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Por qué los niños no están (ni estarán hasta 2022) en el plan de vacunación
Publicado
hace 5 añosen
(EFE).- Son los últimos en el plan de vacunación, y parece que va para largo: la comunidad médica y científica no duda de que también a los niños y adolescentes les llegará su turno, pero tendrán que esperar hasta que haya resultados sobre la eficacia de los antídotos en ellos. Y eso podría no suceder antes de 2022.
La estrategia diseñada en diciembre por el Grupo de Trabajo Técnico de Vacunación COVID-19 ya ha definido 9 de los 15 grupos que contempla, el último de ellos el de los enfermos de alto riesgo esta misma semana, pero los menores siguen sin estar ni se les espera.
Y es que a la falta todavía de evidencia científica se unen las dudas sobre la capacidad de las vacunas para evitar la transmisión y sobre el papel que juegan los menores en la propagación de los contagios. La estrategia lo deja bien claro: niños y adolescentes no pueden considerarse por ahora grupos prioritarios.
En España hay 7,3 millones de menores de 18 años. Los expertos consultados por Efe coinciden: a ellos también les tocará, pero desde luego coparán el 30 % de la población que no estará inmunizada para finales de verano, si es que se cumple el objetivo común europeo de vacunar al 70 % de los ciudadanos antes de otoño.
Solo aquellos con ciertas patologías podrían ser inmunizados antes. Lo prudente es no poner una fecha para el resto, pero todo apunta a que, al menos los menores de 12 años, no podrán recibir su inyección hasta 2022.
LA MORTALIDAD EN NIÑOS «ES UNA RAREZA»
El proceso de vacunación tenía que empezar por los más vulnerables, como de hecho se está haciendo desde el pasado 27 de diciembre, dicen sin dudar Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP), y Pablo Aldaz, portavoz de vacunas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc).
Así lo fija la estrategia, que se vertebra sobre criterios etarios para priorizar los grupos diana. A mayor edad, más riesgo: el porcentaje de hospitalizaciones y defunciones de personas contagiadas aumenta con los años, alcanzando en España un 33,3 % y 14,7 % en mayores de 79, respectivamente, según datos del Instituto de Salud Carlos III.
Por el contrario, la población infantil y adolescente representa un 10 % de los casos de covid, el 0,4 % de las hospitalizaciones y menos del 3 por mil de las muertes: desde el 10 de mayo, han fallecido en España 32 menores de 15 años (17 de ellos tenían menos de 2; 11 estaban en el grupo de 5 a 14 y 4 en el de 2 a 4 años). «La mortalidad en niños es una rareza», abunda Aldaz.
A nivel mundial, las cifras de la OMS apuntan a que los menores de 18 años representan solo el 8 % de los casos globales; el 0,2 % de las muertes fueron de personas que no llegaban a los 20, a pesar de constituir casi el 29 % de la población del planeta.
FALTA DE ENSAYOS
Además, los ensayos clínicos realizados hasta la fecha se han hecho a partir de los 16 en el caso de Pfizer y de los 18 en las demás, lo cual explica que no se puedan incluir niños en la vacunación. Pero los laboratorios ya se han puesto manos a la obra.
Pfizer está reclutando menores de entre 12 y 15 años y calcula que pueden tener resultados a lo largo de 2021. «Probablemente este año ya cambie la ficha técnica», apunta el doctor Vázquez, que recuerda que esta farmacéutica tiene previsto probar su suero en niños de 5 a 11 años, «pero de eso ya no vamos a tener resultados hasta 2022».
En el caso de Moderna, indica Álvarez, están inscribiendo participantes en un ensayo en menores de 12 a 18 años y «también dicen que pueden dar resultados a lo largo de 2021. Y luego estudiarán de 11 años a 6 meses, pero no los tendrán hasta 2022».
Mientras, la universidad inglesa de Oxford inició a mediados de febrero pruebas clínicas para comprobar la eficacia en niños de 6 a 17 años de la vacuna de AstraZeneca.
La última que ha recibido el visto bueno en Europa pero que no empezará a ser suministrada hasta abril, la de Janssen, también planea arrancar sus pruebas en menores, incluidos bebés recién nacidos, embarazadas y personas inmunodeprimidas, pero sin fecha.
NO SON LO SÚPERPROPAGADORES QUE SE PENSABA
Mucho se ha hablado del rol supercontagiador de los menores, una teoría que han ido desmoronando distintos estudios. La OMS lo descartó en enero, cuando sentenció que los colegios de manera general no han sido focos superpropagadores del coronavirus y los pocos casos en los que se convirtieron en fuente de transmisión coincidieron con el incumplimiento de medidas de prevención.
«Los niños no son un grupo de riesgo importante porque son más bien víctimas que propagadores de la infección; en general se infectan a través de los adultos: cuando aparecen casos en los colegios es que se han contagiado en casa y luego llevan la enfermedad allí», apunta Álvarez.
¿Deberían establecerse subgrupos dentro de los menores? ¿Justifica el mayor contacto social de los adolescentes que vayan antes que los niños?
En este sentido, la estrategia incide en que el grupo de entre 15 y 29 años es el que más alta incidencia de casos presenta dada su alta exposición, «con un mayor número de salidas al exterior relacionadas con el ocio, viajes, mayor número de relaciones interpersonales y un relajamiento excesivo de las medidas de seguridad».
Una edad más joven y el sexo masculino se asocian a un menor uso de las medidas higiénicas, «lo que promueve la exposición y el contagio» entre ellos «y de forma secundaria al resto de la población».
Sin embargo, la exposición en el ámbito escolar es baja y supone el 1 % de los casos diagnosticados desde el 10 de mayo, muy alejado de los más frecuentes, que son el domicilio (33 %) o entorno desconocido (40 %), lo que refleja «el cumplimiento estricto de las medidas de seguridad en los centros educativos».
UN SISTEMA INMUNITARIO MÁS FUERTE
Todavía queda otro interrogante, el de la capacidad erradicadora de la transmisión de las vacunas, si bien cada vez hay más datos, sobre todo los que ha arrojado la vacunación masiva en Israel, de que los fármacos pueden prevenir la transmisión, «sino del todo -señala Álvarez-, casi del todo».
Es decir, «no van a acabar del todo con el virus en la nasofaringe pero sí van a reducir muchísimo la carga, con lo cual va a ser difícil que puedan contagiar a los demás». «Cuando eso se demuestre, adolescentes y jóvenes a lo mejor deberían pasar a ser un grupo de riesgo más importante porque así se evitaría que contagien a los demás».
Aldaz es un poco más tajante: cuando se confirme la capacidad erradicadora de la vacuna, «hay que vacunarles».
La respuesta inmune de los niños al fármaco no tiene por qué diferir mucho a la de los adultos, dice este experto; de hecho, su sistema inmune es «incluso más fuerte» porque no han desarrollado el fenómeno de la inmunosenescencia -envejecimiento del sistema inmunitario- de los mayores, que hace responder peor a los estímulos, ya sean infecciones o vacunas.
SOLO SE ADELANTARÁN NIÑOS CON ALGUNAS PATOLOGÍAS
«Lo primero es acabar con la vacunación de los adultos. Está bien fijar el objetivo del 70 %, pero niños y adolescentes no van a entrar hasta que no lo ponga la ficha técnica. Los últimos serán ellos: nunca van a estar por delante de los demás a menos que tengan enfermedades de riesgo», insiste el portavoz de la AEP.
Ni siquiera cuando llegue el momento de que haya vacunas disponibles para todos: en este sentido, el doctor recuerda que España ha comprado anticipadamente el equivalente a cinco dosis por ciudadano, pero las autoridades sanitarias no darán el paso de administrárselas a los niños hasta que no se incluyan en la ficha técnica.
Solo existe una circunstancia especial que sí que contemplan los protocolos de las comunidades, y es que algunos con trastornos neurológicos graves, institucionalizados o no, «se pueden valorar individualmente, igual que sucede con los embarazos». Algunas ponen un límite de entre 12 y 18 años, otras no.
El resto, mientras tanto, «van a estar los últimos», insiste. Y en todo caso, si se hacen subgrupos, se vacunará antes a los adolescentes porque los ensayos en ellos concluirán antes.
Ser los últimos no significa que no se vayan a inmunizar como todos. «Por supuesto, se va a vacunar a toda la población. Los niños, también», concluye.
Adaya González
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Las frases más duras del rey Juan Carlos sobre Letizia en ‘Le Figaro’
Publicado
hace 14 horasen
29 octubre, 2025
Con aspecto cansado y apoyado en un bastón tras sus múltiples operaciones de cadera y rodilla, el rey emérito Juan Carlos I abre las puertas de su refugio en Abu Dabi al medio francés Le Figaro y rompe su silencio tras años de exilio, concediendo una entrevista que ya ha levantado polémica dentro y fuera de España.
En la conversación, el monarca reflexiona sobre su reinado, su legado y su situación actual, marcada por la soledad, la distancia de su familia y el peso de los escándalos. “Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por obligación y mis supuestos amigos han desaparecido, veo que nunca fui libre”, confiesa.
“La democracia no cayó del cielo”
El rey emérito recuerda la Transición española como “uno de los logros más importantes de su vida” y defiende su papel como garante de la democracia.
“La democracia no cayó del cielo”, afirma, insistiendo en que “si pudo llegar a ser rey, fue gracias a Franco”.
Una declaración que sorprendió al periodista francés, quien le advirtió de la polémica que podrían generar sus palabras. Juan Carlos responde con naturalidad:
“¿Por qué mentir, si fue una persona que me hizo rey, y en realidad me hizo rey para crear un régimen más abierto?”.
Estas afirmaciones forman parte de su nuevo libro, Reconciliación, una obra de 500 páginas que se publicará el 5 de noviembre en Francia y en diciembre en España. Según el propio monarca, Felipe VI mostró su preocupación por el tono “sin filtros” del texto.
“Quienes esperen revelaciones trascendentales se sentirán decepcionados”, advierte el emérito, que asegura haber dudado antes de escribir sus memorias:
“Me di cuenta de que los hijos y nietos de mis amigos no tenían idea de quién era Franco ni de la Transición democrática. Creí necesario dar testimonio directo de lo que viví durante treinta y nueve años de servicio a mi país”.
La melancolía del exilio
Sentado entre olivos centenarios en el jardín de su residencia en la isla de Nurai —una propiedad cedida por el jeque Mohammed Ben Zayed, presidente de Emiratos Árabes—, Juan Carlos I se muestra melancólico y nostálgico.
“Verse obligado al desarraigo y al aislamiento al final de la vida no es fácil. Estoy resignado, herido por una sensación de abandono. Hay días de desesperación y de vacío”, admite.
Desde su marcha en agosto de 2020, el rey apenas ha tenido contacto con su familia, salvo con su nieto Froilán, que vive con él en Abu Dabi. Reitera que su autoexilio fue voluntario, para “no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona ni a mi hijo en el ejercicio de sus funciones soberanas”.
Aun así, deja entrever una fractura emocional con Felipe VI:
“Mi hijo me dio la espalda por sentido del deber. Entiendo que, como rey, deba mantener una postura pública firme, pero sufrí su insensibilidad”.
El emérito recuerda una conversación con su hijo durante la Navidad de 2020, que define como “encerrada en el silencio de la incomprensión y el dolor”.
Juan Carlos I: errores, decepciones y la “debilidad” de Corinna Larsen
Entre la nostalgia y el arrepentimiento, el monarca asume haber cometido errores.
“Soy consciente de haber decepcionado. Tengo numerosas debilidades”, confiesa, señalando que fue víctima de “errores de juicio nacidos del amor y la amistad”.
Sobre sus relaciones más controvertidas, hace una referencia directa a Corinna Larsen, a quien califica como “un grave error”.
“Fue un grave error haber aceptado el regalo de cien millones de dólares del rey Abdulá de Arabia Saudí, pero todos los procesos judiciales han sido desestimados y no se me ha imputado nada”.
Reconoce también que fue “cegado por un cierto séquito malévolo” y que confió en empresarios que lo involucraron “en un embrollo financiero que se escapó de sus manos”.
Letizia y Sofía: la otra cara de la monarquía
El rey dedica unas líneas a las dos reinas de su vida. De Sofía, habla con afecto y nostalgia:
“La llamo ‘Sofi’. Lamento que no me acompañe en mi vida en Abu Dabi”.
Sin embargo, su tono cambia al referirse a la reina Letizia.
“Tengo un desacuerdo personal con Letizia. No contribuyó a la cohesión de nuestras relaciones familiares”, admite.
Esta confesión, una de las más comentadas de la entrevista, deja entrever el distanciamiento histórico entre el emérito y la actual reina consorte, cuya llegada a la familia real marcó un cambio de estilo y tensiones en el entorno monárquico.
La herencia a Leonor y el mensaje a Felipe VI
En un tono más conciliador, Juan Carlos envía un mensaje a su hijo Felipe VI:
“España no es automáticamente un país monárquico. Es responsabilidad del rey moldear la monarquía cada día”.
También dedica unas palabras a la princesa Leonor, heredera al trono:
“Que tenga seguridad en sí misma, que cumpla con su deber con simpatía y amabilidad, que sea garante del respeto a la Constitución Española”.
“Hubo tres golpes el 23-F”
El capítulo sobre el golpe de Estado del 23-F es uno de los más reveladores. Juan Carlos I asegura que no fue un solo golpe, sino tres:
“El golpe de Tejero, el de Armada y el de los cargos electos cercanos al franquismo”.
“Alfonso Armada estuvo a mi lado durante diecisiete años. Lo quise mucho, y me traicionó. Convenció a los generales de que hablaba en mi nombre”, explica.
El monarca también recuerda que, durante sus primeros años de reinado, tuvo el poder de refrendar penas de muerte, aunque nunca tuvo que ejercerlo:
“Si hubiera dicho que no, los generales me habrían derrocado”.
“Nunca fui libre”
En el cierre de su entrevista con Le Figaro, el rey Juan Carlos hace una reflexión que resume su sentir:
“A pesar de mis problemas de movilidad y los intentos de desacreditarme, desde mi nacimiento no he sido dueño de mi destino. Di libertad a los españoles al establecer la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí”.
Con esta confesión, el emérito deja claro que, a sus 87 años, se siente prisionero de su propia historia, atrapado entre el peso de su legado y las consecuencias de sus decisiones personales.
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