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Valencia

Muere el escultor Nassio Bayarri tras sufrir una caída en su domicilio

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Nassio Bayarri
El escultor valenciano Nassio Bayarri posa junto a varias de sus obras durante la presentación, en junio de 2019 en el Museo Nacional de Cerámica, de "De lo cotidiano a lo fantástico", una exposición con pinturas, dibujos, esculturas y mosaicos cerámicos realizados entre 1993 y 2019. EFE/Ana Escobar/Archivo
València, 15 ene (EFE).- El pintor y escultor valenciano Ignacio (Nassio) Bayarri, de 90 años, ha fallecido este viernes tras sufrir una caída en su domicilio de Paterna (Valencia), según han informado este domingo fuentes del Ayuntamiento de este municipio.

El artista cayó por las escaleras de su domicilio, al parecer, y fue trasladado a un centro hospitalario, donde falleció el pasado viernes.

El Ayuntamiento de Paterna declarará día de luto oficial este lunes y las banderas ondearán a media asta en señal de duelo por la muerte del escultor, quien nació en València en marzo de 1932 y vivía en Paterna desde hace muchos años.

La vasta producción del artista en escultura y otras disciplinas, hijo del también escultor Josep Maria Bayarri, se puede contemplar en València en obras como el monumento a la afición valencianista, o las esculturas a José Segrelles, Ausiàs March o Vicente Blasco Ibáñez.

Nassio Bayarri

Nassio Bayarri, cofundador del Grupo Parpalló en 1956, comenzó en 1967 a realizar sus primeras composiciones ‘cosmoístas’ y redactó su Manifiesto cosmoísta, que mantuvo en toda su obra.

Para su formación, ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos en Valencia, de la que más tarde fue nombrado académico numerario.

Ha recibido la Medalla de Oro del círculo de Bellas Artes y la Distinción al Mérito Cultural de la Generalitat en 2010, entre otros galardones.

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Valencia

El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita

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El duelo de un pueblo no se gobierna con mentiras: es hora de que Carlos Mazón dimita
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. EFE/ Biel Alino/Archivo

La catástrofe desencadenada por la DANA del 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana, que dejó un lacerante saldo de más de 229 víctimas, no puede quedar impune. Más allá del dolor humano y de la reconstrucción material, está la responsabilidad política. Y en ese terreno, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, acumula mentiras, contradicciones y el profundo desgarro de quienes lo perdieron todo. Por dignidad, por ética y por justicia, Mazón debe dimitir.

Una gestión inexcusable

Cuando la alerta roja estaba activada, Mazón estaba ausente del lugar que le correspondía. Según los informes oficiales, llegó al comité de crisis (CECOPI) a las 20:28 horas, cuando ya se había emitido la alerta a la población minutos antes. No fue un “error de agenda”, sino un fallo estructural que costó vidas.

Mientras Valencia vivía una riada devastadora, el presidente se encontraba en una comida privada en lugar de supervisar la emergencia. Su entorno lo justificó como una reunión de trabajo, pero el contexto lo desmiente: fue ausencia, negligencia y falta de liderazgo.

La falta de movilización de efectivos tampoco puede justificarse. Los informes cruzados detectan irregularidades en el número de bomberos y medios activados. Cuando una emergencia reclama transparencia, los datos confusos o manipulados son una afrenta.

Mentiras, contradicciones y silencio

Mazón ha intentado derivar responsabilidades hacia la Agencia Estatal de Meteorología o la Confederación Hidrográfica del Júcar, en lugar de asumir el liderazgo que su cargo exige. Cuando el caos se instala, quien gobierna debe estar al frente, no buscando culpables.

Peor aún, ha ofrecido versiones cambiantes sobre su paradero, sus llamadas y las decisiones adoptadas aquel día. La investigación judicial avanza con pruebas que desmontan la versión oficial. Cuando un líder debe explicar dónde estaba durante una tragedia, el problema ya no es circunstancial: es estructural.

Las víctimas, traicionadas

No basta con lamentar lo sucedido cuando la dignidad exige acción. Las asociaciones de víctimas han expresado su malestar y exigido respeto ante la falta de explicaciones claras. “Estar con las víctimas también implica asumir responsabilidades”, repiten familiares que aún esperan una disculpa sincera.

No es solo la ausencia inicial. Es el desfile de versiones, el silencio, la falta de empatía y la reconstrucción lenta. Mientras las familias siguen llorando, el presidente intenta sostener su imagen pública como si nada hubiera ocurrido.

La única salida digna: la dimisión

Integridad política. Quien incumple los principios básicos de responsabilidad pierde la legitimidad para seguir al frente.

Justicia para las víctimas. Pedir perdón no basta cuando no se explica con claridad, cuando no se asumen errores ni se ofrecen soluciones. Las víctimas merecen que se depuren responsabilidades reales.

Confianza institucional. La credibilidad de la Generalitat se resquebraja cuando su presidente ofrece explicaciones tardías, contradictorias y evasivas. Eso no solo afecta a Mazón, afecta a toda la Comunitat Valenciana.

Renovación del liderazgo. El desastre del 29-O no puede cerrarse con un “sigo al mando”. Hace falta un relevo que reconstruya no solo los territorios inundados, sino también la confianza de los ciudadanos.

La responsabilidad compartida

Los silencios cómplices también pesan. Los partidos que sostienen a Mazón deben preguntarse si su apoyo es ético o meramente político. Cada día que pasa sin rendir cuentas es una herida más para las víctimas y una mancha más para las instituciones.

La dimisión no sería una derrota política, sino un acto de respeto hacia los que sufrieron, hacia los que murieron y hacia toda una sociedad que exige transparencia y verdad.

La tragedia del 29 de octubre no son solo cifras. Son vidas, familias, municipios arrasados y una sociedad herida. Carlos Mazón mantuvo su comida en El Ventorro cuando la provincia se inundaba, cambió versiones cuando se investigaba y continúa en el cargo pese al clamor ciudadano.

Por integridad, por dignidad, por justicia: Carlos Mazón debe dimitir.
Y quienes lo sostienen, deberían preguntarse si su silencio también los convierte en responsables.

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