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Salud y Bienestar

Las mentiras del omega 3

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Los ácidos grasos omega 3 son un tipo de ácidos grasos esenciales presentes naturalmente en algunas semillas y en pescados grasos. Hace ya años se observó y comprobó que poblaciones con dietas muy ricas en pescado, que presentaban altos niveles en sangre de ácidos grasos omega 3, tenían mejor salud cardiovascular, padecían menos enfermedades coronarias y menor insuficiencia cardiaca.

Estos hechos llevaron a concluir que enriquecer la dieta con un aporte suplementario de este tipo de ácidos grasos conseguiría el mismo efecto cardioprotector, pero OCU advierte que los últimos estudios destinados a comprobar este efecto concluyen que no es así.

En julio de 2018 se publicó una revisión Cochrane de 79 ensayos clínicos cuyo objetivo fue comparar los efectos sobre la salud cardiovascular de una mayor ingesta de ácidos grasos omega 3 respecto a una menor ingesta o una ingesta normal. Los resultados de la revisión Cochrane muestran que la mayor ingesta de ácidos grasos de cadena larga omega 3 no ofrecen efecto cardioprotector, pues quienes los habían tomado sufrieron los mismos eventos de tipo cardiovascular (muerte cardiovascular, muerte por enfermedad coronaria, ictus, arritmias, etc.) que los que no lo hicieron.

Por su parte, la revista New England Journal of Medicine ha publicado recientemente un gran ensayo clínico realizado en Estados Unidos a lo largo de 5 años y cuyo objetivo era conocer el efecto de la ingesta de suplementos de omega 3 (en dosis de 1 g/día) sobre la salud cardiovascular y cáncer de la población general, es decir, en personas sin enfermedades cardiovasculares y sin cáncer previo. En el ensayo se comparaban los resultados de un grupo que tomaba los suplementos, y otro que ingería un placebo.

Los resultados del ensayo clínico muestran que la incidencia de eventos cardiovasculares y de cáncer era la misma en ambos grupos y, por tanto, se concluye que, en población general, tomar 1 gramo de omega 3 todos los días no supone una protección adicional frente al cáncer ni las enfermedades cardiovasculares.

Ante la evidencia proporcionada por estos estudios científicos, OCU concluye que aumentar la ingesta de ácidos grasos omega 3 no aporta beneficio alguno en la salud cardiovascular y que, por tanto, no es necesario incluir estos suplementos en la dieta.

El único caso en el que sí hay evidencia a favor de los suplementos de omega 3 es en el de las mujeres embarazadas, pues se ha comprobado que una mayor ingesta de ácidos grasos omega 3 de cadena larga disminuye el riesgo de parto prematuro. También en el tratamiento farmacológico de personas con niveles elevados de triglicéridos, pues hay un medicamento específico a base de ácidos grasos omega 3 indicado para ese problema.

Sin embargo, a pesar de que la ingesta de suplementos de ácidos grasos omega 3 no haya demostrado beneficio sobre la salud cardiovascular, OCU recuerda que esto no significa que no sean imprescindibles en la dieta. De hecho, estos ácidos grasos están implicados en muchas funciones y procesos del organismo y además el ser humano no es capaz de sintetizarlos de forma adecuada y, por tanto, debe adquirirlos a través de la dieta.

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Salud y Bienestar

Si tienes estos síntomas, podrías sufrir diabetes

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síntomas diabetes

El 14 de noviembre se celebra el Día Mundial de la diabetes. Una enfermedad que sólo en España afecta a más de 5,3 millones de personas, según datos de la Federación de Diabéticos Españoles.

La diabetes es una enfermedad crónica provocada cuando el organismo no es capaz de regular la cantidad de azúcar en sangre, provocando una falta parcial o total del efecto de una hormona llamada insulina y que se caracteriza por un aumento de la glucosa (azúcar) en sangre.

Hay dos tipos de diabetes:

La tipo 1, cuyo origen está en los genes y factores ambientales, como los virus, que pueden desencadenar la enfermedad. Y está la más común: la tipo 2. Viene motivada por un estilo de vida poco saludable, ya que el sobrepeso y el sedentarismo aumentan el riesgo. El exceso de peso y la grasa abdominal se relacionan con la resistencia a la insulina.

Mientras que los síntomas de la diabetes tipo 1 se diagnostican de inicio, los del tipo 2 avanzan más despacio, llegando a manifestarse a edades más adultas, e incluso puede que el paciente desconozca que sufra esta enfermedad, dado que son tan habituales que pueden dar lugar a confusión.

Síntomas de la diabetes:

-Aumento de la sed y de las ganas de orinar
-Aumento del apetito
-Fatiga
-Visión borrosa
-Entumecimiento u hormigueo en las manos o los pies
-Úlceras que no cicatrizan
-Pérdida de peso sin razón aparente

Esta enfermedad también puede aparecer durante el embarazo. Es lo que se conoce como ‘diabetes gestacional’ y viene marcada por cambios hormonales, factores genéticos y factores del estilo de vida.

La Fundación para la Diabetes da algunas pautas para reducir el riesgo de diabetes tipo 2:

-Mantener el peso normal o perder más de un 5% si existe sobrepeso
-Adherirse a la dieta mediterránea
-Realizar un consumo de grasa inferior al 30% de las calorías diarias. De ese porcentaje, menos de un 10% debe provenir de la grasa animal (saturada)
-Incluir más de 15 gramos de fibra natural por cada mil calorías ingeridas al día
-Practicar actividad física regular durante más de 30 minutos al día, al menos 5 días a la semana
-Dejar el tabaco y limitar el consumo de alcohol

Los médicos de la dirección general de Salud de DKV, alertan sobre la importancia de que las personas que padecen diabetes realicen controles periódicos del nivel de azúcar y lleven un exhaustivo control de los alimentos que ingieren.

Enfermedades futuras

La diabetes, a largo plazo, puede presentar las siguientes complicaciones: retinopatía (una enfermedad de la retina que puede ocasionar ceguera); neuropatía diabética, que puede provocar alteraciones en la sensibilidad, dolores, úlceras e infecciones en los pies; nefropatía diabética (lesión renal por la diabetes), que puede degenerar en insuficiencia renal; y arterioesclerosis, particularmente en fumadores y en las personas que tienen una presión sanguínea alta.

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