en París, dejando libre el asunto de la corona española y renunciando a esta por el citado complemento.
Al pisar de nuevo suelo patrio, evitando jurar la Constitución de Cádiz de 1812, a sus allegados declaró aquello de –“voy a ser el rey más absoluto de los absolutos”-, iniciándose de esta forma un periodo de seis años, desde 1814 a 1820 de reinado autoritario (al que le seguirán tres años de corte liberal y otros diez de nuevo absolutistas), y con ello, la cantinela aquella que los españoles le dedicarán, variando la letra, usando para ello todas las vocales disponibles.
Al tercer año ya instalado en España, volverá a contraer nuevas nupcias, esta vez con su sobrina María Isabel de Braganza, la hija de Carlota Joaquina, su hermana mayor, contando ella con 18 años y él ya con 32, aunque por aquellos días al rey le gustaba más frecuentar el burdel de una tal “Pepa la malagueña” que el hecho de tener que cumplir con sus deberes maritales.
Era allí en la citada casa de citas donde ya era conocido por su “desproporcionado espadón”, al presentar el monarca una macrosomía genital, que según el escritor e historiador francés Prosper Mèrimée, contemporáneo de este, en una carta dirigida al también escritor Stendhal, le detallaba el miembro del citado monarca, al parecer por noticias que le habían llegado de primera mano de alguna de sus amantes, siendo este -“de un tallaje fino y con extremo desproporcionadamente ancho y tan largo como un taco de billar”-.
Juego este del billar al que el rey era un gran aficionado y que disfrutaba de ejercitar con sus amigos los de la “camarilla”, y según narraban desde palacio, erraban estos el tiro adrede para así dejarle ganar, haciéndose famosa la expresión por aquellos tiempos de “así se las ponían a Fernando VII”.
La desdicha se llevará a esta segunda esposa sin descendencia, una hija nacida que a los cuatro meses fallecerá y en el día de su muerte, el 26 de diciembre de 1816, cuando los galenos al encontrarse en avanzado estado de gestación, creyéndola muerta, tras un desmayo producido por una pérdida brusca de conciencia, le extrajeron el feto emitiendo al parecer esta un grito desgarrador (falleciendo ambas, madre e hija en aquella caótica situación).
El tiempo avanzaba, y el rey carecía de descendencia, así que a los dos años, el 20 de octubre de 1819 volvía a contraer matrimonio, en esta ocasión con María Josefa Amalia de Sajonia, de dieciséis años de edad, él hacía seis días había cumplido ya los 35, en un matrimonio que en sus diez años, no obtendrá descendencia alguna. Cuando fallezca esta, el 18 de mayo de 1829, el monarca cuenta ya con 45 años, quien en una boda planeada con celeridad, con una sobrina suya María Cristina de las Dos Sicilias, veinte años más joven que este, hija de su hermana menor María Isabel de Borbón, el 11 de diciembre de 1829, origen de esta reseña.
En 1830, el día 29 de septiembre, fallecerá Fernando VII, siendo nombrada reina su hija Isabel que en esos momentos cuenta con 3 años de edad, por lo que la viuda, en nombre de esta y hasta que sea declarada su mayoría de edad, fue declarada regente, mientras el hermano del monarca fallecido, don Carlos reclamará el trono, iniciándose un conflicto armado durante los próximos siete años que será conocido como “primera Guerra Carlista”
……………………………………………………….
………en 1912, el explorador Robert Falcon Scott, fallece un 29 de marzo como hoy, cuando regresaba de la llamada expedición terranova, una vez alcanzado el polo sur, de una carrera en la que se le había impuesto el también explorador, el noruego Roald Amundsen (considerado el primer hombre en alcanzarlo, cinco semanas antes).
El sueño de Amundsen no era el polo sur, sino el hemisferio norte, y llegar al Ártico pero cuando la expedición norteamericana de Robert Peary y Frederick Cook anunciaron la mencionada conquista del polo norte, tuvo que cambiar de sueño y objetivo.
Robert Falcon Scott, a pesar de su aspecto quebradizo, en 1881 logró ingresar a los trece años en la Armada Real británica y cinco años más tarde, entrar a formar parte de la escuadra de las Indias Occidentales, a las órdenes del mítico explorador del Ártico, por aquel entonces Albert Hasting Markham, donde posteriormente pasaría a ser nombrado lugarteniente a bordo, de la nave Majestic y en 1899, el presidente de la Real Sociedad Geográfica de Londres, sir Clements Markham, quien había organizado una importante expedición a bordo del Discovery hacia la Antártida elegirlo para dirigirla. Al adelantarse los americanos estos variaron de igual forma el objetivo.
Sin mencionar ni desvelar sus verdaderas intenciones, Amundsen centró su atención en el otro de los polos, y con una alta experiencia y buena preparación obtendría un éxito sencillo, porque alcanzar el polo sur se transformaría en toda una empresa competitiva plena de rivalidades, de retos, en la que coincidirían simultáneamente intereses científicos, económicos y personales. El noruego era un experto conocedor del medio y sabía mejor qué tipo de material emplear, tejido de piel, utilizando perros de tiro, usando palas y piquetas. Enfrente la expedición británica, mucho menos preparada, con cinco miembros, utilizando potros en los tiros y vistiendo uniformes de la marina británica.
El 10 de diciembre de 1910 iniciaban esta, desde que llegaron al círculo polar ártico, recorriendo 2.464 kilómetros hasta el Polo Sur.
El día 12 de enero, tras innumerables sufrimientos de todo tipo la expedición por fin llegó al Polo Sur. La alegría que suponía la mencionada llegada rápidamente se transformó en desilusión, de ver la tienda y la bandera noruega dejada por Amundsen cinco semanas antes. Más tarde el noruego Amundsen escribiría:
-“Nunca he conocido a nadie que se haya visto tan diametralmente enfrentado a sus deseos. Desde niño he soñado con llegar al Polo Norte y heme aquí en el Polo Sur”-.
Scott por su parte anotó en su diario: -» éste es un lugar espantoso” Y sobre todo para nosotros, que tanto nos hemos esforzado sin vernos premiados por la prioridad»-
En su regreso, cansados, agotados, extenuados y sin víveres fueron cayendo por el camino, primero el lugarteniente Evans que había quedado tan debilitado que no pudo seguir al grupo, el siguiente fue el capitán Oates, de los “Dragones de Inniskilling” (así quedó registrado en el diario de Scott).
Los tres supervivientes Bowers, el doctor Wilson y Robert Scott, en una travesía de más de un mes caminando, tuvieron que frenarse como consecuencia de un vendaval que les impediría alcanzar el depósito de víveres que habían predispuesto.
El cansancio y la extenuación les impidió reanudar la marcha, permaneciendo en el interior de las tiendas, muriendo lentamente. Se encontraban a tan sólo 18 kilómetros del campamento base, instalado en el cabo Evans.
Robert Falcon Scott fue el último en morir. Contaba entonces con cuarenta y cuatro años y había perdido una carrera decisiva.
Escribió las últimas líneas en su diario el 29 de marzo de 1912: -«Parece una pena, pero no creo que pueda seguir escribiendo. Por Dios santísimo, cuiden de nuestra gente»-.
Ocho meses después, el cuerpo de Scott, junto con el de Bowers y el del doctor Wilson, serán encontrados por una expedición que salió en su busca desde cabo Evans. Todos habían muerto en el interior de la tienda donde descansaban.
En 1928, Amundsen perdió la vida al intentar rescatar a un compañero explorador cuyo dirigible se estrelló en el mar, cerca de Spitsbergen, Noruega.
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Carlos Mazón: Un líder comprometido en la batalla contra el cáncer
Publicado
hace 2 mesesen
19 septiembre, 2024S.R.A
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El cáncer, un enemigo de todos
¿Quién no ha sufrido la pérdida de un ser querido debido al cáncer? Esta enfermedad, que parece expandirse a más velocidad cada día, no discrimina entre edades ni condiciones. Las estadísticas son devastadoras: en España, el cáncer es la segunda causa de muerte, con miles de nuevos diagnósticos cada año. En este contexto, es más urgente que nunca que los gestores de la calidad de vida de las personas adopten medidas para combatir esta crisis de salud pública.
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Inversión en infraestructuras y tecnología de vanguardia
La nueva planta de La Fe, que supone una inversión de 50 millones de euros, no solo moderniza el sistema de radioterapia con la incorporación de la protonterapia—una técnica que reduce la irradiación del tejido sano circundante y mejora la precisión del tratamiento—, sino que también marca un hito en la historia sanitaria de la Comunitat Valenciana. Este tipo de tratamiento es especialmente eficaz en tumores cerebrales, de cabeza, cuello y médula espinal, y es especialmente relevante para pacientes pediátricos, cuyas necesidades requieren un enfoque aún más cuidadoso.
El presidente Mazón, en colaboración con la Fundación Amancio Ortega, ha logrado que este proyecto avance tras tres años de parálisis, colocando a la Comunitat Valenciana a la vanguardia de la lucha contra el cáncer en España. Con una superficie de 5.491 metros cuadrados, esta infraestructura atenderá no solo a los valencianos, sino también a pacientes de comunidades limítrofes, mejorando la calidad de vida de miles de personas.
Innovación tecnológica al servicio de la salud
El compromiso de Mazón no se detiene en la construcción de infraestructuras. Uno de los puntos más innovadores de su plan es la incorporación de inteligencia artificial (IA) en el diagnóstico y tratamiento del cáncer. Mazón ha avanzado la aplicación de IA para la lectura de mamografías en hospitales como La Fe, el Clínico de Valencia y el General de Castellón. Esta tecnología también se aplicará al tratamiento del cáncer de próstata, marcando un salto cualitativo en la atención médica oncológica.
La integración de la inteligencia artificial en el diagnóstico permitirá una detección precoz, algo que puede salvar innumerables vidas. La IA no solo mejora la precisión del diagnóstico, sino que también alivia la carga sobre los profesionales de la salud, acelerando los procesos y proporcionando un tratamiento más eficiente para los pacientes.
Priorizar la salud pública
En un contexto político donde a menudo las prioridades parecen centrarse en lo urgente y no en lo importante, es un alivio ver a un líder como Carlos Mazón priorizar la sanidad pública y, específicamente, la lucha contra el cáncer. La salud de una sociedad es su pilar fundamental, y al reforzar el sistema sanitario valenciano, Mazón está garantizando que las generaciones futuras puedan enfrentarse con mejores herramientas a esta enfermedad devastadora.
El cáncer es una enfermedad que ha tocado la vida de casi todos, y la lucha contra él requiere un esfuerzo conjunto de todos los sectores de la sociedad. Al posicionar este tema como uno de los ejes de su mandato, Mazón no solo responde a una necesidad urgente, sino que también envía un mensaje claro: la prevención, el diagnóstico precoz y el acceso a tratamientos de vanguardia son derechos esenciales que todos los valencianos merecen.
El camino hacia una mejor sanidad
La apuesta firme por mejorar las condiciones laborales de los profesionales sanitarios, reducir las listas de espera y construir nuevas infraestructuras son muestras del compromiso del gobierno del cambio liderado por Mazón. No se trata solo de una declaración de intenciones, sino de acciones concretas que buscan mejorar la vida de miles de pacientes que enfrentan la dura batalla contra el cáncer.
A medida que la Comunitat Valenciana avanza en la implantación de estas políticas, es esperanzador ver cómo se coloca la salud pública en el lugar que merece. La batalla contra el cáncer es larga, pero con personas comprometidos como Carlos Mazón, el futuro se vislumbra más prometedor para quienes hoy luchan y para aquellos que podrán prevenirlo mañana.
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