Salud y Bienestar
El dolor modifica la respuesta cerebral y lleva a consumir opiáceos o alcohol
Publicado
hace 5 añosen
Además, la asociación de esas drogas en pacientes con dolor contribuye al número de muertes por sobredosis de opiáceos, según señala a EFE Lucía Hipólito, profesora en el área de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universitat de València (UV).
Esta investigadora es autora del proyecto «Incremento en el riesgo de adicción al alcohol y opiáceos derivada de la presencia de dolor: estudios clínicos y preclínicos con perspectiva de género».
EL DOLOR CAMBIA LOS PATRONES DE CONSUMO DE DROGAS
El trabajo, que comenzó en Estados Unidos en 2012 con estudios preclínicos en modelos animales, ha iniciado recientemente una fase clínica en humanos, concretamente en pacientes de la Unidad de Dolor del Hospital General de València, de la que aún no se tienen resultados.
En paralelo, están realizando estudios financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación que ahondan en los mecanismos neurobiológicos para, además de incrementar el conocimiento en esta situación, poder desarrollar terapias antirrecaída en el consumo de alcohol más efectivas en este tipo de pacientes.
En los modelos animales sí que se observó un cambio en los patrones de consumo de opiáceos en relación con la presencia de dolor inflamatorio.
Según Hipólito, en Estados Unidos es mucho más alta la prescripción de opiáceos que en España, ya que es bastante común que la receten para un simple dolor de muelas, y cuando se inició el estudio preclínico se estaba observando entre los estadounidenses un incremento en las muertes causadas por sobredosis a estos fármacos.
«Exponían a una gran cantidad de población a los opiáceos, con lo cual tienen a más personas en riesgo», según Hipólito, que añade que esto, unido a que se observó que el dolor modifica la respuesta que se produce en el cerebro a la administración de opiáceos y promueve el consumo más elevado, «podía dar una explicación a esas sobredosis».
«Vimos que simplemente por tener un dolor crónico se producen alteraciones en el cerebro que pueden promover que se necesite incrementar la dosis de oxicodona o morfina, no para paliar el dolor físico, sino para paliar el componente emocional del dolor», explica la investigadora.
Según indica, «hay una fuerza que hace que se escale en la dosis para calmar la situación emotiva negativa que puede sentir una persona por sufrir un dolor crónico, y al consumir cantidades más grandes se pone en riesgo la muerte por sobredosis».
PERCEPCIÓN MUY BAJA AL RIESGO DE CONSUMIR ALCOHOL
Lucía Hipólito explica que cuando regresó a Valencia desde Estados Unidos quiso continuar con esta línea de investigación, pero en España la trasladó al alcohol porque el patrón de consumo de opiáceos en España «está muy limitado por la prescripción» médica, «algo que está muy bien porque tenemos un mayor control» sobre esos fármacos.
«Al estar más controlado, das a la población el mensaje de que es un fármaco más peligroso que si, como en Estados Unidos, lo recetas para calmar un dolor de muelas», explica para añadir que en España la percepción de peligrosidad de los opiáceos «es mucho más grande».
Por contra, en el caso del alcohol, una droga que a nivel cerebral actúa por los mismos receptores, las mismas moléculas y neuronas que los opiáceos, en España la percepción de riesgo que tiene su consumo «es muy baja».
Según explica, vieron que, por similitud en los mecanismos cerebrales, el alcohol podría actuar con un factor de riesgo en el desarrollo de conductas adictivas, no solo para su consumo sino también para el de opiáceos.
El dolor impacta negativamente en el procesamiento de la motivación y la recompensa y, en consecuencia, induce un estado afectivo negativo, lo que contribuye al incremento del consumo de heroína pero también a la recaída en el consumo de alcohol solo en hembras.
MAS AFECTACIÓN EN EL SEXO FEMENINO
Durante sus estudios preclínicos con modelos animales de investigación, pudieron observar que solo las ratas hembras que desarrollaban una condición dolorosa durante la abstinencia eran las que mostraban una conducta de recaída.
Es decir, en el efecto del dolor sobre los sistemas que regulan el consumo de alcohol, la adicción a esta sustancia tiene más afectación en las hembras que en los machos, en los que no vieron ningún cambio en la conducta ni a nivel bioquímico.
Según explica, aunque en España no tienen todavía datos de la prevalencia de la adicción en pacientes con dolor, en otros países, especialmente anglosajones, se pasa de un 10 o 12 % de prevalencia de adicción en la población general a un 20 o 40 % en la población con dolor.
¿MENOS DOLOR ES IGUAL A MENOS ADICCIÓN?
Preguntada por si al disminuir el dolor también se reduce esa adicción a las drogas, explica que es algo que están revisando en este momento y es uno de los objetivos de este estudio financiado por el Plan Nacional sobre Drogas.
«Será muy importante determinar qué tipo de analgésico es el adecuado para esta población», asegura a EFE la investigadora y profesora de la Universitat de València.
A su juicio, un «control estricto de las dosis» de opioides puede «permitirnos tratar correctamente la patología dolorosa sin poner en riesgo de recaída, de consumo compulsivo o de sobredosis».
ADICCIÓN CON DOLOR AGUDO Y DOLOR CRÓNICO
Según Hipólito, en los casos de dolor agudo no se han observado alteraciones en los patrones de consumo de drogas, pero sí se ha visto tanto en casos con modelos de dolor crónico inflamatorio (cualquier tipo de artritis) y con modelos de dolor neuropático (diabético o en el nervio ciático).
Esto también sería importante a la hora de adaptar los esquemas terapéuticos, señala, para añadir que se ha visto que la exposición a dosis bajas para controlar el dolor «es mucho menos peligrosa» y por tanto hay que evitar incrementarlas.
Según explica, tanto en el caso del alcohol como de los opiáceos, el paciente puede incrementar la dosis sin que el profesional lo sepa, pero indica que es más sencillo ir al supermercado a comprar alcohol -porque nadie te lo prescribe- que el hecho de que te digan que no debes tomar más de un comprimido cada doce horas porque, si no, podrías tener problemas de adicción.
Concha Tejerina
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¿Qué es el VIH?
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Es posible que algunas personas no se sientan enfermas durante las primeras etapas de la infección por el VIH. Entonces, la única forma de saber con certeza si tiene el VIH es hacerse la prueba.
¿Cómo sé si tengo VIH?
Un análisis de sangre puede indicar si tiene una infección por VIH. Su profesional de la salud puede realizar la prueba o puede usar un kit de prueba en el hogar. También puede utilizar el localizador de pruebas de los CDC para encontrar sitios donde realicen la prueba sin costo.
¿Cuáles son los tratamientos para el VIH y sida?
Si bien no existe cura para la infección por VIH, se puede tratar con medicamentos, lo que se conoce como terapia antirretroviral. Esta puede volver la infección por VIH en una enfermedad crónica manejable. También reduce el riesgo de transmitir el virus a otras personas.
La mayoría de las personas con VIH viven una vida larga y saludable si reciben y continúan con la terapia antirretroviral. También es importante que se cuide. Contar con el apoyo que necesita, llevar un estilo de vida saludable y recibir atención médica regular puede ayudarle a disfrutar de una mejor calidad de vida.
¿Se puede prevenir el VIH y sida?
Puede reducir el riesgo de transmitir el VIH al:
- Hacerse la prueba del VIH
- Practicar conductas sexuales menos riesgosas. Esto incluye limitar la cantidad de parejas sexuales que tiene y usar condones de látex cada vez que tiene relaciones sexuales. Si usted o su pareja es alérgica al látex, puede usar condones de poliuretano
- Hacerse la prueba y recibir tratamiento para enfermedades de transmisión sexual
- No inyectarse drogas
- Hablar con su profesional de la salud sobre medicamentos para prevenir el VIH:
- PrEP (profilaxis previa a la exposición) es para personas que aún no tienen el VIH pero que tienen un riesgo muy alto de contraerlo. PrEP es un medicamento diario que puede reducir este riesgo
- PEP (profilaxis posterior a la exposición) es para personas que posiblemente han estado expuestas al VIH. Es solo para situaciones de emergencia. La PEP debe iniciarse dentro de las 72 horas posteriores a una posible exposición al VIH
NIH: Institutos Nacionales de la Salud
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