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Salud y Bienestar

ESTUDIO| El ayuno intermitente aumenta un 91% el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular

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riesgo cardiovascular ayuno intermitente

Un estudio de más de 20.000 adultos ha encontrado que aquellos que seguían un horario de alimentación restringido de 8 horas, un tipo de ayuno intermitente, tenían un riesgo 91% mayor de muerte por enfermedad cardiovascular. Además, las personas con enfermedades cardíacas o cáncer también tenían un mayor riesgo de muerte cardiovascular.

El trabajo se presenta en las Sesiones científicas de epidemiología y prevención estilo de vida y cardiometabólico de 2024 de la Asociación Estadounidense del Corazón, que se celebra del 18 al 21 de marzo en Chicago.

«Restringir el tiempo de alimentación diario a un período corto, como 8 horas por día, ha ganado popularidad en los últimos años como una forma de perder peso y mejorar la salud del corazón», explica el autor principal del estudio, Victor Wenze Zhong, profesor y presidente del departamento de epidemiología y bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad Jiao Tong de Shanghai en China. «Sin embargo, se desconocen los efectos a largo plazo de la alimentación con restricción de tiempo, incluido el riesgo de muerte por cualquier causa o enfermedad cardiovascular».

Ayuno intermitente y el riesgo de muerte cardiovascular

Cabe recordar que la alimentación con restricción de tiempo, un tipo de ayuno intermitente, implica limitar las horas para comer a un número específico de horas cada día, que puede oscilar entre 4 y 12 horas en 24 horas. Muchas personas que siguen una dieta de alimentación con restricción de tiempo siguen un horario de alimentación de 16:8, en el que comen todos sus alimentos en un período de ocho horas y ayunan durante las 16 horas restantes cada día.

Para analizar esta cuestión, en este estudio, los investigadores se centraron el posible impacto en la salud a largo plazo de seguir un plan de alimentación restringido de 8 horas. De esta forma, revisaron la información sobre los patrones dietéticos de los participantes en las Encuestas Nacionales de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) anual 2003-2018 en comparación con los datos sobre las personas que murieron en los EE. UU., desde 2003 hasta diciembre de 2019, de la Base de datos del índice de defuncióndel Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Los efectos a largo plazo

El estudio incluyó aproximadamente 20.000 adultos en los Estados Unidos con una edad promedio de 49 años. Los participantes del estudio fueron seguidos durante una mediana de 8 años y una duración máxima de 17 años. Aproximadamente la mitad de los participantes se identificaron como hombres y la otra mitad como mujeres.

El análisis encontró que las personas que seguían un patrón de comer todos sus alimentos en menos de 8 horas al día tenían un 91% más de riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular. Además, entre las personas con enfermedades cardiovasculares existentes, comer durante no menos de 8 pero menos de 10 horas por día también se asoció con un 66% más de riesgo de muerte por enfermedad cardíaca o accidente cerebrovascular.

Por otra parte, comer con tiempo restringido no redujo el riesgo general de muerte por cualquier causa. Asimismo, comer en más de 16 horas al día se asoció con un menor riesgo de mortalidad por cáncer entre las personas con cáncer.

Las horas de ayuno

«Nos sorprendió descubrir que las personas que seguían un horario de alimentación de 8 horas y con un horario restringido tenían más probabilidades de morir de enfermedades cardiovasculares. Aunque este tipo de dieta ha sido popular debido a sus posibles beneficios a corto plazo, nuestra investigación muestra claramente que, en comparación con un intervalo de tiempo típico para comer de 12 a 16 horas por día, una duración más corta de la comida no se asoció con una vida más larga», reflexiona Zhong.

«Es crucial que los pacientes, particularmente aquellos con enfermedades cardíacas o cáncer, sean conscientes de la asociación entre un período de alimentación de 8 horas y un mayor riesgo de muerte cardiovascular. Los hallazgos de nuestro estudio alientan un enfoque más cauteloso y personalizado de las recomendaciones dietéticas, asegurando que estén alineadas con el estado de salud de un individuo y la evidencia científica más reciente», continuó.

«Aunque el estudio identificó una asociación entre un período de alimentación de 8 horas y la muerte cardiovascular, esto no significa que comer con un tiempo restringido causara la muerte cardiovascular», concluye.

Las limitaciones del estudio incluyeron su dependencia de la información dietética autoinformada, que puede verse afectada por la memoria o el recuerdo del participante y puede no evaluar con precisión los patrones alimentarios típicos. En el análisis no se incluyeron factores que también pueden influir en la salud, aparte de la duración diaria de las comidas y la causa de la muerte.

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Qué significa tener hambre al rato de comer: la señal de que algo va mal

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Dieta Bioimis
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¿Te ha pasado que terminas de comer y, apenas una hora después, sientes otra vez hambre? No estás solo. Tener hambre al rato de comer es una sensación más común de lo que parece, y puede estar relacionada tanto con lo que comes como con cómo come tu cuerpo. En este artículo te explicamos por qué ocurre, qué causas pueden estar detrás y qué puedes hacer para controlarlo sin pasar hambre ni ansiedad.


¿Es normal tener hambre poco después de comer?

Sentir hambre poco tiempo después de comer puede ser normal en determinadas circunstancias, pero también puede indicar que algo no está funcionando correctamente en tu metabolismo, tus hormonas o tus hábitos alimenticios.

El hambre es un mecanismo fisiológico controlado por una compleja red de hormonas (como la grelina y la leptina), neurotransmisores y señales del sistema digestivo. Cuando el cuerpo necesita energía, se libera grelina, la “hormona del hambre”, que avisa al cerebro de que es hora de comer. Tras una comida completa, deberían aumentar los niveles de leptina y otras hormonas de saciedad, lo que envía al cerebro la señal contraria: la de estar satisfecho.

Si esa sensación de saciedad dura poco o desaparece enseguida, puede que el cuerpo no esté recibiendo los nutrientes o las proporciones adecuadas para mantenerse estable.


Causas más frecuentes del hambre poco después de comer

1. Comidas bajas en proteínas o grasas saludables

Uno de los errores más comunes es comer platos con muchos carbohidratos simples (pan blanco, arroz, pasta o dulces) y pocas proteínas o grasas saludables.
Estos alimentos provocan picos rápidos de glucosa en sangre que, tras una subida, se desploman en poco tiempo. Esa caída brusca de azúcar activa de nuevo el apetito y genera la sensación de hambre, aunque el estómago esté lleno.

Solución: incluye en cada comida una fuente de proteína (pollo, pescado, huevo, tofu o legumbres) y grasas saludables (aguacate, frutos secos, aceite de oliva virgen extra). Te ayudarán a mantener la glucosa estable y a prolongar la sensación de saciedad.


2. Exceso de azúcares o carbohidratos refinados

Los productos ultraprocesados, los zumos industriales o los cereales azucarados generan lo que se conoce como “montaña rusa de glucosa”. Este fenómeno hace que, tras un pico energético momentáneo, tu cuerpo reclame más comida rápidamente.

Solución: opta por carbohidratos complejos y de bajo índice glucémico, como avena, arroz integral, legumbres o pan de centeno, que se digieren más lentamente y mantienen estables los niveles de energía.


3. Comer demasiado rápido

Cuando comes con prisa, el cerebro no tiene tiempo de procesar la señal de saciedad. El cuerpo necesita entre 15 y 20 minutos para activar la respuesta hormonal que indica que has comido suficiente. Si terminas antes, es muy probable que al poco rato vuelvas a tener hambre.

Solución: mastica despacio, evita distracciones como el móvil o la televisión y da tiempo a tu cuerpo a “registrar” la comida.


4. Falta de fibra en la dieta

La fibra es uno de los componentes más importantes para regular el apetito. Aumenta el volumen de los alimentos en el estómago, ralentiza la digestión y ayuda a mantener estable el azúcar en sangre.
Si tu dieta es pobre en frutas, verduras o cereales integrales, es normal que la sensación de saciedad desaparezca enseguida.

Solución: añade más fibra soluble (presente en avena, manzana, lentejas o chía) para mantenerte lleno durante más tiempo.


5. Desequilibrio hormonal

En mujeres, especialmente en etapas de perimenopausia o síndrome premenstrual, los niveles de estrógenos y progesterona pueden alterar las señales de hambre y saciedad.
También en hombres y mujeres con resistencia a la insulina o hipotiroidismo, el apetito puede dispararse incluso tras comidas completas.

Solución: si notas que este patrón se repite con frecuencia, consulta con un endocrino. Un análisis hormonal puede detectar desequilibrios que estén afectando tu metabolismo.


6. Deshidratación

A menudo confundimos hambre con sed. El hipotálamo —la parte del cerebro que regula ambas sensaciones— puede enviar señales similares cuando el cuerpo necesita agua.

Solución: antes de picar algo, bebe un vaso de agua y espera unos minutos. Si la sensación desaparece, probablemente tu cuerpo solo necesitaba hidratarse.


7. Falta de sueño y estrés

Dormir poco o vivir en estado de estrés continuo aumenta la grelina (hormona del hambre) y reduce la leptina (hormona de la saciedad). El resultado: más apetito, más ansiedad por comer y más dificultad para controlar los impulsos, sobre todo por alimentos calóricos y dulces.

Solución: procura dormir entre 7 y 8 horas por noche y busca técnicas que te ayuden a gestionar el estrés, como el ejercicio físico, la meditación o pasear al aire libre.


8. Consumo excesivo de alcohol o cafeína

El alcohol inhibe temporalmente la producción de leptina, mientras que la cafeína puede alterar el equilibrio del azúcar en sangre. Ambos factores provocan un efecto rebote de hambre tras su consumo.

Solución: reduce el alcohol y limita la cafeína a dos tazas de café al día. Si te apetece una bebida caliente, elige infusiones naturales o descafeinadas.


Cómo saber si lo que sientes es hambre real o emocional

A veces, el hambre no tiene nada que ver con la necesidad de comer, sino con una respuesta emocional.
El hambre emocional aparece repentinamente, suele dirigirse hacia un tipo concreto de alimento (dulce, salado o ultraprocesado) y no desaparece aunque comas.

Por el contrario, el hambre fisiológica crece gradualmente y puede satisfacerse con casi cualquier tipo de comida.

Truco: antes de comer, pregúntate si es hambre o aburrimiento, ansiedad, estrés o cansancio. Identificar la diferencia es clave para mantener una relación sana con la comida.


Consejos para evitar tener hambre al poco tiempo de comer

  1. No te saltes comidas. Saltar comidas desequilibra tus hormonas y aumenta el riesgo de atracones.

  2. Incluye proteínas y grasas saludables en cada plato. Ayudan a mantener estable el azúcar en sangre.

  3. Prioriza alimentos reales. Evita ultraprocesados y apuesta por frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.

  4. Mantente hidratado. Muchas veces el cuerpo pide agua, no comida.

  5. Descansa lo suficiente. Dormir bien mejora el control del apetito.

  6. Gestiona el estrés. Evita que el cortisol dispare el hambre emocional.

  7. Escucha a tu cuerpo. Come despacio, sin distracciones y solo hasta sentirte satisfecho.


Cuándo consultar con un especialista

Si sientes hambre de forma constante después de comer, incluso tras menús equilibrados y con horarios regulares, puede ser un signo de resistencia a la insulina, hipoglucemia reactiva o alteraciones hormonales.
Un endocrino o nutricionista puede ayudarte a encontrar la causa exacta y ajustar la dieta a tus necesidades metabólicas.


Conclusión: el hambre temprana es una señal que el cuerpo envía, no un fallo

Tener hambre poco después de comer no siempre es un problema, pero sí una alerta de que algo puede mejorarse en tu alimentación, tu descanso o tu equilibrio hormonal.
Escuchar al cuerpo, elegir alimentos saciantes y mantener hábitos saludables son las claves para controlar el apetito sin renunciar al placer de comer.

Cuando el cuerpo recibe los nutrientes adecuados, el hambre deja de ser una lucha y se convierte en un mensaje de equilibrio interno.

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