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Valencia

CRÓNICA| El estallido de indignación de Paiporta salpica de barro a los políticos

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Indignación Paiporta políticos
El rey Felipe (c) rodeado por vecinos indignados, durante su visita a Paiporta este domingo. Gritos de 'fuera', así como lanzamiento de barro, están recibiendo a la comitiva de los reyes de España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el president de la Generalitat, Carlos Mazón, a su llegada al centro de Paiporta. Numerosas personas indignadas han recibido con insultos a la comitiva y se han encarado con ella, mientras que tanto el rey como la reina ha intentado mediar con jóvenes que se les han acercado. EFE/Biel Aliño

Paula Boira Nacher y Carlos Rosique

Paiporta (Valencia), 3 nov (OP-EFE).- Los reyes, Pedro Sánchez y Carlos Mazón han llegado a la arteria principal de Paiporta sobre las 13.00 horas de este domingo. Al menos lo han intentado, porque poco antes de pisar la calle Mestre Palau los vecinos de la localidad se han lanzado en turba sobre ellos, tirándoles barro al grito de “asesinos”.

Los escoltas han actuado rápidamente creando un cordón de seguridad en torno a los visitantes reales, que han tratado de protegerse del lodo y los objetos que les lanzaban abriendo paraguas sobre sus cabezas y replegándose ante un ambiente fuertemente marcado por la tensión y la rabia.

Las autoridades sí se han manchado hoy de barro

Sin embargo, el barro ha acabado manchando la cara del rey Felipe VI y una pala ha ido dirigida a la espalda del presidente del Gobierno, que rápidamente ha sido evacuado por el protocolo de seguridad. Además, uno de los escoltas de los reyes ha acabado con una brecha en la cabeza.

La reina Leticia, unos pasos más atrás, se secaba lágrimas mientras algunas mujeres le aseguraban que esto “no es por usted”.

El rey Felipe (c) trata de calmar a los vecinos indignados, durante su visita a Paiporta este domingo. Gritos de ‘fuera’, así como lanzamiento de barro, están recibiendo a la comitiva de los reyes de España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el president de la Generalitat, Carlos Mazón, a su llegada al centro de Paiporta. Numerosas personas indignadas han recibido con insultos a la comitiva y se han encarado con ella, mientras que tanto el rey como la reina ha intentado mediar con jóvenes que se les han acercado. EFE/Biel Aliño

“Tres días para que llegue el ejército, no tenemos ropa, no tenemos comida, no tenemos nada”, han esgrimido dos mujeres a la reina, a quien han asegurado que “nos están mintiendo”, a lo que ella, visiblemente superada por la situación, les ha confesado que “tenéis razón”.

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, aguardaba tras el monarca con perfil bajo y cara seria, escuchando los cánticos que le pedían su dimisión.

“Traed una pala”, “que se manchen”, gritaba la torva de personas que trataban de zafarse constantemente del cordón de seguridad para llegar lo más cerca posible.

En menos de dos minutos los vecinos han acorralado a la comitiva formando un círculo a su alrededor y cada vez que el rey trataba de seguir caminando hacia delante, muchos trataban de cortar el paso con palas en la mano.

La muerte de los niños

“¡Han muerto niños, no es como la pandemia que eran ancianos, niños!”, lloraba ante EFE un hombre. “Ahora ellos volverán a su casa a darse una ducha caliente y dormir en su cama”, se quejaba otro.

Ante el ambiente cada vez más hostil han hecho su aparición cuatro agentes de la policía montada, que han despertado el nerviosismo de los presentes debido a la actitud revoltosa de los caballos.

Tras casi media hora, la comitiva ha decidido replegarse y encaminarse hacia los vehículos que aguardaban unos metros atrás. Mazón se ha introducido dentro de uno de los coches y la reina ha hecho lo propio en otro vehículo.

El rey ha llegado a sentarse en la parte de atrás del suyo, pero a los pocos segundos ha cambiado de opinión y ha indicado que quería acercarse a hablar con vecinos.

Entre gritos de “borbón, defiende a tu nación”, Felipe VI se ha encaminado rodeado por un equipo de escoltas, guardias civiles y policías que sumaba alrededor de medio centenar de efectivos y señalaba a la persona con la que quería hablar -aquellos que lloraban desconsoladamente pero también los que le insultaban con saña- y su jefe de seguridad los hacía pasar dentro del cordón para que se desahogaran.

Las recriminaciones a los políticos

“¿Por qué no han venido antes?”, lloraba una mujer cogiéndole la mano. “¡Desplegad al ejército!”, le exigía un joven que segundos antes había estado acusando al monarca de tener las manos “manchadas de sangre”.

Para la mayoría, la comitiva real ha venido solamente a “hacerse la foto”, mientras a ellos los tienen “abandonados”, según ha asegurado un anciano a EFE.

Felipe VI ha escuchado pacientemente al menos a una decena de vecinos, a los que repetía fórmulas como “lo entiendo” o “hacemos todo lo que podemos hacer”. “¿Y Sánchez dónde está? El rey está dando la cara”, ha preguntado uno de los presentes a los periodistas.

La mayoría de los que han hablado con don Felipe han salido del cordón de seguridad llorando, mientras parte de los allí presentes les criticaban por escuchar al monarca: “¡no os creáis nada, os está utilizando!”, gritaban.

Tras sus audiencias improvisadas, Felipe VI se ha encaminado hacia su coche, donde, antes de entrar, ha juntado sus manos en señal de perdón a un pueblo que este domingo ha escenificado la indignación que siente hacia unas autoridades que, para ellos, llevan casi una semana ausentes.

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Valencia

VÍDEO| El desgarrador testimonio de Santiago Posteguillo, afectado por la DANA

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Santiago Posteguillo DANA
Santiago Posteguillo

Santiago Posteguillo denuncia la falta de ayuda tras la DANA en Valencia: «Es muy cruel no avisar, pero aún más no ayudar»

El escritor valenciano expresa su indignación por la inacción institucional tras la catástrofe

El reconocido escritor de novela histórica Santiago Posteguillo, uno de los afectados por la DANA que azotó Valencia, compartió su experiencia personal ante el Senado. En un emotivo discurso, Posteguillo relató el desamparo vivido en Paiporta, donde reside a escasos metros del barranco del Poyo, y criticó la falta de apoyo de las instituciones, calificando de «cruel» no solo la falta de avisos ante el desastre, sino sobre todo la ausencia de ayuda tras el mismo.

Un relato de desesperación y abandono institucional

Durante su intervención en la Cámara alta, Posteguillo destacó la «sensación de abandono» experimentada por él y muchos otros en las zonas afectadas por las inundaciones. En su relato, mencionó que al día siguiente de la catástrofe, y después de enfrentar seis horas de torrente ininterrumpido, esperaba la llegada de cuerpos de rescate, sin embargo, «al amanecer no había nadie».

La situación era tan extrema que en plena plaza encontró el cadáver de una joven con su madre, sin que la Policía o el Ejército acudieran al lugar.

Posteguillo hizo hincapié en la falta de coordinación y respuesta institucional, recordando que no fue hasta el tercer día que comenzaron a llegar los primeros voluntarios, mientras los vecinos enfrentaban «saqueos», «coches volcados» y «barro por todas partes».

«Es incomprensible que en un escenario del siglo XXI, en una ciudad como Valencia, la respuesta haya sido tan lenta y tan insuficiente», reflexionó el autor.

La crítica a la actuación de las instituciones en plena catástrofe

En su discurso, el escritor comparó la reacción de los representantes públicos actuales con los de la antigua Roma, ironizando que, mientras hace 2.000 años los dirigentes «se mataban entre ellos», hoy «apuñalan al pueblo».

La contundente declaración refleja el sentimiento de indignación de miles de valencianos, quienes, según Posteguillo, se han sentido «traicionados» por las instituciones que, en teoría, debían protegerlos.

Un escape entre la devastación y la autogestión de los vecinos

Describiendo escenas de una devastación que «no había visto en la vida», Posteguillo relató su recorrido a pie hacia su residencia en Valencia. A su paso, encontró «colas de personas con cubos en busca de agua», edificios destrozados y cadáveres que aún no habían sido retirados.

«No se pueden imaginar lo que está pasando esta gente en Paiporta, Algemesí y Alfafar», explicó el novelista, lamentando la escasez de recursos para aquellos que necesitan «más que solo palas» para limpiar calles y reanudar la vida cotidiana.

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