Cada año, los estudios sobre los beneficios de tomar el sol en dosis moderadas se intercalan con los que confirman los riesgos que conlleva hacerlo de forma excesiva.
Así, aunque la radiación solar ultravioleta (UV) interviene en el desarrollo de eritema solar, cáncery envejecimiento de la piel, también reduce la presión arterial, sintetiza la vitamina D y mejora el tratamiento de diversas patologías.
Ahora, el Grupo de Investigación en Radiación Solar de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) ha analizado el tiempo necesario de exposición para obtener las dosis recomendadas de vitamina D sin que eso dañe nuestra salud. Los resultados se han publicado en la revista Science of the Total Environment.
¿Cuánto sol es bueno para la salud?
“En España, a pesar de ser un país con muchas horas de sol, diferentes artículos han reportado un alto porcentaje de deficiencia de vitamina D entre varios estratos de la población española”, explica a Sinc María Antonia Serrano, científica de la UPV y autora principal del trabajo.
La insuficiencia de vitamina D se asocia con un mayor riesgo de sufrir diversas enfermedades en la edad adulta. Dado que muy pocos alimentos contienen esta vitamina, su síntesis en la piel a partir de la exposición solar es la principal fuente natural que existe.
Serrano y sus compañeros estimaron el tiempo necesario para obtener las dosis recomendadas –lo que equivale a una ingesta diaria de 1000 UI (unidades internacionales) de vitamina D– en una zona como la ciudad de Valencia, que recibe una gran dosis de radiación UV durante todo el año.
Quemaduras en 30 minutos
El trabajo analizó la irradiancia solar ultravioleta (UVER) alrededor del mediodía (entre las 12:30 h y las 13:30 h) durante cuatro meses del año (uno de cada estación) desde 2003 a 2010. Con estas cifras se calculó el tiempo para producir eritema –enrojecimiento de la piel causado por quemaduras–.
Así, los datos subrayan que, en julio, un individuo con tipo de piel III (la usual en la población española) no debe estar más de 29 minutos bajo el sol si quiere evitarlo. Sin embargo, en enero, el mismo individuo puede permanecer en el sol durante 150 minutos.
De la misma forma se obtuvo el tiempo mínimo de exposición para obtener la dosis diaria recomendada de vitamina D. “El problema puede aparecer en invierno debido a los bajos niveles de radiación UV y al hecho de que la gente cubre la mayor parte del cuerpo”, añade la experta.
Exposición solar
En este sentido se comprobó que, alrededor del mediodía en enero, con un 10% de exposición corporal, se necesitan alrededor de 130 minutos para obtener la dosis diaria recomendada de vitamina D.
Como este tiempo es menor que el que produciría eritema, no hay riesgo de quemaduras solares.
En cambio, en abril y julio, con un 25% de exposición corporal serían suficientes unos 10 minutos para adquirir la vitamina. Y en octubre, por ejemplo, se necesitarían unos 30 minutos.
“Estos cálculos se realizaron para el tipo de piel III, pero si fuera más clara o más oscura las cifras cambiarían”, apunta Serrano.
“También hay que tener en cuenta que hemos considerado un porcentaje de cuerpo expuesto habitual para la temporada. Si este fuera mayor, entonces el tiempo de exposición se reduciría”.
Igualmente, el tiempo obtenido para producir eritema se ha calculado para días medios. “Debe tomarse con precaución. Para los días extremos, los tiempos de exposición permisibles serían mucho más cortos”, subraya.
Mantener la vitamina D en invierno
Los resultados muestran que, aunque hay suficiente radiación en países como España, es difícil alcanzar las dosis recomendadas de vitamina D en invierno (de noviembre a febrero) en una latitud media norte, ya que el tiempo necesario de exposición resulta excesivo (130 minutos).
En estos meses, con un 10% de exposición corporal, durante el mediodía solar se necesitarían dos horas de exposición al sol para obtener una dosis óptima de vitamina D –pero a las 10:00 h se requeriría aproximadamente 9,7 horas y a las 16:00 unas 5,7 horas.
Los minutos correctos para tomar el sol
Por el contrario, en las horas centrales de los días de primavera y verano, con un 25% de exposición corporal, unos 10 minutos de exposición solar alrededor de las 13:00 horas y unos 20 minutos desde las 15:00 hasta las 17:00 h serían suficientes para satisfacer las necesidades diarias de vitamina D.
“Además, la radiación recibida depende de la postura, la forma del cuerpo y la ropa. También debe tenerse en cuenta que todas las áreas de la piel del cuerpo no sintetizan vitamina D con la misma eficiencia”, revela Serrano.
La edad de los individuos también desempeña un papel importante en la síntesis de vitamina D a partir de la radiación UV, ya que con los años hay una disminución de la capacidad de producir vitamina D, teniendo los adultos de mediana edad un 66% del potencial en comparación con los niños.
“Estos resultados pueden ayudar a la adopción de medidas apropiadas para compensar la posible deficiencia, como informar al colectivo médico sobre la conveniencia de aumentar la ingesta de vitamina D a través de la dieta o suplementos”, concluye la investigadora de la Universitat Politècnica de València.
El color de la orina, el olor, la transparencia, la cantidad, o la espuma indican aspectos relacionados con la salud y podrían alertar de algunas enfermedades. La tonalidad normal estaría entre el amarillo claro y el ámbar oscuro, resulta de una sustancia nitrogenada que constituye el pigmento que dota de amarillo a la orina y se denomina urocromo, y de la urobilina, un producto del metabolismo de la bilirrubina que se produce por degradación de la hemoglobina.
Tanto los pigmentos como algunos componentes de alimentos o medicamentos pueden alterar el color y olor de la orina. El color de la orina puede presentar una amplia variedad cromática que iría desde amarillo o naranja al rojo, azul, verde, marrón oscuro o blanco turbio.
Algunos medicamentos alteran el color, por ello es recomendable que ante cualquier alteración espere 24 horas a ver si se corrige. En caso de que persista, vaya acompañado de síntomas como dolor o fiebre, o la orina sea roja o marrón oscuro debe consultar con el especialista ya que puede indicar una enfermedad. El color, como otros aspectos de la orina, pueden ser muy útiles a la hora de determinar el estado de salud. Por ello, es importante no pasarlo por alto, chequearse periódicamente y mantener hábitos saludables.
El color de la orina te puede alertar de estas enfermedades
Orina amarillo claro: es el color habitual. Si ingerimos mayor cantidad de líquido, la orina es más clara, y si bebemos menos se concentra más la urobilina y es más oscura. Si la orina es muy clara y no hemos bebido mucho podría indicar diabetes.
Orina anaranjada: puede deberse al consumo de zanahoria o remolacha. Si no se han consumido esos alimentos, puede indicar algún problema del hígado o las vías biliares, es conveniente consultar con el médico.
Orina azul o verdosa: puede ocasionarla la ingesta de espárragos o de alimentos que contengan colorantes azul verdosos. Las bacterias pseudomonas que producen infecciones de orina pueden dar lugar a orina verde. La hipercalcemia benigna hereditaria o «síndrome del pañal azul» presenta la orina en ese tono.
Orina color café: las alubias, las habas o algunos medicamentos pueden producir ese color o deberse a una deshidratación intensa o algunos problemas hepáticos.
Orina rosada o rojiza: puede ser por comer arándanos, remolacha, otros alimentos rojos o debido al ejercicio físico intenso. Sin esos desencadenantes, habitualmente, indica presencia de sangre en la orina, que puede ser por una infección, una piedra en el riñón, tumores de vejiga o de la vía urinaria. Si la orina es roja se recomienda consultar de inmediato al urólogo.
Orina con fuerte olor: los espárragos, el café o las infecciones de orina pueden producirlo.
Orina turbia u opaca: puede deberse a cálculos renales o infecciones en las vías urinarias. Es frecuente que se acompañe de un fuerte olor y de ganas de orinar a menudo. Esto ocurre en las infecciones de orina.
Orina espumosa: se debe a la presencia de proteínas en la orina. La proteinuria debe ser siempre estudiada, porque si no es por un exceso de proteínas en la dieta puede indicar un problema renal.
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