Valencia
La Comunitat suma otro récord con 95 muertos y supera las 500 UCI ocupadas
Publicado
hace 5 añosen

València, 18 ene (EFE).- La Comunitat Valenciana ha sumado la cifra más alta de fallecidos en una actualización de datos, con 95 muertos, de ellos 41 en residencias de mayores, y vuelve a superar su récord de ingresados, con 3.829, y de pacientes en UCI, 505, aunque ha frenado el número de contagios por segundo día y registra 2.482.
La Comunitat Valenciana lidera la ocupación en planta de pacientes covid (37,28 %) y en UCI (52,76 %) y ha disparado su tasa de incidencia hasta rozar los 900 contagios por cada 100.000 habitantes, según datos del Ministerio de Sanidad.
Según los datos de este lunes de la Conselleria de Sanidad, desde la última actualización se han dado 6.812 altas y se han notificado 65 brotes nuevos, el más numeroso uno en Alcalá de Xivert de origen laboral con 36 casos.
ÚLTIMOS DATOS DE LA PANDEMIA
Los 2.482 nuevos casos de coronavirus confirmados por prueba PCR o a través de test de antígenos desde la última actualización sitúan la cifra total de positivos en 210.52 personas.
Por provincias, la distribución de nuevos positivos es la siguiente: 135 en Castellón (22.325 en total), 799 en Alicante (68.853 en total) y 1.548 en Valencia (118.833 en total). Además, el número de casos no asignados asciende a 41.
TASA DE INCIDENCIA ACUMULADA
La tasa de incidencia acumulada a 14 días se acerca a los 900 contagios por cada 100.000 habitantes y se sitúa en 896,12, según datos del Ministerio de Sanidad, lo que supone que sube casi 136 puntos (135,99) respecto a la cifra del pasado viernes (760,13) y es récord en la Comunitat Valenciana de toda la pandemia.
RÉCORD DE FALLECIMIENTOS
Además, se han registrado 95 fallecimientos por coronavirus, la cifra más alta en una actualización tras las 92 defunciones que se registraron en un día el pasado 12 de enero.
El total de defunciones desde el inicio de la pandemia es de 3.655 personas: 465 en la provincia de Castellón, 1.244 en la de Alicante y 1.946 en la de Valencia.
LA COMUNITAT LIDERA LA OCUPACIÓN EN PLANTA Y UCI
Los hospitales valencianos tienen, actualmente, a 3.829 personas ingresadas, 335 más que este domingo, y de ellas, están en cuidados intensivos 505, lo que supone 18 pacientes más que desde la última actualización de datos y récord de cifra en ambos casos.
La distribución de ingresos es de 308 en la provincia de Castellón, con 33 pacientes en UCI; 1.431 en Alicante, 193 de ellos en la UCI; y 2.090 en Valencia, 279 de ellos en UCI.
Según datos del Ministerio de Sanidad, la ocupación UCI de la Comunitat Valenciana ha pasado del 48,09 % del pasado viernes a los 52,76 %, la más alta de España, y también lidera la ocupación de pacientes covid en planta, que ha pasado del 30,34 % al actual 37,28 %.
Además, la valenciana es la segunda comunidad con la tasa de positividad de las pruebas más alta, situada en el 33,11 % de positivos en las pruebas que se realizan.
ALTA HOSPITALARIAS Y CASOS ACTIVOS
Desde la última actualización se han registrado 6.812 altas a pacientes con coronavirus, con lo que ya son 172.507 personas en la Comunitat Valenciana las que han superado la enfermedad desde que comenzó la pandemia.
Por provincias, las altas se distribuyen así: 18.985 en Castellón, 57.317 en Alicante y 96.126 en Valencia, además de 79 no asignadas.
De acuerdo con los datos registrados facilitados por Sanidad, en estos momentos hay 45.453 casos activos, lo que supone un 20,51 % del total de positivos.
ACTUALIZACIÓN DE LAS RESIDENCIAS
A día de hoy, hay algún caso positivo en 169 residencias de mayores (16 en la provincia de Castellón, 51 en la de Alicante y 102 en la de Valencia), 30 centros de diversidad funcional (4 en la provincia de Castellón, 9 en la de Alicante y 17 en la de Valencia) y 7 centros de menores (1 en la provincia de Castellón, 2 en la de Alicante y 4 en la de Valencia).
El total de nuevos casos positivos en las residencias de mayores sube a 186, de los que 129 son de residentes que, además, han sufrido 41 fallecimientos, mientras que 57 son de trabajadores.
Actualmente, se encuentran bajo vigilancia activa de control sanitario 44 residencias en la Comunitat Valenciana: 2 en la provincia de Castellón, 18 en la de Alicante y 24 en la de Valencia.
ADMINISTRACIÓN DE LA VACUNA
La Comunitat Valenciana ha administrado hasta este lunes a las 14 horas un total de 93.521 dosis de la vacuna contra el coronavirus, 152 de ellas ya en segunda dosis.
De todas las administradas, 35.434 han ido destinadas a residencias (personal sanitario y residentes) y 58.087 a personal sanitario de primera línea.
NUEVOS BROTES
De los 65 nuevos brotes, que suman un total de 374 contagiados, 39 se han registrado en la provincia de Valencia, 15 en la de Alicante y 11 en la de Castellón.
El brote más alto ha sido uno de origen laboral en Alcalá de Xivert, con 36 contagiados, mientras que han registrado nueve casos sendos brotes en Benidorm, Godella, València, Anna y Paterna.
Del total de brotes, 17 se han producido en la ciudad de València con un total 94 contagios, mientras que Elche ha registrado cuatro brotes, y Benidorm, Alcalá de Xivert y Ontinyent tres en cada municipio, entre otros brotes detectados.
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Publicado
hace 10 horasen
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Antes de nada, quiero expresar mi respeto y mi solidaridad más profunda hacia todas las víctimas de la Dana y hacia sus familias. Soy plenamente consciente del sufrimiento que provocó aquella tragedia. Lamento de corazón si en algún momento mi decisión de mantenerme en un segundo plano pudo haber generado dolor. Esa decisión la tomé para no avivar el circo mediático y para evitar que mi nombre pudiera ser utilizado como un instrumento político, como lamentablemente ha sucedido.
Dicho esto, me he decidido a escribir estas líneas después de la continua oleada de ataques, falsedades y mensajes de odio que he recibido en redes sociales, amplificados además por otros canales, tras mi reciente intervención como consejera portavoz del Levante Unión Deportiva, una responsabilidad que asumo desde 2023.
Soy la primera interesada en que se clarifiquen absolutamente los hechos que acontecieron aquel día, porque es imprescindible que no se desvíe el foco hacia historias paralelas que lo único que han hecho es generar más dolor a los afectados. Pero también porque las consecuencias que esta situación está teniendo sobre mi persona, sobre mi familia, sobre mi vida laboral y sobre mi estado psicológico están siendo brutales.
Ese día mantuve mi agenda laboral tal y como estaba prevista, como cualquier otro día, porque no era consciente de la magnitud de la tragedia que se avecinaba.
Mi jornada comenzó a las 9:30h en Ford Almussafes, donde impartí un curso de formación para sus profesionales que finalizó sobre las 14:00h. Cuando los asistentes se marcharon, me quedé unos 30 minutos más en el aula, como hago habitualmente, para elaborar el informe de la sesión y dejar todo documentado.
Después recogí mis cosas, fui a por mi vehículo y me trasladé desde Almussafes al centro de Valencia, donde había sido citada por el presidente de la Generalitat para una comida de carácter profesional. Estacioné el coche en un aparcamiento cercano y llegué al restaurante pasadas las 15:00h.
Acudí a esa cita a petición del presidente, con el objetivo de explorar posibles vías de colaboración profesional. Durante la conversación se me plantearon varias opciones, entre ellas presentar una candidatura a un cargo en la televisión autonómica, que rechacé de forma clara por convicción personal y profesional. A partir de ahí, me pidió mi opinión sobre la situación de la televisión: qué aspectos consideraba que funcionaban bien o mal y qué cambios podrían aplicarse. Desde mi experiencia, expuse mi punto de vista, lo que derivó en un intercambio de pareceres y acabó en una sesión de consultoría de comunicación en la que se abordaron cuestiones propias de mi especialidad.
En un momento determinado de la comida, el presidente empezó a recibir llamadas que interrumpieron nuestra conversación de manera continuada. Yo seguí en el restaurante, completamente ajena a esas comunicaciones: no pregunté, no participé, ni conocí en ningún momento su contenido, y el presidente tampoco me trasladó ninguna inquietud al respecto. Actué, como siempre he hecho, desde la discreción y el respeto que me caracterizan.
Esas interrupciones, sumadas a la espera y a la despedida, demoraron también mi salida del restaurante, que se produjo finalmente entre las 18:30 y las 18:45. En su momento, en medio de la vorágine con que se desencadenaron los hechos, el desconcierto y la presión vivida, sinceramente no dimensioné la importancia de ese desfase horario inicial que se hizo público. Sin embargo, con la distancia del tiempo y tras hablarlo con las personas más cercanas, he considerado necesario aclarar también ese punto.
Quiero dejar claro que en el momento en que me marché de la reunión no era consciente de la gravedad de lo que estaba sucediendo en otras localidades valencianas, porque en la ciudad no llovía y eso me hizo sentir todavía más ajena a la situación. Al regresar a casa, empecé a tomar verdadera dimensión de lo ocurrido. Nada más entender la magnitud de lo que había pasado, me puse en contacto con el presidente cuando le fue posible. En esa conversación le trasladé mi angustia y también le pedí, de forma muy clara, que por favor mi nombre no saliera. Le expliqué que me parecía profundamente injusto quedar vinculada a un capítulo tan doloroso cuando no había tenido absolutamente nada que ver. Ese fue mi error, porque ese silencio, aunque bienintencionado, alimentó la especulación y, cuando finalmente se supo, desembocó en un acoso brutal.
Los días posteriores fueron una auténtica pesadilla. Me sentí absolutamente perdida. Y cuando finalmente se dio a conocer públicamente que yo era la persona que había estado con el presidente durante aquella comida, mi cabeza estalló. Entré en un shock que me llevó a un ingreso hospitalario.
Cuando salí del hospital, mi situación seguía siendo extremadamente delicada. No me sentí con fuerzas para tomar yo las riendas y exponerme directamente. Por eso pedí a una persona de mi total confianza que explicara de mi parte lo sucedido. Así se hizo público entonces el relato de los hechos.
Pero con el paso del tiempo he comprobado que no fue suficiente. Hoy entiendo que es necesario hablar en primera persona. Hasta ahora no lo había hecho porque confiaba en que el tiempo y el sentido común bastarían para que se entendiera lo evidente: que yo no tengo nada que ver en esta historia. Pensé que quedaría claro por sí solo, pero no ha sido así.
La realidad es que me he convertido en una diana. Una diana utilizada políticamente y alimentada con insinuaciones machistas que han condicionado esta historia desde el principio. Y por eso hoy hablo: porque ya no puedo seguir soportando que este relato eclipse lo verdaderamente importante, que es esclarecer qué pasó aquel día y asumir las responsabilidades que correspondan.
Durante estos diez meses he vivido sometida a una presión insoportable. He sido objeto de un acoso constante, de insultos, de burlas y de un escrutinio injusto. Estoy en tratamiento psicológico con un diagnóstico de estrés postraumático. Es una terapia dura y compleja, que afronto con esperanza, pero la realidad es que mi salud mental se ha visto gravemente dañada. Cada nuevo golpe reabre heridas que aún no han cicatrizado.
Este proceso no solo me ha afectado a mí. Ha golpeado también a mi familia, que sufre al verme sufrir. Ellos han tenido que soportar conmigo este acoso, y ese es, sin duda, el dolor más grande de todos.
Dicho esto, no puedo obviar una triste realidad que me ha roto desde el principio y quisiera que estas líneas sirvieran de reflexión: ¿realmente habría pasado lo mismo si en lugar de una mujer hubiera sido un hombre quien se reunió con el presidente? ¿Se habrían dicho las mismas cosas, con el mismo tono y el mismo juicio? ¿Habría despertado tanto morbo, tanto machismo rancio y tanto prejuicio? Ese enfoque profundamente sexista ha servido como cortina de humo para desviar la atención de lo verdaderamente importante: esclarecer las responsabilidades que se derivaron de aquella jornada. No se puede construir un relato cargado de insinuaciones y morbo para distraer el foco de lo que realmente importa. Es realmente triste y decepcionante, porque no solo me ha hecho daño a mí, sino que ha distorsionado una historia que merece ser abordada con rigor y respeto.
Estar allí aquel día fue una maldita coincidencia y un horrible golpe de mala suerte. Pudo haber sido cualquier otro, pero fue ese día. El día más difícil y duro para miles y miles de valencianos. Ese es y será siempre mi tormento, y tendré que aprender a sobrellevar esa carga durante toda mi vida.
Lo único que pido ahora es respeto. Respeto hacia mi persona, hacia mi familia y hacia mi vida privada. Respeto para poder seguir adelante sin que mi nombre se siga utilizando como arma política ni como entretenimiento morboso.
Pero, sobre todo, pido respeto para las víctimas. Porque a ellas es a quienes les debemos sensatez. Les debemos que su dolor no se utilice ni se banalice.
Y a los responsables les corresponde dar las explicaciones que yo no puedo dar, porque nunca he ostentado ningún cargo público ni ese día tuve capacidad de decisión alguna. Ojalá hubiera estado en mis manos hacer algo, pero no fue así. Por eso el foco debe estar donde corresponde: en las personas que aquel día tenían responsabilidades y poder de decisión. Son ellas las que deben dar explicaciones.
Y para concluir, me gustaría agradecer a todas aquellas personas que me han acompañado en este proceso. Han sido muchas: desde mi círculo más cercano hasta mi entorno profesional, compañeros de medios de comunicación y ciudadanos completamente anónimos que han querido hacerme llegar su solidaridad y su apoyo. Gracias de corazón, porque es lo que me ha sostenido en pie.
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