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Cultura

El cura valenciano que inventó la música electrónica

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Durante la década de los 80 y primera mitad de los 90 del siglo pasado ‘La Ruta Destroy’ o popularmente conocida como ‘Ruta del Bakalao’ era el principal referente de nuestro país en ocio nocturno.

Pero lo que muchos no saben es que esa música electrónica ya había nacido años antes en València, concretamente en la década de los años 30. Y su inventor no fue como se podría pensar un músico, sino un cura.

Juan García Castillejo había nacido en Cuenca pero de pequeño se trasladó junto con su familia a València donde vivió y trabajó como cura en Segorbe.

Fallecido a mediados de los 80 en la capital del Turia su vida podía haber sido como la del resto de los mortales. De hecho murió sin saber el alcance real de lo que había logrado.

Sin ser consciente del impacto que tendría en generaciones venideras.

De su creatividad e inventiva salió nada más y nada menos que la música electrónica, antepasada lejana de lo que hoy llamamos techno, drum and bass o hardcore.

Corría el año 1933 fecha en la cual Castillejo daba a conocer su increíble invención, una máquina a la que llamó él mismo «aparato electrocompositor» mediante la cual podía crear secuencias musicales de forma automática uniendo teclados como los de los teletipos a un sistema electrónico con válvulas osciladores condensadores y demás componentes electrónicos.

Antes que Spotify

Pero no queda ahí la cosa, ya que su artilugio también ofrecía la posibilidad de acceder por telegrafía a los archivos sonoros. Las composiciones se podían guardar a través de un sistema de salida con tarjetas perforadas y así escucharlo más tarde. Por increíble que parezca Castillejo se había adelantado a Daniel Ek y su Spotify fundado en 2006.

El único inconvenientes del invento era que, a pesar de funcionar perfectamente, la máquina era aparatosa, cara y demasiado grande. Adelantado a su tiempo, su invento no triunfó en una España que por aquel entonces daba la espalda a los avances y al progreso.

Decepcionado por la mala acogida de su máquina, Juan García Castillejo se dio por vencido, dejando su faceta como inventor para dedicar el resto de sus días a la vida normal de un sacerdote de aquellos tiempos.

Él no lo sabía, pero se había convertido en un pionero de los ritmos de finales del siglo XX y principios del XXI. Siempre nos quedará la duda de saber qué hubiera logrado en el caso de haber seguido con sus inventos. Nunca lo sabremos y lo único cierto es que tras su muerte su sobrino se los entregó a un chatarrero.

El único recuerdo de su talento nos ha llegado a través de la Oficina Española de Patentes y Marcas y la obra que publicó en 1944 con sus inventos retrofuturistas que mezclaban telegrafía y música electrónica.

Murió sumido en la miseria y en el anonimato

Lamentablemente murió sumido en la miseria, en el anonimato, sin el reconocimiento a su trabajo.  Desde 2008, en València se entrega el Premio Cura Castillejo, un galardón que reconoce la labor de las figuras más relevantes en el ámbito del arte sonoro y las músicas experimentales dentro de nuestro país.

Seguro que ninguno de los que bailaron durante aquellas décadas de la ruta del desfase podían imaginar que un sacerdote había creado, muchos años antes, ese ritmo que dominó el mundo desde el levante español.

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Última hora del culebrón de las clarisas de Belorado

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clarisas de Belorado
Foto publicada en su cuenta de Instagram "Te hago la luz" de las clarisas de Belorado.

El convento de las monjas clarisas del Monasterio de Belorado (Burgos) sigue atravesando una situación complicada. Las religiosas de clausura han publicado un comunicado desmintiendo la información que habían compartido el lunes.

En su nuevo comunicado, aseguran que no están encerradas, secuestradas, manipuladas ni alejadas de sus familias y que «no se van de la Iglesia», a pesar de que hace dos días habían difundido un mensaje señalando lo contrario. El arzobispo ha intentado comunicarse con ellas, pero hasta el momento no lo ha conseguido, según informa la Archidiócesis a Newtral.es.

Este miércoles 15 de mayo, han realizado otro comunicado a través de Instagram en el que afirman que se encuentran bien y que “esclarecer la verdad es su mayor deseo”.

El conflicto gira en torno a una propiedad en Derio (perteneciente a la Diócesis de Bilbao) que las monjas pretendían vender para adquirir otra en Orduña (perteneciente a la Diócesis de Vitoria). Las religiosas de Belorado alegan que la Iglesia está bloqueando la venta, pero las archidiócesis de Burgos, Bilbao y Vitoria niegan haber recibido ninguna solicitud al respecto, como señalan en un comunicado conjunto.

La Iglesia ha tratado de averiguar quién es el comprador del monasterio de Derio, pero las religiosas de Belorado se han negado a responder, según la Archidiócesis.

Ante esta situación, otro grupo de religiosas clarisas de Vitoria ha asegurado que acudirá al juzgado para interponer una demanda que paralice la compraventa del monasterio de Orduña por parte de las clarisas de Belorado, alegando que estas se han unido a “una secta”, según ha informado EFE.

Cambio de tutela

La comunidad de Belorado manifestó su intención de abandonar la Iglesia Católica y quedar bajo la tutela y jurisdicción de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado en julio de 2019, y su llamada Pía Unión Sancti Pauli Apostoli.

Autorización de ventas religiosas

Los monasterios son autónomos, pero la legislación canónica establece que la venta de propiedades por encima de 1,5 millones de euros debe contar con la autorización de la Santa Sede, según recoge la Diócesis de Gipuzkoa en su web.

Cancelación de la compra

En octubre de 2020, la comunidad de Belorado firmó un acuerdo de compraventa del Monasterio de Orduña con la comunidad de clarisas de Vitoria por 1,2 millones de euros, pero nunca se realizó ningún pago.

Una de las religiosas abandonó ayer el monasterio al no estar de acuerdo con lo que estaba sucediendo. Dentro quedan 14 monjas. Sin embargo, el comunicado solo está firmado por una de ellas, la madre abadesa, sor Isabel de la Trinidad, y el Arzobispado duda del respaldo de las monjas enfermas y mayores en Belorado.

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