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Donald Trump, criticado por su actitud en el funeral del papa Francisco: chicle, despistes y gestos polémicos

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Donald Trump funeral papa Francisco
Donald Trump en el funeral de papa Francisco-CAPTURA DE PANTALLA

Donald Trump, protagonista involuntario en el funeral del papa Francisco

La presencia de Donald Trump en el funeral de papa Francisco, celebrado en la Plaza de San Pedro del Vaticano ante miles de fieles y líderes mundiales, ha sido objeto de críticas generalizadas.
Sentado en primera fila junto a su esposa Melania Trump y los reyes Felipe VI y Letizia, el expresidente de Estados Unidos ha sido observado por su comportamiento poco acorde a la solemnidad que exigía la ocasión.

Una vestimenta polémica en un entorno de luto riguroso

Aunque el protocolo vaticano permite asistir con traje oscuro —sin obligación estricta de usar negro absoluto—, Trump acudió con un traje azul marino y una corbata azul claro, una elección que, sin ser una infracción formal, contrastó notablemente con el predominante luto negro de los jefes de Estado, miembros de casas reales y demás autoridades presentes.

Este primer detalle visual ya generó reacciones en redes sociales, donde muchos usuarios señalaron la falta de sensibilidad que denotaba no adaptarse al ambiente de duelo generalizado.

Comportamientos que causaron incomodidad durante la ceremonia

La controversia no terminó en la elección de vestimenta. Durante la homilía del cardenal Giovanni Battista Re, Donald Trump fue captado masticando chicle, una acción considerada inapropiada en cualquier acto solemne, pero especialmente grave en un funeral papal, donde se exige la máxima compostura y respeto.

Además, su postura corporal —sentado con las piernas abiertas y mostrando signos de desatención— contrastaba con la actitud recogida del resto de autoridades internacionales. La solemnidad del acto, que incluía momentos de oración y recogimiento, fue opacada en parte por estos gestos que, para muchos, denotaron una falta de respeto hacia el papa fallecido y hacia la comunidad católica.

Melania Trump, su guía en el protocolo vaticano

Durante la ceremonia, se vio a Melania Trump corrigiendo discretamente a su esposo en varias ocasiones, recordándole cuándo debía ponerse de pie, persignarse o participar en el ritual del saludo de la paz, en el que los asistentes se estrechan la mano como símbolo de reconciliación cristiana.

Uno de los momentos más comentados fue cuando Melania indicó a Donald que debía dar la mano al rey Felipe VI, al presidente francés Emmanuel Macron y al presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa, entre otros líderes presentes. Estas escenas pusieron de manifiesto el desconocimiento del protocolo litúrgico por parte de Trump.

¿Qué establece el protocolo en funerales papales?

Los funerales de un papa son actos revestidos de profunda solemnidad y con normas estrictas de etiqueta que deben seguir todos los asistentes, sean o no de confesión católica. Estas normas son:

  • Vestimenta adecuada: traje oscuro (preferentemente negro), corbata oscura y discreción en los complementos.

  • Comportamiento respetuoso: evitar masticar chicle, usar móviles o realizar comentarios durante la ceremonia.

  • Participación activa: incorporarse en los momentos de oración, dar la paz si se indica y respetar los tiempos de recogimiento.

  • Gestos discretos: evitar muestras de afecto excesivas o actitudes relajadas que puedan ser interpretadas como irrespetuosas.

  • Actitud recogida y atenta: seguir la liturgia con respeto, incluso si no se comparte la fe católica.

En definitiva, el respeto al protocolo no es solo una cuestión de etiqueta, sino de sensibilidad hacia el dolor de millones de personas en un acto de gran trascendencia espiritual y social.

Una polémica que refuerza el debate sobre la diplomacia internacional

El comportamiento de Donald Trump en el funeral de Francisco ha reabierto el debate sobre la importancia del protocolo diplomático en actos de este tipo, donde los gestos, aunque parezcan pequeños, tienen un fuerte impacto simbólico.

En una jornada que pretendía ser de unión, respeto y despedida al papa que cambió la Iglesia con su cercanía a los humildes, algunos gestos desafortunados desviaron la atención hacia el ámbito político, recordando que en diplomacia, las formas son tan importantes como los discursos.

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Maquillaje y contouring para aparentar derrota: la puesta en escena más cínica de Pedro Sánchez

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Maquillaje Pedro Sánchez
Pedro Sánchez visiblemente maquillado

El presidente del Gobierno apareció con un rostro visiblemente maquillado y gesto compungido en su comparecencia tras el informe de la UCO sobre corrupción en el PSOE.

La comparecencia de Pedro Sánchez el pasado jueves en la sede del PSOE en Ferraz no fue simplemente una rueda de prensa: fue una puesta en escena medida al milímetro. El presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas apareció con semblante serio, voz apagada y un gesto que quería transmitir preocupación y abatimiento. Pero hubo un detalle que no pasó desapercibido para nadie: su rostro, visiblemente maquillado, usó técnicas de contouring propias del maquillaje profesional, con las que, lejos de embellecerse, buscaba aparentar desgaste, tristeza y preocupación.

Comunicación política o maquillaje emocional

En política, la imagen lo es todo. La forma en la que un líder comunica —ya sea con palabras, gestos o presencia escénica— puede ser tan poderosa como el contenido de su mensaje. En esta ocasión, Pedro Sánchez parecía haberlo entendido a la perfección. Frente a las cámaras, lució un tono de piel bronceado que contrastaba con el maquillaje oscuro aplicado en los pómulos, mandíbula y sienes, una técnica conocida como contouring, utilizada para dar profundidad y esculpir el rostro.

Pero, en lugar de proyectar una imagen cuidada, este maquillaje generó un efecto contraproducente: su rostro apareció demacrado, con rasgos marcados, ojeras acentuadas y un rictus dramático. Una imagen que, unida a su discurso en tono bajo y afectado, buscaba transmitir un mensaje muy concreto: soy una víctima más de la traición y la corrupción que me rodea.

El objetivo: generar empatía

El caso de Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE y señalado en un informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil por su supuesta implicación en un cobro de comisiones, ha golpeado directamente al núcleo duro del sanchismo. Y Sánchez ha reaccionado con una estrategia que combina distanciamiento institucional y victimismo personal. Ha pedido perdón a los militantes del partido y a la ciudadanía, ha admitido que confiaba en Cerdán hasta el último momento y ha asegurado que no tenía conocimiento previo del informe policial.

Sin embargo, este mensaje no ha calado como él esperaba. Las redes sociales ardieron en críticas, memes y comentarios que denunciaban la artificialidad de su puesta en escena. El hashtag #MaquillajeDeFerraz se convirtió en tendencia, y usuarios y analistas coincidieron en señalar que el presidente había querido parecer más afectado de lo que realmente está.

El sudor del poder

Durante la intervención, otro detalle llamó especialmente la atención: la sudoración excesiva en el rostro de Sánchez. A medida que avanzaba la rueda de prensa, los brillos en la frente, el labio superior y los pómulos se hicieron más visibles. Un efecto que, lejos de humanizar su imagen, incrementó la sensación de nerviosismo y teatralidad. ¿Sudaba por tensión real o por un maquillaje mal aplicado bajo los focos?

El resultado fue una escena que muchos tildaron de “tanatorio político”, con un líder que quiso proyectar desolación, pero que terminó generando escepticismo. Incluso periodistas y profesionales del maquillaje han comentado en redes que la ejecución del contouring fue excesiva y poco natural, logrando el efecto contrario al deseado: una imagen artificiosa.

La estética al servicio de la estrategia

Esta no es la primera vez que la imagen de Pedro Sánchez es objeto de análisis. Desde su llegada a La Moncloa, ha mostrado un especial cuidado por su apariencia pública. De hecho, fuentes oficiales han reconocido que el gasto en peluquería, maquillaje y asesoría de imagen del presidente ha aumentado de forma notable desde 2020. Según datos publicados, el presupuesto de imagen se duplicó en esta legislatura, lo que evidencia que, para Sánchez, la estética también es política.

En esta ocasión, la puesta en escena fue más allá del maquillaje. La elección de Ferraz como escenario, el contraste del traje oscuro con la camisa blanca, el tono sombrío de su discurso y la decisión de comparecer sin el logo oficial del Gobierno buscaban un único propósito: salvar la figura institucional del presidente y dejar claro que lo que está en entredicho es el partido, no el Ejecutivo.

¿Víctima o estratega?

El debate está servido: ¿fue Pedro Sánchez víctima de la traición de su entorno o un estratega que quiso aprovechar la ocasión para reafirmar su liderazgo ante la tormenta? Lo cierto es que, al despedir a Cerdán, ha lanzado un mensaje claro de corte de cabezas, intentando transmitir que no le temblará el pulso frente a la corrupción. Pero al mismo tiempo, se aferra al poder y descarta cualquier cambio profundo o elecciones anticipadas. Su objetivo, como él mismo ha declarado, es gobernar hasta 2027.

A ojos de la ciudadanía, sin embargo, este movimiento puede resultar insuficiente. Las explicaciones dadas hasta ahora, tanto en lo político como en lo penal, siguen generando muchas dudas. Y la puesta en escena de Sánchez, con maquillaje dramático incluido, ha sido percibida por muchos como una maniobra de distracción más que como un gesto sincero.

Reacciones en redes: del meme al escándalo

En pocas horas, la imagen de Pedro Sánchez se convirtió en blanco de burlas y críticas. Usuarios como @manuel_llamas o @EL00LEON compararon su aspecto con personajes de ficción y criticaron duramente lo que consideran una farsa política: “El PSOE ha contratado al equipo de maquillaje de The Walking Dead para esta rueda de prensa”, ironizaba uno de ellos. Otros señalaban el uso del maquillaje como “una técnica manipuladora” para generar lástima.

Analistas políticos también han cuestionado el momento elegido para la comparecencia: justo después de que se conociera el informe de la UCO que implica al núcleo de confianza del presidente en posibles tramas de adjudicación de obras públicas a cambio de comisiones. En ese contexto, la imagen compungida de Sánchez parecía, para muchos, una cortina de humo.

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