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El imparable cambio climático acentúa la ‘guerra del agua’: Cómo nos puede afectar
Publicado
hace 4 añosen
Alicante/Murcia/Toledo (EFE), 6 nov (EFE).- El imparable proceso del cambio climático, que en el sureste peninsular se materializa en una alarmante caída de precipitaciones y la consiguiente sequía, ha acentuado aún más la denominada ‘guerra del agua’ en torno al envío de caudales desde el Tajo a la deficitaria cuenca del Segura.
En pleno debate sobre la modificación de las reglas del trasvase, que reducirán las transferencias mensuales al Segura, María Ángeles Sierra, la presidenta de la Asociación de municipios ribereños de los embalses de cabecera del Tajo, los de Entrepeñas y Buendía, señala a EFE que los vecinos quieren poner fin a los trasvases porque sin agua en la cuenca cedente no hay posibilidades de desarrollo «de ninguna clase» y la gente «se va de los pueblos».
DAR VIDA A LOS PUEBLOS DE LA ESPAÑA INTERIOR
En la última década, las 22 localidades ribereñas han perdido uno de cada 5 habitantes hasta quedar en unos 9.000, por lo que Sierra confía en un acuerdo sobre «unos mínimos no trasvasables que permitan dar vida a los pueblos», toda vez que los dos pantanos están solo al 22 y 25 por ciento respectivamente de su capacidad.
El «criterio básico de la solidaridad para que todos los ciudadanos tengan acceso al agua en cantidad y en calidad suficiente» es uno de los argumentos que sostiene el consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha, Francisco Martínez Arroyo, del PSOE, quien asegura que su gabinete desea lo mismo tanto para las áreas manchegas que sufren la sequía como «para el resto de territorios del país, también para el Levante».
Tras incidir en que los pueblos de la España interior, como el alto Tajo, «necesitan agua para desarrollarse», sostiene que Castilla-La Mancha tiene la «mano tendida» con las zonas receptoras y no rechaza los trasvases para consumo humano sino que únicamente ha recurrido para el regadío.
Martínez Arroyo está convencido de que las últimas medidas del Ministerio de Transición Ecológica para reducir los envíos mensuales harán que caiga poco a poco el agua al Segura, una situación de la que los regantes receptores son «conscientes», al percibir que «su futuro depende de las desalinizadoras y no del trasvase, porque cada vez hay menos agua».

Tuberías que transportan el agua del trasvase Tajo-Segura, a su paso por la huerta oriolana. EFE/Morell
DETENER LA INCESANTE DESERTIFICACIÓN DEL SURESTE
Por el contrario, el consejero murciano de Agua, Agricultura y Medio Ambiente, Antonio Luengo Zapata, del PP, ha defendido a Efe que es vital defender un trasvase basado «en la solidaridad entre comunidades que permite mantener cerca de 100.000 empleos directos e indirectos» en la Región y que es beneficioso medioambientalmente por mantener unos regadíos que detienen la desertificación.
Ha explicado que el Tajo-Segura ha supuesto para Murcia un crecimiento económico y social «sin precedentes» en la historia, y ha destacado que el uso del agua es modélico ya que la Región es la que «más reutiliza y mejor uso da, consciente de la importancia que tiene un bien tan escaso».
El presidente de los regantes receptores de la conducción (SCRATS), el murciano Lucas Jiménez, ve el previsible recorte de caudales motivado más en las decisiones políticas que en necesidades ecológicas del Tajo, y ha advertido de que la disminución provocará un daño «irreparable» a los habitantes del sureste.
«El agua genera vida y oportunidades de vida», ha subrayado Jiménez, quien además ha apuntado que el recurso hídrico del trasvase «es el óptimo para el cultivo y el abastecimiento humano».
Desde la patronal empresarial murciana (Croem) ven «intocable» el trasvase para sostener el PIB regional, y urgen a que deje de estar sometida a las actuales tensiones e «incertidumbres».

Varios trabajadores del campo que retiran malas hierbas en una plantación de lechugas en la pedanía murciana de Lobosillo. EFE/Marcial Guillén
MÁS DE UN MILLÓN DE HABITANTES BEBEN DEL TAJO-SEGURA
Desde el sur de la Comunitat Valenciana, el director del Instituto del Agua de la Universidad de Alicante, Joaquín Melgarejo, coincide en que el agua del Tajo es «totalmente insustituible e imprescindible» porque afecta a «toda» la estructura socioeconómica.
Esto es así porque más del 60 por ciento del regadío de Alicante depende el Tajo y más de 1,2 millones de habitantes de la provincia bebe de esta fuente.
Según Melgarejo, más del 95 por ciento de la superficie regada con el trasvase es por goteo, lo que hace que la sustitución del Tajo-Segura por otras fuentes (como la desalinización) no se justifique ambientalmente por el significativo mayor coste energético, económico y también «contrario a las normas de la ‘economía verde’ y, por lo tanto, de la transición ecológica».
El alcalde de Orihuela, el popular Emilio Bascuñana, recibe las noticias de disminución de agua como «una agresión directa a la línea de flotación de la ciudad» porque repercute en los dos motores económicos del sur de la Comunitat Valenciana: el agroalimentario y el turismo.
Para el alcalde alicantino, el cambio de las normas del trasvase responde a un «capricho o amiguismo» pese a que «pone en riesgo la huerta de Europa» de la que viven, solo en el caso de Orihuela, más de 1.500 familias.
«La desalinización nunca da un agua de tan buena calidad como la de lluvia, la del trasvase, y además genera residuos como la salmuera, además de necesitar una gran cantidad de energía que no tenemos, y menos hoy, para bombearla e impulsarla tierra adentro», según Bascuñana. EFE
Por Silvia Bejarano (Toledo), Baldo Cortón (Murcia) y Antonio Martín (Alicante)
Publicado
hace 24 horasen
7 noviembre, 2025
El inicio de noviembre rompe con la tendencia a la baja y encadena la primera subida significativa tanto en el gasóleo A como en la gasolina SP95.
El precio de la gasolina y el diésel en España ha experimentado un cambio de tendencia con la llegada de noviembre. Tras un mes de descensos consecutivos impulsados por el abaratamiento del petróleo y la estabilidad en Oriente Medio, ambos carburantes registran ahora un repunte generalizado, con el gasóleo A liderando la subida.
Según los últimos datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea, el precio medio del litro de diésel se sitúa esta semana en 1,408 euros, lo que supone un incremento del 1%. Por su parte, la gasolina sin plomo 95 (SP95) sube un 0,54%, alcanzando una media de 1,472 euros por litro, después de cinco semanas consecutivas de bajadas.
Pese al aumento, las gasolineras low cost siguen ofreciendo precios muy por debajo de la media nacional. En tres provincias el litro de gasóleo A se mantiene por debajo del euro, y en otras dos no supera los 1,10 euros. Sin embargo, solo en 11 provincias se puede repostar por menos de 1,20 euros, frente a las 23 de la semana anterior.
Excluyendo Canarias —donde en Las Palmas se paga a 0,94 €/l y en Tenerife a 0,95 €/l—, Córdoba vuelve a ser la provincia con el diésel más barato de la península, con un precio mínimo de 0,96 €/l. Le siguen Murcia (1,01 €/l), Huesca (1,17 €/l) y varias provincias como Teruel, Asturias, Sevilla, Ciudad Real o Toledo, con precios en torno a 1,19 €/l. En Melilla, el litro se paga a 1,09 €/l, mientras que en Baleares se registra el precio más alto, con 1,359 €/l en estaciones low cost.
Con estos valores, llenar un depósito medio de 55 litros cuesta actualmente 77,44 euros, lo que supone un euro más que la semana pasada y 94 céntimos más que hace un año, cuando el coste era de 76,50 euros.
En el caso de la gasolina sin plomo 95, la subida ha sido más moderada. Canarias sigue siendo la región con los precios más bajos (0,95 €/l en Las Palmas y Tenerife), mientras que en la península Murcia ofrece el precio más económico, con 1,24 €/l.
En Valencia y Córdoba, el litro se vende a 1,25 €/l, mientras que Tarragona lo mantiene en 1,26 €/l. En una decena de provincias —entre ellas Barcelona, Lleida, Navarra, Soria, Alicante, Albacete, Jaén, Granada, Badajoz y Sevilla—, el precio ronda los 1,27 €/l.
En el extremo opuesto, Baleares vuelve a registrar los precios más altos de las estaciones low cost, con 1,438 €/l, más de dos céntimos por encima de la media de octubre.
Llenar un depósito medio de 55 litros de gasolina cuesta actualmente 80,96 euros, unos 2,8 euros menos que hace un año, cuando el precio superaba los 82,77 euros.
El aumento se explica por la recuperación del precio del crudo Brent, que vuelve a situarse cerca de los 90 dólares por barril, así como por el incremento de la demanda previo al invierno y la inestabilidad en el mercado energético internacional.
Las previsiones apuntan a que los precios podrían mantenerse al alza durante las próximas semanas si continúa la presión sobre el mercado del petróleo.
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