Desde su nacimiento, cuando un niño enferma debe acudir al pediatra. También es necesario que cumpla con un calendario obligatorio de vacunaciones y acuda a sus revisiones periódicas. Todos estos controles son obligatorios tras pasar diez días desde el nacimiento del bebé.
Los chequeos se deben dar de forma periódica hasta que el niño cumpla su primer año de vida. Después, tendrá otra revisión al año y medio y la siguiente al cumplir los dos años. En el futuro, siempre que no presente ninguna condición grave, solo será necesario un chequeo cada dos años hasta cumplir los catorce. Esta es la edad hasta la que, en teoría, un niño tendría que ir al pediatra. Ahora bien, dado que es normal que a los padres les surjan dudas sobre pediatría, siempre es aconsejable acudir al médico y resolver cualquier inquietud acerca de la salud del niño.
Si presenta síntomas que hagan sospechar de alguna enfermedad, ya sea a nivel físico o mental, será el pediatra quien se encargue de efectuar las revisiones necesarias. Aunque en circunstancias normales los niños pasan del pediatra al médico de cabecera a los catorce años, esta fecha puede variar si el pediatra lo considera oportuno, al igual que dependiendo de la comunidad autónoma en que se encuentra empadronado.
En el caso de que niño sea atendido por la sanidad privada, la edad límite puede variar en función de la póliza de seguros contratada. Por norma general, la fecha varía de los catorce a los dieciséis años. En caso de enfermedad grave, puede llegar a ampliarse hasta un máximo de dieciocho años. Hasta esa edad, solo serán atendidos por un pediatra quienes precisen de hospitalización o padezcan enfermedades crónicas o severas.
QUÉ HACER SI UN ADOLESCENTE QUIERE CAMBIAR DE MÉDICO
La ley española no contempla la mayoría de edad hasta los dieciocho años. La pubertad es la época de tránsito en la que los adolescentes necesitan privacidad y pueden tener dudas acerca de su sexualidad u otras cuestiones que quieran tratar con un médico sin la presencia de sus padres. En estos casos, lo más aconsejable es que dejen a sus hijos entrar a solas en el consultorio para hablar con su médico. Si tu hijo adolescente no se encuentra a gusto con su médico de cabecera, ayúdale solicitando que se encargue de su salud otro médico que pueda tratarle con mayor confianza.
A la hora de cambiar de facultativo, ten en cuenta su capacitación médica especializada, sus horarios de atención y su disponibilidad en las citas. Pero lo fundamental y lo más importante es que tu hijo se sienta a gusto con su médico de cabecera. Para ello también es aconsejable preguntar a amigos o familiares que vivan en la zona si les recomiendan algún doctor o doctora.
Es altamente recomendable preparar al adolescente para que vaya aprendiendo a solicitar y programar sus citas médicas y a llevar sus propios registros. Cuanto más autosuficiente sea el adolescente, más más eficaz y satisfactorio será el tránsito.
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