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Héctor Melero, primer fiscal ciego: «La mentira también se detecta en la voz»

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València, 12 abr (EFE).- Para Héctor Melero, el primer invidente de España que aprobó las oposiciones para fiscal, las dificultades a las que se enfrenta por su discapacidad visual son comparables al uso de las mascarillas, «que también ocultan gestos faciales», pero advierte que «como nunca he visto, sé detectar en la voz el estado de una persona», y también, probablemente, la mentira.

Melero es un joven jurista nacido en Valladolid en 1994 pero valenciano de adopción, que ha iniciado esta semana sus prácticas en los juzgados de València.

«Ahora todos llevamos mascarillas y ocultamos determinados gestos faciales, pero sin embargo podemos ser conscientes del estado de la persona que nos habla, si está nervioso o cabreado, si titubea, miente o dice la verdad», señala Melero en una entrevista a la Agencia EFE.

«Algo similar me sucede a mi también. Como nunca he visto, creo que es algo que tengo más desarrollado, pues sé simplemente por cambios en la voz o por la forma de expresarse de alguien, la situación en la que puede estar. Es algo que se aprende y que, de todas formas, se va perfeccionando con la práctica y el tiempo», explica.

Sus primeros días de trabajo en la Fiscalía Provincial de Valencia han sido «intensos y emocionantes», y han incluido la calificación de un caso de narcotráfico siempre con el asesoramiento de un tutor, en este caso de Álvaro Terol.

Además de esta figura, de la que disponen también los otros once fiscales que han iniciado las prácticas junto a Héctor, él cuenta con una persona asignada por la Conselleria de Justicia para facilitar su labor, además de un técnico de la ONCE.

«La ONCE ha puesto a mi disposición una línea Braille, para poder leer lo que aparece en la pantalla del ordenador, y una impresora, para recopilar el material necesario que elaboremos o que necesite llevar a juicio», explica.

Con todo, Melero es consciente de que su andadura en la Fiscalía Provincial no ha hecho más que empezar y sabe que en el futuro deberá afrontar unas rutinas que todavía están por definir.

«Es pronto para saber cómo será mi flujo de trabajo. Actualmente existen muchos avances tecnológicos, y también puedo contar con asistencia, pero seguro que aparecen inconvenientes que deberemos ir solucionando», admite.

Una de las limitaciones a las que ha de hacer frente es que, para poder leer documentos, éstos necesariamente han de estar digitalizados, y en caso contrario han de ser escaneados previamente.

«En estos primeros días he tenido que explicar a mis compañeros y a la gente que tengo alrededor qué son los aparatos que traigo conmigo, porque nunca los habían visto, pero también es cierto que he notado por parte de todo el mundo muchas ganas de aprender y mucho apoyo, es importante para mí».

«Siempre hay algunas puertas que ofrecen alguna resistencia cuando uno trata de abrirlas, pero no vamos a centrarnos en eso, sino en lo que va bien. Se me están facilitando mucho las cosas desde la Fiscalía Provincial de Valencia», insiste Melero.

También menciona con agradecimiento el apoyo recibido desde el Centro de Estudios Jurídicos por facilitarle la docencia a distancia, al igual que al resto de sus compañeros, al director de Formación de la carrera fiscal, FéliX Martín; a la directora del Centro de Estudios Jurídicos, Abigail Fernández; y a la jefa de área de cursos selectivos, Raquel León.

Melero es minucioso en el capítulo de agradecimientos, y menciona también al fiscal jefe provincial, José Francisco Ortiz; a su tutor y a la ONCE, «una organización clave para los ciegos, que en este caso se está volcando en hacer accesible mi puesto de trabajo».

Las prácticas de Héctor Melero en la Fiscalía, como las de sus compañeros, comprenden seis semanas de dedicación al área Penal, dos a Civil, dos a Menores y una en Violencia de Género.

«No me preocupa mi destino final, soy una persona abierta, vengo a aprender de quienes tienen más experiencia y ver lo que más me guste, pero soy consciente de que estaré donde pueda aportar y sea más fácil conjugar la discapacidad visual, que la tengo, con mi labor profesional. Estoy seguro de que entre todos conseguiremos definir el puesto de trabajo más adecuado para mí», concluye.

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De diseñadora de moda a ganadera: la historia de Blanca Tomás, la joven valenciana que encontró su vocación en plena pandemia

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Blanca Tomás, de 31 años, dejó atrás las pasarelas y los diseños para entregarse al cuidado de terneros en la granja familiar de El Palomar. Hoy lidera un proyecto sostenible, innovador y con proyección turística.

La pandemia del COVID-19 fue un punto de inflexión en la vida de muchas personas. Para Blanca Tomás, supuso un antes y un después. Esta joven valenciana trabajaba como diseñadora de moda en València cuando, en 2020, regresó a su pueblo natal, El Palomar (Vall d’Albaida), para ayudar a su familia en la granja. Lo que comenzó como algo temporal, se transformó rápidamente en su verdadera vocación.

Desde entonces, Blanca es el alma de la Granja José Tomás S.L., una explotación ganadera especializada en el destete de terneros que combina tradición, sostenibilidad y un fuerte componente de innovación rural.


Una nueva vida entre terneros: del diseño textil al campo

Con solo 21 días de vida, los terneros llegan a la granja de Blanca, donde son alimentados, vigilados y cuidados durante tres meses hasta que pasan de la leche al pienso. Todo el proceso se realiza bajo estándares de bienestar animal, con seguimiento diario y monitorización.

Pero Blanca no se queda ahí: ha implementado mejoras sostenibles como el uso de 36 placas solares, un vehículo 100% eléctrico, y la reutilización del estiércol como fertilizante natural en campos de olivos, cerrando así el ciclo productivo de economía circular.

Además, ha incorporado cultivos como la avena y la maralfalfa, una gramínea de alto rendimiento con bajo impacto ambiental que permite hasta seis cosechas al año.


Turismo rural, educación y alimentación saludable: la granja del futuro

A partir de 2026, Blanca abrirá las puertas de su granja a familias, escolares y turistas, con el objetivo de acercar el mundo rural a la ciudadanía. El proyecto incluye:

  • Visitas guiadas para conocer el trabajo diario con los animales.

  • Huerto urbano con productos de temporada.

  • Casa rural y piscina para estancias personalizadas.

  • Talleres gastronómicos con enfoque cultural y local.

Experiencias únicas para los visitantes

Entre las actividades, destacan:

  • Taller de paella valenciana, con elaboración desde cero.

  • Taller de vermut artesanal, para aprender sobre esta bebida tradicional.

  • Catas de vinos ecológicos y de kilómetro cero, en colaboración con bodegas locales.


Digitalización, emprendimiento femenino y futuro sostenible

Consciente de la importancia de adaptarse a los tiempos, Blanca trabaja en la digitalización del proyecto, con una página web en desarrollo que incluirá tienda online de productos artesanales, reservas y presencia activa en redes sociales.

“Queremos dar valor al trabajo rural, resaltar la importancia de la alimentación natural, la sostenibilidad y las tradiciones locales. Este entorno es educativo, saludable y ofrece experiencias que conectan con la naturaleza”, explica Blanca.

Madre y emprendedora, asegura que su historia puede ser un ejemplo para otras mujeres:

“Espero que mi experiencia sirva de inspiración. Apostar por el mundo rural me ha dado paz, orgullo y la oportunidad de liderar un proyecto familiar con impacto positivo”.

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