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’18 de abril … y entonces sucedió que …’, por José Luis Fortea
Publicado
hace 9 añosen
De
José Luis Fortea
……… el 16 de abril de 1838, declaradas rotas las relaciones amistosas entre Francia y México y para ejercer un bloqueo en todas sus costas, desde Yucatán hasta Río Grande, arribaba al puerto de Veracruz, ciudad fundada por Hernán Cortés en 1521 bajo el nombre de Villa rica de la Vera Cruz, una flota de barcos de guerra de la marina francesa, mandada por el rey de Francia Luis Felipe I, compuesta por tres fragatas y dos navíos, al mando del almirante Bazoche, enviando dos días después, un día como hoy, 18 de abril al presidente de la nación, Anastasio Bustamante, un emisario con el aviso del cumplimento de pago de aquellas reclamaciones sobre las indemnizaciones pedidas por los comerciantes franceses que se consideraban perjudicados económicamente, consecuencia estas de los movimientos de las milicias revolucionarias ocurridos tras su independencia con España.
Cuando en 1808 las tropas del general Bonaparte, habían invadido la península, logrando además en Bayona la doble abdicación de los reyes españoles Carlos IV y su hijo Fernando VII, situando al frente de la corona española a su hermano José Bonaparte, aquellos territorios, conocidos por aquel entonces como la “nueva España”, con el impulso y patrocinio del mismo virrey, don José de Iturrigaray y Aróstegui, reclamaron su autonomía e independencia, en ausencia de lo consideraban un rey legítimo.
Una independencia que no llegaría hasta el 27 de septiembre de 1821, con la entrada del ejército Trigarante, al mando de Agustín de Itúrbide y Aramburu, en la ciudad de México, curiosamente el mismo día que este cumplía los treinta y ocho años de edad (proclamándose en mayo de 1822 “emperador de México” con el título de Agustín I), no reconocida por España como nación libre, soberana e independiente, hasta la firma del Tratado de Santa María Calatrava el 28 de diciembre de 1836, reconocimiento que permitía de hecho a Francia maniobrar desde entonces evitando indirectamente un enfrentamiento y posibles hostilidades con España.
Entre las mencionadas quejas y demandas, destacaba una en particular, considerada “inadmisible” por las autoridades francesas, motivo principal de esta controversia, que tuvo lugar seis años antes, en 1832, en el pueblo de Tacubaya (hoy integrado en la ciudad de México como un barrio más), en el local de un repostero francés llamado Monsieur Remontel, que al parecer había recibido la visita de un grupo de soldados de las milicias revolucionarias del entonces presidente Melchor Múzquiz Arrieta, que tras consumir una serie de productos de la pastelería, se habían negado a satisfacer el cumplimiento del exigido desembolso, abandonando el mencionado lugar, sin pagar los referidos pasteles.
El repostero envió una queja formal a su embajador Antoine Louis Deffaudis quien a su vez exigió como compensación, al gobierno del ya entonces presidente don Manuel López Pedraza, una indemnización de 60.000 pesos (una cifra un tanto exagerada teniendo en cuenta que en aquellos tiempos la tienda en sí estaba aproximadamente valorada en unos mil pesos y el sueldo medio de un trabajador era de un peso al día).
Esta reclamación no fue atendida por el gobierno mexicano que entendió el asunto desmedido y desproporcionado, pero que llevó al diplomático galo hasta suelo patrio para entrevistarse, en primera persona, con el presidente de la nación, Louis Mathieu Molé que decidió el envío con la autorización del monarca francés de aquellos navíos para exigir el pago, de la nada desdeñable cifra de 600.000 pesos.
La negativa del presidente Anastasio Bustamante a ni siquiera recibir a aquel emisario francés, mientras aquellas embarcaciones bloqueasen sus puertos, irritó a una Francia que acabaría enviando una flota de diez barcos más, en el mes de octubre, al mando del contralmirante Charles Baudin, y que acabaría desembocando en una guerra en el mes de noviembre, el día 27 al atacar la flota francesa la fortaleza de San Juan de Ulúa del citado puerto de Veracruz, en una contienda que acabaría siendo conocida como “la guerra de los pasteles”.
Un armisticio que obligaría al desembolso de los aludidos seiscientos mil pesos, al Estado mexicano, para garantizar una paz a cambio de verse eximido de todas aquellas reclamaciones que los comerciantes franceses hubieran podido tener o que pudieran disponer en un futuro.
No es esta la primera ni la última contienda cuyo origen puede catalogarse de un cierto absurdo, disparate o desatino.
Ya en 1325, por ejemplo, surgió una guerra entre los Estados Italianos de Bolonia y Módena a raíz del robo por parte de unos soldados del ejército modenés de una barrica de roble utilizada como cubo en un pozo, que sería considerada como una afrenta por los boloñeses y que llevaría a ambos a una guerra que se prolongaría durante doce años (paradójicamente finalizada esta sin llegar a recuperar la barrica).
En 1739, las tropas de Gran Bretaña y España iniciaron un conflicto armado cuando el guardacostas español “La Isabela” apresó el “Rebecca”, un barco contrabandista capitaneado por el pirata Robert Jenkins en 1731. El español Juan León Fandiño, que detuvo la nave, le cortó una oreja a Jenkins al tiempo que le dijo, -“Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”-, conocida pues como la guerra de la oreja de Jenkins, al considerar el monarca Inglés Jorge II aquella frase y el recibir el apéndice auricular del pirata, una gravísima desconsideración hacia su persona, que enfrentaría a ambas naciones en una guerra que duraría nueve años.
En 1788, la caballería del ejército austriaco en Karansebes tomando posiciones, a la espera de enfrentarse con las huestes turcas, se topó con un grupo de cíngaros que les vendieron, entre otros productos que portaban, algunos barriles de ron, negándose estos a compartir con los soldados de infantería que llegaron un poco más tarde, dicha bebida alcohólica, desatándose un enfrentamiento entre los propios soldados del mismo ejército que acabaría con la muerte de más de nueve mil soldados, escenario este que fue el que encontraron, cuando llegaron, los soldados otomanos.
En 1859 sería un puerco el causante de un conflicto entre estadounidenses y británicos que pugnaban por imponer su soberanía en un pequeño archipiélago situado frente a las costas noroccidentales de Estados Unidos, en la isla de San Juan en donde ambas potencias tenían presencia colonial. Al parecer una mañana del 15 de junio, un campesino americano llamado Lyman Cutlar, descubrió un cerdo, en su jardín, husmeando y rebuscando, por lo que decidió dispararle causándole la muerte. No tardaría mucho en recibir una reclamación del propietario del porcino, un granjero irlandés de nombre Charles Griffin, al que como compensación por la pérdida del marrano, el autor del disparo le llegaría a ofrecer diez dólares, cantidad esta que fue considerada insuficiente, exigiéndole diez veces más, esto es, el pago de cien dólares. Movilizados los soldados de ambos territorios con la orden de defenderse en caso de ataque, en una escalada constante que llegaría el día 10 de agosto a contar por el bando estadounidense con 461 soldados y catorce cañones frente a cinco buques de guerra de la marina real británica con setenta cañones y cerca de 2200 hombres dispuestos a entrar en combate. La disputa se resolvería definitivamente doce años después sin llegar a dispararse un sólo disparo.
El 14 de octubre de 1883, el municipio de Líjar en la provincia de Almería, a través de su alcalde, don Manuel García Sáez, declaró la guerra a Francia al tener noticias de los acontecimientos sucedidos durante la jornada del día 29 de septiembre por las calles de París en las que al parecer, el rey de España, don Alfonso XII había sido insultado y abucheado (algunas crónicas hablaban incluso de haber sido lanzada sobre él incluso alguna piedra), considerados, por el mencionado órgano municipal, estos hechos como suficientes para declararle la guerra a la nación francesa, computando entre sus trescientos vecinos y seiscientos hombres útiles hacer frente y encargándose cada uno de estos de diez mil de los de allí. La paz de esta peculiar declaración de guerra se firmaría cien años después, el 30 de octubre de 1983.
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Deportes
El Girona firma el hundimiento del Valencia CF (2-1)
Publicado
hace 2 semanasen
4 octubre, 2025
El Valencia CF no pudo sumar en su visita a Montilivi y cayó por 2-1 ante el Girona FC en un partido intenso y con alternativas, correspondiente a la jornada 8 de LALIGA EA SPORTS 2025-26. El tanto valencianista lo firmó Diego López, que volvió a demostrar su calidad y olfato en el área rival.
Un arranque accidentado y un Girona más eficaz
El encuentro comenzó cuesta arriba para los de Carlos Corberán, que a los pocos minutos perdieron a Diakhaby por lesión. El central fue sustituido por Copete, lo que obligó a reajustar la defensa. El Girona, muy activo en los primeros compases, llevó la iniciativa con un juego fluido y vertical.
El primer golpe llegó pronto. En el minuto 18, Vanat aprovechó una segunda jugada en la frontal del área para enviar un disparo ajustado al poste derecho de Agirrezabala (1-0). El Valencia intentó reaccionar con orden y buscando el contragolpe, pero le costó romper la presión alta de los de Míchel.
Diego López lidera la reacción blanquinegra
El equipo valencianista fue ganando presencia con el paso de los minutos. Thierry Rendall y Pepelu protagonizaron una buena combinación que terminó con un potente disparo de Jesús Vázquez, al que respondió Gazzaniga con una gran intervención. Poco después, Danjuma tuvo otra ocasión clara, pero su tiro se marchó desviado.
Tras el descanso, Javi Guerra entró por Santamaría y cambió la cara del equipo. El centrocampista de Gilet lideró una jugada brillante que acabó con un zurdazo al larguero de Diego López. Esa acción fue el preludio del empate: en el minuto 58, Danjuma y Lucas Beltrán fabricaron una buena acción por la izquierda y el propio Diego López apareció en el primer palo para empujar el balón a la red (1-1).
El tanto espoleó a los valencianistas, que disfrutaron de sus mejores minutos del partido. En apenas cinco minutos, el Valencia acumuló cuatro ocasiones claras, obligando a Gazzaniga a lucirse ante los disparos de Javi Guerra, Tárrega, Thierry y Copete.
Arnau decide y el Valencia se queda sin premio
Cuando mejor estaba el conjunto che, llegó el mazazo. En una falta lateral, Asprilla puso un centro peligroso que Vanat cabeceó. Agirrezabala rechazó el balón, pero Arnau apareció atento para empujarlo a la red y devolver la ventaja a los locales (2-1).
El Valencia no bajó los brazos. Corberán movió el banquillo dando entrada a Ramazani y Hugo Duro, y el equipo se volcó sobre el área rival. Ramazani rozó el empate con un disparo cruzado que se marchó rozando el poste, y Copete tuvo otra clara tras un córner. En el tramo final, Iván Martín fue expulsado por doble amarilla al frenar una internada de Diego López, pero ni la superioridad numérica ni el empuje final bastaron para rescatar un punto.
En el descuento, Javi Guerra sirvió un balón medido a Rioja, que centró buscando a Hugo Duro, aunque el delantero no logró conectar el remate. El Valencia lo intentó hasta el último suspiro, pero el marcador no se movió.
El Valencia CF sigue compitiendo con orgullo
Pese a la derrota, el equipo de Carlos Corberán ofreció una imagen competitiva y demostró carácter ante un Girona sólido y eficaz. El conjunto blanquinegro se mantiene en mitad de la tabla y ya piensa en su próximo compromiso.
El Valencia CF volverá a jugar a domicilio el lunes 20 de octubre a las 21:00 horas, frente al Deportivo Alavés en Mendizorroza, en la jornada 9 de LALIGA EA SPORTS.
Ficha técnica
Girona FC 2 – Valencia CF 1
Goles: Vanat (18’), Diego López (58’) y Arnau (63’).
Árbitro: Isidro Díaz de Mera (Castilla-La Mancha). Expulsó a Iván Martín (min. 85).
Estadio: Montilivi.
Tiempo de juego: 101 minutos.
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