Las Fallas de 2025 han sido una prueba de fuego para el mundo fallero. El temporal de lluvias que ha marcado la semana grande, unido a las secuelas emocionales y materiales que dejó la DANA de octubre, han convertido estas fiestas en unas de las más difíciles que se recuerdan. En medio de este escenario adverso, la figura de Berta Peiró, Fallera Mayor de València 2025, ha brillado con una luz especial. Su compromiso, cercanía y emoción han sido el reflejo de una Fallera Mayor que ha sabido estar a la altura de unas circunstancias que, lejos de lo esperado, han puesto a prueba la resiliencia y la pasión de los falleros.
Unas Fallas marcadas por la adversidad
Desde el primer día, la climatología ha sido la gran protagonista de las Fallas 2025. Las mascletaes suspendidas, las calles empapadas de agua y las dificultades para realizar actos con normalidad han generado una incertidumbre constante. Sin embargo, lo que podía haber sido un obstáculo insalvable se ha convertido en una demostración de la fortaleza del pueblo valenciano y, en especial, del carácter fallero. Y en ese contexto, Berta Peiró ha sido la mejor embajadora.
Desde la Crida, su mensaje ya resonó con una fuerza especial. Con la emoción contenida y la voz firme, dedicó sus primeras palabras a los afectados por la DANA de octubre, recordando que València es una ciudad de solidaridad infinita y que el amor por las Fallas jamás será arrastrado por ninguna riada. Sus palabras no fueron un discurso más, sino el reflejo de una Fallera Mayor que entendía el contexto, que sabía que este 2025 no era un año cualquiera y que su papel iba a ser clave para devolver la ilusión a una ciudad que ha tenido que levantarse una vez más.
La Ofrenda más dura y emotiva
Pero si hay una imagen que quedará grabada en la memoria de los falleros es la de Berta Peiró desfilando en la Ofrenda bajo una intensa lluvia. La Ofrenda es uno de los actos más especiales y simbólicos de las Fallas, y en esta ocasión, se convirtió en un ejercicio de resistencia, amor y devoción. Con el agua cayendo sin tregua y los trajes empapados, la Fallera Mayor de València no dudó ni un segundo en seguir adelante, con la mirada firme, el ramo en alto y la emoción a flor de piel.

ARMANDO ROMERO
Cada paso hacia la Basílica de la Virgen de los Desamparados era un testimonio de compromiso, no solo con su cargo, sino con toda la comunidad fallera. Berta no desfiló sola; lo hizo por todos los falleros que, pese a las adversidades, no dejaron de demostrar su devoción por la Geperudeta. Sus lágrimas al llegar ante la Virgen no fueron de debilidad, sino de emoción pura, de sentir el peso del momento y de representar a una ciudad entera en un acto de entrega absoluta.
Cercanía y humanidad, la clave de su reinado
Más allá de los actos oficiales y el protocolo, Berta Peiró ha sido una Fallera Mayor cercana, humana y real. No ha dudado en emocionarse, en abrazar a quienes la han acompañado en esta aventura y en demostrar que ser Fallera Mayor de València es mucho más que un título; es un sentimiento que se lleva en el alma.
Su capacidad para conectar con las comisiones, para vivir cada acto con intensidad y para hacer sentir a los falleros que su voz era la voz de todos han hecho que su reinado sea recordado como uno de los más auténticos. En un año donde las dificultades han sido muchas, su actitud ha sido un ejemplo de liderazgo festivo. Ha sabido representar la esencia de las Fallas: pasión, resistencia y amor por la fiesta.
Sus lágrimas en momentos clave no han pasado desapercibidas. No han sido lágrimas de tristeza, sino de emoción, de vivir cada instante con el corazón en la mano. Desde su llegada a la Ofrenda hasta el momento de la cremà, Berta ha demostrado que ser Fallera Mayor de València no es solo llevar un título, sino sentir y transmitir el espíritu fallero con cada gesto.

TONI CORTÉS
Un legado que trasciende la lluvia
Las Fallas de 2025 serán recordadas como las Fallas de la lluvia, de la DANA, de la superación. Pero también serán recordadas como las Fallas de Berta Peiró, una Fallera Mayor que supo transformar la adversidad en un mensaje de esperanza, que hizo de la dificultad una oportunidad para unir aún más a los falleros.
Su legado no será solo el de una gran embajadora de la fiesta, sino el de una mujer que, con su entrega, ha demostrado que las Fallas son mucho más que una celebración: son la identidad de un pueblo que siempre se levanta, que nunca deja de luchar y que, pase lo que pase, mantiene viva su esencia.
Porque la lluvia puede empapar las calles, pero jamás podrá apagar la llama de las Fallas. Y en este 2025, esa llama ha ardido más fuerte que nunca gracias a Berta Peiró.
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