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Cultura

‘It’s a Sin’, la serie que muestra una realidad desgarradora

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En los años 80 llegó una pandemia que terminó con la vida de millones de personas, el conocimiento sobre esta era escaso y los afectados, en su mayoría homosexuales fueron discriminados y tratados como monstruos. Esta enfermedad era el SIDA.

El VIH es el hilo conductor de la miniserie de HBO, ‘It’s a Sin’, que en 5 capítulos se mete en la piel de cinco amigos, quienes descubren la muerte y el dolor con tan solo 20 años en sus propios cuerpos. Mientras la sociedad les giraba la cara y les hacía pensar que ellos son el problema y, por tanto, merecedores de su propia muerte, porque, como su título indica: ‘It’s a Sin’ o «Es un Pecado», tener el SIDA lo era.

Una serie que invita a reflexionar sobre la evolución de los derechos de las personas LGTBI+. En los años 80, el SIDA fue considerado una enfermedad de “gays”. Una pandemia que se cobró la vida de millones de personas en todo el mundo. El desconocimiento entorno a la enfermedad y su tratamiento provocó el caos y el miedo irracional en la población. ‘It’s a Sin’ muestra como, en algunos lugares, los afectados fueron encerrados en habitaciones donde, en soledad, esperaban entre delirios y dolor a la muerte.

Hoy es una enfermedad controlada gracias a la lucha que, cómo aparece en la ficción, realizaron asociaciones y voluntarios, que informaban a los afectados de la prevención y las ayudas, y buscaban la acción del gobierno.

La sociedad retrograda y las familias que ocultaban el dolor de sus hijos; el miedo que se extendió entre las personas del colectivo y la sociedad, son algunas de los argumentos que dejan al espectador impotente ante tantas injusticias. Sin embargo, los valores como la amistad, la familia, la cooperación y la empatía son un rayo de esperanza, los personajes principales luchan día y noche para poner fin a esa situación desgarradora.

 

 

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Cultura

Muere Robe Iniesta a los 63 años, alma eterna de Extremoduro

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Robe Iniesta Extremoduro
Robe Iniesta de Extremoduro

El mundo de la música ha perdido a Robe Iniesta, que ha muerto a los 63 años, según han confirmado fuentes cercanas al entorno del artista. Su fallecimiento supone un golpe emocional para la cultura española, ya que el compositor y vocalista cacereño, fundador de Extremoduro, era una de las figuras más influyentes y reconocidas del rock en español. Millones de oyentes lo consideran una voz imprescindible para entender la libertad creativa de los años 90 y 2000.

El legado de un genio que transformó el rock en español

Robe, natural de Plasencia, revolucionó la música desde principios de los años 90 con un estilo visceral, poético y transgresor que convirtió a Extremoduro en un fenómeno generacional. La banda consiguió conectar con jóvenes y adultos de toda España gracias a unas letras descarnadas, cargadas de realidad, amor, rebeldía y un profundo sentido vital.

Álbumes como Somos unos animales, Deltoya, Agila o La ley innata marcaron a varias generaciones y consolidaron a la banda como una referencia imprescindible en la historia cultural del país. Estas obras no solo fueron éxitos musicales, sino que redefinieron la manera de escribir canciones en castellano, fusionando rock urbano, poesía, marginalidad y emociones a flor de piel.

Una carrera en solitario sin perder su esencia

Durante los últimos años, el músico había desarrollado una exitosa carrera en solitario, explorando nuevos sonidos y una escritura más introspectiva, sin perder la autenticidad que siempre lo caracterizó. Robe Iniesta se mantuvo fiel a su espíritu creativo, rechazando modas, preservando el misticismo de su figura y demostrando que su obra no dependía únicamente de la nostalgia. Su música seguía siendo libre, intensa y profundamente humana.

Un impacto emocional que se extiende por toda España

La noticia de su fallecimiento ha generado un profundo impacto en el panorama musical y en miles de seguidores que crecieron con sus canciones y su forma única de entender el arte. Redes sociales, compañeros de profesión, periodistas culturales, artistas emergentes y fans de toda España han comenzado a despedirlo con mensajes de admiración y gratitud por una obra que ya forma parte de la memoria colectiva.

El público recuerda conciertos inolvidables, recitales de poesía improvisada, entrevistas enigmáticas, silencios prolongados y una personalidad que rehuía la fama, pero abrazaba la libertad. Cada canción sigue siendo un territorio emocional donde generaciones enteras han encontrado acompañamiento en sus momentos de euforia, rebeldía, dolor o búsqueda personal.

Un artista irrepetible con una obra eterna

Robe se marcha, pero deja una huella imborrable: versos que desbordaban vida, libertad y crudeza; una manera de hacer música que rompió moldes; y una voz que seguirá acompañando a quienes encontraron en sus canciones un refugio, una herida o un camino. Extremoduro no solo fue un grupo: fue un lenguaje, una actitud, un espejo de la realidad de miles de jóvenes que encontraron en sus letras una forma de entender el mundo.

Muchos expertos musicales coinciden en señalar que Robe Iniesta es uno de los últimos grandes poetas del rock español, comparable con referentes literarios en cuanto a su capacidad de generar una comunidad emocional alrededor de sus palabras. Su influencia continúa viva en nuevas generaciones de músicos y escritores que recogieron su audacia artística y su forma de convertir la vida cotidiana en poesía eléctrica.

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