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Salud y Bienestar

Zapatos de tacón, los mejores aliados de la artrosis

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Zapatos de tacón artrosis
Zapatos de tacón, los mejores aliados de la artrosis

El uso de los zapatos de tacón supone el día a día para muchas mujeres. La sociedad los ha incorporado a la rutina de muchas chicas que, bien por trabajo, bien porque se sienten cómodas con ellos, los usan sin pensar en los problemas de salud que ello puede conllevar.

Desde el Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV), publicaban recientemente que este tipo de zapatos, que en ocasiones tienen una altura de vértigo, «pueden ser la causa de artrosis en los pies y rodillas ya que la sobrecarga producida en el ante pié, si se realiza de forma continuada, puede producir un desgaste de las articulaciones».

Se avecinan ahora eventos diversos. ‘Las tres B’ harán acto de presencia pronto: bodas, bautizos y comuniones. Pero también graduaciones y otro tipo de celebraciones que suelen requerir un tipo distinto de calzado, asociando el concepto de elegancia con el uso de tacones elevados.

Calzado que respete la salud del pie

En el territorio clínico, desde la entidad se recomienda su uso «esporádicamente», dando prioridad a un tipo de calzado que «respete» la salud del pie. Resulta interesante saber que se consideran tacones altos a aquellos que tienen más de cuatro centímetros. Estos «generan una mayor carga y mayor presión en la articulación del antepié y las rodillas. Y es precisamente esta sobrecarga la que, cuando se realiza de forma continuada, puede generar un mayor desgaste de las articulaciones y propiciar la aparición de artrosis», ha manifestado la presidenta del ICOPVC, Maite García.

Además, otro tipo de calzado que puede ser muy perjudicial es aquel que, al tacón se le suma la punta estrecha, que causa callos o juanetes. También puede desembocar en una afección a la estructura y la calidad ósea de los pies, derivando en artrosis «irreversible».

Son muchas las patologías que se pueden sufrir por el abuso de los tacones:

dolores en rodillas, articulaciones metatarsofalángicas (dolor al caminar y a la presión), acortamiento del tendón de Aquiles y de la musculatura posterior de la pierna, contracturas…

Desde el ICOPCV se ha resaltado que, en este sentido, es más saludable optar por zapatos con algo de cuña o pequeña plataforma, que reduzcan la inclinación del pie ya que ayudan a distribuir las sobrecargas que en tacones de aguja se centran en un punto concreto y, por ello, se tiene una sensación de «más comodidad» cuando se lleva este tipo de calzado. También es importante que cuenten con sujeción trasera para que evitar torceduras derivadas de la falta de control en el movimiento al caminar.

Los zapatos de tacón pueden no ser los aliados ideales para la artrosis debido a varios factores que afectan a las articulaciones y al equilibrio del cuerpo:

  1. Presión sobre las Articulaciones: Los zapatos de tacón alto, especialmente aquellos con tacones muy altos, ejercen una presión significativa sobre las articulaciones de los pies, las rodillas y la columna vertebral. Esto puede empeorar los síntomas de la artrosis, especialmente en las rodillas y las caderas.
  2. Postura y Equilibrio: Usar tacones altos cambia la postura natural del cuerpo, inclinando hacia adelante el centro de gravedad. Esto puede afectar el equilibrio y la distribución del peso corporal, lo cual es especialmente problemático para las personas con artrosis, ya que puede aumentar el riesgo de caídas y lesiones.
  3. Estrés en las Articulaciones: El uso prolongado de tacones altos puede llevar a un estrés crónico en las articulaciones y tejidos blandos, lo que puede contribuir al desarrollo o empeoramiento de la artrosis con el tiempo.
  4. Impacto en el Desplazamiento: Para personas con artrosis en las rodillas o caderas, caminar con tacones altos puede ser incómodo y puede exacerbar el dolor y la rigidez.

Si padeces de artrosis o tienes riesgo de desarrollarla, es recomendable optar por calzado que brinde más apoyo y estabilidad a tus articulaciones. Aquí hay algunas recomendaciones:

  • Zapatos Planos o con Tacón Bajo: Opta por zapatos con suelas planas o con tacones bajos (de aproximadamente 1 a 2 pulgadas) que proporcionen un mejor soporte para tus pies, rodillas y espalda.
  • Calzado Cómodo y Acolchado: Elije zapatos que sean cómodos, con amortiguación adecuada y que se ajusten correctamente a la forma de tus pies para minimizar la presión sobre las articulaciones.
  • Suelas Antideslizantes: Busca calzado con suelas antideslizantes para mejorar la estabilidad y reducir el riesgo de caídas, especialmente si tienes problemas de equilibrio debido a la artrosis.
  • Consulta con un Especialista: Si tienes dudas sobre el tipo de calzado más adecuado para tu condición de artrosis, consulta con un médico especialista en reumatología u ortopedia. Ellos podrán ofrecerte recomendaciones personalizadas según tus necesidades y nivel de actividad física.

En resumen, aunque los zapatos de tacón alto pueden ser elegantes y estéticamente atractivos, pueden no ser la mejor opción para las personas que padecen artrosis. Es importante priorizar la comodidad y la salud de las articulaciones al elegir el calzado adecuado.

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Qué significa tener hambre al rato de comer: la señal de que algo va mal

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Dieta Bioimis
FREEPIK

¿Te ha pasado que terminas de comer y, apenas una hora después, sientes otra vez hambre? No estás solo. Tener hambre al rato de comer es una sensación más común de lo que parece, y puede estar relacionada tanto con lo que comes como con cómo come tu cuerpo. En este artículo te explicamos por qué ocurre, qué causas pueden estar detrás y qué puedes hacer para controlarlo sin pasar hambre ni ansiedad.


¿Es normal tener hambre poco después de comer?

Sentir hambre poco tiempo después de comer puede ser normal en determinadas circunstancias, pero también puede indicar que algo no está funcionando correctamente en tu metabolismo, tus hormonas o tus hábitos alimenticios.

El hambre es un mecanismo fisiológico controlado por una compleja red de hormonas (como la grelina y la leptina), neurotransmisores y señales del sistema digestivo. Cuando el cuerpo necesita energía, se libera grelina, la “hormona del hambre”, que avisa al cerebro de que es hora de comer. Tras una comida completa, deberían aumentar los niveles de leptina y otras hormonas de saciedad, lo que envía al cerebro la señal contraria: la de estar satisfecho.

Si esa sensación de saciedad dura poco o desaparece enseguida, puede que el cuerpo no esté recibiendo los nutrientes o las proporciones adecuadas para mantenerse estable.


Causas más frecuentes del hambre poco después de comer

1. Comidas bajas en proteínas o grasas saludables

Uno de los errores más comunes es comer platos con muchos carbohidratos simples (pan blanco, arroz, pasta o dulces) y pocas proteínas o grasas saludables.
Estos alimentos provocan picos rápidos de glucosa en sangre que, tras una subida, se desploman en poco tiempo. Esa caída brusca de azúcar activa de nuevo el apetito y genera la sensación de hambre, aunque el estómago esté lleno.

Solución: incluye en cada comida una fuente de proteína (pollo, pescado, huevo, tofu o legumbres) y grasas saludables (aguacate, frutos secos, aceite de oliva virgen extra). Te ayudarán a mantener la glucosa estable y a prolongar la sensación de saciedad.


2. Exceso de azúcares o carbohidratos refinados

Los productos ultraprocesados, los zumos industriales o los cereales azucarados generan lo que se conoce como “montaña rusa de glucosa”. Este fenómeno hace que, tras un pico energético momentáneo, tu cuerpo reclame más comida rápidamente.

Solución: opta por carbohidratos complejos y de bajo índice glucémico, como avena, arroz integral, legumbres o pan de centeno, que se digieren más lentamente y mantienen estables los niveles de energía.


3. Comer demasiado rápido

Cuando comes con prisa, el cerebro no tiene tiempo de procesar la señal de saciedad. El cuerpo necesita entre 15 y 20 minutos para activar la respuesta hormonal que indica que has comido suficiente. Si terminas antes, es muy probable que al poco rato vuelvas a tener hambre.

Solución: mastica despacio, evita distracciones como el móvil o la televisión y da tiempo a tu cuerpo a “registrar” la comida.


4. Falta de fibra en la dieta

La fibra es uno de los componentes más importantes para regular el apetito. Aumenta el volumen de los alimentos en el estómago, ralentiza la digestión y ayuda a mantener estable el azúcar en sangre.
Si tu dieta es pobre en frutas, verduras o cereales integrales, es normal que la sensación de saciedad desaparezca enseguida.

Solución: añade más fibra soluble (presente en avena, manzana, lentejas o chía) para mantenerte lleno durante más tiempo.


5. Desequilibrio hormonal

En mujeres, especialmente en etapas de perimenopausia o síndrome premenstrual, los niveles de estrógenos y progesterona pueden alterar las señales de hambre y saciedad.
También en hombres y mujeres con resistencia a la insulina o hipotiroidismo, el apetito puede dispararse incluso tras comidas completas.

Solución: si notas que este patrón se repite con frecuencia, consulta con un endocrino. Un análisis hormonal puede detectar desequilibrios que estén afectando tu metabolismo.


6. Deshidratación

A menudo confundimos hambre con sed. El hipotálamo —la parte del cerebro que regula ambas sensaciones— puede enviar señales similares cuando el cuerpo necesita agua.

Solución: antes de picar algo, bebe un vaso de agua y espera unos minutos. Si la sensación desaparece, probablemente tu cuerpo solo necesitaba hidratarse.


7. Falta de sueño y estrés

Dormir poco o vivir en estado de estrés continuo aumenta la grelina (hormona del hambre) y reduce la leptina (hormona de la saciedad). El resultado: más apetito, más ansiedad por comer y más dificultad para controlar los impulsos, sobre todo por alimentos calóricos y dulces.

Solución: procura dormir entre 7 y 8 horas por noche y busca técnicas que te ayuden a gestionar el estrés, como el ejercicio físico, la meditación o pasear al aire libre.


8. Consumo excesivo de alcohol o cafeína

El alcohol inhibe temporalmente la producción de leptina, mientras que la cafeína puede alterar el equilibrio del azúcar en sangre. Ambos factores provocan un efecto rebote de hambre tras su consumo.

Solución: reduce el alcohol y limita la cafeína a dos tazas de café al día. Si te apetece una bebida caliente, elige infusiones naturales o descafeinadas.


Cómo saber si lo que sientes es hambre real o emocional

A veces, el hambre no tiene nada que ver con la necesidad de comer, sino con una respuesta emocional.
El hambre emocional aparece repentinamente, suele dirigirse hacia un tipo concreto de alimento (dulce, salado o ultraprocesado) y no desaparece aunque comas.

Por el contrario, el hambre fisiológica crece gradualmente y puede satisfacerse con casi cualquier tipo de comida.

Truco: antes de comer, pregúntate si es hambre o aburrimiento, ansiedad, estrés o cansancio. Identificar la diferencia es clave para mantener una relación sana con la comida.


Consejos para evitar tener hambre al poco tiempo de comer

  1. No te saltes comidas. Saltar comidas desequilibra tus hormonas y aumenta el riesgo de atracones.

  2. Incluye proteínas y grasas saludables en cada plato. Ayudan a mantener estable el azúcar en sangre.

  3. Prioriza alimentos reales. Evita ultraprocesados y apuesta por frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.

  4. Mantente hidratado. Muchas veces el cuerpo pide agua, no comida.

  5. Descansa lo suficiente. Dormir bien mejora el control del apetito.

  6. Gestiona el estrés. Evita que el cortisol dispare el hambre emocional.

  7. Escucha a tu cuerpo. Come despacio, sin distracciones y solo hasta sentirte satisfecho.


Cuándo consultar con un especialista

Si sientes hambre de forma constante después de comer, incluso tras menús equilibrados y con horarios regulares, puede ser un signo de resistencia a la insulina, hipoglucemia reactiva o alteraciones hormonales.
Un endocrino o nutricionista puede ayudarte a encontrar la causa exacta y ajustar la dieta a tus necesidades metabólicas.


Conclusión: el hambre temprana es una señal que el cuerpo envía, no un fallo

Tener hambre poco después de comer no siempre es un problema, pero sí una alerta de que algo puede mejorarse en tu alimentación, tu descanso o tu equilibrio hormonal.
Escuchar al cuerpo, elegir alimentos saciantes y mantener hábitos saludables son las claves para controlar el apetito sin renunciar al placer de comer.

Cuando el cuerpo recibe los nutrientes adecuados, el hambre deja de ser una lucha y se convierte en un mensaje de equilibrio interno.

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