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Valencia

Colas de gente para ir a ver la imagen de la Virgen después de la ofrenda

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València, 5 sep (EFE).- La Policía Local de València ha regulado este domingo el acceso a la Plaza de la Virgen, a la que numerosas personas se están acercando para ver cómo ha quedado la imagen de la Mare de Déu de 15 metros de altura tras la ofrenda de flores, para así poder controlar el aforo.

La plaza ha estado cerrada al público durante la ofrenda floral de estas atípicas Fallas de septiembre, que se ha llevado a cabo durante el viernes y el sábado por un recorrido cerrado, con el fin de evitar aglomeraciones y poder garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias contra el coronavirus.

La fallera mayor de València, Consuelo Llobel, y su corte de honor cerraron anoche la ofrenda, en la que a lo largo de dos días falleros y falleras de todas las comisiones de la ciudad han llevado miles de ramos de flores a la patrona de València, con las que se ha vestido la figura de la Virgen.

Uno de los ritos de los valencianos en Fallas es visitar al día siguiente de la finalización de la ofrenda la Plaza de la Virgen para ver cómo ha quedado el manto de la Geperudeta, lo que ha originado que este domingo se hayan formado colas en esta céntrica plaza de la ciudad.

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Valencia

VÍDEO| El desgarrador testimonio de Santiago Posteguillo, afectado por la DANA

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Santiago Posteguillo DANA
Santiago Posteguillo

Santiago Posteguillo denuncia la falta de ayuda tras la DANA en Valencia: «Es muy cruel no avisar, pero aún más no ayudar»

El escritor valenciano expresa su indignación por la inacción institucional tras la catástrofe

El reconocido escritor de novela histórica Santiago Posteguillo, uno de los afectados por la DANA que azotó Valencia, compartió su experiencia personal ante el Senado. En un emotivo discurso, Posteguillo relató el desamparo vivido en Paiporta, donde reside a escasos metros del barranco del Poyo, y criticó la falta de apoyo de las instituciones, calificando de «cruel» no solo la falta de avisos ante el desastre, sino sobre todo la ausencia de ayuda tras el mismo.

Un relato de desesperación y abandono institucional

Durante su intervención en la Cámara alta, Posteguillo destacó la «sensación de abandono» experimentada por él y muchos otros en las zonas afectadas por las inundaciones. En su relato, mencionó que al día siguiente de la catástrofe, y después de enfrentar seis horas de torrente ininterrumpido, esperaba la llegada de cuerpos de rescate, sin embargo, «al amanecer no había nadie».

La situación era tan extrema que en plena plaza encontró el cadáver de una joven con su madre, sin que la Policía o el Ejército acudieran al lugar.

Posteguillo hizo hincapié en la falta de coordinación y respuesta institucional, recordando que no fue hasta el tercer día que comenzaron a llegar los primeros voluntarios, mientras los vecinos enfrentaban «saqueos», «coches volcados» y «barro por todas partes».

«Es incomprensible que en un escenario del siglo XXI, en una ciudad como Valencia, la respuesta haya sido tan lenta y tan insuficiente», reflexionó el autor.

La crítica a la actuación de las instituciones en plena catástrofe

En su discurso, el escritor comparó la reacción de los representantes públicos actuales con los de la antigua Roma, ironizando que, mientras hace 2.000 años los dirigentes «se mataban entre ellos», hoy «apuñalan al pueblo».

La contundente declaración refleja el sentimiento de indignación de miles de valencianos, quienes, según Posteguillo, se han sentido «traicionados» por las instituciones que, en teoría, debían protegerlos.

Un escape entre la devastación y la autogestión de los vecinos

Describiendo escenas de una devastación que «no había visto en la vida», Posteguillo relató su recorrido a pie hacia su residencia en Valencia. A su paso, encontró «colas de personas con cubos en busca de agua», edificios destrozados y cadáveres que aún no habían sido retirados.

«No se pueden imaginar lo que está pasando esta gente en Paiporta, Algemesí y Alfafar», explicó el novelista, lamentando la escasez de recursos para aquellos que necesitan «más que solo palas» para limpiar calles y reanudar la vida cotidiana.

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