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Sombras con ojos verdes en Valencia: el enigmático graffiti que sacude las calles y lanza un mensaje social

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Valencia, 24 de abril de 2025 – En los últimos días, las calles de Valencia han sido tomadas por una serie de misteriosas figuras negras con ojos verdes. Estos grafitis, que han aparecido en múltiples puntos de la ciudad, no solo han captado la atención de los vecinos y transeúntes, sino también de las autoridades.

Dos grafiteros están siendo investigados por su presunta relación con estas pintadas, consideradas como un delito continuado de daños contra bienes públicos.

¿Dónde han aparecido las sombras con ojos verdes?

Según el informe de la Policía Nacional, estas figuras han sido localizadas en calles como Bélgica, Filipinas, Mendizábal, Micer Mascó, José Benlliure, Iglesia del Rosario, Naturalista Arévalo Baca y General Gil Dolz, así como en las plazas Manuel Granero y Luis Casanova. También se han identificado en grandes avenidas como Alfahuir y Suecia, en el puente de l’Assut de l’Or e incluso en el antiguo monasterio de San José y Santa Teresa, declarado Bien de Interés Local.

¿Qué significan estas figuras?

Detrás de estas sombras con ojos verdes hay algo más que arte urbano. Según explican sus creadores en su página web y redes sociales, este movimiento artístico nace como una crítica a las desigualdades sociales y a la salud mental. El negro representa la sombra interior de cada persona, «la oscuridad que rige nuestra sociedad», mientras que los ojos verdes simbolizan el «veneno» que circula por una sociedad que consideran intoxicada.

Las figuras carecen de brazos y boca, como forma de denunciar la inacción y el silencio ante las injusticias.

No es un mensaje político directo, sino una llamada a la responsabilidad individual y colectiva frente a un entorno que afecta el bienestar mental de las personas.

Un movimiento social con impacto digital

Este colectivo anónimo, conocido como La So0mbra, cuenta con más de 10.000 seguidores en Instagram y una tienda online donde venden camisetas, sudaderas y otros productos con sus diseños. Según afirman, parte de los beneficios obtenidos se destinan a donaciones para recursos de Salud Mental, como forma de compensar el impacto de sus acciones en el espacio público.

Investigados por vandalismo urbano

Pese a sus intenciones sociales, los responsables se enfrentan a posibles consecuencias legales.

El atestado remitido a la Policía Nacional los vincula con un delito continuado contra el patrimonio público, ya que muchas de las intervenciones han sido realizadas sobre muros y edificios protegidos.


Arte urbano con mensaje: ¿acto vandálico o grito de conciencia social?

Este fenómeno ha generado debate en Valencia. Mientras algunos lo ven como una forma legítima de expresión, otros lo consideran una agresión estética y legal contra la ciudad.

Lo que está claro es que las sombras con ojos verdes han conseguido lo que muchas campañas no logran: hacer reflexionar a miles de personas sobre la realidad social y emocional que enfrentamos cada día.

 


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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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